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Capítulo 12: ¿Te atreves a establecer una relación «legalmente» conmigo?

El tono suave le dejó a Catalina quedarse muy sorprendida y nunca había visto a este hombre hablar de esta manera.

El hombre la cogió en la cintura con mucha fuerza y le guiñó el ojo varias veces en secreto. Catalina sabía que este estaba amenazando para que ella misma cooperara con él.

Agustina permaneció aturdida en el mismo lugar por mucho tiempo y preguntó a Emanuel con una expresión muy decepcionada:

—¿Qué dices? ¡¿Realmente ya tienes novia?!

En el café, Emanuel ya le había dicho que él mismo tenía novia, pero ella no lo creía. Ahora, al ver a Catalina personalmente, ella tuvo que creerlo.

Emanuel abrazó con un poco más de fuerza a Catalina y acarició suavemente su cintura como si estuviera preocupado de que ella se resfriaría en esta noche fresca de otoño.

—Sí, Catalina es mi novia. No he tenido tiempo para decírselo a mis padres. De lo contrario, no me habrían organizado esta cita a ciegas contigo. Siento mucho haberte causado molestias —Emanuel le explicó con paciencia a Agustina.

Agustina ojeó atentamente de arriba abajo la mujer al lado de Emanuel. Tenía el pelo negro largo y liso y llevaba ropa muy sencilla. Y no era destacada en la apariencia. Solo era una mujer común y corriente.

Agustina no entendía por qué Emanuel había seleccionado a una mujer tan regular con su novia, por lo que dijo:

—Emanuel, puedes decirme directamente si no te gusto yo. No hace falta que hagas teatro con esta mujer mediocre para mentirme...

Emanuel esbozó una sonrisa en su cara seria, levantó ligeramente la barbilla de Catalina y la besó sin decir una palabra en la boca.

En esta calle bulliciosa donde la gente iba y venía, ¡este hombre la besó en público bajo esta noche refresca de otoño!

Catalina se quedó atónita totalmente en el acto. ¡En un solo día, fue besada de manera forzada por dos hombres!

Catalina descubrió que los labios de Emanuel eran mucho más blandos que los suyos y este hombre no sacó la lengua como lo había hecho Alonso para disgustarla. El tacto ligero en los labios le dio una sensación tan especial a Catalina que ella no apartó a Emanuel.

Cuando Emanuel la soltó después de unos segundos, vio que la mujer todavía estaba disfrutando con los ojos cerrados y se puso un poco feliz.

—¿Qué? ¿Lo que acabo de hacer es suficiente para demostrar que ella es mi novia o no? —Emanuel dijo a Agustina— ¿O necesitas que yo jure con mi identidad de militar para garantizarlo?

Agustina tembló un poco. Claro que ella no se atrevería a hacer una petición así. Emanuel era el director de un regimiento y no le hacía falta hacer tanto solo para mentirla.

Agustina, quien provenía de una familia prestigiosa y había recibido muy buena educación, no importaba lo celosa o enfadada que estuviera, tenía que comportarse elegante y generosa en apariencia, por lo que dibujó una sonrisa cortés, pero falsa y dijo:

—Bueno, parece que realmente es un malentendido. Entonces, me voy primero y no les molesto más.

Antes de volverse para marcharse, Agustina miró hacia Catalina y dijo irónicamente:

—Señorita Venegas, usted es una mujer muy afortunada.

Dicho esto, Agustina se dirigió elegantemente hacia su coche que estaba estancado no muy lejos frente a la cafetería.

—¡Suéltame! —Catalina dijo con enojo a Emanuel.

El hombre se apresuró a soltarla de su abrazo y se disculpó sinceramente:

—Lo siento mucho. Fue una emergencia en ese momento.

Catalina lo miró desdeñosamente y dijo enfadada antes de girarse para irse:

—Incluso querías jurar en falso con tu identidad de militar, ¿no te da vergüenza? ¡No eres digno de ser un militar!

Emanuel dio un paso adelante, bloqueó su camino e interrogó con una cara seria:

—¿Yo no soy digno de ser militar? ¡¿Por qué me criticas de esta manera?!

—¿Acaso no es así? Ni siquiera no te atreves a rechazar a la mujer que no te gusta y tienes que valerse de mí en una forma forzada para deshacerte de esa señorita. Desde este punto, ¡incluso no eres un hombre verdadero! Mira bien lo que acabas hacer conmigo, ¡¿te crees a ti mismo un hombre verdadero y responsable?

