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Capítulo dos.

NARRA GISELLE.

 

— ¿Y qué es eso que quieren compartir con nosotros? —pregunta Jason al cabo de un rato, cuando todos hemos acabado de comer.

 

Mamá comparte una mirada con su novio, parece incluso nerviosa, pero aun así mueve la cabeza en un gesto de afirmación, indicándole a Daniel que hable. Esté se mueve incomodo en la silla, también nervioso y carraspea acomodando el marco de sus gruesas gafas.

 

— Para empezar, quería dejar en claro que a su madre la adoro, ella es una persona maravillosa y…

 

— Las cursilerías para otra ocasión, por favor —lo interrumpe Jason—. Vayan al grano.

 

— Bien —inspira de forma ruidosa y toma la mano de mamá por encima de la mesa—. Sé que tal vez esta no es la ocasión perfecta, pero su madre quiere compartir esto con ustedes, tanto ella como yo no queremos seguir ocultándolo.

 

Escuchar aquello me hace hundir las cejas en un gesto de confusión y comparto una mirada de extrañeza con mi hermano, quien parece incluso más confundido que yo, luego vuelvo a clavar la mirada en el delgado hombre frente a mí para escuchar lo que sea que tiene por decir, cosa que suelta sin anestesia.

 

— Hace menos de un mes le propuse matrimonio a su madre…

 

— ¿Qué? —Jason y yo preguntamos al mismo tiempo, claramente sorprendidos. De todas las cosas que pudimos haber pensado que nos dirían, desde luego esa no la sopesamos ni por un instante.

 

— Chicos, déjenlo terminar, por favor y gracias —nos pide nuestra madre—. Prosigue amor.

 

Daniel asiente y continúa hablando.

 

— Ella aceptó, pero no está segura —dice—. No lo está porque ustedes son su vida, chicos. Me consta que ambos son lo más bonito que tiene Georgina, son lo más importante y es por esa razón que no está segura de dar un paso tan importante en su vida.

 

Mamá mueve la cabeza en un gesto de afirmación, soltando la mano de su pareja y por encima de la mesa toma con una mano la de Jason y con otra la mía.

 

— Amo a Daniel, pero más los amo a ustedes —empieza, desviando su mirada de mi hermano a mí, y viceversa—. Tú y tu hermana son mi todo, son mi razón de vivir y lo último que quiero es hacer algo en lo que ustedes no estén de acuerdo...

 

— Paralo ahí —le corto—. Tu no tienes que pedirnos permiso, mamá. Es tu vida y si quieres casarte, hazlo. Si quieres hacer lo que sea, hazlo. Siempre te apoyaremos, porque lo único que quiero, que queremos —me corrijo—. Es verte feliz a como dé lugar.

 

Tras mis palabras los ojos de mamá se vuelven cristalinos, indicándome que en cualquier momento se pondrá a llorar. Me susurra un te amo dándole un suave apretón a mi mano y desvía la mirada hacia mi hermano que permanece serio, pero su expresión se suaviza cuando cruza miradas con nuestra madre y suelta un largo suspiro, mientras asiente con la cabeza.

 

— Si es lo que quieres… —murmura, encogiéndose de hombros.

 

Georgina esboza una enorme sonrisa, haciendo que ambos le devolvamos el gesto.

 

— Los amo —susurra, antes de mirar a su novio—. Es un hecho, nos casamos.

 

Daniel no oculta su felicidad y sonríe con genuina emoción, llevándose la mano al bolsillo de su pantalón del cual saca algo, un cofre negro aterciopelado. Mi madre sonríe al verlo, Daniel saca el anillo y toma la mano de mamá para después introducir el anillo en su dedo corazón. Él le da un beso en el dorso de la mano y esbozo por inercia una sonrisa al ver la felicidad que desprende mamá, e incluso en el rostro de mi hermano mayor aparece una media sonrisa.

 

— Te amo —le dice él a mamá, antes de unir sus labios con los de ella.

