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Capítulo 5 – Un plan maquiavélico

Marcus estaba sonriendo cuando la joven cerró la puerta, a principio solo tenía planeado verla para darle a conocer cuántos millones le había costado su pequeño accidente, pero cuando la vio parada en su frente vestida como una asistente, con esos ojos oscuros e inocentes no quiso que la historia entre los dos terminara así, ella necesitaba del trabajo, y él de una asistente, aunque no reunía todos los requisitos que él exigía, podía entrenarla, y de paso enseñarle modales pensó, no quería hacerle daño, pero quería desquitarse de alguna manera, ¿qué mejor manera de hacerle pagar por la pérdida de su contrato de millones de dólares que haciéndole trabajar como una esclava para que la empresa recuperara esos millones?, seguía con sus pensamientos maquiavélicos cuando entro Frank muy sorprendido

- ¿En verdad la contrató?

- Sí

- ¿Por qué?

- Necesita del trabajo

- Pero no está calificada, no más que la otra persona que se postuló

- Quiero darle una oportunidad a la joven

- Hummm, si usted lo dice…

- Solo trato de ayudar a una persona que necesita

- ¿Y desde cuándo usted es tan generoso? — se le escapó el comentario, a pesar de que era solo un chofer Frank era un amigo y lo conocía bien

- De acuerdo… quiero desquitarme por lo que pasó el otro día en la cafetería

- Pero eso fue solo un accidente

- Que me costó millones — le recordó

- Lo sé señor, pero no parece ser una mala persona

- Lo sé, por eso la contraté

- Creí que lo hizo para vengarse

- Bueno… no hay ninguna regla que diga que no pueda vengarme y darle trabajo al mismo tiempo

Anne llegó a casa contenta, después de la entrevista firmó el contrato de trabajo, le dieron sus credenciales, la agenda de su jefe y le dijeron que debía estar atenta al celular porque su nuevo jefe le podría llamar o enviar mensajes a cualquier hora del día para encargarle algo, fue a dormir temprano, mañana sería un nuevo día, pensó

Eran las 6 de la mañana cuando Marcus despertó para salir a correr, el clima estaba muy agradable y quiso aprovecharlo, cuando llegó a casa media hora después tomó su celular y llamó al número de su nueva asistente

Anne seguía en su cuarto sueño cuando sonó su celular insistentemente, abrió los ojos por el susto y miró el reloj en la pantalla, eran las seis y treinta de la mañana, ¿quién diablos le llamaría a esa hora?, el número era desconocido

- ¿Hola? — preguntó insegura

- Buen día, señorita Sanders, la espero en mi casa con un café expresso en manos en menos de una hora

- ¿Qué?, ¿quién habla?

- Tu jefe — espetó y colgó

- ¿Pero qué mierda ha sido eso? — se quejó

Se levantó de la cama dando tropiezos hasta llegar a la carpeta que le dieron el día anterior, verificó el número de su jefe y efectivamente era el mismo

- ¡Mierda!, ¿por qué diablos no guardé su número? — se recriminó

Fue al baño se aseó y preparó rápidamente, solo le había dado una hora para llegar a su domicilio con un café expresso, lo que le daba solo 30 minutos para comprar un café y llegar hasta su residencia que por suerte estaba en el centro de la metrópoli

Cuando Marcus colgó la llamada estaba sonriendo, era evidente que su joven asistente aún seguía dormida cuando le llamó, se sintió un poco culpable por ser tan impertinente, pero ella había dicho que estaba dispuesta a hacer lo necesario para conseguir el trabajo, dejó su celular en la cama y entró al baño para darse una ducha

Anne llegó 55 minutos después a la dirección que le indicaron, era un edificio lujoso con departamentos que costaban más de lo que ella ganaría en toda su vida, entró en la recepción, le mostró su credencial a los guardias y le dejaron pasar hasta el piso en el que se encontraba la casa de su jefe, tocó el timbre, pero nadie le atendió, volvió a hacerlo por segunda vez y un muy mojado Marcus Castle abrió la puerta, estaba envuelto en una toalla que lo cubría solo de cintura para abajo, ella tragó saliva y trató de mantenerse en pie sin retroceder

- Buenos días — dijo cuando se recuperó de la conmoción

- Buenos días, señorita Sanders, pase… — le indicó moviéndose unos centímetros de la puerta, ella pasó rápidamente

- Aquí tiene su café — le espetó mirándole apenas lo suficiente para no parecer mal educada, él sonrió cuando ella volteó para mirar hacia la sala, tomó el vaso de cartón y le dijo:

- Siéntese, me vestiré y ya vuelvo — ella no se movió un centímetro hasta que él desapareció en la habitación

- Ufff — exhaló finalmente

Se giró a mirar el departamento, era enorme, y muy lujoso, su jefe era muy pulcro y ordenado, se sentó en el sofá para esperar, las manos le sudaban, cuando pensó en su primer día de trabajo jamás se le había pasado por la cabeza que vería a su jefe semidesnudo, por ¡Dios!, el hombre era una escultura viviente con su metro y noventa de altura, músculos firmes, cabello oscuro y ojos verdes esmeralda, si no tenía cuidado empezaría a gustarle, pensó

Marcus terminó de vestirse y salió a la sala, su asistente estaba sentada esperando que él le indicara lo que tenía que hacer a seguir

- Bien… usted ha cumplido con su primer encargo señorita Sanders, a partir de ahora espero que llegue en este horario puntualmente — agregó lo último dándole un sorbo a su café — por cierto, el café está como me gusta

- ¿Quiere decir que debo venir aquí todos los días en este mismo horario?

- Exacto

- Pero me dijeron que mi horario sería de 9 a 17 horas

- ¿Es usted mi asistente correcto?

- Sí

- Entonces quien le debe indicar sus horarios soy yo — ella no tenía nada que decir al respecto, él tenía razón — ¿tiene algún problema al respecto?

- No señor — respondió rápidamente, lo último que quería era que la despidieran en el primer día de trabajo

- Parece que nos llevaremos muy bien señorita Sanders — espetó con una sonrisa que Anne le produjo escalofríos

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