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Pasión o cordura

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LauraC
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Sinopsis

Advertencia, contenido sensible, erótico, sumisión, BDSM, drama, +18 “No puedo zafarme de él, cada vez que me somete, me enamoro más, pero algún día lograré que me haga suya, que por fin mi cuerpo le pertenece hasta la eternidad, sin importar los dolores que me haga sufrir, o a las humillaciones que tenga que acceder”. Elizabeth Graham, una joven mujer, casada y con una vida ejemplar, por azares del destino conoce a dos hermanos, los Leggio, quienes son los hijos del clan de mafia más grande de una ciudad de Italia, ella cae en las redes de Gregory, el menor de los hermanos, enamorándose profundamente de él, pero Gregory es un ser despiadado, que se aprovechara del amor que ella siente para someterla a cualquier tipo de “pruebas” para que ella pueda ganarse su amor, haciendo que ella cometa todo tipo de errores, inclusive dejar a su propia familia, por su parte Demian, el mayor de los hermanos, se enamora de ella, y trata de salvarla de las duras manos de su hermano Gregory, quien está a punto de destruirla, con la promesa del amor eterno.

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¬Elizabeth Graham

El dolor invade mi cuerpo, mis grandes senos se chocan contra el duro espaldar de la cama, una lagrima rueda por mis mejillas, contaba los segundos, uno, dos, tres, cuatro, cinco… por lo general cuando me tomaban en posición de cuatro patas, los hombres no duraban más de diez minutos, pero este que estaba detrás mío, usando mi cuerpo ya llevaba más de quince, ¡Quién sabe que habrá consumido para estar encima de mí!

—así me gusta, eres una buena perri**, tienes un trasero de encanto, bendito el hombre que invirtió en ti— el hombre me empotraba cada vez más fuerte, yo solo podía morder la almohada para no gritar de dolor… maldecía para mis adentros, en esos instantes era que deseaba no haber conocido nunca a Gregory Leggio.

—¿Ya casi acabas? — no puedo evitar preguntarle a aquel horrible anciano, esa noche me habia tocado complacer a un hombre de unos 75 años, calvo y gordo, pertenecía al grupo de mafiosos amigos de Gregory y habia pagado una buena suma por mí, cosa que ya no pasaba últimamente, pues desde que cumplí los 30, ya no era tan atractiva para los posibles compradores.

—Oh si seguro nena, acabaré dentro de ese redondo culote— sus palabras me parecían tan asquerosas como él, quería regresar el tiempo, volver al pasado y nunca haber caído en las manos del mafioso que arruino mi vida por completo, me habia enamorado y creía que todo esto era un acto de amor por él… que equivocada estaba.

Cuatro años atrás…

—Buenos días preciosa, ¿Cómo amaneciste el día de hoy?, aunque la pregunta sobra, estas más hermosa que ayer

—Gracias amado esposo, tu como siempre tan caballeroso, pero los dos sabemos que no es cierto, desde que nuestra pequeña hija nació mi cuerpo no es el mismo— Me acerco a Jordi y le doy un dulce beso en la boca, llevaba casada más de cuatro años con el hijo de un afamado político de la ciudad, aunque yo también venia de una muy buena familia, estar casada con él me daba excelentes beneficios, como lo era un espectacular puesto como directora de noticias en el periódico de la ciudad italiana en donde vivíamos.

—Tú siempre vas a ser preciosa para mí, sin importar la forma de tu cuerpo, eres una dulzura de mujer e irresistible— Jordi se abalanza sobre mí y me llena de dulces besos, mi esposo era tierno y amoroso, pero muy poco apasionado, difícilmente era posible el sexo entre los dos, también era culpa mía, dejaba que fuera él quien controlara todo.

—querido se nos hace tarde para ir a trabajar—

—Serán solo diez minutos, delicia, acuéstate en el sofá, te haré mía antes de ir al trabajo, ¡te deseo! — mi esposo comienza a besarme, sus besos bajan por mi cuello hasta llegar a mis senos, que, aunque pequeños, eran mi punto más débil, deseaba con todas las fuerzas que él los tomara en su boca y los saboreara, pero a pesar de los años, aun no teníamos confianza en la intimidad.

Después de unos siete minutos en los que Jordi cabalga sobre mí, siento como se derrama dentro, su liquido caliente me da la señal de que ya ha terminado, y yo ni siquiera he comenzado todavía.

—¿Te gustó? — me pregunta sonriente y varonil

—¡claro que sí! — le digo con una fingida sonrisa, no quería decepcionarlo para nada, lo amaba demasiado.

—mi amor se ha hecho tarde, ¿te llevo al trabajo? — me pregunta mientras se limpia

—no amor yo voy en mi auto, además quería hablar contigo cariño, empezare a ir al gimnasio, mi prima Greis me ha invitado al que ella va, entonces quería saber si podías recoger la nena del jardín, ya sabes, así poder tomarme el tiempo necesario—

—por supuesto preciosa, yo recojo la niña toda la semana si así lo quieres, si crees necesario ir al gimnasio está bien, aunque no sobra recordarte que para mí estas perfecta— Jordi era él hombre que cualquier mujer en su sano juicio querría, además de ser un abogado con un salario increíble, provenía de una buena familia, era amoroso, caballero y sobre todo me ayudaba demasiado con las labores del hogar, un hombre integral y lleno de cualidades, solo que no sabía follar.

—Bueno, por ahora no sé cuánto tiempo me tome, la verdad ya sabes que no soy una mujer de hacer ejercicio, pero iré despues de la oficina—

—Eso me gusta preciosa, que tomes tu tiempo para ti, te amo— Jordi se acerca y frota su nariz sobre la mía dándome un besito esquimal, que dulzura.

Jordi sale y yo me acomodo mi vestido, solo hizo falta un paño húmedo para limpiar el rastro del sexo que acabábamos de tener, me puse un labial rosado y salí para la oficina.

En el periódico local era admirada por mis subalternos, mi trabajo era impecable y habia ganado mi puesto gracias a mi trabajo y dedicación, así que me sentía satisfecha, tenía una familia espectacular, un empleo envidiable, y una vida tranquila en términos generales.

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—Hola querida ¿te recojo finalmente para ir al gimnasio? — estaba cansada y no estaba segura de que decir

—No lo sé Greis, ha sido un largo día de trabajo, quiero ir a casa con Jordi y Evelin—

—Mira Elizabeth, sé que tu esposo te adora, pero si sigues engordando como una cerda, él se va a ir con otra más joven y delgada que tú, así que paso por ti en 20 minutos— tuerzo los ojos mientras mi prima cuelga la llamada, cuando se le metía algo en la cabeza, no habia poder humano que se lo sacara.

Minutos después estaba envuelta en una trusa deportiva que mi prima muy amablemente me habia prestado, Greis tenía un cuerpo espectacular, no tenía hijos y pasaba por los 25 años evidentemente era el centro de atención, aunque en el lugar solamente hacían presencia personas muy bien cuidadas y hermosas, por un momento me sentí en el lugar equivocado.