Capítulo 2
Sin pensarlo dos veces los sigo y jalo a Catarina detrás de mí, siento sus manos temblorosas sosteniendo mi brazo y mi enojo aumenta.
- ¿Qué demonios es eso? - pregunta irritado.
- ¿Estás jodidamente loco? - pregunto y se levanta. - ¿No ves que la chica no quiere tener nada que ver contigo?
- ¿Y quien es usted?
- No importa, si le pones un dedo más te juro que te romperé la cara.
- ¿Gasté dinero en esta egoísta hija de puta y ni siquiera me lo da? - pregunta incrédulo.
Saco unos billetes de mi bolsillo y se los tiro al pecho.
- Ahí está tu puto dinero.
- ¿Qué eres tú para ella, eh? ¿Novio? - pregunta y se ríe. - Joder, no puedes salir con una mujer gorda así, solo sirve para comer.
Escucho a Catarina gritar mientras le doy un puñetazo al hombre frente a mí, él cae al suelo y le vuelvo a golpear.
- ¡SAMUEL!
- M-mala, hombre. - dice el hombre desesperado, ya no era el hombre machista que era hace unos segundos.
La gente comienza a acercarse al lugar y forman un círculo.
- Si sueño que te acercaste a ella otra vez, perderé todos los dientes de tu boca, ¿me entiendes? - asiente rápidamente, me giro hacia Catarina que me miraba asustada. - Vamos.
Tomo su mano y salgo del club, nos dirigimos hacia el auto y entramos, empiezo.
- Sam, yo - comienza tras unos minutos de silencio.
- ¿Estás bien? - pregunto interrumpiéndola y ella asiente.
- Disculpame.
- ¿Por qué viniste a encontrarte con alguien sin decírselo a nadie? ¿Y si no estuviera aquí, Catarina?
- No me imaginaba que sería así, parecía ser Diferente. - Gira su cara hacia la calle, pero veo caer una lágrima.
- ¿Donde lo conociste?
- Es cliente de la tienda y viene casi todos los días y ayer me invitó a salir. - Ella respira profundamente. - Pero cuando llegó al club era diferente.
- Por supuesto, Catarina. - Me detengo en un semáforo en rojo. - Sólo quería una cosa de ti. - digo, pero pronto me arrepiento cuando veo la expresión en su rostro, la luz se abre nuevamente. - No quise decir eso, es solo que - me interrumpe.
- Esta todo bien. - la misma fuerza una sonrisa. - ¿Para donde vamos? - pregunta al verme doblar a la izquierda, por un camino diferente al de su casa.
- No puedo llevarte a tu casa, tu hermano te matará.
- ¿Entonces no se lo vas a decir? - pregunta esperanzada.
- ¿Vas a hacer eso otra vez? - Le pregunto y ella lo niega. - Mira, no necesitas someterte a este tipo de cosas.
- Para ti es fácil decir que eres un hombre.
- ¿Entonces?
- Joder, tengo veinte años y nunca he salido con nadie, nunca he encontrado a nadie que se interese por mí. ¿Mis compañeros de escuela ya están casados y tienen hijos y yo? Sigo congelado en el tiempo.
- Pero lo estás haciendo mal, eres demasiado bueno para cualquier vagabundo y por eso aún no has encontrado a nadie, todo tiene su tiempo. - Digo estacionando frente a mi casa. - Y otra cosa, ¿lo haces por presión o porque quieres?
- Sólo quería sentirme amada. - responde suavemente, como para sí misma.
- Eres amado, Di. - Le tomo la cara, haciendo que me mire. - Tu familia te quiere, los chicos te quieren y yo también.
- No es esa clase de amor, Sam.
- Tienes que dejar de apresurarte. - murmuro y ella fuerza una sonrisa. - Vamos a entrar.
Salgo del auto y ella sale poco después, abrazada a su cuerpo.
- ¿Qué? - pregunta al darse cuenta que la estaba mirando fijamente.
- Todavía sale con estos trozos de tela y luego se enfría. - Respondo abriendo el portón.
- Se llama vestido. - dice riendo y entrando.
- Para mí es un trozo de tela. - Cierro el portón y me dirijo a la puerta de la sala, la abro y veo a Sérgio recostado en el sofá.
- Hola Sam y ¿Catarina? - pregunta confundido.
- Sérgio, ¿sabes ese favor que me debías? - pregunto y él asiente. - Lo voy a necesitar ahora, Dino no puede saber que Catarina está aquí.
- Bien.
- ¿Bien? ¿Sin preguntas ni nada? - pregunta Catarina sorprendida.
- Es un favor, no lo cuestionamos. - Sérgio se encoge de hombros, pero luego se cruza de brazos y la mira de arriba abajo. - ¿Qué traje es ese?
- ¿Qué le pasa a mi ropa?
- No tienes ropa en este caso, ¿verdad?, ¿olvidaste el resto de tu vestido en casa? - pregunta y me río.
- Eres insoportable. - murmura.
- ¿Quieres tomar una ducha? - pregunto y ella asiente. - Puedes ir al baño, te traeré una toalla.
Ella asiente y se dirige hacia el baño. Conozco a Dino desde hace más de seis años y vivimos en la casa del otro todos los días. Por eso, era común que Catarina viniera e incluso durmiera aquí con su hermano, conocía la propiedad como si fuera su hogar.
- Samuel. - Sérgio me llama apenas entro a nuestra habitación. - Sé que no hacemos preguntas sobre favores, pero necesito preguntar esta. - dice, apoyándose en la puerta.
- Decir. - Abro el armario y saco una toalla limpia y una camiseta.
- Tú y Catarina ¿Están tomando algo? - pregunta directamente.
- ¿Qué? ¿Estás loco, Sergio? - Cierro la cómoda y suspiro. - Ella es la hermana de mi mejor amigo.
- Es sólo una pregunta, hombre. - levanta las manos en señal de rendición. - Debido a nuestro acuerdo de no hacer preguntas sobre favores, no te preguntaré sobre esa mano herida que hay allí.
- Es mejor. - digo y sale de la habitación, voy al baño y cuando voy a tocar la puerta escucho un llanto que sale de ella. Me apoyo contra la pared y suspiro, espero unos minutos y llamo a la puerta. - ¿Esta todo bien?
- Esta sí. - Escucho el sonido de la puerta abriéndose y Catarina solo asoma la cara. - Gracias. - me agradece cuando le extiendo la toalla y la camiseta.
Intento pensar en algo que decir y consolarla, pero no se me ocurre nada.
- Estaré en la habitación. - digo y ella asiente cerrando la puerta nuevamente.
Me doy una ducha rápida y al salir de la ducha me pongo la camiseta que Samuel había dejado a un lado. Él era grande y se suponía que la camiseta le quedaba como un vestido, pero él es delgado y yo no. La camiseta golpea mis muslos, me miro en el pequeño espejo y veo que está cubriendo todo lo que debería cubrir.
Salgo del baño y me encuentro cara a cara con Sérgio.
- Oye pitchula, Samuel dijo que vas a dormir aquí. - dice y lo miro sorprendida.
- ¿Él dijo? - pregunto, siguiéndolo, que se dirigía a la cocina.
- Sí, algo sobre que Dino te matará si llegas a casa ahora. - Toma las llaves del auto que estaban sobre el mostrador. - No sé qué están haciendo ustedes dos y no quiero involucrarme, es decir, si Dino se entera no sabré nada, ¿verdad?
- Bien. - Respondo y él sonríe.
- Voy a dormir a casa de mi novia, tú puedes dormir en mi cama. - me besa la frente como siempre y me revuelve el pelo.