Capítulo 3.
Me mordí el labio. Tenía razón. No tendría la oportunidad de volver a hacer esto con ella. Hasta que entrara a la universidad, y era muy probable que no fuera a la misma que yo. Sus padres planeaban matricularla en una universidad privada de lujo, aunque ella quería ir a la misma que yo.
Suspiré. —Vale , de acuerdo. Pero ¿cómo vamos a entrar? No quiero que ningún guardia de seguridad venga a escoltarme fuera del club. Sería demasiado vergonzoso. No podría soportar esa vergüenza. —Hice pucheros.
—Oh , deberías haber sabido que lo tengo todo bajo control —respondió y me guiñó un ojo—. Ven , vamos a mi habitación. Tenemos que vestirte. Y peinarte, Dios mío. No puedo sacarte con el pelo así —se quejó mientras me bajaba de la silla y me arrastraba escaleras arriba.
—¿Por qué? ¿Qué le pasa a mi pelo? —pregunté , sintiéndome repentinamente cohibida, y me toqué el pelo. Me lo había engrasado muy bien antes de irme para que los rizos no se enredaran. Y me había hecho una coleta lisa y me parecía bastante bien.
—Nada . Simplemente no me gusta así. ¿Qué tal si te ayudo a alisarlo? —preguntó y continuó sin esperar mi respuesta—. Sí , lo alisamos. Ah, ¿y quieres un vestido o una falda ?
-Falda y camiseta- comencé pero ella me interrumpió.
—Sí . Un vestido te quedará mejor. Tengo muchos. Y además, tenemos la misma talla, así que te quedará perfecto —respondió y me obligó a sentarme frente a su espejo de tocador.
Rápidamente me desató el pelo y lo peinó antes de alisarlo, de modo que ahora me caía hasta las caderas. Luego me ayudó con un poco de maquillaje. Aunque principalmente rímel y brillo de labios. Después, buscó ropa para regalarme y ni siquiera me dejó elegir la que quería.
Después de un rato, se decidió por un vestido verde, con hombros descubiertos y hasta la mitad del muslo, que no había usado antes. Me quedaba ajustado y me sentí un poco incómoda, pero ella lo ignoró. Me dio unos tacones a juego y luego fue rápidamente a arreglarse y a arreglarse.
—Estamos listas para irnos —respondió ella mientras salía de su armario, luciendo preciosa—. Ah , y aquí está tu identificación. —Me entregó una identificación falsa— . Vámonos .
El punto de vista de Barbara.
El guardia de seguridad apenas nos revisó la identificación al dejarnos entrar. Jenny me sonrió y me dio un codazo antes de meterse un mechón de pelo entre las orejas. Era mi primera vez en una discoteca, pero desde luego no era la primera de Jenny, así que tuve que seguirla a cada paso. Ni siquiera sabía qué pedir, pero no estaba lista para beber alcohol. Todavía no.
Jenny tenía una sonrisa radiante mientras lográbamos abrirnos paso entre un mar de cuerpos sudorosos y llegar a la barra. Nos sentamos allí y ella me sonrió antes de volverse hacia el camarero. —Póngame una margarita, por favor .
—Y yo también —dije. De todas formas, no sabía qué pedir. Me recogí el pelo detrás de la oreja y miré a mi alrededor. Era viernes por la noche y había mucha gente. Me fijé especialmente en las chicas. En cómo se mimetizaban con naturalidad y en sus llamativos bolsos de diseñador que no dudaban en lucir.
—Vamos a la pista de baile —dijo Jenny, riendo un poco después de un sorbo de su margarita. Yo todavía no había tocado la mía.
—No tengo ganas de bailar —respondí , negando levemente con la cabeza. Todavía me sentía un poco incómoda. Era mi primera vez en un lugar así y con este vestido… no quería llamar la atención de ningún pervertido que no pudiera mantener las manos en su sitio.
Jenny hizo pucheros. —Vamos —suplicó con su mejor imitación de ojos de cachorrito. En ese momento, empezó a sonar nuestra canción favorita y sus ojos se iluminaron de nuevo—. Está sonando nuestra canción favorita, Barbara. ¿Segura que no quieres bailar ?
Dudé . —Pero——
—Pero nada —respondió , interrumpiéndome mientras me agarraba la mano y me arrastraba del taburete hacia la pista de baile. Fue un milagro que no me cayera con la velocidad con la que me arrastraba—. ¡ A bailar !
Se echó el pelo al soltarme la mano y empezó a bailar, sonriéndome de forma contagiosa. Me mordí el labio y murmuré «¡ A la mierda !» antes de unirme a ella en el baile.
Bailamos un rato, a veces frotándonos el cuerpo y otras, ella frotándose contra mí. Un chico empezó a acercarse, pero lo fulminé con la mirada. Entendió la indirecta enseguida y retrocedió. Apreté los labios en una sonrisa forzada mientras él regresaba y luego me concentré en bailar con Jenny.
Pronto me perdí en la música, y ni siquiera me di cuenta de que un chico que se había acercado a Jenny mientras bailábamos se la llevó. Cerré los ojos, disfrutando de la música, cuando sentí las manos de un chico en mi cintura. Fruncí el ceño. ¿Quién era ese chico? ¿Y por qué me tocaba?
Abrí los ojos y lo aparté con cuidado. Luego volví a la barra y me senté. Jenny también estaba allí, bebiendo una margarita y hablando con el tipo que se la había llevado. Me vio, se disculpó y se sentó a mi lado.
—¿Qué haces aquí? ¿No te lo estás pasando bien ahí fuera? —preguntó con una ceja levantada y una mirada preocupada.
—Sí , lo soy —respondí—. Pero había un tipo que me tocaba de maneras que no me gustaban. Es un maldito pervertido .
—No puedes llamarlo así. No sabe que eres… menor de edad. —Hizo una mueca ante sus palabras y la fulminé con la mirada.
—Primero que nada, Jenny, cumplí dieciocho hace dos días. ¡No soy menor de edad, soy mayor de edad! Y segundo, da igual que sepa mi edad o no, no tiene derecho a tocarme así —repliqué .
