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Quiéreme si te atreves.

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Mimi
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Sinopsis

Alejandra es una chica de dieciséis años con un secreto. Un gran secreto que nadie conoce, ni su mejor amigo, Raúl, ni mucho menos nadie de su familia, pues no sería bien recibido ni mucho menos aprobado algo como lo que lleva guardado. Alejandra está enamorada, pero quizá no de la persona que debería. ¿Te atreves a saber lo que pasará?

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Capítulo 1

Mirándome al espejo de pie colocado en la pared de mi habitación, me abrocho uno a uno los botones de la camisa blanca que forma parte del uniforme de mi instituto. Después me anudo la corbata verde oscura que acompaña la camisa, y por último me aliso la falda a cuadros rojos y verdes, el mismo tono de la corbata.

Me doy un último vistazo, peinándome el pelo rubio lacio, cogiendo mi mochila y bajando a desayunar.

Todas las mañana tengo que bajar dos pisos, si, dos. Solo para llegar a la cocina.

Ésta es mi casa, o mejor dicho, mi mansión a las afueras de la cuidad. A mis padres les va mejor que bien en el trabajo, por lo que no deparan en gastos.

¿Muestra de ello? Ésta gigante casa de tres pisos, a cuál más grande, a la que no le falta absolutamente de nada.

Mis padres, como casi siempre, no están, o quizá están en alguna de las múltiples habitaciones, no lo sé.

Papá trabaja aquí la mayoría de las veces, es el director de una de las empresas de publicidad con más éxito, Empresas Bonelli. (Si, mi abuelo era italiano...) pero bueno, a lo que iba, aunque mi padre prácticamente trabaja desde casa, apenas nos vemos. La sala de reuniones y su despacho están en el ala este de la segunda planta, y mi habitación en el ala oeste de la tercera planta, por lo que no coincidimos en casi todo el día.

Mamá, sin embargo, se pasa la vida en el hospital, es una diputada cirujana ya bastante conocida en la ciudad, por lo que reclaman mucho su presencia, cada vez más. No sé cómo se arregla para llegar a todos lados.

Y yo soy Alejandra, una estudiante de dieciséis años que complace a sus padres tocando el piano, la guitarra y haciendo atletismo. Como veis, no tengo mucho tiempo de ocio, por lo que tampoco tengo amigos.

Sin embargo, tengo a Raúl, ¿Que quién es Raúl? Sin duda, el chico perfecto.

Es guapo, cariñoso, dulce, sensible, amable... y podría seguir adulándolo así durante días.

Lo conocí hace ya once años en el conservatorio, coincidimos en clases de guitarra. Hemos crecido juntos y con nosotros también han crecido sentimientos.

Raúl está completamente enamorado de mí y yo... bueno, lo quiero a mi manera. En realidad, creo que somos algo así como novios, pero nunca hablamos de eso.

Quiero a Raúl, pero no creo que de la misma manera que él me quiere a mí.

— Buenos días, cariño — Milagros, la mujer que lleva cuidándome toda la vida, me recibe en la cocina con su gran sonrisa amable.

— ¡Hola Mila! — Le sonrío yo también, sentándome mientras me sirve el desayuno — ¿Cómo estás hoy? — La operaron hace unas semanas de un problema en la pierna, Mila es como una segunda madre para mí, por lo que me preocupo por ella.

— Bien, cielo — Me acaricia la cabeza con dulzura — Mi pierna ya está como nueva.

— Cómo me alegro, no quiero que vuelvas a irte, ¿qué voy a hacer en esta casa sin ti?

— Muchas cosas, Alejandra. Eres una jovencita muy capaz.

Pongo los ojos en blanco, ¿qué va a decir una segunda madre? Pues siempre cosas buenas.

Con la mochila sobre el hombro me subo al coche que me lleva todas las mañanas al instituto.

— Buenos días, señorita — Me saluda Santiago, el chófer de la familia desde que tengo memoria.

— No son buenos si tengo que ir a clase, Santiago... — Hago un puchero que él mira divertido desde el espejo retrovisor. — ¿Por qué no me llevas a un parque, o a cualquier otro sitio? A la una me recoges y le decimos a papá que vengo del instituto, ¿a que es buena idea?

— Me temo que no — Mueve la cabeza a ambos lados, con las cejas alzadas. Llevo intentando esto durante años, pero nunca funciona. ¿Por qué tienen que ser tan fieles todos los trabajadores de mis padres? Es un verdadero fastidio.

Santiago me deja en la puerta, me despido de él con la mano y veo a mi mejor amigo, novio o lo que quiera que seamos, ya en la puerta. Raúl me sonríe desde allí con el jersey verde del uniforme del que asoman las solapas de la camisa blanca y los pantalones negros

— Hola, Ale. — Me coge la mano y besa mi mejilla arrastrándome hacia dentro, vamos a todas las clases juntos, ya que solo nos tenemos el uno al otro en el instituto. Hasta convencimos a nuestros padres para ir al mismo. — ¿Has estudiado?

— Claro — Le sonrío, apretándole la mano. Sintiéndome orgullosa de tenerle conmigo. — ¿Y tú?

— Si, ayer pasé toda la tarde con los libros y echándote de menos.

— Y yo a ti, tonto.

A la una en punto salgo por la puerta, viendo el Mercedes clase E Berlina gris metalizado de papá en la puerta y a Santiago esperándome en el asiento del conductor. Me tiro a la parte de atrás de un salto tras despedirme de Raúl.

— ¿Cómo ha ido el día, señorita?

— Pues bien, Santiago. ¡El examen de biología me ha salido espectacular! — Alzo los brazos, como si estuviera celebrando una victoria y oigo como el chófer se ríe en la parte delantera. — Ponte el cinturón, Alejandra.

— Vale — Alargo la "a", sentándome por fin y haciendo lo que me pide. Tengo ganas de llegar a casa.

No para comer, ni para tirarme a ver la tele... no, nada de eso.

Normalmente, comemos todos juntos (rara es la vez que no lo hacemos, ya que es una de las pocas normas que tenemos en casa). Y ese todos, incluye a los empleados más cercanos a mi familia; o sea, Milagros, Santiago y Mateo.

Mateo es el empleado más fiel de papá, sin ninguna duda, además de su mejor amigo. No se separan casi nunca, en todos los negocios están juntos, creo que en un futuro bastante cercano han hablado de ser socios. Si, Mateo sería el mayor socio, detrás de mi padre, y la empresa pasaría a llamarse B&B (Bonelli y Bernat) el apellido de Mateo.

No sé si eso me influiría a mí, al menos eso esperaba, ya que Mateo podría pasar más tiempo de lo normal en mi casa.

¿Y eso, en qué me favorece? Pues en que tengo un secreto, un gran secreto que nadie, absolutamente nadie, se imagina.

Y es que, desde los once años, estoy enamorada de Mateo. Sí, sé que es el mejor amigo de papá y bla, bla, bla... pero siento algo por él. Tengo claro el cariño que siente él hacia mí, como si fuera de su propia familia o algo así.

Pero no, lo mío no es un capricho de adolescente, ni un enamoramiento pasajero... lo sabría si fuera simplemente eso.

Estoy segura, más de lo que estoy de cualquier cosa en mi vida.

Y es que... quiero a Mateo y haré lo que sea para que se fije en mí.