Capítulo 4: Un chico excitante
Estoy excitado, mi cuerpo quema como nunca antes lo había hecho, me siento incluso ansioso por continuar y experimentar la clase de placeres que puedo tener con un chico, sin embargo, al mismo tiempo no sé si esto está bien, jamás me había fijado en un chico, si bien antiguamente tenía pensamientos confusos, jamás pensé que haría este tipo de cosas con un completo desconocido.
Supongo que Max es diferente, había algo en él que me brindaba la confianza como para experimentar más allá que unas caricias, yo sabía que nunca antes nos habíamos visto, pero algo dentro de mí -seguramente la calentura- me hacía sentir que lo conocía de toda la vida. Me estaba volviendo loco, entre más tocaba su cuerpo, más me derretía por dentro.
Ambos deseábamos desnudar al otro, por lo que una vez que llegamos a la cama, él me dejó caer sobre ella sin tardar en subirse encima, manteniéndonos completamente desnudos y entre apasionados besos, rozaba su entrepierna con la mía.
Eso se sentía muy bien, podía sentir el calor y suavidad de su erección contra mi piel, además una vez que tomó ambas erecciones con su mano, comenzó a masturbarnos con cierta habilidad que me obligaba a suspirar sobre sus labios.
Esto me excitaba mucho, me sentía completamente mojado y caliente. La situación era tan extraña, pero tan placentera que no era capaz de controlarme.
–Ah… Max…–suspiré su nombre una vez que apoyó sus manos aún lado de mi cabeza simulando embestidas.
–mmmh...– gimió mordiéndose el labio inferior– ¿me dejas?
–S-Sí...–respondí embobado en sus ojos– hazlo, lo quiero– añadí haciéndolo sonreír.
No sé qué estoy diciendo, pero las palabras salen de mi boca por si solas, estaba tan ciego en su cuerpo, en sus ojos y en sus caricias que no lograba pensar con claridad, ni tampoco cuando acercó tres de sus dedos a mis labios.
–Chupa–dijo en un tono demandante con el cual mi cuerpo entero se estremeció.
Abrí un poco mi boca y él introdujo sus dedos para que los mojara con mi saliva, ahora mismo no tengo lubricante como para hacerlo de mejor forma, sabía que no era lo más acertado, pero no podía detenerme, ahora mismo me sentía otra persona.
Cuando mantenía sus dedos en mi boca, me aseguré de mojarlos de una forma lujuriosa con tal de ver el deseo a través de sus ojos. No deseaba quedarme atrás, su cuerpo completamente desnudo me estaba excitando demasiado, así que buscaba impacientarlo de la misma forma en la que él me impacientaba a mí.
Claro que, gracias a esto, él no tardó en dirigir sus dedos a mi entrada, en donde rozó suavemente el contorno de mi agujero casi diciéndome “Una vez que lo meta, no te dejaré escapar”.
Yo no pensaba en detenerlo, de hecho, sólo miré su tonificado cuerpo, hasta que sin previo aviso introdujo el primer dedo. No voy a mentir, se sentía raro, no me disgustaba del todo, sin embargo, era extraño sentir como su dedo se deslizaba poco a poco creando un ligero movimiento.
Acostumbrarme fue fácil, él sabía dónde tocar, así que sin mayor dificultad mis caderas se fueron moviendo dejándole ver que podía introducir otro.
No sé si yo estaba muy caliente o si él lo hacía a la perfección, sin embargo, sus dedos pronto lograron mantenerme gimiendo de una forma vergonzosa. Se sentía realmente muy bien.
Yo no deseaba ser el único en sentirse de esta forma, mi cuerpo estaba en llamas y deseaba que él se sintiera igual de bien, por ello giré nuestras posiciones al cabo de unos minutos, dejándolo bajo mi cuerpo.
Jamás le había hecho una felación a un chico, pero sé cómo hacerlo basándome en lo que a mí me han hecho, por ello, comencé dando ligeros besos por su pecho e iba bajando por su abdomen, todo lo hacía de una forma lenta, no tenía prisa por llegar a su erección, de hecho, lo que buscaba era impacientarlo para así ver desde abajo cómo sus ojos estaban en llamas.
