Capítulo 2. Salida improvisada con Gilbert
El café estaba delicioso había sido una de mis bebidas favoritas. Vi que Gilbert entró su dedo índice derecho en el capuchino, lo sacó luego rodeado de la espuma, acercó su dedo hacia mi boca con intención de que yo lamiera su dedo, era obvio por su reacción.
—Chúpalo —habló con mucha sensualidad él.
Emitió una voz dulce y suave, siendo muy diferente a como solía ser. Gilbert era un hombre de carácter fuerte y difícil, la cual para mí había sido difícil de relacionarme con él.
—Estás loco Gilbert, dile a Teresa que lo haga, ella es tu novia, no yo —le contesté negada a hacer lo que él quería.
Me pareció ridículo y más que estábamos rodeados de personas en un café. Lo que se le había ocurrido a él en ese momento.
—Yo quiero que seas tú —insistió él en un tono muy díficil.
Sin esperarlo me derretí ante su voz. Pero decidí salir de esa órbita. No podíamos hacer el ridículo.
—Además... Tú y yo tenemos algo pendiente desde la vez que... —volvió él a hablar después de haber una pausa entre nosotros.
Pero decidí interrumpirlo definitivamente antes de que siguiera con sus palabras. Porque habían cosas que yo tenía que aclararle a él.
—Espera, tú sabes muy bien lo que pasó, sabes muy bien por qué no estoy contigo. Y sí, yo salgo con otros hombres pero contigo la cosa es diferente y lo sabes —le aclaré, más de ahí no se podía.
Bajó su dedo apartándolo, veía que tomó una servilleta, limpió su dedo con una servilleta. Después de eso volvió a colocar su mirada en mí.
—Henry es tu novio, pero si estuvieras conmigo las cosas fueran muy diferentes, sabes que siempre te he amado, no me diste una oportunidad, y corriste tras los brazos de él, no dejaste siquiera la oportunidad de poder disfrutar de nuestro amor sólo por un capricho tuyo o lo que sea Ashley. No puedes dudar nunca de mi amor por ti porque sabes que te quiero demasiado y además eres muy terca —me dijo con un tono serio.
—Tú sabes muy bien por qué yo no estoy contigo, me parece que no hay que alargar esa conversación, además yo ya tengo a Henry en mi vida, una persona que no me dará dolores de cabeza como tú —decidí dejarle bien en claro.
—Dile a Henry, a ver si tienes el valor Ashley, de que te acostaste conmigo la noche del treinta y uno de diciembre aquel, a ver Ashley llénate de valor y díselo a él. Cuéntale lo que realmente pasó esa noche. ¿A qué no puedes? No soy como tú. Yo si he tenido el valor de decir la verdad. Teresa sabe que estuve con alguien esa noche, pero no sabe que esa persona eres tú —me refutó él en un tono que me desagradó.
—Debemos de olvidar el pasado de una vez, sólo fue una sola noche, además estuvimos bajo del efecto del alcohol —le dije tratando de que él desistiera de una vez por todas.
—No hermosa, eso nunca, no me rendiré jamás ante ti, yo prefiero perder a Teresa que a ti. Ella es mi novia pero no la amo y eso lo sabes— se negó rotundamente a olvidarse de mí, y eso era indicios de problemas.
Colocó sus manos sobres las mías, de pronto sentí un calambre por todo mi cuerpo, abrí mis ojos más ampliamente, miré a Henry fijamente, nos miramos por un rato. La sensación de sus manos sobres mis manos era un torbellino de emociones en mí.
—Por favor, duerme conmigo esta noche me suplicó él, lo sentí de esa forma.
Sentí que sus palabras se clavaban en mi corazón y un inmenso deseo recorrer mi cuerpo por lo que me había pedido, sentía como salía de mi vagina un líquido ligero. No pude negarme ante él. Yo lo deseaba como él a mí.
—Sí, pero sólo esta noche —acepté su proposición.
—Perfecto, vámonos ahora —me contestó rápidamente.
—Espera Gilbert. ¿No vamos a cenar? —le pregunté yo.
—Ah, por supuesto. Disculpa. Vamos a comer algo primero, ven párate de ahí y movilizarnos ahora —me dijo él levantándose de su asiento.
Yo le hice caso a él, y caminé tras él. Fuimos a un centro de comida rápida más cercano, Gilbert comía muy rápido. Parecía que tenía hambre o ganas de otra cosa. Gilbert y yo peleábamos pero en el fondo nos entendíamos.
—Ya vámonos, nos podrían ver y sabes la que se podría amar —le comenté yo a él.
Terminé de comerme lo que me quedaba, después de yo haber finalizado. Me miró fijamente, asintió con la cabeza y se paró inmediatamente, yo hice lo mismo. Cuando salí del lugar, miré por todos lados, me monté en el auto de él lo más rápido que pude, yo parecía una sospechosa.
—Tengo problemas con mi novio —le dije mirando hacia afuera através del cristal del auto, mientras estaba en marcha. Gilbert no dijo nada al respecto, por lo tanto decidí continuar—. En verdad él tiene razón lo he ignorado mucho.
—Eso pasa porque no lo amas —me respondió él y tenía mucha razón.
Lo miré en ese momento.
—Mejor me callaré, no quiero pelear contigo —le contesté a él, sabía que las cosas no iban a terminar muy bien.
Íbamos silenciados en todo el camino hasta que sonó el móvil de Gilbert, él ignoró la llamada. Cuando volvió a sonar, voltié mi cabeza hacia donde estaba el móvil para ver quién era.
—Pero Gilbert, es tu novia quien te llama —le dije mirando aún el móvil.
—No me importa —me contestó él sin darle la más mínima importancia.
Lo miré sorprendida, no lo podía creer como él de había expresado. ¿Hacerle eso a su novia? ¿Será qué aún me ama? Fueron preguntas que yo me hice en mi mente.
Hasta que al fin llegamos a un hotel retirado de la ciudad, nos registramos debidamente y fuimos hacia la habitación asignada. Una vez adentro de la habitación, me senté en un sofá. Gilbert se acercó a mí lentamente. Me acarició las mejillas con sus manos luego las bajó a mí cuello.
—¿Mi amor quieres algo de tomar? — me preguntó mientras me acariciaba, mis pensamientos se confundían, sentí pasión en aquel momento.
El roce de sus manos sobre mi piel...
—No, tomé mucho ayer, hoy no me apetece —le respondí.
Luego dejó de acariciarme y se inclinó hacia mi cara para decirme algo.
—Quítate la ropa —me pidió él. —Ven desnúdate ante mí.
Se veía ardiente y con ganas de hacer el amor.
