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Capítulo 2: Ser la salvadora del señor Aaron

Al otro lado del teléfono, Juliana estaba tan exaltada que incluso le temblaba un poco la voz.

—¿Señor Aaron?

Laura miró el anillo sobre la mesa y recordó con un sobresalto que era el mismo anillo en la foto del señor Aaron que habían llevado en una fiesta de celebridades.

El anillo de diamantes era el símbolo del heredero de la familia Tamayo.

Cuando pensó en lo que le había pasado a Selena en el hospital, Laura se dio cuenta al instante de que Selena había salvado la vida de Aaron ayer.

Y fue porque Selena había usado su nombre en el hospital por eso Aaron pensaba que lo había salvado ella misma.

¡Se había convertido accidentalmente en la “salvadora” de Aaron Tamayo de la Ciudad Capital!

Fue más emocionante que caerle la lotería a ella.

—Mami, estoy ocupada ahora mismo, hablaré contigo más tarde.

Laura contuvo su alegría y tomó a escondidas el anillo de la mesa, se acercó a Selena y dijo altiva:

—Si te atreves a hacerlo de nuevo, morirán tus padres adoptivos.

Se fue enfadada después.

Selena se puso una mascarilla para cubrirse la media cara e inmediatamente corrió al hospital para encontrar al hombre.

¡Diez millones!

Se lo merecía esta suma dinero a Selena porque había puesto su vida en peligro extremo al salvar a ese hombre adinerado.

Sin embargo, cuando preguntó en el hospital, la enfermera le dijo que el hombre se había despertado por la noche y se había ido.

Ni siquiera dejó información de contacto.

—¡Mentiroso, hijo de puta!

Selena estalló en el acto y saltó de la rabia.

—¡Esos quinientos euros me valen para vivir dos meses!

Realmente, los hombres no eran de confiar.

Perdió quinientos euros de sus gastos de manutención por nada y además la plataforma le descontó más de diez euros por perder su entrega de comida.

Era un trabajo de reparto a tiempo parcial, pero ahora perdió todo el dinero que había ganado durante sus dos días de trabajo duro.

Selena se sentía muy molesta.

Todavía era demasiado joven y inocente para esta sociedad cruel.

A los días siguientes, ella trabajaba cada vez más en el trabajo y, después del trabajo parcial de repartir comida al domicilio, llevaba comida a sus padres adoptivos que estaban en el hospital.

***

En el Club Nocturno.

Selena, vestida con su uniforme de seguridad, se sentó distraídamente en la sala de vigilancia con sus colegas del equipo de seguridad y se quejó:

—Si no hubiera salvado a ese ingrato, ¿cómo podría haber comido sólo dos veces al día durante una semana? He perdido mucho peso por el hambre...

Tras el accidente, su padre adoptivo seguía en coma mientras su madre adoptiva se quedaba en el hospital todos los días cuidando de él.

Aunque los padres de Laura pagaban sus facturas médicas, Selena seguía teniendo que gastar una gran suma de dinero en su vida cotidiana.

Cuando le había pagado los últimos quinientos euros para la operación de ese cabrón ingrato en el hospital, ya casi gastó todo su ahorro.

—Selena, hablando de ese tipo, ¿sabes cómo se llama o cómo es? —preguntó el colega, Tino Roca.

Selena negó con la cabeza.

—Recuerdo cómo era, pero estaba inconsciente, así que cómo sé cómo se llamaba... Es ese… ¡Mira!

Selena, que estaba hablando, señaló de repente a una persona en el vídeo de vigilancia.

—¡Es ese tipo, es él!

Con eso, golpeó la mesa y dijo con rabia:

—Hijo de puta, por fin te encontré —se levantó y se dirigió al exterior.

—Selena, espera.

Tino agarró la muñeca de Selena y señaló incrédulo al hombre en la vigilancia:

—¿Estás seguro de que es el mismo hombre?

—Reconocería a este cabrón, aunque se convirtiera en cenizas.

Selena se dio la vuelta para marcharse y Tino se levantó inmediatamente y la siguió.