Cuando introduje su erección en mi boca, Max se estremeció de placer, parecía que le gustaba la forma en la que yo jugueteaba con mi lengua, algo que me motivaba para continuar. Era raro, pero me gustaba, sobre todo cuando se estremecía por alguna de mis acciones.
El hecho de juguetear y experimentar por mi cuenta, me hacía sentir menos avergonzado, ahora era él quien se estremecía de placer, mientras que yo recorría cada rincón de su pene con mis labios.
–Alex... mmh...–gimió con cierta dificultad– no quiero correrme en tu boca...–añadió deslizando sus manos por mi cabello, casi como una forma de decirme que lo soltara, pero entre más intentaba alejarme, más me aferraba a su erección– ah…
Cuando lo saqué de mi boca, él aprovechó para cambiar las posiciones nuevamente y de paso, abrió mis piernas para así rozar su erección contra mi entrada. Al principio solamente se rozaba en ella, parecía que buscaba provocarme, mientas que yo nuevamente me sentía avergonzado ¡Se sentía muy bien!
Por supuesto que, cuando introdujo la punta miles de insultos salieron de mi boca, era obvio que me iba a doler, ya me había preparado mentalmente para esto, sin embargo, sentía que, si continuaba ejerciendo presión, me partiría en dos.
–Agh…–me quejé mientras él trataba de adentrarse más, lo estaba haciendo de una forma lenta, pero sin querer me moví logrando que su pene entrara casi de golpe– mierda…–lloriqueé mordiendo mi labio inferior con cierta fuerza, casi como si esta acción contrarrestara el dolor que sentía– Max… me duele…–le confesé avergonzado.
–R-Relájate... –decía con la respiración agitada, él parecía disfrutar de mi cuerpo desde un principio– pronto se sentirá mejor…–añadió buscando mis labios para ayudarme a relajar mi tensado y adolorido cuerpo.
Yo me sentía rígido, de hecho, lo estaba apretando inconscientemente, pero gracias a sus besos y leves caricias, mi cuerpo se fue relajando hasta el punto en donde, sin yo desearlo, mis caderas se fueron moviendo.
Max parecía preocupado por mí, sus celestes ojos me miraban atentamente mientras trataba de ver a través de mi rostro, si podía continuar o parar. Mis caderas ya le habían dado autorización, pero él se movió lentamente verificando en todo momento que yo estuviese bien.
–nnngh…–gemí avergonzado, incluso deseaba apartar la mirada de sus ojos, él se estaba moviendo lento, casi buscando que me acostumbrara para así moverse más deprisa– ah…
–Avísame si duele… ¿ok…? –me pedía acariciando mi rostro de una forma tierna.
¡Qué vergüenza! Él esta siento tan tierno, era evidente que deseaba ir más deprisa, pero estaba cuidando de mi cuerpo. No pude evitar sentirme aliviado, le estaba dando mi primera vez a un completo desconocido, pero ese desconocido me estaba cuidando con ternura.
Lo bueno es que pronto se comenzó a sentir muy bien, mi cuerpo deseaba más y sus embestidas lógicamente aumentaron su velocidad, incluso lograba que vergonzosos gemidos salieran de mis labios tras sentir como su mano envolvía mi erección, para así masturbarme con la misma rapidez con la que me estaba embistiendo.
Como ya me sentía mucho mejor, él se atrevió a cambiar de posición, ahora ambos nos mantenemos sentados, la única diferencia es que yo me encuentro sentado sobre sus piernas mientras que él guía el movimiento de mis caderas.
Su erección se rozaba con profundidad, se sentía increíble, sentía que no podría aguantar más si continuaba tocándome con tanta destreza, además acercó sus labios a mis pezones con tal de juguetear con uno de ellos, mientras mis caderas se movían con rapidez.
–Ah… –suspiré aferrándome a su cabello, acercándolo inconscientemente más a mi cuerpo.
