2 - 1
CARLOS
Era época de invierno, la nieve era extremadamente espesa, hasta tal punto que dificultaba la percepción, sin embargo yo estaba en la que quizás sea la principal misión del mes. Se trataba del individuo más conocido de la organización de traficantes de jóvenes, hacía tiempo que andaba tras sus huellas y hoy era el día indicado para encontrarlo en el acto.
Me paseé tras él, después de verlo conversando con uno de sus socios, la persona no había visto que yo estaba detrás de él. Llevaba un gaban oscuro que le llegaba tal vez un poco por debajo de las rodillas, llevaba las manos entre las mochilas muy parecido a mí. Luego de pasear por tanto tiempo el sujeto se presentó en una casa con condiciones muy despreciables, mi grupo y yo comenzamos a rodear la casa, tomé el arma e hice la señal con las manos para que entráramos de manera adaptada.
—destrocé la entrada, al entrar la persona parecía aterrada, agáchate, dije apuntando el arma a su cabeza, cómo te llamas, pregunté buscando en los bolsillos de sus jeans.
—Josue— giró la cabeza mientras estaba en el suelo.
—Vamos, levántate —lo constreñí contra la mampara—, dime, quién más vive en esta casa —mis socios se adentraron en los espacios para una persecución superior—.
—Estás fuera de base —su voz sonó quebrada sólo vivo aquí, señor funcionario —conseguí que sus hombros lo giraran ante mí.
—No se confíe imbécil, dígame, dónde están los jóvenes —le fruncí el ceño.
—No tengo ni idea de qué jóvenes hablas —levantó las manos en señal de armonía.
—Entonces qué haces, en ese momento —le arrebaté el cuello de la camisa—.
—Soy un chico de transporte de pizzas —abrió los ojos de par en par con temor.
—Trata de no decírmelo...—aproximé su cara a la mía— no intentes engañarme, reconozco el pavor claramente y estás en todo caso, temblando— miré a mi alrededor y sólo había una habitación en confusión, unas cuantas cosas tiradas por ahí, sin embargo había una cosa extraña en el suelo, no se sentía tan fuerte y algo que llamó mi atención fueron unas impresiones en el suelo que provenían de una alfombra. Me dirigí un poco hacia una pequeña mecedora que estaba en un rincón, la eliminé un poco y debajo de ella había un misterioso compartimento, cuando lo abrí ¡bingo! había quizás doce jóvenes ligados de extremo y manos con una tira oscura alrededor de la boca.
—
—
—
—Después de una larga cacería y una excepcional colaboración, hemos encontrado por fin el mayor anillo de trato con niños de la ciudad, esto ha sido concebido gracias al incomparable agente Carlos Jaram y su grupo. Es una alegría extraordinaria para nuestra organización tener un individuo con características increíbles como él y por traer de vuelta a esos jóvenes libres de cualquier peligro.
Una función extraordinaria ocurría en una plaza de la división de policía donde una increíble parte mayor de los residentes estaban disponibles, los elogios y aplausos se derramaban, acepto que para mis compañeros era el mejor orgullo.
—Como insignia de reconocimiento le ofreceremos el premio de honor y el testamento al mejor policía del año, deberíamos conseguirlo con una bulliciosa aclamación.
Los individuos empezaron a vitorear una y otra vez, un tremendo sentimiento se sintió dentro de mi pecho, mi grupo y yo posamos para la imagen de la reunión y me imagino que tendría medio mes de excursión para completar los arreglos de mi compromiso.
—
—
—
Estaba con mi compañera de vida Raquel en la película, normalmente en las noches visitábamos regularmente lugares para divertirnos ya que en poco tiempo nos casaríamos.
—Por qué razón las películas de amor suelen tener una consumación trágica —preguntó, aceptando mi mano mientras salíamos de la habitación.
—No tengo ni idea, tal vez porque el romance genuino ya no existe —sonreí un poco, sin embargo ella se quedó estática al oír mi comportamiento—, ¿qué pasa? Me acerqué un poco más con la excepción de la nuestra le murmuré al oído y enseguida se le dibujó una gran sonrisa.
—¿Cuándo vas a demostrar lo que tienes en el bolsillo?
—Dios mío —le dije con el brazo por detrás—, eres todavía muy curiosa, algunas veces es mejor no saber las cosas hasta la oportunidad ideal, Raquel.
—Vamos, Carlos, me reservo un privilegio de saber, te garantizo que podría llevarlo—me dijo además, seré la dama del momento, ¿lo haría?
—De hecho, cariño, sin embargo tener un poco de tolerancia, es de dos días antes de que ocurra," me abrazó con firmeza.
—Trata de no parecerte a eso, Carlos, mejor enséñamelo, exigió ella, supón que me queda más modesto o algo enorme, sería más inteligente asegurarte de que me quede impecable.
—Excelente razón, doncella, sin embargo me doy cuenta adicionalmente de que el tamaño de su dedo anular es un "C" o, ¿me equivoco?", nos detuvimos el uno ante el otro.
—¿Cómo lo sabe? —sus ojos brillaron y parecía mucho más maravillosa de lo que era.
—Simplemente lo sé—agarré su mano y continuamos caminando.
RUTH
Regresaba a Chicago después de la exposición de otoño que tuve en París, la excursión había sido agotadora, sin embargo hacía tiempo que no veía a mis padres y hoy era mi cumpleaños. En el momento en que me presenté en la terminal aérea mi compañero más cercano, Karem, estaba pendiente de mi aparición.
—Bienvenido, viejo amigo —me abrazó y me dio un beso en cada mejilla—, me alegro mucho de que por fin hayas llegado.
—Muchas gracias, Karem —miré a mi alrededor una vez más—.
—¿Qué pasa?, ¿confirmarías o negarías que estás alegre?
—No es tanto eso, viejo amigo, es simplemente que normalmente mis padres eran los que me aguantaban el 100% del tiempo aquí. Fue la primera vez que ocurrió algo así y me lo perdí, posiblemente su adoración por mí se ha desdibujado.
—La verdad es que tu padre dijo que sentía no haber venido, lo que pasa es que tenía una reunión importante, ya sabes cómo son los especialistas en finanzas y eso es sólo el principio, así que tu padre, el nivel de responsabilidad que tiene en la organización, sin embargo eso es lo que estoy aguantando, viejo amigo —Me ayudó con la bolsa mientras nos encaminamos hacia la salida.
—Suponiendo que no viniera a buscarme, debería ser por el hecho de que era una reunión bastante más importante que la de su niña. En lo que a mí respecta, me perjudicó que mi propio padre pensara a menudo más en ingresar dinero que en aceptar a su niña después de haber estado desaparecida durante mucho tiempo.
CARLOS
—No debemos hacer mucho alboroto o probablemente despertaremos a los vecinos—dijo Raquel llegando a su casa, ella y yo estábamos en la entrada sosteniendo esto—me dio mi bolso para buscar las llaves, sin embargo casualmente lo vi como un encendedor.
