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EL BESO DE LA BRUJA

Me encuentro leyendo un mensaje a la nación tengo las cámaras y reflectores puestos en mí y no sé cómo lo van a tomar ni cuál será la reacción de la audiencia a lo que estoy manifestando, pero ya entramos en el juego y a lo que venga

Me tiemblan las manos, el sudor me resbala por la frente, no es precisamente lo que pensaba decir, pero hay cosas que se vuelven necesarias y urgentes, así que tengo que terminar con este pretendido discurso que según mi consejero me librará de muchos malestares y dolores de cabeza; ya me tienen cansado los barbajanes de El Congreso sino les pongo un alto esto se va a salir de control. Mis dedos están fríos y entumecidos, las palabras me salen a borbotones de los labios. Veo la cara de mi leal, viejo amigo y consejero: Aníbal. Hasta hace unos días atrás fue mi más cercano colaborador, ahora está frente a mí escuchándome atentamente, con él armamos este discurso. Lo veo sudoroso y angustiado, tiene los ojos en extremo abiertos y sus labios tiemblan, aunque trate de disimular sus emociones. ¿Qué pasa..? La señora Chávez mi actual Premier acaba de cruzar la puerta a toda prisa, como si algo urgente la llamara. Se supone que se iba a quedar hasta el final e iba a dar la cara con nosotros.

Solo quedan unos renglones y acabo: “…disolver temporalmente el Congreso de la Republica e instaurar un gobierno de emergencia excepcional. Convocar en el más breve plazo a elecciones para un nuevo Congreso con facultades constituyentes para elaborar una nueva Constitución”

El final del discurso es un poco áspero pero necesario, concluyo con los Vivas acostumbrados y ya cerramos este asunto. Agradezco a la audiencia, me levanto de la silla presidencial y aunque intento erguirme siento un tremendo peso en los hombros, se apagan los reflectores, esa luz brillante que me daba directamente en la cara, No escuche ningún aplauso por mi intervención, tampoco ningún comentario al respecto, todos están en un silencio sepulcral que incomoda.

Me acerco al Ministro de Defensa para preguntarle con una sonrisa forzada, si aquello quedo como acordamos y si las tropas de asalto ya forzaron las puertas del Congreso y sacaron a esos vende patrias de sus curules. Me mira completamente extrañado como si le hablara en mandarín y me dice secamente. “Señor Presidente, solicito la renuncia a mi cargo de manera irrevocable…”

Y sin esperar que le dé una respuesta sale como alma que se lleva el diablo. El ministro de Justicia se acerca titubeante y hace exactamente lo mismo. “Yo también renuncio Seños presidente discúlpeme…”

Aníbal me mira sin pronunciar palabra, su traje gris se ve opaco, casi apagado no se mueve del lugar donde está parado, parece como si estuviera clavado en el piso, un sudor frío resbala por su frente. Los camarógrafos guardan su equipo de filmación más rápido que otras veces y se disponen a abandonar la sala, solo el Director de escena se me acerca. “Todo salió bien señor Presidente, la toma fue impecable.” Me estrecha la mano, sonríe levemente y se retira.

¿Por qué todos tienen tanta prisa? Aníbal parece recuperar el aplomo y con esa voz vibrante y bien gesticulada a pesar de sus largos años de vida, me toma del hombro como quien se compadece de un hombre en desgracia y se desahoga. “Estos hijos de puta nos han traicionado, no han tomado al Congreso como esperábamos. Nos jodimos, se nos van a venir en carga montón los malnacidos, lo peor ésta por venir.”

Pero tenemos el apoyo popular le digo. Era lo que el pueblo esperaba que hiciéramos, que cerremos el maldito Congreso para dar paso a nuevas reformas. Sólo asiente con la cabeza, me agarra del brazo y llevándome a un lado me dice: “Es mejor que nos larguemos de aquí o esto se va a poner color hormiga.”

Veo a mí alrededor y estamos solos él y yo. Siento unos pasos rápidos, entra mi secretario casi gritando, “¡Señor, señor.., prenda la tele están hablando del golpe que acaba de dar. Al parecer los congresistas van a reunirse en el pleno y a puerta cerrada a debatir su vacancia.”

¿Qué demonios? Todavía no entiendo, lo teníamos todo meticulosamente planeado, solo había que dejar salir a las fuerzas armadas a las calles para que tomará el Congreso, pero por lo que me están informando eso no ha sucedido, ahora me doy cuenta que me jugaron chueco y caí en la trampa. Aníbal se quita los anteojos para limpiarlos, el vapor del sudor los ha opacado y me dice: “Nos hicieron creer que nos ayudarían y nos dejaron solos, te dije que no confiaras en esos tipos, los que acaban de pedir su renuncia son los malditos traidores.”

No sé de donde salió, pero veo a mi Ministro de educación acercarse a pasos largos de manera intempestiva. “Esto se va a poner feo señor Presidente, no quiero involucrarme, le pido que acepte mi renuncia, mi auto espera afuera. Le sugiero que usted también se vaya de inmediato o no tardaran en venir a arrestarlo.”

Dio la vuelta y se marchó. Aníbal esta callado, se ve airado y sumamente preocupado.

Llama a tu escolta –me dice- Y vámonos en el carro blindado a la Embajada de México, ellos te aseguraron de que si algo salía mal te recibirían sin pedirte explicaciones.

Vámonos, le digo.

Llamo al coronel Colchado y le ordeno, Nos vamos de aquí.

