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CAPÍTULO 3

Mientras yo entro en pánico como un animal acorralado, él se toma su tiempo para limpiarse. Coge un pañuelo con una calma enloquecedora y se limpia el semen del pecho y los abdominales. Su polla sigue semidura y se la pasa una vez por encima, como para provocarme.

Me estremezco ligeramente bajo su agarre y trago saliva con fuerza, con el calor acumulándose de nuevo en mi coño a pesar de la situación. Sacudo la cabeza y me concentro, hurgando en la pila de ropa apilada junto a mi cama, en busca de algo que ponerme.

Sus ojos me siguen de cerca y, cuando me agacho para coger un pantalón de chándal del suelo desordenado, lo sorprendo relamiéndose, con la mirada clavada en mi culo desnudo como si me estuviera marcando. Pero entonces su mirada se desvía hacia el desorden que me rodea y su boca se tensa en una línea de desaprobación.

-Tesoro,- dice finalmente, con voz ligeramente regañona. -¿Qué coño es este lío? ¿Cómo te desenvuelves en semejante caos?

Echo un vistazo a mi alrededor y, vale, claro. Hay ropa, libros y bocadillos a medio comer esparcidos por todas partes, y mi cama parece haber pasado por un huracán.

-Mira este desastre que llamas habitación,-añade. -Siempre estás desordenada y desorganizada. Ya lo hemos hablado.

-Siseo, intentando subirme el chándal por las caderas.

La cintura se me enreda y me muevo torpemente para intentar ponérmelos. Mis pechos rebotan en el proceso, y la mirada de Luciano se concentra como la de un depredador en su presa.

-¿Bien? -repite, incrédulo. -¿A esto le llamas estar bien? ¿Cuántas veces tengo que decirte que mantengas limpio tu espacio?

-No necesito un sermón ahora mismo -refunfuño, tirando de la cintura para colocármela en su sitio. -Ya sabes cómo soy. No soy una obsesiva del orden como tú.

Chasquea la lengua y el sonido me produce un escalofrío.

-Ten cuidado, Valentina -le advierte, con un tono cargado de autoridad-. -Te estás volviendo una malcriada, y eso es algo que no tolero.

Se me acelera el pulso y le devuelvo la mirada.

-Sabes perfectamente lo que pasa cuando me hablas así, ¿verdad, piccola? -añade, con los ojos entrecerrados peligrosamente, como si ya estuviera planeando el castigo.

Trago saliva, asintiendo mansamente.

-Así que baja el tono o haré que te arrepientas. No me presiones -concluye, observándome atentamente, como si me retara a ponerle a prueba.

-Tú empezaste... -murmuro en voz baja.

-¿Qué has dicho? -pregunta, las palabras suaves pero cargadas de pura autoridad. -No lo he entendido bien, amore. Habla claro.

Su voz grave me produce un escalofrío, hace que me tiemblen las rodillas, incluso a través de una pantalla. Ese tono. La forma en que me envuelve como una mordaza, exprimiendo mi rebeldía hasta que no soy más que un charco de necesidad. Odio lo fácil que me desarma a veces.

-¿Puedes parar, por favor? -gimoteo, ahora con voz quejumbrosa. -Solo estoy... intentando vestirme.

-Entonces date prisa -dice, su tono un poco más suave ahora. -Porque cuando termines, vamos a hablar de ese hábito tuyo tan desordenado. Como es debido.

La forma en que dice -propiamente- envía un torrente de calor entre mis piernas. Sé exactamente lo que significa. ¿Unos azotes en su regazo? Tal vez me haga arrodillarme ante él y disculparme dulcemente mientras me lleva al límite, para luego negármelo hasta que decida que he aprendido la lección.

-¡Valentina! -grita impaciente mi compañera de piso, los golpes en la puerta son cada vez más fuertes. -¡Abre ya! ¿Qué coño haces ahí?

-¡Espera! -suelto, tanteando para coger mi camiseta extragrande del suelo.

