Capítulo 2
La escena duró varios minutos en los que sólo se escuchaban jadeos, pujidos, grititos, chasquidos y tallones. Enfocaron a todas las viejas echando tortillas.
En el escenario aparecieron las dos parejas parchando como perros... y entonces...
Se abre la puerta del dormitorio y aparece la directora franqueada por sus guaruras, vulgo Prefectas, rígidas y severas.
—¡Ay, jijas de su guau guau madre! —grito la vieja al punto de patatús.
Todo el mundo quedó en suspenso al verse sorprendidas y sorprendidos, les había caído la ley y lo más seguro era que chiquita no se la iban a acabar.
Entonces... el pinche Jerónimo, se dejó de rascar un instante los tompiates para tomar el control remoto y detener la película.
Ya no nos platicó en qué terminó aquel relajo sexual tan a toda madre.
—Con esta mugre no puedo inspirarme en Paty, yo quiero otra cosa, algo más romántico —pensó el baboso y fue a cambiar el DVD por otro que compro.
Como eligió un capítulo a lo pendejo, el vídeo ya estaba avanzado, la cosa ya estaba candente en la película y la acción se ejecutaba pasional.
Se veían las nalgotas ya medio aguamielosas de una mujer, recibiendo pito a mil por hora, nomás se veían los tanatotes chocando contra la carne femenina y hasta salpicaban la baba. La pareja estaba gimiendo y bufando, la mujer decía palabritas cachondas que traducidas en los letreros decían:
—Papacito, dame tu pito, dame más chilito, me encanta, lo adoro, es lo máximo... Dame pito, pitito, pitote, métemelo, entiérramelo, sepúltamelo, ¡Húndemelo! ¡Clávamelo! ¡Atáscamelo!
Pinche caliente, ya lo tenía bien adentro... ¿Qué más quería?
Bueno, pues esa película si estuvo a tono con los deseos de Jerónimo. De inmediato comenzó a hacer cerebro y transformó los rostros que aparecían en la pantalla, poniendo los de Patricia y él, imaginándose ese palote sensacional ejecutado por él mismo como actor principal de la historia.
Luego la actriz se puso a gatas y el que se la parchaba le llegó por la retaguardia, en un palo aceleradísimo, que cualquier perro envidiaría.
Por supuesto que no deben de creer que los gringos son tan chingones para parchar así, los cabrones se ponían “Tinta china” para que no se les bajara la reata.
Que ahora, lo más seguro es que usen Viagra o Cialis, así, hasta mi abuelito se avienta parchando varias horas seguidas.
Pues ya no era la pareja de gringos, sino Jerónimo, era el que estaba ahí, limándose a la bella Paty, que para hacer más reales las cosas, también era güerita, aunque de seguro con mejores nalgas que la estrella de la pantalla.
El muchacho corrió al pequeño refrigerador que tenía en la cocina... ¿Para qué...? Se preguntarán ustedes, ¿Acaso tenía mucha calentura y necesitaba enfriarse...? Pues ¡no!, cierto que estaba calenturiento, aunque iba a enfriarse en otra forma.
Sacó un bistec y lo calentó rápidamente con las manos, sí, porque recién sacado del congelador, se ha de sentir de la rechingada.
Volvió a su sitio en la cama, mirando como aquellos dos cogían como las buenas costumbres lo indican. Es decir, sobre ella, con la mujer trepando los pies a las nalgas del macho, eso sí, con una cara de cachonda que no se aguantaba.
Con toda rapidez, Jerónimo, se envolvió el bistec en la corneta y se puso a trabajar con la mano, haciéndose una chaqueta, masturbándose, pues.
—¡Mamasota! ¡Así te quería tener! ¡Cogerte de esta manera! ¡Metértelo hasta el fondo!... Ooohhh... que ricooohhh... hummm —exclamó, con la vista clavada en la pantalla y dale y dale con la sufrida “manuelita” que ayudada en esta ocasión por el bistec, pronto lo hizo venirse.
Tendido bocarriba, despatarrado, escurriendo jocoque por sus ingles, Jerónimo, descansó, mirando la película aún con interés.