 

Una mueca de asco se forma en la cara de mi hermano y en la mía al presenciar como comparten saliva entre ellos, sin acordarse de nosotros. Jason carraspea dos veces causando que mamá se aparte de su prometido con los labios hinchados, el labial corrido y sus mejillas levemente sonrojadas.

 

— Creo que… —dice Daniel, rascando su ceja—. Debes decirles lo otro…

 

— ¿Lo otro? —repite Jason, intrigado—. ¿Hay algo más?

 

Georgina mueve la cabeza en un gesto afirmativo.

 

— ¿De qué se trata? —pregunto.

 

Mamá comparte una mirada con su novio y soy consciente de cuando él aprieta el muslo de mamá suavemente, dándole ánimos para que prosiga. Inspira ruidosamente, y nos mira.

 

— Antes de que se opongan, porque sé que lo harán, quiero advertirles que es una decisión que tomé y no la cambiaré.

 

— Mamá ahora si nos asustas...

 

— Me pones nervioso, continúa.

 

Asiente ante el pedido de mi hermano.

 

— Quiero empezar de cero —dice, confundiéndome—. Quiero rehacer mi vida junto con Daniel y no atascarme en el pasado, por esa misma razón he decidido que nos mudaremos con Daniel a otro sitio.

 

De solo escuchar aquello la sonrisa que tengo en mi rostro se vuelve deforme hasta conseguir que mis labios quedan en una línea recta y fruncida.

 

— ¿Qué?

 

— ¿A qué sitio?

 

— A... —ve a su novio antes de mirarnos nuevamente—. California, Daniel ha recibido una oferta de trabajo allá y...

 

— ¿Nos estas tomando del pelo? —pregunto—. Porque si es así, para con eso. No es nada gracioso.

 

— Es que no estoy bromeando, Giselle —su expresión seria me lo confirma—. Nos mudaremos y hablo en serio.

 

— Pues eso me suena a multitud —digo, cruzando mis brazos contra mi pecho—. Porque lo que soy yo no pienso irme de aquí, así de sencillo.

 

— Yo tampoco mamá —se me une Jason—. No podemos abandonar todo así porque si, acá esta nuestra vida, nuestros amigos, todo... Y no podemos simplemente irnos a un lugar donde no conocemos nada ni a nadie.

 

— No es que quieran, es que deben —dice ella—. Tú puedes hacer lo que quieras Jason, eres mayor de edad, pero tu hermana no… 

 

Su mirada se pone sobre mí, así que me levanto de la silla sintiéndome a la defensiva.

 

— Así que ve a preparar tus maletas, ahora.

 

Niego con la cabeza.

 

— He dicho que no me mudaré —digo firme—. Si Jason se queda, me quedaré con él, sino me quedo sola. Pero no pienso mudarme, mucho menos a otro estado.

 

— ¿Cuál es tu problema, Giselle? —mamá se cruza de brazos, enojada y se levanta de su asiento—. Primero me dices qué quieres verme feliz, y ahora me sales con esto...

 

— Siempre voy a querer verte feliz, mamá —aclaro—. Pero no permitiré que quieras alejarme del mundo que conozco, de mis amigos ni que quieras quitarme el único recuerdo que tengo de mi padre.

 

— Giselle es una decisión que ya tomé…

 

— Por supuesto, y como siempre lo que quiero te vale mierda.

 

— Eso no es...

 

— Lo mejor es que me vaya, así que permiso —y tras decir aquello procedo a caminar lejos de todos.

 

— Giselle vuelve…

 

Oigo a mamá llamarme a mis espaldas, pero simplemente la ignoro mientras me apresuro a llegar a las escaleras para subir a mi habitación cuanto antes.

 

— Mamá no, déjala —escucho como Jason le dice.

 

Subo corriendo las escaleras hasta llegar a la segunda planta de la casa y troto hasta entrar en mi habitación, cuando entro me lanzo sobre la cama y tengo una mezcla de sentimientos encontrados, rabia, impotencia... Y es por ello que sin previo aviso mis lágrimas comienzan a bajar por mis mejillas. humedeciéndolas en el proceso.