-Para,- ordena Luciano. -No te pongas eso todavía.-

Me quedo inmóvil, con la mano sobre la tela. Miro hacia la puerta y luego vuelvo a mirarle, indecisa.

-Luciano...-

Su mirada se agudiza, desafiándome a desobedecer, incluso cuando la comisura de su boca se levanta divertida.

-Ella puede esperar.

Trago saliva. Lentamente, dejo que la camiseta se me escurra de entre los dedos y mis pechos desnudos se estremecen bajo su intensa mirada.

-Brava ragazza,- murmura con satisfacción, inclinándose hacia delante. -Ahora, responde a mi pregunta.

-¿Qué pregunta? -pregunto, confuso.

-¿Todavía tienes la lencería rosa que te regalé el mes pasado?

Parpadeo, sorprendido.

-¿Sí?

Sus labios esbozan una sonrisa de satisfacción.

-Bien. Te lo pondrás, junto con tu collar, para mí este viernes.

Se me corta la respiración.

-¿Vienes?

-Me has convencido. -Dice.

Una amplia sonrisa se dibuja en mi cara, pero antes de que pueda responder, la voz de mi compañera de piso interrumpe, acompañada de más golpes impacientes.

-¡Quintero! ¿Qué carajo? ¿Te caíste o qué?

La ignoro y me paso rápidamente la camiseta por la cabeza.

-Cuando venga el viernes, espero que esa habitación esté limpia. La inspeccionaré cuando llegue -menciona Luciano, y yo lo miro con el ceño fruncido.

-¿Qué?

-Me has oído bien. Vas a limpiar esta habitación de arriba a abajo y poner tus cosas en orden. Luego, te inclinaré sobre ese escritorio y te sacaré ese hábito desorganizado...

-¿Hablas en serio? -pregunto, con la cara ardiendo bajo su aguda mirada.

-¿Parece que estoy bromeando? -responde, ajustándose las gafas.

Mi estómago se retuerce de excitación y, antes de que pueda replicar, los golpes de mi compañera de piso se vuelven frenéticos.

-¡Valentina!

-¡Espera! -solté, mi paciencia se agotaba.

Luciano suelta una suave risita y, a pesar de mi enfado, una pequeña sonrisa se dibuja en mi cara mientras me recogo el pelo en un moño desordenado.

-Te llamaré más tarde -le digo en voz baja, volviendo a centrarme en él. -Ti amo, papà.

-Anch'io ti amo, cucciola.- Responde él, ahora con expresión más suave.

Me inclino hacia la pantalla, dando un beso rápido a la cámara, y su sonrisa se ensancha mientras ladea la cabeza como si quisiera atraparlo.

-Viernes. -Me recuerda.

-Viernes. Repito, recupero la sonrisa mientras me despido con la mano y cuelgo.

En cuanto termina la llamada, llaman a la puerta. Pongo los ojos en blanco y me dirijo a la puerta. Cuando quito el pestillo y la abro, Camila entra a toda velocidad, pasando a mi lado como una tormenta.

-¿Qué coño, P? Llevo diez años llamando a la puerta. -Suelta un chasquido y se vuelve para mirarme.

-¡Te dije que esperaras! Qué dramático eres. Le respondo cerrando la puerta tras ella.

Levanta una ceja y se cruza de brazos.

-¿Esperar qué? ¿Estabas reorganizando tu desordenada habitación o algo así?

Me erizo ante su pinchazo.

-¡No! Sólo estaba... ¡ocupada!

-¿Ocupada con qué? ¿Sentada en medio de este contenedor? -Hace un gesto exagerado hacia el montón de ropa que hay cerca de mi cama, y yo gimo.

-¡Es mi espacio! No necesito que me sermonees sobre el orden.

Nos fulminamos con la mirada, pero antes de que la cosa vaya a más, Camila suspira y se desploma en la cama. El cambio de humor me llama la atención.

-Vale, ¿qué pasa? -pregunto, mi irritación se desvanece.