Eran las once y media de la noche y el sabroso relax le provocó sueño, quedándose dormido sin darse cuenta. Su chile descansaba sobre su pierna y pese a estar suelto, demostraba tener respetables dimensiones.
En medio de un gran silencio en aquel conjunto habitacional, resaltaban los quejidos, lamentos y grititos de la pareja que hacía el amor en la película, denotando claramente el motivo de sus exclamaciones.
Minutos después, Jerónimo, sumido en un profundo sueño, sintió un cosquilleo cerca del chorizo y se dio un manacito para espantar un supuesto sancudo, aunque la sensación siguió y envolvió todo su miembro y comenzó a acariciar suavemente, de los testículos a la punta y viceversa.
La caricia fue deliciosa, más lo fue el tacto de una lengua juguetona y tierna que se frotó contra el tallo de su chile como lo hacen los gatos con sus amos.
Una toallita perfumada, manejada por una mano experta le limpió todo el miembro y a continuación comenzó una mamada super que tensó el miembro en fracciones de segundo y Jerónimo, se sacudió como si hubiera sido tocado por un rayo.
—¿Eh…? —exclamó sorprendido medio incorporándose aún dormido.
—¡Sssshhttt! —se oyó un murmullo.
Jerónimo, quiso abrir los ojos y descubrió unos carnosos labios encendidos con un dedo cruzándolos.
—¡Sssshhhtt! —volvió a exclamar la misma voz angelical.
—¡Paty! —dijo él sacudido por una emoción indescriptible.
—Calla amorcito. No rompas la dicha de este momento supremo, alguien nos puede oír —indicó ella incorporándose para comenzar a desvestirse.
Se abrió la blusa por completo, mostrando dos prodigiosos melones de los llamados senos, pues no llevaba brasier.
—¿Eres tú, Paty? —inquirió él con voz casi apagada.
—Sí, mi amor y he venido porque quiero ser tuya... —tómame— y ofrendó los dos globos carnosos a Jerónimo, mientras sus manos se movían ágilmente, para irse deshaciendo de la mini y las pantaletas.
Jerónimo, la esperó con los brazos abiertos y ella lo montó, buscando con su sabroso mono la punta del cañón del muchacho.
El recibió las maravillosas nalgas de la mujer con ambas manos y a sus chiches les dio lamidas, mordiditas y chupadas, las besó intensamente, aceptando aquel cuerpo maravilloso que se le entregaba como nunca lo soñó.
—Jerónimo, no sabía qué clase de miembro te cargabas. Fueron esos gemidos de amor que se oían afuera, los que me hicieron asomarme y pude ver tu atractiva pinga. Quiero tu mazacuata, la deseo más que nada en el mundo. Dámela, papi, te lo ruego... ¡Huuuummm!
Por fin, la entrada de tan suculento mamey centró la cabeza del chile y en un suave movimiento se fue enterrando, hasta hacer un ¡plop!, cuando la cabeza traspuso la entrada y se deslizó hasta el fondo mismo de aquel sabroso túnel.
—¡Ssssshhhh!... ¡Aaahhh! —gimió ella, como si recibiera el medicamento milagroso para un agudo dolor que provocara la hoguera de su pucha.
Luego parcharon como locos, sin darse tregua, aprovechando todas las posturas que conocían e inventando otras que se les ocurrían.
El camote de Jerónimo, aguantaba como nunca, y es que la panocha y las nalgas de Paty, eran como para levantar a un muerto y enterrarlo con zapatos.
Ella se estaba mostrando golosa y dispuesta a disfrutar en grande de aquel camote que, como ningún otro, por fin la llenaba por completo.
Eran cinco para las nueve cuando Jerónimo, se incorporó sobresaltado.
Se dio un tallón de ojos y comenzó a pensar:
—¡Chin... qué a todo dar...! ¿Me la parche...? Sí, me la parché —se emocionó un instante, pero luego quedó estático— ¿O sólo lo soñé?
Se había clavado tanto en el sueño, que no podía precisar si fue verdad o mentira.
—“La sentí a toda madre, todavía tengo la sensación en el pito de como se lo encajaba, de cómo me lo mordía y me lo apretaba con su estrecha verijita, además de cómo se movía, hasta que me vine... No pudo ser sueño —se dijo de manera instantánea— Bueno, pero me di mis jalones de pito con el bistec y ya en tres ocasiones me he venido en seco con mis sueños eróticos.
