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4. La Elegida

A pesar de ser una simple humana, entendía perfectamente las reglas, las tradiciones, y que la amistad era lo más importante, como lo es una traición.

—Ven, déjame abrazarte, vaya, estás completamente hermosa... Has cambiado, ya no eres aquella chiquilla delgada, mal llevada, que paseaba por los bosques conmigo y Arcelia— Lejos estaba de la mente de Jair que aquella mujer, había despertado el repentino interés de Antón.

La reunión seguía su curso, sin importar que o de quién se presentase en aquel hospedaje, ambos amigos volvieron a reencontrarse después de tantos años. Era claro, que la visita de aquella mujer cambiaría el destino de uno de la manada, un joven corpulento, con el pelo lacio repletos de tatuajes y piercings, estaba conociendo a su pareja destinada él, después de que pensara que jamás llegaría aquel momento, tras haber esperado tantos años, no tuvo suerte en encontrarla.

Hoy, sin esperárselo, un calor estaba atravesando cada centímetro de su cuerpo, aquel corazón que parecía que jamás iba a contemplar el amor por alguien, se estaba derritiendo una barrera de hielo que por años se había encargado de depreciar a los demás.

— ¿Qué demonios me paso?... ¿Quién?... ¿Quién es ella? — preguntaba Antón, mientras que extendía su mano por aquellas paredes del hospedaje, sentir como su respiración estaba completamente agitada. Como si corriera cientos y cientos de kilómetros.

— ¡Bueno, a eso se lo llama Amor!... Al parecer el temible y despreciable Antón ha encontrado su talón de Aquiles—El joven lobo no podía seguir escuchando aquellas palabras, sujeta a Jerry para estamparlo contra las frías paredes — ¡Eso es imposible!... ¿Cómo crees?... Como crees que una humana será mi pareja, eso no lo permitiré, la rechazaré, ya lo verás — bufo agresivamente Antón. Jerry, quien veía sus ojos muy de cerca, estaba seguro de lo que acaba de decir, eran ciertas, una leve sonrisa aparece en su rostro, esto solo perturba aún más a Antón, para verlo de manera seria.

— ¿Pero de qué carajos te ríes?... Jerry, te...— Antón no termina de hablar al momento de escuchar las palabras de su líder.

—Oigan ustedes... ¿Qué creen que están haciendo? Antón... Jerry...— Antón afloja su brazo para dejar a Jerry se ponga más cómodo

—No es nada jefe... Aquí solo estábamos conversando de algo... bueno, algo sin importancia— Menciona Jerry, llevando sus brazos alrededor de la nunca de Antón.

—Como sea... Jerry, tú llevarás a mi invitada a la residencia, en cuanto a ti Antón, ven debemos seguir verificando la zona— termina diciendo Jair para que Jerry solo obedezca las órdenes de su líder.

Antón camina hacia la mujer para seguir a su jefe, en ese momento, una vez más él estaba aspirando la aroma de aquella mujer, mientras que lo hacía cierra los ojos, pues debía reprimir aquella necesidad de reclamarla como suya.

Claris, estaba lejos de pensar que el joven que estaba pasando a su costado era nada más que el hombre que la diosa luna había predestinado para que ella tenga por compañero.

Ella detiene su caminar para girar sobre su talón y observar al joven que estaba alejándose de aquel lugar, para volver a caminar en la dirección en la que se dirigía.

Antón y Jair, después de haber controlado que todo estuviera en orden, deciden ir a recorrer el muelle, sonde llegan los barcos que traen a algunos visitantes.

—Y bien... ¿Me dirás que fue todo eso allí adentro?— suelta de manera instantánea, mientras que observaba el barco que estaba llegando en el lugar. Antón estaba recostado por la barra de aquel muelle, dando la espalda a al mar.

Las palabras de Jair lo dejan asombrado, puesto que había pensado que no se ha dado cuenta de aquel comportamiento repentino de su parte.

— ¡No es nada importante!... además tengo cosas en que pensar y resolver— formula Antón. Jair, en cambio, se daba cuenta de lo que realmente intentaba hacer Antón. Lo conocía perfectamente, y podía saber que lo que intentaba hacer no la funcionaria.

—Sabes qué rechazarla será un martirio para ella como para ti... Poco a poco sentirás que nada de lo que hagas bastara para ti. Bueno, eso es lo que mi padre siempre dice— Antón lo estaba escuchando cruzando los brazos, con la mirada fija en los demás que estaban caminando en aquel muelle. Una leve sonrisa aparece en el rostro de Antón.

—Vaya, no pensé que creyeras en eso. Además, jamás has conocido a tu alma gemela. El capricho que tienes por Carri no es el verdadero amor, eso lo sabes, ¿no?— Jair hace una mueca dejando claro que le desagradaba aquel comentario de Antón.

—Sí, quizás sea porque estoy agradecido por salvarme de una muerte segura... Pero siento algo por ella... algo fuerte, no sé si es amor, atracción o tal vez un simple capricho. Lo único que sé es que la quiero a mi lado— Señala Jair para poner su mano en el hombro de Antón... Mientras que lo hacía veía a un grupo de chicas avanzando hacia ellos, una de ella cae en el muelle producto quizás de su torpeza.

— ¡Hay!... — una de ellas cae torciéndose el tobillo, un dolor que la hace gemir de dolor para que las demás que la estaban dejando atrás se percataran de ello.

— ¡Alannis!... Esperen chicas, ella se ha lastimado. Déjame ayudarte— refiere para ayudarla, levantarse, pero el dolor que ella estaba sintiendo era demasiada. Tanto que ella vuelve a sentarse en el suelo tomando con su mano su tobillo.

—No, no puedo pararme. Creo que me he lastimado muy mal— comenta Alannis. Los demás se acercan a ella para dejar su malestar cerca de ellas. Antón como Jair estaban observando de una distancia.

— ¡Perfecto, más humanos!— escupe con desagrado Antón. Jair solo lo mira expectante aquel enojo que deja salir de su interior.

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