Camila entierra la cara entre las manos.

-La cagué. -Murmura, con la voz apagada.

Parpadeo, acercándome a ella.

-¿Qué jodió?

Ella gime, con las manos aún cubriéndole la cara.

-Espera, no. Él la cagó primero. Entonces lo hice peor. Ya ni siquiera lo sé.

Me siento a su lado, completamente perdido.

-Vale, ¿quién es "él"? ¿De qué estás hablando? ¿Diego?

Ella asiente, dejando escapar otro gemido.

-Sí, Diego.

Inclino la cabeza, intentando atar cabos.

-¿Qué ha pasado?

Me mira entre los dedos y suelta las manos con un suspiro frustrado.

-Así que, después de follar esta noche, decidió soltarme una bomba.

-¿Una bomba? -me hago eco y Camila asiente, pasándose los dedos por el pelo.

-Dijo que siente algo por mí. Sentimientos reales. Quiere que seamos algo más que... lo que hemos sido.

La miro fijamente, completamente desprevenido.

-Espera, ¿qué? ¿Él dijo eso? ¿De la nada?

Vuelve a asentir, con una expresión de frustración y algo más, quizá pánico.

-Sí. Me dijo que quiere que sea su novia.

Se me cae ligeramente la mandíbula.

-Oh... wow. ¿Y qué dijiste?

Ella gime, dejándose caer aún más en la cama.

-¡Le dije que no! Estuvimos de acuerdo, Valentina. Hace dos años, acordamos que esto era sólo sexo casual. Sin ataduras. ¡Y ha funcionado! Ha sido perfecto. Pero ahora él dice: "No puedo seguir con esto si no sientes lo mismo". ¿Qué demonios se supone que debo hacer con eso?

Frunzo el ceño, intentando ir con cuidado.

-Quiero decir... dos años es mucho tiempo. ¿Quizás sus sentimientos cambiaron?

Camila se incorpora bruscamente, desbordando su frustración.

-¿Pero por qué tenemos que arruinarlo todo? Si hemos estado bien durante dos años, ¿por qué no podemos dejar las cosas como están?

Suspiro, echándome un poco hacia atrás.

-Tal vez para él, ya no está bien. Parece que está siendo honesto acerca de cómo se siente.

-¿Honesto? Se burla. -Más bien egoísta. Sabía lo que era esto desde el principio. Ambos lo sabíamos. ¿Y ahora, porque se dio cuenta de sus sentimientos, quiere cambiar las reglas? Eso no es justo.

Le pongo una mano en el brazo, intentando consolarla.

-¿Y qué pasó después de que te lo dijera?

Exhala bruscamente, con la mandíbula tensa.

-Discutimos. Le dije que no es lo que quiero, y me dijo que si no puedo verlo como algo más que un 'compañero sexual', entonces no tiene sentido continuar -.

Su voz vacila ligeramente y se aclara rápidamente la garganta. Me duele el corazón por ella.

-Oh, Camila...

Sacude la cabeza y vuelve a alzar la voz.

-Me siento traicionado, ¿sabes? Si estaba empezando a sentirse así, ¿por qué no dijo algo antes? ¿Por qué esperar hasta ahora para darme la vuelta al guión?

Dudo, eligiendo cuidadosamente mis palabras.

-¿Crees que... tal vez sientes algo por él también? ¿Aunque sea un poquito?

Sus ojos se desvían y juguetea con el dobladillo de la camisa.

-No lo sé, murmura. -Nunca lo había pensado así. Con él era... fácil. Sin presiones, sin complicaciones. Y ahora todo es desordenado y confuso.

Me acerco a ella y le rodeo los hombros con un brazo. La aprieto suavemente y ella se inclina hacia mí con un suspiro, apoyando la cabeza en mi hombro.

-Sabes, eres la última persona que debería hacerse la despistada ahora mismo -dice, levantando la cabeza de mi hombro, con las cejas fruncidas-.

La miro, confuso.

-¿Qué quieres decir?

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