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Capítulo 8

Aunque mi mente me grita que deje caer su cuerpo flácido y tembloroso sobre el colchón, no lo hago. En circunstancias como estas, suelo tirar a quien esté en mis brazos a la cama y decirle que se vista y se largue. Pero esta vez no lo hago. ¿Qué demonios me pasa?

Me salgo de su interior y la acuesto suavemente en la cama. No dice nada mientras permanece tumbada, respirando entrecortadamente. Mónica se levanta y apoya la cabeza en mi almohada, mirándome con la sonrisa más tonta del mundo. Una buena polla puede hacer eso.

Me quito el condón y hago una mueca de dolor al final, porque estoy tan sensible después de ese orgasmo alucinante. —¿Cómo te sientes, cariño? —Me río entre dientes al ver su cara sonriente y luego me quedo paralizada. ¿Qué demonios le acabo de preguntar? Me doy un puñetazo en la cara. ¿Desde cuándo me importa ? Me estremezco solo con la palabra. Sigues jodida . Sí, eso es. Voy a echarle la culpa al alcohol que aún corre por mi organismo.

Sigue mirándome, aunque ahora con cariño, y me cuesta mucho no salir corriendo por la puerta, aunque estoy completamente desnudo. —Estoy genial, guapo. —Mónica parece estar viendo estrellas. Una buena polla le hace eso a una chica.

—Bueno , bueno, eh... —Tienes que irte . Pero no lo digo. Me paso las manos por el pelo mientras busco torpemente las palabras. —Me voy a duchar . Qué ?

-Está bien.- Ella sonríe de nuevo.

Joder . Si esa no es la sonrisa más bonita que he visto en mi vida, no sé qué lo es. Ahora quiero atragantarme. No digo nada mientras me giro bruscamente y prácticamente me catapulto hacia el baño. Se habrá ido cuando salga. No estará ahí tumbada. Me repito estas cosas constantemente.

Abro el grifo del agua, que está terriblemente fría. Espero que me devuelva la cordura. Entro y automáticamente retrocedo ante la sensación de frío abrasador del agua. Pero funciona. Mi mente se tranquiliza al instante. Agarro la esponja y empiezo a frotarme, intentando borrar con furia los sucesos del día.

Una vez que siento que me he descamado cada centímetro de la piel, deshaciéndome de cualquier contacto desconocido, salgo. Me seco y me envuelvo la toalla alrededor de la cintura. Al salir del baño, me doy cuenta, para mi consternación y pánico absoluto, de que Mónica está profundamente dormida en mi cama, roncando suavemente.

Oh vida, ¿por qué sigues jodiéndome?

Intento despertarla, pero es inútil. Se ha desmayado y con la cantidad de alcohol que ha bebido, no habrá forma de despertarla en un buen rato. Está en mi cama. Joder, está durmiendo en mi cama. Nadie duerme en mi cama excepto yo. Me estremezco al pensar en la mañana incómoda que seguramente me espera mañana.

Maldita sea . ¿Por qué no podía guardármelo en mis malditos pantalones? Esta chica vive justo enfrente.

Me pongo un chándal y voy a la cocina. Cojo el whisky de la encimera y prácticamente me bebo el resto de la botella. No será la primera vez que lo diga, y desde luego no será la última, pero ¡ qué le vamos a hacer !

-&-

Calidez . Un exceso de calidez. ¿Por qué tengo tanto calor?

Y ahí es cuando me doy cuenta de que acabo de despertar a mi propio infierno. Siento un peso en el pecho, en el torso, en los brazos. Siento piel contra piel. Siento que alguien me toca; por todas partes . Casi cada centímetro de mi piel está siendo tocado.

Pánico . Un pánico puro y ondulante me quema las venas como un reguero de pólvora, abrasándome por dentro. Quiero gritar mientras los demonios empiezan a llenar mi cerebro y a consumirme. Abrí los ojos de golpe y vi a Mónica durmiendo plácidamente sobre mi pecho. Su cabeza estaba sobre mi pectoral. Su brazo rodeaba mi torso con fuerza y sus piernas las mías.

¿Cómo llegué a la cama? Y lo más importante, ¿por qué me metí si había otra persona? Dolor . Siento esa sensación por todas partes.

Saco mi cuerpo con fuerza de debajo del suyo, haciéndola rebotar ligeramente en la cama con un ¡bum!, pero no me importa. No me importa nada porque siento la oscuridad . Siento la agonía que está a punto de apoderarse de mí. Voy a la cocina y enseguida me doy cuenta de que no tengo más alcohol. No me queda nada en mi maldito apartamento para atenuar lo que está a punto de suceder.

—¿Jike ? —Oigo a Mónica levantarse de la cama—. ¿Jike , estás bien? —Suena un poco asustada—. Únete al club, cariño .

No, vale, es lo último que siento ahora mismo. No le digo ni una palabra mientras entro al baño y cierro la puerta de golpe. Casi pensé que lo había roto, pero por suerte no. Abro el grifo y me froto la piel con el agua, intentando quitarme el calor de su cuerpo. Es inútil.

Aprieto la espalda contra la pared y me deslizo hasta tocar el suelo. Llevo las rodillas al pecho y pongo la cabeza entre las manos, preparándome para ello. Mi respiración se acelera. Mi corazón late fuerte. Y las visiones se infiltran lentamente en mi cerebro, una a una. Ahí está. La razón . Por qué la sensación de las manos de alguien acariciando cariñosamente mi piel es repugnante.

Joder. Joder. Joder. Joder. Joder. Joder. Joder. ¡Sal de mi maldita cabeza!

—¿Jike ? —grita desde detrás de la puerta—. Jike , ¿estás bien? ¿Qué ha pasado ? Oh cariño, es lo último que querrás oír . -Jike , ¡me estás asustando! -

—Vete ya. —dice con dureza.

- Espera, ¿qué ? - Suena herida y no me importa nada porque nadie conoce el dolor como yo.

—Te dije que te largaras de mi apartamento, Mónica. —Lo dije con rabia porque no quiero a nadie aquí. No quiero que nadie vea el desastre que soy, y menos ella.

-Jike ...-​

¡ FUERA! —grito , y ahora está llorando. La he hecho llorar, pero por desgracia, sigo sin darme cuenta, porque mi cerebro está evocando imágenes horribles. —Mónica , te juro por Dios que si no te largas de mi apartamento ...

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