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Capítulo 8.

Regresé a la habitación y me miré al espejo. Había oído que el cuerpo cambia después del sexo y me preguntaba qué tan cierto era. Mientras me miraba, me pregunté si mi cuerpo ya estaba cambiando y si todos notarían que ya había tenido sexo.

Suspiré, me giré y examiné mi cuerpo cuando noté algo que no estaba allí antes. En mi cuello. Dos marcas de pinchazos. Tan diminutas y casi invisibles que fue un milagro haberlas notado.

Fruncí el ceño. —¿Cómo aparecieron ahí? —murmuré , tocándolos. Ni siquiera me dolieron, y eso fue lo que me desconcertó.

Probablemente fue una picadura de mosquito, pero una picadura de mosquito no sería así. Además, aquí ni siquiera había mosquitos. Las marcas no estaban hinchadas ni nada. Probablemente fue otro tipo de insecto el que me picó, así que tuve que ir al hospital para hacerme una prueba y asegurarme de que estaba bien.

Esperaba que fuera un insecto inofensivo el que me picó así.

Me envolví en la manta para entrar en calor, me senté en la cama y cogí el teléfono. Ya había recibido un mensaje de Jenny.

—¡Perra ! ¿Qué hiciste? ¿ Y qué le pasó a tu ropa?

Me reí entre dientes al leer el mensaje. Siempre era así de dramática, pero supuse que su reacción estaba justificada, porque yo habría reaccionado igual si me hubiera escrito para que le llevara ropa a un lugar como este.

—¿Qué tal si llegas lo suficientemente temprano para averiguarlo? —respondí y me acosté en la cama, mirando al techo mientras la esperaba.

El punto de vista de Barbara

Un golpe a la puerta me hizo saltar de la cama, envolverme en la manta y caminar hacia la puerta.

- ¿ Quién anda ahí? - pregunté con cautela.

—Yo , claro. ¿Quién más? —respondió Jenny con su habitual descaro. Entrecerré los ojos antes de abrir la puerta. Estaba afuera, apoyada en la pared con los brazos cruzados. Llevaba una bolsa colgada del hombro y sospeché que allí guardaba mi ropa.

—¿Tan buena era la «d»? —preguntó al pasar junto a mí y entrar en la habitación. Volví a poner los ojos en blanco mientras cerraba la puerta con llave.

- Buenos días a ti también, - respondí con bastante descaro en mi voz, igual que el de ella.

- No has respondido a mi pregunta - murmuró.

- Y no has respondido a mi saludo, le respondí. - ¿ Por qué estás de mal humor esta mañana ?

—¿Yo ? ¿Gruñona? Jaja, no lo estoy —dijo secamente mientras se quitaba la mochila y me quitaba la ropa. Me la lanzó y la atrapé con destreza. Una camisa y otra camisa.

—Eh … ¿gracias? —Dejé caer la manta al suelo y me puse la ropa que había traído a toda prisa—. ¿ Han llamado mis padres o algo ?

—No , Barbara. No lo han hecho —respondió con un suspiro exagerado mientras sus ojos recorrían la habitación y se posaban en el vestido andrajoso del suelo—. Uy ... eso parece... sensual .

—Cállate —le respondí poniendo los ojos en blanco mientras agarraba la parte trasera y comprobaba si había traído algo más. Por suerte, mi aceite para el cabello y mi peine estaban dentro .

- Se supone que debes contarme todas las cosas interesantes que sucedieron ayer - dijo ella, con los ojos brillantes mientras aflojaba el moño y comenzaba a engrasarme el cabello.

—¿Qué te hace pensar que ayer sucedieron cosas interesantes? —pregunté moviendo ligeramente la cabeza.

—Barbara , no voy a dejar que me mientas diciendo que no pasó nada interesante ayer. ¿Quieres decir que tú y el Sr. Guapo no hicieron nada ayer? —Arqueó una ceja.

- ¿ Y si no lo hiciéramos? - pregunté levantando también una ceja.

- Entonces ¿por qué el vestido está todo hecho jirones en el suelo? -

—¡Uf , bien! —dije poniendo los ojos en blanco. Tenía muchas ganas de contárselo. Igual que ella me había contado cómo tuvo su primer hijo cuando ocurrió, yo también tenía que contarle el mío.

- ¿ Y? - preguntó mirándome con ojos curiosos y ansiosos.

—Tuvimos sexo —le dije, sintiendo un calor intenso en las mejillas. Me aparté de ella y me miré al espejo mientras me peinaba. La camiseta había tapado las marcas de los pinchazos.

—Eh , claro. Es demasiado obvio —respondió ella—. No , no me refiero a eso. ¡Necesito todos los detalles !

- Eh… ¿Qué quieres que te diga? -

—¡Todo ! ¡Caramba! Ya lo sabes —explicó , frotándose la frente—. En fin, te espero. ¡ Cuéntamelo todo!

—¡Uf , qué bien! Tuvimos sexo. Él no sabía que era virgen... No se lo dije, y al principio fue suave, pero luego... —Me sonrojé y me mordí el labio—. Fue alucinante .

—¿De verdad? —preguntó Jenny con una leve sonrisa y las cejas arqueadas—. Bueno , me alegra que haya sido una gran experiencia. ¿ Cómo se llama?

—Esa es la cuestión. No intercambiamos nombres —le respondí con un suspiro—. Ni nombres, ni contacto, nada .

—Eh … vale, ¿usaste condones? —preguntó .

Abrí los ojos de par en par por un segundo al recordar que no lo habíamos hecho. Y eso era malo. —No —respondí lentamente— . No lo habíamos hecho .

- ¿ Por qué no le dijiste que no podía entrar sin condón? - Preguntó con los ojos muy abiertos mientras me observaba.

- No estaba precisamente en el mejor estado de ánimo - respondí sintiéndome ya avergonzado.

—¡Caramba ! ¿No pensaste en infecciones ni nada? —Me miró con desaprobación, pero luego suspiró—. Bueno , fui igual de descuidada que tú la primera vez, así que lo entiendo. Iremos al médico para que te revise y nos aseguremos de que estés limpia. ¿ Al menos se retiró?

Negué con la cabeza lentamente. - No, no lo hizo .

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