Librería
Español

(New) CAMINOS CRUZADOS

79.0K · Completado
Gres
42
Capítulos
3.0K
Leídos
9.0
Calificaciones

Sinopsis

[ANTES DE QUE DEJEN ALGÚN COMENTARIO PREGUNTANDO, ACTUALIZARÉ LA HISTORIA UNA VEZ LA EDITE YA QUE HE NOTADO MUCHOS ERRORES EN LA MISMA, ASI COMO SIENTO QUE LAS COSAS SE DESARROLLAN DE MANERA LENTA Y ABURRIDA, ESTARÉ ARREGLANDO ESO Y UNA VEZ TERMINE SUBIRÉ CAPITULOS NUEVOS] Giselle lo detesta. Y él a ella también. Se odian, ambos. Pero lo que no saben es que sus caminos al verse cruzados ese sentimiento se irá convirtiendo en uno mucho más fuerte, en amor. Porque como dicen por ahí, del odio al amor solo hay un paso y ellos... Ellos serán testigos de lo cierto que es aquel dicho.

RománticoArroganteChica BuenaChico MaloNovela Juvenil18+AdolescentesSEXOAmor-Odio

Capítulo uno.

NARRA GISELLE.

 

— Daniel vendrá a cenar.

 

— ¿Otra vez?

 

Jason —mi hermano mayor— no oculta el enojo y el desagrado en su voz al saber que el novio de mamá vendrá de nuevo. Y es que, para nadie, ni siquiera para Daniel, es un secreto que mi hermano lo detesta a morir.

 

Yo prefiero guardar silencio, si bien él no me cae en su totalidad bien, pero estos meses mamá ha estado más animada y contenta de lo normal estando a su lado y eso es lo único que me interesa.

 

— Si, otra vez —responde ella—. Y espero que hoy si te comportes, Jason.

 

El antes mencionado rodó los ojos con fastidio y estiró su mano para tomar de la cesta de frutas que está en el centro de la mesa en la que estamos sentados una manzana.

 

— ¿Ahora para que vendrá? —pregunta, desinteresado.

 

— Queremos... compartir una noticia con ustedes.

 

Hundo las cejas en un claro gesto de confusión y comparto una breve mirada con mi hermano quién tiene la misma expresión que yo. Esta vez soy yo quien habla:

 

— ¿Qué noticia?

 

— Lo sabrán todo en la cena —dice, moviéndose a buscar un cucharón para remover lo que sea que tiene dentro de una olla cocinandose, lo cual desprende un olor delicioso que se esparce por toda la cocina.

 

— ¿Estás embarazada? —Jason hace la pregunta con un toque de temor en su voz.

 

Al escuchar aquello mamá se gira sobre su propio eje para mirar a mi hermano con una expresión de horror en su rostro.

 

— Porque de una te advierto mamá, no pienso compartir mis videojuegos con ningún mocoso llorón.

 

Miro sin poder creerlo, a veces Jason es estupido y sólo se preocupa por cosas más que estupidas, como esa, por ejemplo.

 

— Si de algo estoy seguro, cielo —mamá dice frunciendo el entrecejo—. Es que no estoy embarazada.

 

— ¿Entonces...?

 

— Jason, cállate por Dios —me harta que pregunte a cada nada—. Ha dicho que nos dirá en la cena, así que sé paciente.

 

Mi hermano levantó sus manos en forma de paz y le dió un mordisco a su manzana.

 

— Gracias, cariño —mamá me da una sonrisa, la cual le devuelvo y vuelve a lo suyo de cortar aliños mientras nos da la espalda.

 

Jason se levanta de la silla, ganándose que mis ojos se claven sobre él.

 

— Debo irme —anuncia—. Tengo una cita.

 

Sube y baja sus cejas, sonriendo con diversión.

 

— Pobre chica —murmuro—. ¿Me la presentas?

 

Jason arruga las cejas con confusión y extrañeza.

 

— ¿Para qué?

 

— Para regalarle unas gafas —digo en broma—. Tal vez saldrá contigo porque es ciega.

 

— O porque le gusto.

 

— Tendrá mal gusto entonces.

 

Mamá de espalda hacia nosotros suelta una pequeña risa.

 

— Si saldrás recuerda llegar temprano —dice ella.

 

— ¡Si, si! ¡Ya lo sé! —dice, fastidiado—. ¡Cenaremos con lombriz a dieta!

 

Tras escuchar el apodo que Jason y yo le pusimos cuando mamá nos presento hace menos de seis meses a su novio no puedo evitarlo y estalló en risas acompañada de mi hermano quién se dirige a la salida.

 

— ¡Jason! —mamá se gira hacia él y grita enojada—. ¡Te he dicho que no lo llames así!

 

— ¡Ups, se me olvido, sorry!

 

El primogénito de mamá desaparece de nuestra vista y entonces ella gira sobre sus talones hacia mí con cara de enfado.

 

— Y tu —me señala con el cuchillo que tiene en su mano—. Deja de reírte.

 

Muerde mi labio inferior para contener mis escandalosas carcajadas mientras asiento con la cabeza varias veces, un tanto temerosa.

