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Capítulo 3. Confesión y una pasión

Después que me dijo que me desnudara yo proseguí pero de una manera lentamente mientras conversaba un poco él. Me paré del sofá, quité los sneakers que llevaba puestos luego las medias.

—Creo que sería conveniente conversar sobre lo que podemos hacer. Pero... ¿No sería conveniente recordar lo que ocurrió el Treinta y uno de diciembre? —me expresé yo.

—Ashley, me parece que no es momento de estar hablando. Es momento de hacer otras cosas más interesantes. ¿No lo crees? Ya veo que quieres perder el tiempo, y estamos rondando en un círculo, o sea en mismo. Siempre sale el mismo tema del treinta y uno de diciembre, ya sea para bien o para mal —se quejó Gilbert.

Entonces me eché a reír. Verdaderamente ese era un tema que no se quedaba atrás. Siempre teníamos que hablar de esa fecha, porque esa fecha marcó algo muy importante que pasó entre nosotros y que fue algo muy especial.

—Creo que como estamos serenos ahora, sería el mejor momento. Además no vamos a durar mucho rato hablando de lo mismo —le terminé diciendo yo.

—Está bien.

Él se quedó parado como estaba frente a mí y yo en el sofá.

—¿Cómo lograste salirle corriendo a Teresa? Realmente no lo entiendo porqué según me han contando ella vive encima de ti todo el tiempo —traté de que él me explicará que hizo.

—Sé que es difícil salir corriendo a Teresa. Pero me validé de artimañas de hombre —se rió él después de haberse expresado.

Tuve la sensación de que algo turbio había él inventado.

—¿Qué díablos habrá hecho tú?

—Le inventé a ella que un amigo lejano había tenido un accidente. Le dije que regresaría pero no lo hice. Entonces mis amigos me ayudaron —me contestó él, se valió de artimañas y mentiras para salirse con la suya.

—Así que fue eso. ¿Y por qué le dijiste que te acostaste con una mujer?

—Porque un día borracho estuve conversando con mis amigos y desgraciadamente hablamos de más. Fue evidente que ella lo supiera pero no le dije que fuiste tú —me confesó él.

—Que sepa tú, ella no lo sabe. Recuerda de que las mujeres sabemos las cosas y decidimos callar Gilbert —le contradije a él.

—Sí verdad, ustedes las mujeres son así de extrañas. Y démosle punto final a esto por hoy. Vamos al asunto Ashley.

Reí un poco. Lo que él me había dicho había sido algo. Decidí cambiar de tema y enviarnos en nosotros.

—¿Te parece bien si me follas por atrás también? —le pregunté de repente, mientras me quitaba la blusa.

Ya yo estaba decidida con el fin de saciar mis ganas. Quería quemarme en el fuego con él. Ese era el momento dejándome llevar de las ganas.

—Claro, que me encanta —me respondió con los ojos abiertos como platos.

Decidí decirle algo.

—A mí novio no le gusta —le comenté mientras me quitaba los jeans.

Henry odiaba esa parte del sexo. Para él era algo desconocido totalmente asqueroso y yo finalmente me quedaba con las ganas de hacerlo, cuando estaba con él.

—¿Qué? ¿Estás bromeando? —me preguntó sorprendido.

Sonreí al verlo, Gilbert como estaba en ese momento se veía lindo y me fascinaba, con mi cabeza hice una seña de negación.

—¿Sabes qué es lo qué más me gusta? Que me penetren de a duro —le comenté mientras me quitaba los bras.

Él me miraba deseoso, se le veía en los ojos.

—Ashley —musitó él.

—Me gusta el sexo de a duro, salvaje, pero dulce a la vez, que me muerdan los labios mientras siento placer —añadí mientras me quitaba el boxer.

Vi como Gilbert se le salían las babas por mí, ya estaba completamente desnuda frente a él. Él verdaderamente se enloquecía cuando me veía. Para él yo era lo máximo que él podría disfrutar. Lo malo era las diferencias que teníamos interminables.

—Vamos desnúdate Gilbert muéstrame la fiera que hay en ti —le pedí a él con el fin de disfrutar del placer. Ya era suficiente y yo quería acción.

Esbozó una sonrisa morbosa, como solía hacerlo, inmediatamente hizo lo que le pedí, eso me excitó aún más al ver a Gilbert desnudándose enfrente de mí. Para mí fue una rica sensación. Mi lívido se elevaba y yo quería sexo.

Me mordí los labios lentamente. El deseo de tener sexo se apoderaba de mí.

—Uf fuego —murmuré en un tono muy bajo.

El hecho de yo imaginar de que Gilbert me iba a ser suya me movía hasta lo más profundo de mi ser. Ya al fin estaba completamente desnudo frente a mí. Y sentía mucho morbo. Veía las ganas de él en sus ojos y en su entrepierna. Era evidente de que ninguno aguantábamos las ganas de comernos, tocarnos y de sentir nuestra piel, carne con carne.

—Soy ardiente, espero que no me tengas piedad —le dije en un tono sensual para que actuará como yo quisiera.

—Mmm, mami me quemas, me calientas, ardo cada día por ti —habló mientras caminaba hacia a mí muy ardiente.

Gilbert era fuego y pasión como yo. Y cada segundo que pasaba yo sentía que me ardía aún más. Cuando estuvo cerca de mí, me abrazó fuertemente sintiendo nuestros cuerpos desnudos y nos besamos con muchas pasión.

En unos minutos después aparté mi boca de la de él, Gilbert se acercó a mí cuello, me mordió apasionadamente y me besaba el cuello, volvió a morderme los labios y me besaba el cuello. Luego lo eché para atrás para que se apartara.

—Espera, vamos a jugar un poco —le comenté yo.

Gilbert me miró extrañado. No entendía, pero me iba a entender.

—¿Pero...? ¿Qué es lo qué traes en un loca cabeza Ashley? —me preguntó apartándose de mí.

Le di con una mirada pícara. Aún sin él entender mi intensión. Avancé mis pasos y caminé hacia donde estaba la cama.

—Mmm... Lo sabrás, ven siéntate en la cama —con mi mano derecha le indiqué a que él se sentara.

—Uf, Ashley juro que me vas a matar de un infarto —dijo Gilbert luego suspiró después de haber hablado.

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