Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Vigilia

Tal como lo planeó, Ramón lo hizo. No fue fácil, porque el justiciero al que seguía sabía despistar a cualquiera que le siguiera, pero no al alfa del Cuento del Sol y la Luna, famoso por saber ubicarse en cualquier lugar.

Y así fue como llegaron al edificio de la sede de los Vigilantes. Ramón pasó con su moto por delante del edificio, después de que el empleado hubiera entrado y salido.

Después de una noche de vigilancia, no estaba cansado, era parte del gen lupino, vivir de noche. Podía vivir bien tanto de día como de noche y podía estar sin descanso durante tres días seguidos sin sentirse cansado.

Se fue a su piso, se duchó, comió y se fue a trabajar. Cuando llegó allí, entró sin saludar a nadie y se dirigió directamente a su despacho, donde investigó todo lo que pudo sobre la dirección del edificio de la empresa competidora.

Descubrió que el edificio había sido sacado a subasta hace años porque estaba abandonado y tenía muchas deudas con el banco. El comprador pagó en efectivo, lo que resultaba extraño por la cantidad de dinero que había en juego, pero el nombre tenía que figurar en el registro de la propiedad y en el del impuesto sobre bienes inmuebles.

Se puso en contacto con sus contactos y llegó al nombre de una mujer, Heili Camacho, que hizo la cesión del edificio a Ernesto Camargo, que, al parecer, vive allí. Ya está, ha cogido al delincuente, pensó. Llamó a su vicio y marcó con los hombres en la sala de reuniones y allí delinearon las coordenadas de la visita que harían a la competencia. Todos fueron a sus vehículos, se armaron y se fueron. Estaban eufóricos, porque son lobos feroces a los que les gusta una buena pelea.

***

En su despacho, Heili observó toda la planificación del alfa y llamó a Camargo. En cuanto llegó la beta, informó:

- Vienen, hagan todo lo acordado, me voy. - pidió el alfa.

- Ok alfa, esperaré el contacto. - Se dio la vuelta y fue a proporcionar el acordado para recibir el competidor inconformista.

Salió por una puerta camuflada en la pared y bajó por la escalera de caracol, saliendo directamente al garaje, subió a su coche y salió por la puerta lateral, siguiendo la calle, en dirección contraria a la que venían los hombres, entró en la carretera principal y cruzó con ellos, que ni siquiera prestaron atención al carro azul que pasó junto a ellos.

Heili fue a su piso, aparcó el coche en el garaje, subió, se cambió, cogió la mochila que ya estaba preparada y llamó a un taxi. Se dirigió a la estación de autobuses, iría en dirección a la ciudad junto a su antigua manada. Tendría que recorrer una larga distancia, a través del bosque nativo, pero en dos días como máximo llegaría.

Cuando bajó del autobús, se instaló en un pequeño hotel cerca del bosque y durmió el resto del día, pues sólo saldría por la noche y era mejor prepararse para el viaje que le esperaba. Pidió que la despertaran a las seis y que le prepararan una comida reforzada, con muchas proteínas. Se acostó y durmió.

Cuando se despertó al sonar el teléfono, contestó y les dio las gracias. Estiró su cuerpo y vio que estaba muy relajada. Confiaba en su beta y en el trabajo de su manada, sabía que podía dejar todo bajo su control. También confiaban en su alfa, aunque sólo la veían en forma de loba.

Sabían que ella encontraría un lugar fijo para ellos, aunque todos estaban bien en la ciudad, preferían estar solos entre los suyos y no tener que ocultar su raza.

Dejarían todo para seguir a su alfa y tener su propia ciudad.

Heili se bañó, se puso ropa sencilla, comió y se fue. Siguió el camino, donde sólo había residentes a un lado, al otro lado ya estaba el bosque. Se detuvo, miró a su alrededor y, al ver que no había nadie cerca, se quitó la ropa, la guardó en su bolsa y se transformó en su lobo.

La loba cogió la mochila con la boca y se adentró en el bosque de árboles bajos y mucha maleza. Se agachó para pasar por debajo de las ramas espinosas y avanzó hasta llegar a una zona de bosque denso, pero con árboles más altos y menos arbustos, para poder correr. Tuvo que esconderse, pues aquella región no era conocida por la presencia de lobos.