—Selena, tranquila. Su nombre es Aaron Tamayo, es el heredero de la familia Tamayo, una de las cuatro familias más prestigiosas de la Ciudad Azul. Es frío, despiadado y tiene las manos manchadas de sangre.

—¿Aaron Tamayo?

Selena no pudo evitar lanzar un grito sofocado.

El Club Nocturno donde trabajaba ella, era uno de los principales espacios lujosos de la Ciudad Azul para hombres de negocios y famosos, así que a ella le sonaba este nombre Aaron Tamayo.

—¿No sabes quién es él? Si de verdad quiere devolverte el favor, es sólo cuestión de una palabra. Como no te ha buscado, es posible que no quiera pagarte. Selena, olvídalo, que son sólo quinientos euros, tu seguridad es más importante.

—Pero...

Selena se quedó sin palabras por un momento, pensando que las palabras de Tino tenían sentido.

Ella, sin embargo, seguía no queriendo que su dinero se había gastado en vano.

Fuera de la sala de vigilancia, preguntando a otros y supo que Aaron estaba en la sala 908.

Selena esperó hasta la una de la madrugada y por fin vio a Aaron, vestido con una camisa negra, salir de la sala y entrar en el ascensor.

Ella se adelantó y le siguió.

En el Club Nocturno los primeros octavos pisos se utilizaban como un bar grande y había una suite de hotel en las plantas superiores.

En el ascensor, Selena miró con el rabillo del ojo a Aaron, que era media cabeza más alto que ella y vio que apestaba a alcohol, que su apuesto rostro estaba anormalmente sonrojado y que sus largos dedos tiraban de vez en cuando de la corbata que llevaba, aparentemente estaba en un estado de un poco de embriaguez.

—¿A qué piso vas? —de repente, el hombre preguntó con voz fría.

Selena miró el número iluminado del acensor y dijo:

—Piso 38.

Las palabras cayeron y Aaron no dijo nada.

Llegaron al piso 38 y el ascensor se abrió.

El hombre salió, seguido por ella.

Pero Aaron, que no había dado unos pasos, se detuvo de repente y Selena chocó por accidente directamente contra su espalda.

—Uy, lo siento... Ah...

Antes de que pudiera terminar sus palabras de disculpa, el hombre que tenía delante se dio la vuelta de repente, con su mano la asfixió directamente por el cuello y preguntó con voz fría:

—¿Quién demonios eres?

—Yo...

No era capaz de respirar, el cerebro de Selena carecía de oxígeno y dio una palmada en la mano de Aaron.

—Suéltame... no puedo respirar...

Al oír su voz, el ceño de Aaron se arrugó ligeramente y le quitó la gorra de seguridad que llevaba puesta.

—¿Eres una mujer?

Como Selena trabajaba en el Club Nocturno, hablaba con voz masculina disfrazada para evitar el acoso sexual y su cara también estaba disfrazada.

Casi nadie sabía que era una mujer, excepto el director y el departamento de seguridad.

—Bueno...

—Dime, ¿quién te envió aquí?

—Yo... sólo quería...

Sin esperar a que Selena terminara una frase, Aaron la interrumpió:

—¿Quieres ser mi mujer?

Se había dado cuenta desde el principio de que el pequeño guardia de seguridad que tenía enfrente era escurridizo y de que el vino que tomó había sido drogado.

Efectivamente, era otra mujer que le había drogado la bebida para meterse en su cama.

Selena estaba tan estrangulada que casi murió de la asfixia.

«¡Cabrón, desgraciado!»

Ella maldijo con rabia:

—¡Cabrón...! —antes de que pudiera maldecir, el hombre le soltó el cuello.

Selena se cayó al suelo con debilidad, con la mano apoyada en el suelo jadeando y sin poder dejar de toser.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que toda una planta del piso 38 era una vivienda privada.

La decoración gris plateada era tan lujosa y exclusiva.

Parecía que Aaron se había dado cuenta de que ella tenía mala intención contra él.

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