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Capítulo 9

—¡Mierda ! —jadea Sheran—. No es mi hombre. —Suspiro . —Bueno , ese es el problema. Tienes que demostrarle quién manda. Dile que no puede mirar a otra mujer. —dice Cali con seguridad.

—¡No puedo hacer eso! Entonces estaría admitiendo que lo deseo aunque sea mi profesor. —Me muerdo el labio ante lo seductor que suena. Le encantaría oírlo. —¡Pues entonces no hay nada más que puedas hacer! —Cali se encoge de hombros.

—¡O podrías dejarlo para siempre! —Las chicas miran a Melinda con una ceja levantada—. ¡ Quieres que se deshaga del Sr. Sexy! —jadea Sheren. —Sí —responde Melinda—. ¡ Es una mala idea !

Asiento. Es una mala idea, pero no puedo evitar desearlo. —Bueno , si yo fuera tú, lo haría. —Cali me guiña un ojo.

El resto del día nos quedamos en la cafetería y trabajamos en nuestros proyectos por separado.

Estoy en el pasillo esperando a que todos mis alumnos entren a clase. Fue entonces cuando vi a Cristina hablando con un chico. Nunca la había visto hablar con él, así que debe ser nuevo. Están cerca y ella se ríe de todo lo que dice.

No sé por qué, pero me molesta. No es tan gracioso como para que ella tenga que reírse de todo lo que dice. Cruzo los brazos con más fuerza y lo miro con enojo. Sé que no puede verme, pero desearía que mi mirada lo alejara de ella.

Siento que alguien me toca el brazo y lo aparto. Me doy la vuelta y veo que la Sra. Keen me sonríe. Ha estado coqueteando conmigo constantemente y eso empieza a molestarme. No puedo decirle cuánto me molesta, pero ojalá pudiera.

—Oye , Hector. ¡Pareces enojado hoy! ¿Qué pasa? —pregunta . Nunca le dije que podía llamarme por mi nombre. —No es asunto tuyo, Sra. Keen —digo molesto al ver que el tipo le toca el brazo a Cristina .

¿Por qué están tan cerca de repente? Intenta seguir mi mirada, pero la desvío hacia el reloj. —¿Tienes prisa por ir a algún sitio? —pregunta. —Sí , de hecho, tengo una cita esta noche. —Miento para que me deje en paz.

Cuando miro a Cristina , me mira con una expresión indescifrable y luego entra al aula. Mierda, creo que me ha oído. Me vuelvo hacia la Sra. Keen. Espero que esté contenta de haber arruinado cualquier posibilidad de que esa cita se llevara a cabo.

- Necesito irme, la clase de la Sra. Keen está por comenzar. - Sonrío y me voy antes de que pueda decir algo.

Cuando entro a la clase, Cristina está sentada junto a ese chico otra vez. No voy a dejar que esto pase. No si tengo algo que ver.

Le sonrío a mi amigo Lucas. No lo había visto desde mi segundo año de preparatoria. Éramos muy amigos por aquel entonces y estaba loca por él. Claro, tenía novia, así que me guardé mis sentimientos. Después de eso, se mudó a otro estado para vivir con su padre.

Verlo en el pasillo esta mañana fue muy refrescante. Volvió aquí para la universidad y me reconoció. —Todavía no puedo creer que hayas vuelto. Quizás tenga que volver a probar los pasteles de tu mamá —digo recordando el delicioso sabor del pastel. Su madre solía prepararlos para mí cuando iba a su casa.

Después de que se mudó, dejé de visitarlo. Demasiada noglastia. —Sí , dijo que te extrañaba. Yo también. —Me sonríe con suficiencia y me quedo atrapada en sus hipnóticos ojos azules.

Si Hector puede seguir adelante y tener una cita con alguien más, yo también puedo. - Deberíamos ha- - empiezo, pero me interrumpen.

—Hay asientos asignados, estudiante nuevo, y este no es el tuyo —dice Hector, de pie frente a nosotros con los brazos cruzados. ¡Qué descaro! —Ay , no lo sabía —dice .

—Profesor Rodriguez, a Melinda no le molesta en absoluto cambiar de asiento con Lucas. —Sonrío dulcemente y veo que su ceja se mueve.

Se aclara la garganta. —Lo siento, Cristina, no sabía que esta era tu clase. —Se cruza de brazos y esta vez me toca a mí estar molesto. No digo nada más mientras Lucas se mueve de sitio. Melinda vuelve y se sienta a mi lado.

—¡Mejor así! ¡Todos seguirán mis reglas en esta clase! —Miró a Lucas con severidad.

Me muerdo el labio y Melinda me mira. —Parece que lo pusiste de mal humor. —Frunce el ceño— . Es él quien tiene una cita esta noche. —Cruzo los brazos y me recuesto en la silla. No tiene derecho a alejarme de Lucas. En cuanto salga de esta clase, volveré con él.

Cuando Hector regresa al frente de la clase, me sonríe con suficiencia. "Intenta hablar con él ahora".

Le voy a dar un sermón después de clase.

Aparto la mirada de él y me concentro en terminar mi trabajo. —Espero que todos hayan terminado sus tareas de la semana. No voy a ser indulgente con las calificaciones. —Se sienta detrás de su escritorio.

Después de clase.

Me despido de Melinda mientras se levanta de su asiento. Lucas se acerca a mí. —Ibas a invitarme a quedar contigo después de clase antes de que ese profesor nos interrumpiera tan bruscamente, ¿verdad? —pregunta , apoyándose en el escritorio—. ¿ Cómo lo supiste? —Sonrío .

-Porque sé cuánto me extrañaste.- me guiña un ojo.

- ¿Qué pasa si te digo que no te extrañé en absoluto? - bromeo.

—No te lo creería —dice con una sonrisa burlona—. ¡ Llegarán tarde! Llévenlo al pasillo, por favor —espeta Hector.

—Es un imbécil —gruñe Lucas molesto y me muerdo el labio. No puedo decir que lo sea.

Camino con Lucas por el aula. —Ya te acostumbrarás —le guiño un ojo. Antes de salir, Hector me llama.

—Necesito hablar contigo antes de que te vayas —dice mientras hojea papeles. Ni siquiera me mira—. ¿ Quieres que espere aquí? —pregunta Lucas. —¡No , adelante! Te alcanzo. —Sonrío y asiente. Espero a que se vaya antes de entrar en la oficina de Hector.

Él me sigue y cierra la puerta con llave. —Hector , ¿quién demonios te crees que eres? Puedo sentarme con el chico que quiera. —Me doy la vuelta para mirarlo y él me agarra, atrayéndome a un beso apasionado.

Su lengua roza la mía y me derrito en sus brazos. Me lleva de vuelta a su escritorio y sus lápices caen al suelo. Me levanta y se desliza entre mis piernas. Todo mi cuerpo sucumbe al suyo.

Él puede hacer lo que quiera ahora mismo y no me opondré. Lo deseo tanto como él a mí. Sus manos se deslizan por mi muslo y me aprietan. Siento una sensación recorrer mi cuerpo. Me pasa la mano por el pelo y siento un escalofrío.

—Hector . —Gimiendo en su boca. Se frota con fuerza contra mis pantalones, creando fricción. Gimo y hundo los dedos en su espalda. —Dime que me deseas. —gruñe . —Te deseo, Hector —le digo al oído seductoramente.

- Dime qué quieres. - Susurra. - CÓJEME. - Gimo.

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