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Algo Extraño.

—Lo único que sé es eso.

Lo miré y supe que no, que no solamente le habían contado eso, y ahora realmente no me importaba saberlo. Subí hacia la habitación y allí me quedé mirando hacia la ventana.

Segundos después la puerta se abrió, Eros apareció en la puerta, dio unos pasos y se sentó en la cama aunque lejos de mí.

—¿Qué quieres? —Pregunté casi en un susurro.

—Saber como estás.

—Estoy bien.

Él no muy convencido de mi respuesta se acercó a mí y cogió mi mano.

—Se que no estás bien.

Sus ojos y los míos hicieron contacto por unos segundos hasta que yo aparté la mirada.

—Eros te quería pedir perdón.

Él me miró ceñudo.

—¿Por qué?

—Por lo que te dije en el bar.

Eros negó sonriendo, me levantó la cabeza para volvernos a mirar a los ojos.

—¿Dijiste lo que sentías no?

Asentí levemente. Eros soltó mi mano y suspiró.

¿Por qué podía sentir lo mal que lo estaba pasando?

Era extraño, yo nunca había sufrido un desamor y no tenía ni idea de que se sentía. ¿Pero era eso desamor? O ¿simplemente se sentía mal por algo? Tal vez fuera lo último, no estábamos pasando por unos días buenos, y poco a poco el cansancio iba acabando con nosotros.

—¿A ti te pasa algo? —Pregunté intentando buscar respuestas a mis preguntas.

—Estoy cansado, eso es todo —él me miró y sonrió —me voy a mi habitación, cualquier cosa solo llámame .

—Eros espera.

Él se dio la vuelta y me miró, lo cogí de la mano para volver a sentarnos en la cama.

—Quédate conmigo —susurré.

Sentí como Eros se ruborizo, nos miramos a los ojos, él levemente asintió.

—Gracias.

Volví a susurrar.

Ninguno de los dos volvió a hablar en toda la noche, ni Eros ni yo dormimos, tan solo nos quedamos los dos tumbados en la cama mirando hacia el techo. Miré hacia el reloj de la mesita y fruncí el ceño.

—¿Ese reloj está bien?

Señalé la mesita y Eros se levantó para mirar. Se puso un poco encima de mí, su cercanía comenzó a ponerme nerviosa.

—Creo que si ¿por qué? —dijo en un susurro por la cercanía de nuestros rostros.

—Es muy tarde —se acercó aún más a mí.

—¿Quieres dormir ya?

Negué.

—¿Tú?

—Tampoco pulga.

Nos quedamos en silencio mirándonos.

—¿Pulga por qué me torturas con no dejar que te bese? —Susurró aún más bajo y se acercó más a mis labios.

—No intento torturarte, es solo que —me quedé callada mirándolo a los ojos.

—¿Qué no te gusto?

Negué subiendo mis manos a su nuca.

—Que nunca he besado a nadie, tengo miedo de hacerlo mal y que luego huyas de mí.

Eros terminó por cortar la poca distancia que nos quedaba y pegó sus labios a los míos, su mano derecha fue al lado derecho de mi cara, profundizó el beso, mis manos no se movían de su nuca. En ese momento mis nervios estaban a flor de piel. Eros me cogió de la cintura y me puso encima suyo, por unos segundos dejamos de besarnos y tan solo nos miramos a los ojos.

—Lo necesitaba mucho pulga.

Ambos sonreímos.

Volvimos a juntar nuestros labios, las manos de Eros estaban acariciando mi cintura, mi mano izquierda acariciaba el cabello de Eros y la otra estaba en su cara. Debido a lo duradero que fue el beso nuestras respiraciones estaban algo agitadas.

Al separarnos del beso, Eros besó mi mejilla y mi frente.

—Descansa pequeña, mañana debemos hacer muchas cosas.

Asentí mirándolo a los ojos.

—¿Me puedo quedar así?

—Claro.

Sonreí y apoyé mi cabeza en su pecho.

En ese momento sentía una tranquilidad increíble, ya no necesitaba más, solo estar así con él. Sentir sus manos en mi cintura, notar como su pecho subía y bajaba lentamente.

Pero como siempre pasa en mi vida, la tranquilidad no me dura ni diez segundos. Dean entró a la habitación muy asustado, Eros y yo nos levantamos rápido de la cama.

—Tus padres están en Italia, han hablado con los hombres.

Me llevé la mano a la boca asustada.

—¿Qué haremos ahora? —Pregunté muy angustiada.

—Luchar, no hay otra manera para salir de esta mierda —dijo Eros mirándonos.

Ameli entró a la habitación. Comenzó a balbucear cosas que solo yo entendía.

—¿Te vieron?

—N-no, pa-pasaron r-ápi-rápido.

—Selena explícame, no entiendo ¿qué dice? —Preguntó Eros mirándome ceñudo

—Vio a mis padres pasar con un coche negro, no la vieron pero estuvieron cerca

Los dos hombres se me quedaron mirando, Eros se acercó a la ventana y miró por ella.

—En esta casa no estamos seguros.

—Ni en esta casa ni en ningún lado —dijo entre dientes mi mejor amiga.

Dean y Ameli se miraron.

—¿Qué vamos a hacer?

—Nos quedaremos aquí y lucharemos.

—¿Te das cuenta de lo qué estás diciendo? Tú eres algo extraño Eros, nosotros somos humanos, a la primera patada que nos metan nos mandan a España.

Dean y yo reímos, al sentir las miradas de ambos en nosotros nos quedamos callados y serios.