A lo mejor nomás lo soñé... Bueno... aunque es que esto no fue igual que mis otros sueños, algo distinto ocurrió, incluso sus besos, su lengua sabrosa que entraba y salía de mi boca, sus labios deliciosos que chupé y mordí, sus palabras cachondas que me motivaban ¿Cómo pude ser tan pendejo de no levantarme a echarme agua en la jeta pa saber si era real la transa?
Era tal su confusión, que tuvo que recurrir a ella para averiguar que había de cierto en todo eso.
—“Son las nueve. Ahorita debe salir con su novio. Siempre lo acompaña a tomar el camión cuando él se va a trabajar. Ni modo, tengo que aventarme a hablarle a lo derecho y saber si fue cierto lo del palito sabroso o no” —pensó decidido.
Se vistió con rapidez y salió a la puerta de su vivienda, viendo en seguida a Patricia, del brazo de su novio.
—Buenos días —saludo a la pareja picando la salsa para ver qué cara ponía la chava.
—No les veo nada de buenos —rezongó Patricia, mirándolo despectiva.
El novio si lo saludó y luego le preguntó a ella el motivo de su actitud grosera.
—Es que me cae gordo —casi grito ella para que Jerónimo la oyera.
—“Chale, ya ando viendo moros con tranchete. Esta mula vieja no va a pelarme nunca en su vida” —sonrió tristemente y volvió al interior de su vivienda.
Se hizo otra torta de frijoles para el desayuno y luego se ocupó de más o menos levantar su casa, pues vivía solo y entraba a chambear a las once de la mañana.
Lo primero era lavar sus platos y luego tender la cama, para después barrer.
Todo lo hizo según su costumbre y a la hora de meter la escoba bajo la cama vio algo y dijo:
—“Chale, ¿Qué es esto?” —levantó un cuadrito de tela o papel, no lo pudo definir, lo llevo a su nariz y lo olió— ¡Está perfumado! Es una toallita desechable que ella uso pa ¡Yuuupiii! Sí, me la cogí… se la metí hasta los huevos… le caiga gordo no, le encantó la reata y estoy seguro que me va a extrañar, la condenada.
Después de ese día, ya no volvió a verla, él terminó en la obra y decidió seguir sus planes, total, las güeritas gringas también están buenas y tal vez, conseguiría una.
Así fue como, Jerónimo Alpuera, viajó hacia la frontera en donde nos encontramos con él y nos hicimos los grandes compañeros de infortunio mientras esperábamos para cruzar el río, también fue así, como nos contó su historia.
Todo un naco
Se siente re gacho cuando uno baja del autobús y comienza a ver pa todos lados como tarugo sin saber pa onde dirigir sus pasos —así comenzó a contarnos Artemio Ortigoza, un vale del estado de Guanajuato, que también buscaba cruzar en busca de fortuna y que al unirse a nosotros, se sintió en confianza y comenzó a contar su historia, él es un hombre moreno claro, como de 1.75, atlético, de facciones agradables y un carácter muy abierto y franco, bueno, sigamos con su historia— Al principio, al entrar en el camión de pasajeros a la gran ciudad capital, pos se ve re bonito, a la entrada, llegando por la carretera México – Querétaro, se ven el resto de casas por las laderas de los cerros.
Unas muy bonitas, otras no tanto, pero más o menos buenas pa vivir.
Luego ya las ve uno más de cerca y muchas de ellas son en conjunto, todas iguales, como uniformadas, copias. Más adelante ya entra uno a las avenidas donde circulan el chorral de carros y hay una que otra casa de varios pisos, la mayoría de dos.
Hasta ahí como que ve uno las cosas muy bonitas, como color de rosa, dan ganas de andar por todos esos lugares, conocerlos y vivirlos de cerquita.
Ya más adelante hay muchos comercios, venden de todo, desde una aguja, hasta majada en frasquitos y todo lo compra la gente.
También hay el resto de humo, en lugares hasta se ve nublado y se empieza a sentir un cosquilleo en la garganta. que quieren chillar los ojos y te arde la nariz.