 

Tal vez estoy siendo una tonta, una exagerada. Pero este es mi hogar, el sitio donde he vivido toda mi vida y es aquí donde tengo los mejores recuerdos con mi padre antes que falleciera, cuando éramos todos una familia; recuerdos con mis amigos, con Matías... Simplemente no puedo y no quiero irme de aquí.

 

Unos golpes a la puerta de mi habitación me sacan de mis pensamientos al poco tiempo que subí.

 

— Vete —digo, sorbiendo mi nariz—. No quiero hablar con nadie.

 

— ¿Ni siquiera conmigo? —dice Jason.

 

No respondo, ahora lo último que quiero es hablar con alguien.

 

— Giselle, ábreme por favor —me pide—. Ábrele a tu hermano favorito, vamos.

 

— Eres mi único hermano, idiota.

 

Escucho su suave y baja risa del otro lado de la puerta.

 

— Afortunadamente.

 

Un rastro de media sonrisa aparece en mi rostro, paso la yema de mis dedos por debajo de mis ojos para quitar las lágrimas y me levanto de la cama para abrirle la puerta, pero cuando lo hago debo ser rápida y apartarme antes de que el pesado cuerpo de mi hermano me lleve con él al suelo cuando cae.

 

Al verlo ahí en el suelo no puedo evitar soltar una sonora carcajada la cual sale un tanto extraña por el llanto que todavía no ha cesado.

 

— Que imbécil eres, Jason.

 

— Lo hice al proposito, que conste.

 

— Por supuesto.

 

Uso mi preciado sarcasmo en aquellas palabras y mientras lo veo levantarse del suelo me devuelvo a la cama, sitio donde me siento en posición indio esperando que mi hermano diga lo que sé que vino a decirme.

 

— ¿Estás bien? —pregunta él, sobándose el brazo.

 

— De maravillas.

 

Sonrío de forma falsa, a lo que él me mira con una expresión seria mientras enarca una ceja y se sienta frente a mí sobre la cama.

 

— Te conozco y mientes, Giselle.

 

Lleno mis mejillas del aire que después expulso con lentitud, clavando la mirada en mis manos cuando siento una lágrima bajar por mi mejilla.

 

— No quiero irme, Jason.

 

— Lo sé, yo tampoco quiero hacerlo.

 

— ¿Pero…?

 

— No podemos interferir en las decisiones que toma mamá…

 

— ¿Incluso si por esas decisiones debemos mudarnos a otro sitio, dejando atrás todo lo que conocemos?

 

Asiente con la cabeza, un tanto triste.

 

— Sé que tienes muchos motivos para no querer irte, que el principal son los recuerdos vividos en esta casa con... papá —suspira, nostálgico—. Pero si nos mudamos no quiere decir vayamos a olvidarnos de todo, de él. Papá siempre va a estar en nuestros recuerdos, siempre lo tendremos presente...

 

— Jason, pero si…

 

—  No lo olvidaras, ninguno lo hará porque es imposible —me corta—. Además, Giselle, se trata de la felicidad de nuestra madre... Sabes que detesto a Daniel, pero soy consciente de lo mucho que mamá lo quiere y cuan emocionada esta por todo, apoyésmola.

 

No digo nada, permanezco en silencio con la cabeza gacha así que él continua.

 

— Como bien sabes, mamá quiere rehacer su vida para no estancarse en los recuerdos, y quiere hacerlo con nosotros a su lado, y si quiere que comencemos desde cero en otra parte es porque esto es dañino, recordar todo lo que vivimos en sus últimos días lo es...

 

— Lo sé.

 

— Además, papá va a estar con nosotros siempre, vayamos a donde vayamos nos acompañará.

 

— Eso también lo sé.

 

— Entonces baja, disculpate con mamá y acepta irte a vivir con ella al departamento de su novio alias lombriz a dieta...