Al escuchar las burlas de esta, Emanuel se enfureció al instante. Nunca había sido regañado tan ferozmente por los demás desde pequeño. Sin saber de dónde sacó tanto valor, de repente le refutó a la mujer:

—¡No te he usado como la excusa para deshacerme de esa Agustina! ¡Te he abrazado y besado porque me caes bien! Dices que no soy un hombre verdadero, ¿pues eres una mujer verdadera? ¿Te gusto o no? Si te gusto, ¡¿tienes el valor de establecer una relación «legalmente» conmigo?!

—Un loco total —Catalina no quería hacer caso a sus tonterías.

—¡Lo digo en serio! —Emanuel gritó en voz alta.

—Ahora la Oficina de Asuntos Civiles no está en servicio.

—Entonces, lo hacemos mañana —Emanuel la miró seriamente—. Mañana, a las nueve te espero allí en la Oficina de Asuntos Civiles. ¡¿Te atreves a acudir a la cita?!

Catalina se quedó un poco conmovida al oírlo y se le aceleró el pulso descontroladamente, pero aun así, dijo sin ceder ni un poco:

—¡¿Por qué no?! Si te atreves, ¡acudiré allí a tiempo!

En la calle bulliciosa, de vez en cuando la brisa fresca de otoño soplaba. Los dos se quedaron allí enfrentados sin moverse durante unos momentos, hasta que Catalina no pudo evitar dar un estornudo.

—¿Todavía no te has recuperado del resfriado? —preguntó bromeando Emanuel.

Catalina le puso los ojos en blanco, sin hacerle más caso, y se fue sin mirar atrás.

—Oye, lo digo en serio y no estoy bromeando, ¿eh? —Emanuel le alcanzó— Todo esto es realmente un malentendido. Mi madre me llamó diciendo que quería hablar de algo conmigo en este café, pero cuando llegué, me di cuenta de que fue una cita a ciega arreglada deliberadamente por mi madre. Catalina, no te enfades más. Si sigues así, pensaré que estás celosa.

Al oírlo, Catalina se apresuró a negar incesantemente:

—¿Qué tonterías estás diciendo? No estoy celosa en absoluto.

—Jajajajaja... —Emanuel se rio contentamente, se quitó la chaqueta y la cubrió en los hombros— Dame una oportunidad, ¿vale?

Catalina vaciló un poco y preguntó seriamente:

—¿Realmente no estás bromeando conmigo? ¿De verdad vamos a la Oficina de Asuntos Civiles a registrar el matrimonio?

—Ya que no podemos encontrar la persona adecuada después de tantas citas a ciegas, ¿por qué no nos damos una oportunidad mutuamente? Para ser honesto, no tengo mucho tiempo para la relación amorosa por el motivo de mi oficio. A mi edad no es realista que yo desarrolle sentimientos desde el cero con la otra como los jóvenes. Además, mis padres me dan mucha presión. Por lo tanto, si se pudiera, me gustaría casarme de una manera eficaz.

En comparación con lo que había dicho después de ser provocado, Catalina creía que estaba palabras eran más sinceras. Después de dudar un rato, le preguntó:

—¿Pero esa señorita que hablaba contigo en la cafetería no es más adecuada para ti?

—Aunque tengo mucha prisa por casarme, no cualquier persona merece estar conmigo. Aparte de ser mujer, esa persona debe cumplir con la condición más esencial en mi corazón —contestó Emanuel.

—¿Qué condición? —Catalina se puso un poco curiosa.

El hombre esbozó una sonrisa ligera y dijo:

—Espero que mi pareja sea una persona interesante.

Al escucharlo, Catalina se quedó molesta.

—¿Quieres decir que soy una persona interesante? ¿Soy graciosa? ¡Qué condición extraña tienes!

—Es interesante, no graciosa —al ver que la mujer no entendía, dijo directamente—. El problema consiste en que no puedo encontrar a la más indicada para mí después de tanto tiempo, pero me pareces bastante interesante, por eso quiero intentar desarrollar una relación contigo.

La gente común generalmente no podía comprender la vida de un militar. Para un soldado, la patria siempre era lo más importante, incluso más importante que su propia vida. Y un militar tenía que obedecer incondicionalmente lo que le mandaran los superiores. A veces, no podía comunicarse con sus familiares durante tres meses o incluso más tiempo, solo por una simple orden de sus directores.

Por lo tanto, Emanuel esperaba que su futura esposa era una persona interesante, sin considerar a él mismo como todo de la vida, y podía tener su propio trabajo y sus propios ocios. En fin, su mujer no podía ser una persona aburrida.

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