5. Alannis No Muestres Miedo
—Disculpen... ¿Necesitan ayuda?— la voz de Jair deja a todas expectantes de quién se trataba, cada una de ellas los miraban como si un tipo de demonios o un monstruo acabasen de aparecerse delante de ellas. El silencio que había en medio de ellos era inquietante y misterioso.
—Disculpe... pero nuestra amiga se ha lastimado, pero no puede pararse. — la voz de una de las chicas se podía escuchar temblorosas.
—Bien la puedo revisar si lo desean, tenemos conocimiento de primeros auxilios... — destaca Jair — ¡Oh, qué bien! Si por favor— declara Sería una de ellas, era la única entre las demás que se ha animado a hablar. Alannis, sentía como si fuera a estar ante el mismo ángel de la muerte en persona, el joven lleno de tatuajes con piercing se le estaba acercando, el temor la invadía por completo, cada centímetro de su cuerpo estaba temblando. Antón se acerca a ella para tomar con delicadeza su tobillo, la despoja de su tacón de talla cinco y siete centímetros.
—Bueno, no es de extrañar que sintieras dolores agudos. ¡Tu tobillo ha salido de lugar!— Alannis lo mira fijo a los ojos, Antón en ese momento la mira fijamente como ella lo estaba haciendo. Él podía oler en ella el miedo como el dolor que estaba sintiendo.
—Creo que debo ponerla bien, antes que se enfríe tus tendones... Necesitó que tomes esto, lo metas en tu boca, lo muerdas para reprimir un grito desgarrador— Las demás de sus amigas estaban atentas escuchando, una de ella se da vuelta para no ver lo que ella pensaba que Antón haría.
— ¿Estás lista? — Alannis ya tenía aquel pañuelo en su boca, además, con una expresión totalmente adolorida. Antón decide hablarle para poder calmarla.
—Oye, Creo que te gustara el lugar, han tomado una buena decisión en venir a visitar el lugar— Jair observaba con atención aquella manera en que le estaba hablando con una humana, ocultando su desagrado por ellos.
En ese instante un gemido de dolor se logra escuchar de parte de la mujer que estaba expresando su dolor. El joven lobo logra poner de vuelta los huesos en su lugar.
—Listo, déjame que la envuelva... —Alannis a pesar de haber sentido un dolor tan inmenso, no dejaba de ver atentamente aquel joven.
«Alannis no muestres miedo» esa fue su reacción después de haber sentido como la estaba tocando la pierna, aun así para ella era algo nuevo todo lo que estaba sucediendo.
—Bien... ¿Qué les parece si les acompañamos al hospital más cercano? Pienso que estaría bueno que un especialista la vuelva ver. — Propone Jair. Las demás estaban de acuerdo.
Antón, al ver que sería imposible que ella caminara así, la levanta en sus fuertes brazos, Alannis no podía creer que estaba siendo llevada como las típicas mujeres del cuento.
Ella reprime cualquier fantasía sobre cómo sería ser manoseada por un tipo como el que la estaba cargando «¿Manoseada? ¿En serio? ¿Cuándo he querido ser yo manoseada? Si supiera la hermana Elowen sin duda seré reprendida seriamente» se reprendía ella mentalmente mientras seguía viendo al hombre que la estaba llevando.
«Este hombre parecía más a un matón que a un príncipe» pensaba ella. Antón no la veía directamente, pero, podía sentir su mirada en él.
Tras haber llegado, el joven con apariencia de un verdadero matón la deja sentada en la silla de espera.
—Muchas gracias... Lo decía por haberme cargado — Antón la mira desde donde se encontraba.
—Claro, no hay problema en ello. Pero, no deberías observar y pensar en algo que jamás pasaría con un hombre que apenas conoces— Alannis abre sus ojos producto del asombro, puesto que jamás se había esperado que el hombre supiera de lo que ella realmente estaba imaginando. El rostro de ella iba tornando en un color extraño, sin duda la vergüenza estaba acechándola.
— ¿Eres un maldito adivino acaso?... ¿Cómo es que tú...? — Alannis es interrumpida por una de sus amigas. Antón aprovecha en alejarse de allí para escapar de aquella situación inesperada.
—Sabes... me sorprendes a más día. Tú hablando y cargando a una humana, eso es algo nuevo en ti — declara Jair para seguir sus pasos. Antón solo se mantenía callado, no esperaba que su líder empezara a burlarse de él.
—Vamos déjate de bromas. Además, fuiste tú quien se ofreció en ayudarlas... por cierto, ¿Por qué no has atendido a la joven? — ambos se alejan de aquel lugar. No obstante, las nuevas turistas, después de ser ayudadas por un par de desconocidos, estaban en busca de un hospedaje. Alannis, con una venda en los tobillos, estaba sufriendo por el dolor que estaba sintiendo.
— ¡Oh dios!... Por fin me puedo sentar. — señala Alannis mientras se ponía más cómoda en aquel living. Las demás estaban viéndola con lástima.
— Ven, recuéstate por mí... Nosotras nos encargaremos de cuidarte hasta que te recuperes ¿Está bien? — señala Sai, ella era la mayor entre ellas, todas la respetan como la adoran. Ella no era solo una amiga, sino que era como la madre que ellas jamás habrían tenido.
Pero Alannis, no pretendía recorrer a sus anchas en aquel lugar, pero, aun así, no se sentía cómoda en aquel Sitio. Algo en ella le daba mal espina.
—Oigan... ¿No creen que ese sujeto que nos ayudó en el muelle es extraño? — Todas estaban calladas, pensativas en las palabras de Alannis, nadie se atrevía en decir lo que en realidad pensaban.
— ¡Hay, por favor!... ¿No me digan que no les pareció raro? — Alannis observa a cada una de ellas, aunque, todas fingieran en no escuchar. Alannis seguía con la misma actitud.
—Alannis… Debes admitir que fue muy amable en ver tu tobillo. Eso sin dejar de mencionar que estaba guapo el muy condenado — Suelta Sereia. El silencio aún persistía en aquel lugar.
— ¡Ya cállate! ¿Quién estaba mencionando eso?... Pero en serio, chicas, este lugar no me inspira confianza — todas al escucharla se lamentan para luego lanzarle almohadas
— ¡Ya lo sabemos!... Bueno, me bañaré para luego ir de compras, debemos comprar algo para cenar — declara Sai. Ella estaba agotada, pero el hambre ya estaba torturando.
Mientras que las nuevas turistas estaban poniéndose cómodas en su hospedaje, en la manda Rair estaban festejando que tenían una nueva compañera y hermana.
