3. Jair, un lobo rebelde
No aceptaba aquella relación, para él, aquella loba no era digna de ser la pareja de su hijo.
Y mucho menos una aventura en que su hijo se aventara de lleno, Jair al escuchar el rechazo de él hacia Carri, lo molestaba, era un fastidio para él que su padre decidiera quién debía ser su pareja. Lo cierto es, que la atracción que siente Jair era solo de querer tenerla en su cama, era una obsesión que traía por ella desde el momento en que ella lo salvo de ahogarse en las aguas del infierno.
Aún no se le había presentado aquella mujer que lo llevaría a sentir, aquella sensación que tanto su padre le habla, para él no existía aquel amor, destino que según su padre la diosa luna, madre de todos las criaturas cambiantes, era protectora.
—No, no la acepto para que la reclames... Ella no es adecuada para ti — Jair seguía escuchando la voz irritante de su padre, arruga sus enormes manos, para reprimir aquel enfado que estaba sintiendo.
Arcelia, en cambio, estaba atenta a las advertencias de su padre con respecto a la muchacha. Por otra parte, ella sentía una pena profunda por su hermano, no comprendía que ganaba él enojando a su padre de aquella manera.
— Padre, reconozco que eres mi Alpha, pero lo que yo sienta por ella o no es mi problema. ¡No renunciaré a ella! — refuta de manera seca. Los ojos de Garren, estaban puestos fijos en su hijo. Ambos en ese momento destilaban un enojo que se podría sentir en el mismo aire, Arcelia, se aclara la garganta para unirse a la conversación que tenía su padre con Jair.
— ¡Alpha!... Comprendo que solo es una omega, débil, sin actitud alguna. Pero ambos sabemos que Jair no la dejaría. ¿Te prepongo a que hables con el líder de la manada Rair y convenzas al mismo para que entregue a la chica como una esclava para usted?— destaca ella, Jair al escuchar las palabras de ella no estaba de acuerdo con sus estúpidas idea.
—Arcelia, ¿Qué mierda dices?... ¿Para qué querría nuestro padre a una esclava? No estoy de acuerdo— masculla con molestia clara. Garren y Arcelia estaban viéndolo manera expectante. Por una parte, era descabellado pensar que aquella simple omega sería una esclava de su padre. Pero, por otra parte, era la única manera que tenían ellos que Jair dejara de provocar la paciencia de aquel líder que no dudaría en acabar con ellos, declarándolos en una batalla, el cual no era beneficioso para ellos y tampoco para ningún clan vecino.
—Sí, creo que tienes razón... Lo pensaré, mientras tanto tú Jair estarás a cargo de administrar las casas de visitas de la ciudad— Era claro que Jair sería enviado en donde no podría molestar a la joven omega.
— Pero padre... — Garren alza la mano haciendo que su hijo no dijera una sola palabra más. Ellos sabían que tan riguroso era su padre en cuanto alguien se atreve a contradecirlo.
—No debo repetirlo, ¿No es así Jair? — Bufó con seriedad mientras bebía la bebida que tenía en su vaso de cristal. Jair odiaba aquella postura de parte de su padre, desde que tuvo memorias siempre lo trato de manera indiferente. ¿Por qué? Nadie lo sabía, ni el propio Jair tenía idea de aquel comportamiento extraño hacia él.
Tras haber escuchado a su padre, Jair se retira de allí para dirigirse en su habitación, toma la perilla de la puerta para abrirla y entrar por ella. Cierra la puerta con una fuerza descomunal para qué resonará en aquel pasillo. Tira sobre su cama su campera de cuero de color negro, para despojar de su cuerpo su remera e introducirse en el baño para tomar una ducha. Por un tiempo prolongado, aquella cascada de agua que caía sobre él, en cierta forma lo estaba relajando, una y otra vez pensaba en Carri. Su expresión en la taberna de enojo y rechazo le dolía mucho. Admitir aquel dolor, no era digno de un futuro Alpha.
Lo cierto es, que debía encargarse de aquellas casas de hospedaje para los turistas, pero, aun así, no renunciaría a ella. Buscaría la manera de reclamarla, tenerla a solas y marcarla. Un vínculo como esa era casi imposible que ella se resista a obedecerlo.
Ya eran casi media noche, cuando Jair Rime se encuentra observando entrar a mucha gente que venían llegando en el último crucero que zarpaba aquella ciudad.
Antón junto a Jerry estaba parado a una distancia de su líder, debían comportarse de manera discreta, estaba ingresando muchos humanos en estos últimos días. Eso no era algo agradable para Jair.
Detrás de aquella recepción, Jair estaba controlando la cantidad de huéspedes que se encontraba en aquella casa de hospedaje. Cómo era de costumbre, Jair no tenía el interés de ser amable y conversador con los huéspedes.
Por aquella puerta iban entrando una vieja amiga, una el cual no ha visto durante muchos años.
— ¿Jair, eres tú?— Indaga, una mujer joven, Antón como Jerry, estaban atentos a la bella mujer que estaba parada a una distancia de su líder. Un cuerpo atleta, con una suave piel, parecida la de una seda, con su cabello lacio hasta las caderas, estaba en los ojos de aquel joven que es leal a su líder.
El aroma que él estaba aspirando lo estaba llamando poderosamente, Jerry, en cuanto se percata de ellos, detiene los pasos de Antón.
— No puedes hacerlo, no en medio de tanta gente... Controla tu impulso lobuno amigo mío —Los ojos de Antón poco a poco se tornaban de otro color, esto solo hace que él se alejara de donde se encontraba. Jair quien estaba mirando fijamente a la mujer que tenía en frente, parecía que no recordaba a la bella y exuberante mujer que tenía en frente.
— ¿Qué pasa? ¿No me recuerdas?... Las colinas... Los árboles y las aguas del diablo— Exponía mientras seguía observando a Jair, él, en cambio, tenía el semblante serio y con los ojos distanciados por unos momentos.
— ¡Claris Winter!... ¿Eres tú?—Claris al ver que parecía recordarla por unos instantes, sonríe abiertamente
— ¿No que los hombres lobos tenían una buena memoria?... Óyeme, eres un asco con respecto a los recuerdos que teníamos junto— Reprochaba ella, Jair estaba un poco apenado de no haberse recordado de ella, Lo cierto es, que había pasado tantos años que ella no ha vuelto en la manada.
