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—Mi primo tiene un libro que encontró la semana pasada en esa mansión y son de historias de terror y retos de terror también —les dijo Isabella.

—¿Y tu primo los leyó? —quiso saber Jane.

Isabella rió.

—No, mi primo y sus amigos son unos maricas. Solo lo ojearon y ya. No los pusieron en práctica —se encogió de hombros.

—Hmm abría que leerlos —sugirió Paola— Digo, no creo que sea tan malo, ¿o si? —miró a su novia.

—No —respondió Channel dándole un beso largo a Paola en los labios y con lengua. Patricia y Jane hicieron una mueca mientras que Isabella solo las quedaba viendo.

—No coman frente a los pobres —les recriminó Jane.

—Así es —le siguió Patricia.

Channel y Paola rieron un poco pero siguieron con su beso lésbico y después se separaron.

—Espero que haya buenos cuartos allí —murmuró Paola.

—Lo que dicen que hay también es un cementerio —nos contó Isabella. Al parecer Isabella sabía mucho de esa mansión. Muchos decían que era embrujada. Con su propio cementerio. Pero era un cementerio antiguo, donde enterraban a las personas con un pequeño hilo para asegurarse de que estaban muertas del todo. En aquellas épocas solía pasar así. Es por eso que en el cementerio de la mansión Greyson las tumbas afuera tenían una campana que sonaba solo cuando la persona era enterrada viva. Pero nadie lo estaba en ese lugar. Habían pasado siglos ya.

—Qué creepy —murmuró Jane.

—Halloween será en dos semanas, necesitamos divertirnos antes de eso. Será noche de brujas —comentó Patricia— Alisten sus escobas —bromeó. Pero para Jane no fue ninguna broma, siempre sabía que ella tenía algo especial. El poder de la intuición, el practicar la comunicación por telepatía o ley de atracción. Todo ese tipo de cosas. Pero Jane no era una bruja por así decirlo, solo tenía inclinaciones hacia eso.

—Allí vienen los chicos ya —dos camionetas negras aparecieron frente a ellas. Una la manejaba Ben y la otra Dan. Isabella se montó con Dan obviamente, también se fueron Channel y Paola con ellos. Jane y Patricia se montaron con Ben.

—Pasaremos por el súper —les dijo Ben. Era un poco incómoda la situación para Jane, el saber que Ben está enamorado de ella y que Patricia está enamorada de él. Vaya triángulo amoroso. Pero a Jane ni siquiera le llamaba la atención Ben, su mente justo ahora estaba en ese chico con quien había tenido su primera vez en sueños.

Cómo le hubiera gustado que él fuera real.

Pero muchas veces los sueños se vuelven realidad.

Aunque estos no sean más un sueño, sino más bien una pesadilla.

Cuando llegaron al súper todas las mujeres se bajaron a comprar las cosas y los dos chicos se quedaron a esperarlas en las camionetas.

—¿Por qué nosotras la mujeres tenemos que hacer las compras y cargar todo eso y los hombres no? —inquirió Jane mientras tomaba un carrito. Channel también tomó uno— No entiendo.

—Es porque los hombres no saben hacer compras —respondió Patricia.

—¿Y por qué no saben? —siguió Jane— ¿Cuando vivan solos no harán sus compras ellos?

Channel y Paola rieron. Isabella iba mensajeando con su teléfono celular.

—No, porque son hombres. Siempre necesitan de la mujer —rodó los ojos Channel— ¿Con quien hablas? —ahora le preguntó a Isabella.

—Con mi primo, le estaba diciendo que pasaría trayendo el libro de terror y que me esperara afuera —guardó su celular.

Al entra al súper, notaron que estaba más o menos lleno. En estas fechas las personas salían a comprar comida y de todo un poco. Disfraces también. Era el mes oscuro, para asustar a las personas. Jane sabía que sería un mes peculiar, no igual a los demás. Disfrazadas las personas, no te dabas cuenta de si en realidad era un disfraz o si era un demonio. Al pensar en la palabra "demonio" a Jane se le instaló un escalofrío. De pronto se sintió observada.

—Hay que comprar condones —dijo Isabella, así sin más. Sin ningún tipo de pena. Una señora y un niño que estaban a la par la habían visto con horror.

—Los comprarás tu, aquí nadie más los necesita —respondió Paola. —Es mejor que nos dividamos, así compraremos todo más rápido y nos encontramos en la caja, ¿vale?

—Iré con Patricia —dijo Jane.

—Channel, Isabella y yo iremos por este lado entonces —asintió Paola para después irse por un pasillo. Solo habían quedado Patricia y ella.

—Tengo muchas ganas de hacer pis —Patricia hizo un movimiento extraño con sus piernas. —Vuelvo enseguida, espérame aquí —dejó dicho para después salir casi corriendo en busca de los baños. Ahora Jane se había quedado sola. Echó varias cosas en su carrito: papas, chocolate, pan para hacer hamburguesas. Supuso que los chicos habrán llevado la parrilla. Jane se detuvo frente a una sección de disfraces y se los quedó viendo. Había uno de bruja, tenía un sombrero puntiagudo, una túnica negra y una escoba. Rió para sus adentros al imaginarse en ese disfraz. Pero también notó un libro. Tomó el libro y leyó el título:

Libro de hechizos.

—¿Disculpa? —Jane aprovechó que miró a un trabajador del súper para preguntarle algo— ¿Este libro viene solo o hay que comprar el disfraz para obtenerlo?

—Sí, hay que comprar el disfraz para poder tenerlo. Pero están en promoción, todo te cuesta cincuenta dólares.

—Okay, gracias.

El chico se fue, ahora solo estaba ella en esa sección. Jane tomó el traje completo y lo puso en el carrito. Una silueta se puso detrás de ella de brazos cruzados, Jane lo sintió así que de inmediato se giró. Lo que vio fue a un chico más alto que ella, usaba camiseta negra, pantalones negros y botas negras. Se le notaban sus bíceps. Pero no podía verle la cara porque traía una máscara. Una máscara de diablo.

—¿Se te ofrece algo? —quiso saber Jane.

Pero el chico no respondió. Jane notó algo más extraño aún. En el cuello del chico, donde no cubría la máscara, había un tatuaje. El corazón de Jane se aceleró un poco al recordar ese tatuaje. Era idéntico al del chico con quien había tenido un sueño erótico hace unas horas.

No podía ser.

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