La habitación estaba inundada de jadeos y gemidos por parte de ambos, esto era tan placentero que me olvidé completamente de lo avergonzado que me hacía sentir toda esta situación.
–nngh... más, más…! –pedía entre gemidos envueltos en jadeos–dame más duro Max... –le suplicaba excitado.
Max salió de mi interior y me giró dejándome en cuatro sobre la cama, él acercó nuevamente su miembro a mi entrada y metió su largo y duro pene en mi interior sin previo aviso. Sus embestidas ahora eran fuertes y rápidas, me estaba volviendo loco, ya no podía más, me correría en cualquier segundo, algo que él logró notar, ya que apretó la punta de mi pene impidiendo que me corriese antes que él.
–A-Aún no... mmh... quiero acabar contigo...–me confesó.
–¡Ah...! Max n-no puedo más... ¡ah...!– gemía con la voz quebrada de tanto placer.
–S-Sólo un poco más...– me pidió.
Sus embestidas me estaban volviendo loco, podía sentir como su erección cada vez se movía más deprisa buscando en todo momento mi placer, algo que no tardó en encontrar, ya que rozó un punto que estremeció mi cuerpo entero. Aquel punto era tan bueno que prácticamente gritaba por más, deseaba que su pene golpear más y más aquel delicioso punto que erizaba mi piel.
–¡nnngh…! Max… q-quiero correrme…–le decía con cierta angustia, entre más rozaba ese punto, más deseaba correrme.
–Ah… sí… yo también…–advirtió dándome un par de embestidas más, antes de dejar que me corriera en su mano un segundo antes de que él lo hiciera dentro de mí, acompañado de un ronco y seductor gemido.
Sin duda no era lo más conveniente, pero no me molesté por su corrida, más bien sólo me dejé caer a la cama completamente agotado mientras que él se recostaba a mi lado tratando de controlar su agitada respiración.
–Wuaaau–me miró con una sonrisa–eso fue...
–Estupendo... –dije con compartiendo su sonrisa.
–¡Más que eso! –se acercó a mis labios–se sintió increíble…–me aseguró antes de besarme, beso por cierto que cortó el puto timbre!
–ag... ¿Quién podrá ser? –pregunté sin esperar una respuesta.
–No le prestes atención, sigamos con lo nuestro–propuso por lo que acepté y nos volvimos a besar.
–¡¡Alex, maricón, ábreme!!–gritaba desde afuera mi querido amigo Criz.
Max me subió encima de él y seguimos besándonos, ignorando rotundamente el timbre y a mi querido amigo, de hecho, nos cubrimos bajo las sábanas tomando una posición más dulce y sin duda, era reconfortante mantenerme rozando su pecho mientras sus dedos acariciaban mi espalda.
–Espero que me invites otra vez a jugar…–susurró sobre mis labios.
–Si les agradas a mis seguidores, por mi encantado– le aseguré haciéndolo sonreír.
–Aprecias muchos a tus fans ¿verdad? –preguntó acariciando mi mejilla.
–Así es, son como millones de amigos que me apoyan en cada una de mis locuras, además gracias a ello puedo trabajar de forma independiente.
–Te buscaré luego– me aseguró.
–Bueno...–levanté mi cabeza de su pecho–por cierto ¿tienes Twitter?
–Sí ¿por qué?
–Tienes que dármelo para ponerte en la descripción– le pedí antes de procesar mi petición– bueno, si quieres.
–Sólo pon chicosexy22
–¿En serio te tienes así? –pregunté riendo.
–Nop, me lo acabo de inventar– respondió riendo.
Era tan fácil hablar con él, además el calor de su cuerpo me hacía sentir muy cómodo, incluso somnoliento.
–Estoy cansado–confesé apoyar mi cabeza en su pecho.
–Descansemos un poco...–dijo depositando un tierno beso en mi cabeza. Mis ojos cada vez pesaban más y sin darme cuenta ya estaba dormido encima de Max, estaba tan cansado y cómodo que no me daban ganas ni de moverme.
