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Capítulo 3

Ángela, se removió en la suavidad de la cama, nunca en su vida había dormido tan cómodamente, abrió sus ojos para ver la lujosa habitación donde se encontraba, trato de recordar lo que sucedió en la madrugada, pero recordaba poco, levantó la sabanas para ver su cuerpo, cubierto por sus rompas, no sabía si eso era bueno o malo para sus planes, ahora con la luz del día y su mente despejada, la idea de conquistar a Bruno Torrebiarte se reafirmó en su mente, era esto lo que deseaba, vivir de esta manera, no tener que preocuparse por levantarse a la hora, para salir a su trabajo de medio tiempo mal pagado, comiendo pan de varios días, estirando los centavos para pagar alquiler y matrícula, estaba cansada, a pesar de su situación había trato de vivir sin tener que vender su cuerpo por tres pesos, pero esto era totalmente diferente, Bruno no era el dueño de una panadería, seguramente era uno de los hombres más ricos del país y sería suyo.

—Buenos, día señorita – una chica con uniforme niego y delantal blanco entró con un par de jeans y blusas, ropa interior y un leve sonrojo en sus mejillas.

—Buenos días —respondió se sentía tan bien ser respetada, tratada de esta manera, si tan solo la chica del servicio supiera que era mucho más afortunada que ella, seguramente no la miraría o hablaría así.

—El señor Torrebiarte le envía esto, si no es de su agrado o talla, siéntase libre de comunicármelo.

—Gracias, puedes retirarte —se sentía tan bien, salió de la cama y revisó la ropa, era unos Jeans Lee original, valdrían al menos su sueldo de una quincena, cielos esto se sentía tan bien.

Bruno parecía tener buen ojo, los jeans le quedaron perfectos, se amoldaron a su las largas piernas y su estrecha cintura, escogió una blusa con cuello ve que se amoldaba a su figura sin mencionar la ropa interior que llevaba bajo la ropa Victoria ́s Secret, sentía que este era un sueño y se negaba a despertar. El sonido de la puerta llamó su atención nuevamente.

—Buenos días ¿Qué tal dormiste? —Bruno abrió la puerta y entró a la habitación

—Muy bien gracias, lamento haber arruinado nuestra noche —se disculpó, aunque dudo un poco de que sus palabras fueran las correctas.

—No te preocupes Ángela, deduje rápidamente que no eres buena bebiendo tequila – sonrió y ella se sonrojo.

—Lo siento —volvió a disculparse – tengo que irme, mis clases inician en media hora — busco su bolso, no recordaba siquiera donde había quedado.

—Tu bolso quedó en la sala, vamos a desayunar y te llevo a la Universidad, tengo que llegar al trabajo – ella asintió encantada.

—Gracias —susurró mientras caminaba detrás de Bruno, a la luz del día y con todos sus sentidos, podía ver la belleza del hombre maduro, bien podría ser su padre, pero ella era huérfana, así que no debía preocuparse por eso, mientras Bruno fuera soltero…

Ángela, tuvo que contenerse de gemir, al ver el plato de frutas, jugo, leche, tocino, omelette y algunas otras cosas que no había probado en su vida, sintió el impulsó de coger de todo y comer tan rápido, pero se abstuvo, el olor tentaba su estómago, pero lo hizo cuando Bruno se lo indico.

—Apenas termines te llevaré a la Universidad ¿Qué estudias? —no deseaba hablar, quería únicamente abrir la boca para comer, pero será demasiado evidente su desaire

—Estudió Economía en la Universidad del Valle —era una de las universidades más caras del país habían otras que ni siquiera podría soñar con pagar la Matricula, ella tenía media beca de lo contrario sería imposible, soñaba con graduarse y ser una de las Economistas más reconocidas del país, pero su sueño se hacía más y más lejano con el incremento de trimestral de las cuotas, ni siquiera la Beca podría sostenerla cuando estuviera en el último años de su carrera.

—Me sorprendes —Bruno se llevó un trozo de fruta a la boca, nunca había traído a nadie a su casa, este era su santuario y Ángela parecía encajar perfectamente.

Salieron media hora después, Bruno, había cambiado de auto dejo el Aston Martin, por un Mercedes Benz Maybach Exelero, negro, luchó para no abrir la boca y babear este hombre no era simplemente rico, era posiblemente asquerosamente millonario

—¿Qué harás esta noche? —la pregunta repentina le hizo salir de sus pensamientos

—Supongo que dormir

—¿Dormir? Es sábado, creí que tenías algún plan —se mordió el labio, tratando de que su acción fuese sexy.

—Estoy sola, ¿Qué planes puedo tener? —miró hacia la ventana, topándose con el reflejo de Bruno, preguntándose si volvería a verlo después de hoy.

—Te invito a cenar —había pensado mucho antes de atreverse a hacer tal invitación, pero recordó que el día anterior había sido su cumpleaños y que no había tenido oportunidad de celebrarlo. Ella pareció sorprendida, al parecer no se esperaba esto

—¿Hablas enserio? —Ángela lo miró por un momento

—Tenemos un cumpleaños que celebrar —sonrió.

—Gracias —dijo devolviéndole la sonrisa.

Llegaron a la entrada del Edificio que ocupaba la Universidad, se despidió dándole un beso en la mejilla a Bruno, bajó del auto bajo la atenta mirada de más de un estudiante, sonrió ante sus rostros de sorpresa.

—Hola —Alberto se acercó, abrazándola por la espalda, se tensó ante la idea de que la hubiese visto bajar del auto de Bruno.

—Hola —respondió con una sonrisa nerviosa.

—Lo siento, perdóname cariño —Alberto beso su mejilla, disculpándose por no haberle prestado atención la noche anterior.

—No te preocupes, comprendo que fue por tu trabajo —sonrió para demostrarle que no estaba molesta, sobre todo porque lo había dejado para ir con otro hombre, aunque no había hecho nada aún.

—Gracias por ser tan comprensiva, te amo —sus labios dejaron un corto beso sobre los suyos, antes de separarse, Alberto estudiaba en la Facultad de Ingeniería, los edificios quedaban en distinto lugar.

—Te veré al salir —se despidió, ella caminó hacía su salón, pensando únicamente en Torrebiarte, tenía que buscar información de él, lo haría apenas tuviese tiempo.

El día se hizo eterno, las agujas del reloj parecían no avanzar, estaba nerviosa, ansiosa, había buscado información sobre Bruno Torrebiarte en internet, Era el dueño de una Cadena de Centros comerciales y Almacenes de ropa, también tenía el 51% de acciones en una compañía de telefonía, su nombre figuraba entre los cinco hombres más ricos del país, como lo había imaginado, él era su boleto de lotería, solo tenía que pagar el precio del premio.

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