 

No puedo evitar soltar una carcajada como siempre que escucho aquel apodo, haciendo que mi hermano se una a mí y se ría con ganas mientras con sus dedos se deshace de las lágrimas que siguen bajando por mis mejillas.

 

— ¿Irás con nosotras?

 

Él mueve la cabeza en un gesto afirmativo.

 

— Nunca las dejaría solas.

 

— Entonces… vale —suelto un suspiro, resignado.

 

— Vamos entonces.

 

Hace el ademán de ponerse de pie, pero se lo impido cuando lo tomo de la muñeca haciendo que quede en su sitio para darle un abrazo el cual Jason no tarda ni duda en corresponder, envolviendo mi pequeño cuerpo con sus brazos.

 

— Te quiero.

 

Me da un beso en la sien.

 

— Yo más, enana.

 

Tardamos en separarnos unos segundos más y Jason espera a que vaya al baño de mi habitación para lavar mi rostro, cuando salgo juntos salimos de mi habitación y bajamos a la planta baja de la casa donde sólo vemos a mamá.

 

— ¿Y lombriz…? —mamá le da una mirada recelosa, así que se corrige—. Daniel, quería decir Daniel.

 

— Acaba de irse  —responde ella y su mirada recae sobre mí con un brillo en sus ojos, de esperanza porque haya cambiado de opinión, tal vez.

 

— Discúlpame —digo antes de arrepentirme—. Lo he pensado y… estoy de acuerdo.

 

Mamá asiente con la cabeza sin ocultar el alivio que le producen mis palabras.

 

— Entonces preparen sus maletas, porque en pasado mañana nos iremos.

 

— ¿Pasado mañana? —pregunto—. ¿Por qué tan pronto?

 

— Porque si no lo recuerdas cielo, en menos de una semana empezarán las clases nuevamente y no puedes perder el año, así que nos iremos cuanto antes para arreglarte lo del nuevo instituto.

 

El que deba dejar mi instituto y mis amigos no me emociona ni un poco, pero sólo me limito a asentir con la cabeza.

 

— Tu si puedes quedarte si así lo deseas, Jason y continuar con tu carrera aquí, igual podrías visitarnos los fines...

 

— De eso nada —la interrumpe mi hermano—. Me iré con ustedes, después veo que hacer con la universidad.

 

— Cariño...

 

— Ya lo decidí mamá, así que no harás que cambie de opinión.

 

Mamá suspira, dándose por vencida ya que sabe que aunque intente convencerlo se irá con nosotras sin importarle nada.

 

— Si así lo quieres, está bien.

 

Después de que mamá nos dejara varias cosas en claro vuelvo a subir a mi habitación, sitio donde me apresuro a sacar las maletas vacía de arriba del armario, las coloco sobre mi cama abiertas y empiezo a lanzar toda mi ropa adentro, dejando afuera solo lo que utilizaré hasta pasado mañana.

 

Una vez termino tomo mi celular y le marco a Matías que me contesta al tercer tono con voz somnolienta, pero paso eso por alto y sin dudarle le cuento todo lo ocurrido esta noche en la cena.

 

La noticia le cae por sorpresa, como a todos, puesto a que eso era la última cosa que pensabamos que pasaría. Sin embargo, trata de tranquilizarme cuando las ganas de llorar vuelven y me aconsejó lo mismo que mi hermano, que lo mejor ahora es hacerle caso a mamá, apoyarla e ir con ella, que cuando él tuviese tiempo me visitaría cada que se le presente la oportunidad.

 

Media hora más tarde, cuelgo después que me promete que vendrá a visitarme mañana con nuestros amigos para que pase tiempo con todos antes de que parta a otro estado lejos de todos.

 

Me cambio de ropa por un pijama rosa con pequeños dibujos de donas, peino mi cabello y me hago una coleta, apago la luz de la habitación y me acuesto a dormir deseando que este día solo haya sido un sueño o, mejor dicho, una pesadilla.

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