Corrió toda la noche, pasó el bosque cerrado y entró en una zona de cactus largos y espinosos, con suelo pedregoso y pequeñas plantas rastreras. Tuvo que caminar despacio, prestando atención para no chocar con los cactus, ni perforarse las patas o caer sobre las piedras. Tardó dos horas en recorrer ese tramo de carretera hasta llegar a un parche de hierba verde y baja.

Cruzó todo ese tramo con el amanecer del día y tuvo que correr para llegar de nuevo al bosque cerrado, donde había una empinada subida a través de un denso bosque que parecía no haber sido nunca penetrado. Pero conocía ese lugar desde que era una niña y su padre la había llevado allí para enseñarle a enfrentarse a los lugares salvajes.

Buscó un lugar para descansar hasta la tarde, porque el sol ya era fuerte y no quería correr ningún riesgo, incluso porque necesitaba cazar para alimentarse y los animales se esconden durante el día. Así que encontró un lugar cerca de unas rocas y, acurrucado en un hueco de la roca, durmió.

A última hora de la tarde, se despertó y buscó el arroyo cercano, pues podía oír el sonido de las aguas. Caminando despacio y con cuidado, prestó atención a los animales de los alrededores y consiguió cazar un gordo conejo en el camino. Serviría como aperitivo.

Una vez saciada y limpia, siguió su camino dentro del bosque, con calma, esquivando obstáculos, y llegó a una zona de vegetación más fina, formando un claro. Le pareció extraño y no entró en el centro, sino que se dirigió hacia los lados, caminando por el sendero junto a los árboles. Fue entonces cuando algo se estrelló contra su costado, empujándola hacia el centro del claro.

No tuvo tiempo de darse cuenta de lo que ocurría y una red cayó sobre ella y la arrastró, envolviéndola y derribándola, inmovilizándola en el suelo. En un segundo estaba rodeada de lobos con los colmillos al descubierto y las orejas levantadas.

Dos hombres llegaron al mismo tiempo que Heili se dio cuenta de que estaba atrapada y aulló, luchando. Pero cuantos más movimientos hacía, más atrapada estaba. Uno de los hombres se acercó corriendo y habló:

- ¿Qué crees que estás haciendo? No se trata a alguien así si no se conocen sus intenciones. Hablemos primero, para saber qué hace por esta zona. - Dijo el hombre alto, musculoso y mulato con pelo largo y rastas.

- Cálmate, vamos a dejarla ir. ¿Se callará si la dejamos ir? - preguntó el segundo hombre a Heili.

Gruñó, pero pronto se calmó y asintió. La red se retiró y pudo ponerse de pie y mirar a su manada, que estaba en la boca de uno de los lobos, le gruñó, asintiendo a la manada.

- Lo entiendo, quieres cambiarte y necesitas la ropa, - se dirigió al hombre - trae la mochila.

Le entregó la mochila y ella se dirigió detrás de un amplio árbol, ocultándose de las miradas indiscretas. Volvió a su forma humana y se vistió con la ropa que sacó de la mochila. Un legging, una chaqueta y unas zapatillas. Regresó a la presencia del grupo y fue a hablar con el hombre que dio la orden de liberarla.

- Hola, gracias. Sólo pasaba por aquí, no sabía que había una manada aquí. - Heili se comunicó amablemente.

- Disculpen a nuestros lobos, no están acostumbrados a que otros lobos entren en nuestro territorio. Me llamo Zelon, soy la beta del pack Sol y Luna.

- Un placer, mi nombre es Cassandra Roriz, voy a visitar al Mago de la Luz Lunar. - Dio el nombre que usaba como disfraz.

- ¿Nos harías el honor de ser nuestro invitado por un día y conocer a nuestro alfa? Llegará tan pronto como sepa de su presencia - invitó a la beta.

- En realidad, tengo prisa. - Heili se disculpó, no sabía de qué personas se trataba y no quería presumir.

- Ven por aquí Cassandra, un día más no te causará mucho retraso, te llevaremos más tarde - insistió el beta, dirigiéndola por un camino entre los árboles que salían del claro. Prácticamente coaccionándola, con su cortesía.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.