—No dejaré que lastimen a Selena —dijo muy frío.

—Y eso me encanta, me encanta que protejas a mi mejor amiga, pero yo también soy mortal. Yo esto no lo veo, no lo veo.

Eros y yo nos miramos.

—Yo te puedo proteger a ti —dijo Dean haciendo que Eros y yo los mirásemos rápido.

—Te gradezco la propuesta, pero tú eres tan mortal como yo. De verdad te lo agradezco, ¿pero dime que pasaría si acaban contigo? Yo me muero, literal que me muero.

—Vamos a ver —me metí en la conversación —aquí nadie va a morir, intentaremos hacer las cosas bien, conozco a mis padres, tan solo hay que ofrecerles algo a cambio de que dejen tranquilo a Eros.

—¿Y qué les ofrecemos? ¿Un café con pastas? —Cuestionó Dean haciéndome suspirar.

—A mí —dije haciendo reír levemente a Eros.

—Estás loca si crees que te dejaré con esos dementes.

—Igual no tenemos otra alternativa.

—Los mataré, no los dejaré libres.

—Eros, estás hablando de matar a los padres de Selena.

—Dean, estoy hablando de matar a las personas que me encerraron por años.

Todos nos quedamos en silencio.

—¿Podéis salir? —Preguntó Eros mirando a Ameli y a Dean.

Ellos asintieron y salieron de la habitación. Suspiré y me senté en la cama, Eros se puso justo enfrente de mí. Se cruzó de brazos y comenzó a hablar:

—No dejaré que vayas con ellos pulga.

—Me da igual, iré con ellos igualmente.

—No lo harás.

—Eros igual es la única manera de que te dejen tranquilo —dije cansada de la conversación.

—¿De qué me sirve estar tranquilo si no te tengo a mi lado?

Nos quedamos en silencio, lo miré a los ojos y me levanté para acercarme más a él.

—Eros tienes que disfrutar de la vida ya bastante perdiste ahí encerrado, si tengo alternativa para hacer que tú estés sin correr peligro lo haré.

—Todo me da igual si no estas a mi lado. Quiero tenerte cerca de mí Selena, ¿por qué no lo entiendes?

Se volvió a hacer el silencio.

—Eros, desde la primera vez que te sentí mi vida cambió, sentía algo extraño por la figura oscura que se pasaba tanto tiempo en la esquina de mi habitación, cuando supe tú nombre eso extraño creció, cuando te vi en forma humana creció aún más y cuando te toqué supe que me iba a dar igual todo si ibas a estar a mi lado, haría lo que fuera por sacarte de ahí, por salvarte, y lo hice, y no me arrepiento. Ahora no me pidas que deje que te maten o que te vuelvan a llevar a ese agujero, porque no lo haré, me da igual lo que me digas, me da igual como te pongas. No quiero que te vuelvan a hacer daño, porque no me lo perdonaría —terminé por hablar y suspiré.

Eros besó mis labios con delicadeza, nos separamos un poco mirándonos a los ojos, sentí las manos de Eros apretar levemente mi cintura.

—¿Sabes que yo también sentí eso extraño? Cuando pude convertirme en forma de sombra no sé como aparecí en tu habitación, pero recuerdo que era de noche, estabas durmiendo y tu perra estaba tumbada a tu lado —sonrió seguramente recordando esa escena y ese momento —parecías un ángel durmiendo, desde esa noche empecé a aparecerme más de seguido y todas las noches me quedaba en la esquina de tu habitación —rió y negó —parezco un psicópata acosador contando esto —ambos reímos —pero lo que quiero que entiendas es que desde el primer momento que mis ojos te vieron no pude despegarme de ti, sentí como una fuerza extraña que por más que me quisiera alejar me terminaba acercando aún más, hasta el punto de terminar jodidamente enamorado. Me enamoré de la chica que veía desde las sombras.

Mi corazón se aceleró muchísimo al escuchar las palabras salir de sus labios. Y entonces supe que Ameli tenía razón, y que él sí había empezado a sentir cosas con tan solo verme desde la esquina de mi habitación.

—Se que esto puede sonar extraño y que apenas hemos hablado, pero me bastó con solo verte desde la oscuridad, me bastó con no hablar contigo, porque aunque tú casi no me vieras yo siempre estuve a tu lado, y no me arrepiento de haberme aparecido en tu habitación —suspiró llevándose las manos a la cabeza —pero no me puedo permitir separarme de ti, porque quiero que esto que siento por ti siga creciendo hasta el punto en que sienta que mi corazón terminará explotando por todo lo que siento por ti.

Miré hacia el suelo nerviosa. Cada una de las palabras que salían de los labios de Eros me dejaban más sin respiración, hacían que me pusiera muy nerviosa y no pensara con claridad.

—¿Y entonces qué hacemos? Yo no quiero que nada te pase.

Negó sonriendo y besó mi frente.

—Contigo a mi lado soy más fuerte, saldremos de esta, pero lo haremos juntos.

Asentí mirándolo a los ojos.

—Selena —dijo llamando mi atención por completo, todos los pensamientos que estaban en mi cabeza se fueron al escuchar mi nombre salir de sus labios —prométeme que estaremos juntos en todo esto.

—Te lo prometo Eros, yo no te dejaré solo.

—Yo tampoco te dejaré sola pulga.

Sonreímos y juntamos nuestros labios.

Ahora si… Ahora comenzaba todo, y sabía que no todo terminaría bien.

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