Asiente con la cabeza. Tiene un boqui toqui en la mano izquierda, pronuncia unas palabras en clave y en unos minutos aparcan unos vehículos delante de mí, el que va a llevarnos a la Embajada y el otro que va servirnos de guardaespaldas. Colchado se sienta adelante con el chofer, Aníbal y yo ocupamos la parte posterior, antes de que arranque el vehículo otro escolta se sienta a mi lado. Nos abren las rejas del palacio, le pregunto a Colchado por mi esposa y mis hijos y contesta. “Vienen atrás en otro auto señor Presidente.”

Vuelvo la cabeza y observo de reojo lo que estoy dejando, me pregunto si volverá a ocupar mi oficina, ahí donde he recibido a tanta gente importante, embajadores, agregados de negocios, señoras elegantes, ostentosas e insinuantes, políticos que jamás en mi vida soñé conocer. No ésta mal para un maestro rural, un “campesino” como me llama esa lacra de sinvergüenzas. Ahí formule mis estrategias para gobernar el año y medio que estuve a cargo, elegí a mis ministros y cambie al gabinete cuando era necesario. No fue en absoluto un trabajo fácil, desde que fui nombrado Presidente me hicieron la vida de cuadritos, no han parado de molestarme con injurias y llenarse la boca con calumnias. Mi propia gente se ha alejado o buscaron alejarla de mi lado fraguando toda clase de artimañas. Cerrón el jefe de mi partido se pasó al bando contrario cuando le dije que esperara, que haríamos todo en su debido momento, pero no quiso escucharme. Mis amigos más cercanos se vieron obligados a renunciar gracias a todas las difamaciones que sembraron en su contra, su prestigio de hombres nobles y su dignidad como seres humanos. Como yo solo querían cambiar el rumbo de los acontecimientos, por nuestra gente, por todos aquellos que confiaron en nosotros y nuestras propuestas. Querían dejarme solo y creo que al final lo consiguieron.

De pronto siento que Aníbal me da con el codo en las costillas, Creo que esta no es la ruta, me dice. Nos están llevando por otro lado. Me quejo con Colchado y le digo. Por aquí no vamos a llegar a la Embajada de México Colchado, le ordeno que se desvié y tomé la dirección correcta. Me mira de costado y responde. “Lo siento señor Presidente, pero tengo órdenes de llevarlo a la prefectura. Esta usted detenido por su intento de dar un golpe de Estado.”

Se me congela la sangre, volteo y veo al escolta que está a mi lado, sacar su arma y ponerla sobre su pierna derecha. Aníbal y yo nos miramos estupefactos. Me asalta un sentimiento de ira y le grito a Colchado, ¿Todavía soy el Presidente y aun no me han sustituido, le ordeno que me lleve a la Embajada de México? El muy maldito sonríe y contesta, Solo tranquilices y nadie saldrá herido.

Nos hacen bajar del auto a Aníbal y a mí, el escolta vestido con un impecable traje negro no ha soltado el arma de sus manos, los otros guardias bajan de la camioneta y van atrás de nosotros, de pronto me veo convertido en un hombre peligroso y trasladado al Ministerio Público como un delincuente para ser acusado. Por suerte mi familia ésta a salvo, no les hicieron daño porque no opuse resistencia. Van camino a la Embajada, eso me aseguraron.

Nos conducen al interior del conglomerado recinto y nos ofrecen asiento en un largo sillón de madera, nada cómodo, por cierto. Hay una pequeña pantalla colgada a la pared, están pasando las últimas noticias. El Congreso en una sesión urgente voto por la vacancia del Presidente, solo se necesitaban 87 votos y fueron 101los que votaron a favor de su destitución, la respuesta fue unánime. Hay fotógrafos y periodistas a granel en la puerta de la sala, no los dejan entrar, pero todos disparan sus cámaras y quieren hacer preguntas, ha caído el objetivo. No dejan que se me acerquen, pero solo se trata de hacer leña del árbol caído. Veo entrar a la Fiscal de la Nación por la puerta, es una mujer de cabello corto, tiene el rostro duro y demacrado, estatura mediana, viste un traje negro oscuro y tiene colgado un medallón con una cinta bicolor del cuello, es la señal de su autoridad. Viene acompañada por un sequito de leguleyos. Ella fue quien gesto esta parodia acusándome de corrupción y liderar una organización criminal, nada más falsa y truculenta. Debí haberle hecho caso a Aníbal cuando me dijo que se trataba de un monstruo con faldas y que tendríamos que deshacernos de ella, pero no la creí tan ruin y peligrosa. Ahora me doy cuenta que subestime a la víbora.

Me mira de pies a cabeza con un aire de júbilo, parece decirme con esa mirada de buitre: “Te cacé hijo de puta, te tengo en mis manos, ahora vas a ver de lo que soy capaz…” Pienso en Lilia mi esposa, en mis hijos, sólo quiero tenerlos a salvo de estos carroñeros, ofrecieron dejarlos en la Embajada de México si obedecía y no prestaba declaraciones a la prensa. Me tienen incomunicado, el escolta de Colchado extrajo mi celular del bolsillo. Parece una pesadilla, en que mal momento empezó esto y cuál será el desenlace.

Cuando era niño en mi pueblo de Chota si a una persona le iba mal o caía en desgracia, mi madre solía decirnos: “Seguro lo beso la bruja”. Un día le pregunte a que se refería y ella contestó. Cuando el mal se apodera de alguien esta toma la forma de una mujer fea y sombría que lo envuelve y se posesiona de su alma, la gente asegura que la bruja lo beso por eso le sobreviene la desgracia.

Ya veo quien es la bruja, pero esta tiene apariencia de Fiscal y solo veo odio en sus ojos.

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