 

[***]

 

La tarde llega y con eso la dichosa cena.

 

Mamá duró horas preparando todo con mucha dedicación y esmero, e incluso yo estuve ayudándola así que ya todo está listo.

 

Y cuando bajo a la planta inferior de la casa quedo maravillada al ver a Georgina —mi madre— con un vestido color salmón ajustado en las partes correctas, por encima de las rodillas y con un escote discreto, para nada vulgar.

 

Pero, así como me siento asombrada con su vestimenta, también me siento un tanto fuera de lugar al reparar mis vaqueros desgastados, mi blusa de tirantes amarilla y mis viejos Converse negros…

 

Pero dicho sentimiento desaparece cuando mi mirada viaja al sofá donde está sentado mi hermano con el cabello cobrizo desaliñado, un short con figuras de Bob Esponja y una playera azul.

 

Me acerco a él y me siento a su lado mientras mamá permanece a un lado de las escaleras nerviosa, a punto comerse las uñas mientras ve a cada dos por tres el reloj que trae en su muñeca derecha.

 

— Mamá esconde algo —susurra Jason.

 

Muevo la cabeza en un gesto afirmativo, totalmente de acuerdo con él.

 

— Pienso lo mismo.

 

Jason desvía la mirada hacia nuestra madre por unos breves segundos asegurándose de que no nos presta atención antes de clavar sus ojos que parecen incluso preocupados en los míos, y se inclina hacia mí creando un circulo de confidencialidad para susurrar:

 

—¿Estás segura que no está…?

 

— Jason, no seas paranoico —le corto al captar que va a preguntar—. Mamá no está embarazada.

 

El alivio que se expande por su rostro es demasiado notorio, suelta un suspiro y se recuesta del respaldo del sofá más relajado que antes.

 

— Bien, porque no mentía está mañana —dice—. No compartiré con nadie mis videojuegos si mis teorías son ciertas.

 

Lo miro negando con la cabeza, a veces no parece tener diecinueve.

 

— No me mires así —me pide—. Lo entenderías si…

 

El sonido del timbre hace que guarde silencio de golpe.

 

—¡Casi que no llega! —exclama mamá, yendo a abrir la puerta casi corriendo.

 

Escuchamos cuando abre la puerta principal y no puedo evitar reírme de la mueca de expresión que hace mi hermano cuando escucha la voz del novio de nuestra madre pidiéndole disculpas por haber tardado tanto. Escuchamos sus pasos hasta que poco después frente a nosotros aparece mamá acompañada de su delgado —y de ahí viene el apodo— y cuarentón novio.

 

— Hola chicos —saluda Daniel, sonriendo.

 

Mi hermano lo ignora así que me toca ser amistosa por los dos y esbozo una sonrisa sin mostrar mis dientes.

 

— Hola —le devuelvo el saludo.

 

— Cariño, Daniel te ha traído un obsequio —me dice, enganchando su brazo con el de el antes mencionado.

 

A su lado, él asiente varias veces con la cabeza alegre.

 

— Si, aquí tienes —extiende una bolsa de regalo que apenas noto que traía hacia mí—. Estuve paseando por las tiendas del centro el otro día y cuando vi el disco de tu cantante favorito no dudé en...

 

Dejo de prestar atención a lo que dice cuando menciona esas dos palabras que me llenan de tanta alegría, le quito la bolsa de las manos con más entusiasmo de lo normal y una inmensa sonrisa en mi rostro, llevaba meses queriendo comprar este disco, busqué en todos los sitios posibles durante meses, pero en todos lados estaba agotado.

 

Abro la bolsa y saco el disco, pero…

 

A mi lado Jason bufa burlándose, mientras me quita el disco de las manos para mirarlo mejor.

 

— Justin Timberlake, interesante —dice mi hermano—. Qué lástima que a Giselle le gusta es Bieber, no Timberlake.

 

Le devuelve el disco a Daniel quien borra la sonrisa de su rostro de manera inmediata al notar que ha confundido a mi cantante favorito con otro —me siento indignada por eso— y mamá le da una mirada recriminatoria a su hijo mientras su novio balbucea incoherencias.

 

— Yo... pensé que... no sabía...

 

Suelto un suspiro y esbozo la sonrisa más falsa que puedo cuando mamá me da una de sus miradas de advertencia que me prometen castigarme durante meses si digo algo malo.

 

— Tranquilo, Timberlake también me gusta.

 

— Mentirosa —me susurra mi hermano, a lo que le doy un codazo disimulado sin borrar la sonrisa.

 

Daniel asiente y vuelve a darme el disco el cual dejo sobre la mesita del centro.

 

— La comida está lista —dice mamá, cambiando el tema—. Vamos a la mesa.

 

Todos hacemos lo que mamá nos indica y nos dirigimos al comedor, sitio donde mamá después de servirnos la comida se sienta en la cabeza de la mesa, su novio a su derecha, yo a su izquierda y Jason a mi lado.

 

Y así, la cena transcurre con ellos dos conversando de temas triviales, tratando de incluirnos a mi hermano y a mí, pero como siempre quien termina respondiendo a sus preguntas por ambos soy yo.