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Capítulo 1. Nuevos vecinos

Como de costumbre temprano en la mañana, yo tenía que levantarme y por supuesto yo no quería levantarme pero el deber me llamaba, tenía que laborar, la labor me llamaba, y por supuesto muchos compromisos de trabajo que yo tenía y que no podía faltar al menos que yo estuviera enferma pero yo no lo estaba. Traté de levantarme de la cama, realicé el aseo personal y me coloqué ropa. Cuando estuve lista, emprendí mis pasos lentamente y me dirigí hacia la cocina, pude ver desde mi ángulo que se efectuaba una nueva mudanza, eso significaba que íbamos a tener nuevos.

—Mmmmm... Que día —murmuré mientras miraba como algunos hombres realizaban la carga.

En ese momento entró mi madre. Percibí su presencia sin tener que mirarla fijamente.

—Ashley, al parecer hoy dormiste más de la cuenta —comentó mi madre, con una sonrisa irónica.

Ella solía ser así, una mujer que le gustaba las ironías. Aparté mi mirada de la mudanza y la coloqué sobre mi madre. Llegó hasta el refrigerador, tomó una lata de refresco, se sentó en una silla para tomar el refresco. No emití ni una palabra por el momento, por unos segundos me quedé mirándola hasta que decidí conversar.

—Oye mamá, tenemos nuevos vecinos —le comenté, emprendí mis pasos y me senté a su lado en una silla—. ¿Los conoces por casualidad?

—No hija, no sabía que se había vendido esa casa tan rápido —me respondió colocando la lata en la mesa, cruzó sus brazos sobre la mesa.

—Ojalá sean buenos vecinos porque esos que tuvimos anteriormente... — dije recordando algunos momentos que tuvimos con nuestros antiguos vecinos.

No permanecí mucho ahí sentada, mi madre no estaba como por conversar, yo la conocía perfectamente y decidí dejarla quieta y movilizarme. Me levanté del asiento para ir a trabajar, tomé mis llaves, le di un beso en la mejilla a mi madre, ella se encuentraba como aburrida y me retiré para el trabajo tranquila.

Horas después en el trabajo sentí que alguien me abrazó de espalda y lo más curioso es que aquella persona que me había detenido, me había dado un beso. No

tenía ideas de quien podría ser. Hasta que de pronto escuché una voz.

—No te imaginas las ganas que tengo de tenerte conmigo a solas —me susurró al oído Gilbert.

—¡¿Qué Gilbert?! ¡¿Qué diablos haces aquí?! —le grité sorprendida y un poco incómoda ya que me podría causar problemas su presencia allí conmigo, y más por lo que él había hecho.

Apartó su mano derecha, que la tenía rodeando mi cintura y la colocó en mi cabeza, luego me acarició suavemente el pelo. Me gustó sentir el roce de sus manos, pero no era el momento y ni el lugar para eso.

—¡Apártate! ¡Tu novia puede vernos! —le exclamé un poco asustada, yo quería que él me entendiera.

Al cabo de un rato, Gilbert me escuchó y se apartó de mí. Me sentí aliviada, eso era lo que yo quería. Problemas yo no lo quería y menos por él. Antes de irse me dio un beso en la mejilla, al fin pude respira. Menos mal que fue en la boca.

—Uf, al fin se fue —respiré profundamente al no verlo cerca de mí.

En pocos segundos vi una llamada entrante en mi móvil, cuando me acerqué a ver quién era...

—¡Gilbert! —exclamé sorprendida en un tono bajo.

No podía vociferar a todo lo alto porque la novia de él estaba en mi mismo departamento de trabajo. Trabajábamos en el mismo piso muy cerca. Ignoré la llamada obviamente pero Gilbert como hombre al fin insistió e insistió. Dicidí ir al baño y marcarle desde ahí.

—Gilbert no quiero que me metas en problemas con tu novia ¿Acaso no tienes conciencia? Dime qué es lo que quieres rápido que no tengo tiempo para atenderte.

—Querida Ashley, mi amor tú sabes muy bien lo que quiero contigo.

—¿Podemos hablar después? ¿Si?

—Vamos a tomar un café hoy ¿Qué te parece?

—Está bien

—¿Está bien dijiste?

—Sí eso dije.

—Paso por ti a las 6.

—De acuerdo.

Colgué en seguida y me ubiqué en mi lugar de mi trabajo. A la hora de partida salí lo más rápido que pude del trabajo. Cuando llegué a mi casa encontré a mi novio en un sofá esperándome. No me lo esperaba. No esperaba que Henry estuviera de sorpresa en mi casa.

—Henry. ¿Qué haces aquí? —le pregunté.

Al él verme se levantó de donde se encontraba para recibirme.

—Vine a ver a mi novia ya que ella se olvidó de mí ayer y hoy ni siquiera un mensaje me dejó —habló él mientras caminaba hacia a mí.

"¡Uy Henry me olvidé de él!". Exclamé dentro de mis pensamientos.

—Mi amor perdóname es que... —traté de alivianar la situación.

—Ya no digas nada, sé lo que vas a decir Ashley, lo mismo de siempre ya estoy acostumbrado —

me dijo él muy seguro.

—Está bien pero... —pausé yo mirando hacia otro lado, me acordé que acordé con Gilbert de tomar un café más tarde.

Las cosas no estaban buenas. Mi novio en mi casa reclamando atención y Gilbert que me esperaría en un café.

—¿Pero qué Ashley? —me preguntó de repente.

—Es que hoy tengo que salir, tengo que hacer algo importante. Lamento decirte que tendrás que irte —le respondí yo decidida.

Henry me miró decepcionado, como era de esperarse. Pero él podría esperarse.

—Está bien, entendí —me contestó finalmente, emprendió sus pasos y se marchó de mi casa un poco enojado.

Resoplé al instante. Era una situación complicada. Pensé que era la mejor decisión.

—Dios que estoy haciendo, Henry es tu novio Ashley —murmuré yo ahí parada, me encontraba sola. Entonces tomé la decisión de salir de la casa para ver si yo podría alcanzar a Henry pero definitivamente no estaba.

Me quedé parada frente a mi casa y vi un hombre joven que salía de la casa de al frente. Al parecer mi nuevo vecino, wow era guapo, sexy, musculoso. Desde lejos me saludó con su mano derecha y yo le respondí del mismo modo.

—Uy, uy, uy, uy —murmuré, mi nuevo vecino estaba buenísimo. No le aparté mi mirada ni un segundo, quedé atónita al ver a ese sexy hombre. Suspiré por unos segundos hasta que escuché mi móvil sonar. Entré rápidamente a la casa, por la pantalla vi que era Gilbert, me llamó para acordarme de nuestra cita.

Caminé hacia mi habitación, tomé una ducha y me cambié rápidamente. Tomé mi auto, el cual conduje y me dirigí al café citado para vernos. Cuando llegué al lugar, ya Gilbert ahí estaba, me acerqué rápidamente a él y me senté para conversar. Pero antes pedimos un café con capuchino y galletas dulces para acompañar.

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