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Capítulo 8

—Bueno , me voy —anuncio, y ambos asienten. Me voy después de asegurarme de que cierren la puerta...

Me despierto a la mañana siguiente con la peor resaca de mi vida. Necesito dejar de beber. Miro a mi alrededor y parece que estoy en mi cama. "¿ Cómo he llegado hasta aquí? ", me pregunto.

Miro la hora y, ¡mierda!, llego tarde. Salto de la cama y voy al baño. Me doy una ducha rápida y me visto. No voy a llegar a tiempo. Me hago un moño despeinado y busco las llaves del coche por toda la casa. Esto me hace llegar más minutos tarde. En cuanto por fin salga de casa, sé que me van a dar un sermón.

Una vez que me subo a mi coche, lo pongo en marcha y conduzco lo más rápido posible.

minutos después

Abro la puerta de mi clase y todos me miran. —¡Llega tarde, Sra. Webber! —dice el profesor Rodriguez. Me mira con una ceja enarcada, esperando una explicación. —Lo siento, señor —digo cabizbajo—. ¡ Tome asiento! Espero que pueda alcanzarlo —dice .

Lo miro y me sorprende ver un chupetón en su cuello. Está un poco tapado, pero es tan oscuro que se ve. Me aclaro la garganta y camino a mi asiento. No puedo estar enojada ahora mismo delante de toda la clase. Sin embargo, no puedo evitar pensar: «¿Quién le hizo el chupetón?». ¿Tan rápido me dejó? ¿Solo fui una aventura de una noche?

Me muerdo el labio con rabia mientras me siento junto a Melinda. —La resaca debe haberte hecho llegar tarde. —Melinda se encoge—. ¡ Lo siento mucho! —dice . Miro su cara de culpa y frunzo el ceño—. ¡ Tengo unas palabras para ustedes luego, chicas! —Me cruzo de brazos—. ¡También tengo unas palabras para Hector!

¿Cómo pudo tener un chupetón justo un día después de que rompí? Quiero borrarle esa sonrisa tonta de la cara. —¡Lo viste! —digo enfadada. —¿Ver qué? —pregunta—. El chupetón en el cuello. —Frunzo el ceño. Ella entrecierra los ojos mientras lo mira. —Ay , no me había dado cuenta —dice sonriéndome—. Parece que lo pasaron bien anoche. —Me guiña el ojo—. ¡ ¿De qué habla?! No fui a verlo anoche. —Yo no le hice eso —digo .

—¡Mierda ! —pregunta sorprendida—. ¡ No! —digo enfadada—. Bueno , quizá deberías preguntárselo —dice Melinda, insegura—. Algo que quieras compartir con las chicas de la clase. Si tu charla es más importante, quizá prefieras continuar en otro lugar. —Suelta la clase. —No , señor. Lo siento —dice Melinda—. Ojalá estuviéramos solos ahora mismo. Ya estoy enfadada. —¡Bien , volvamos a la clase! —dice .

Al final de la clase, me quedo mientras todos se van para hablar con Hector. Cuando por fin se van, me dirijo a su oficina. Está hablando con una alumna de mi clase llamada Verónica. —Sí , tenemos un programa extraescolar para fotógrafos. La Sra. Ian quiere que elijas a un par de alumnos de tu clase —dice ella— . Bueno , gracias por avisarme. Date prisa en tu próxima clase. —Él sonríe y ella asiente. En cuanto se va, él me mira.

—Señora Webber, ¿recogió todas las notas que se perdió esta mañana? —pregunta al entrar en su oficina. —Sí , señor. Quiero preguntarle algo —digo , señalando una silla—. Adelante —sonríe mientras cierra la puerta de su oficina. Rodeó su escritorio y se sentó. Me senté frente a él. —Veo que se fue rápido —digo , mirando su chupetón. Arquea una ceja.

—¿Qué ? —pregunta— . El chupetón que intentaste ocultar. —Señalo mi cuello, donde está. Me mira un segundo antes de sonreír con suficiencia. —Me dijiste que me fuera, Cristina. —Me mira de arriba abajo y se muerde el labio. —Sí , pero no tan rápido. —Me hace señas para que me acerque. Me levanto del asiento y camino hacia él. Me sienta en su regazo y me siento a horcajadas sobre él.

- ¿ No recuerdas nada de anoche, Eva? - Pregunta. - Anoche. - Creo . - Fui a casa de la chica y me emborraché. - Digo. - Sí, ¿y cómo crees que llegaste a casa? - Cierro los ojos mientras intento recordar. Tomé un taxi a su casa solo en camisón. Oh, Dios, le dije que quería hacerle cosas malas. Ugh, luego lo ataqué a besos. Recuerdo sus suaves manos deslizándose por mi camisón. Empiezo a mojarme solo de pensarlo. Hay algo sucio en sus manos desapareciendo bajo mi ropa. ¡Agarró mi muslo, lo cual se sintió tan bien! Su mano se deslizó hacia arriba y agarró mis pechos.

Entonces su mano se deslizó hacia abajo y acarició mis bragas mojadas. Recuerdo chuparle el cuello. Pensé que eran sus labios porque estaba borracha. —Pensé que era un sueño —digo . Su mano se desliza dentro de mis pantalones y mis bragas. Mete un dedo dentro y jadeo. —A -Hector —gimo. —Venir a mi casa a las 10 y provocarme merece un castigo —gruñe en mi oído—. Me dejaste excitada y frustrada —me muerde la oreja y curva el dedo. Arqueo la espalda y él se ríe entre dientes.

No quiero que pare. —No pares —le susurro al oído—. ¿Qué digo? Estamos en la escuela, el lugar más arriesgado para hacer esto.

—Ruégame —me ordena—. No , no puedo. —Gimiendo , su dedo sale lentamente y vuelve a entrar. Si le ruego, no podré parar antes de que algo más suceda. —Si no me ruegas, te mando lejos. Tienes que olvidar que todo esto pasó. —Me aprieta el trasero y yo lo agarro por los hombros. —Tengo que irme —digo .

Sus dedos se deslizan fuera de mí y gimo por la ausencia de su contacto. —Señora Webber. Puede retirarse. —Me levanto y me arreglo los pantalones. Abre la puerta de su oficina y se va. ¡Qué tortura! ¡Lo deseo con todas mis fuerzas! ¿Por qué no lo ve?

Salgo de su oficina. Al llegar a la puerta del aula, lo veo hablando con mi profesora coqueta. Ella le toca el brazo y se sacude el pelo. "¡No es tuyo!". Pongo los ojos en blanco y me dirijo a mi siguiente clase. El mismo lugar donde debería estar ella.

Me toma minutos llegar y tomo mi lugar al lado de Cali molesta. - ¿Qué pasa hoy cariño? - pregunta ella. - Bueno, ¡al parecer mis amigos me dejaron ir a su casa mientras estaba borracha como una cuba! - digo con los ojos muy abiertos.

—¡No es culpa nuestra! Estábamos todas borrachas también —dice sorprendida— . Bueno , pues ya no volveré a tener una noche de chicas. —Me cruzo de brazos y me doy la vuelta.

—¿Qué hizo? —pregunta— . ¡ Pues sí! Actúa como si no pudiera luchar por mí o algo así. Peor aún, está coqueteando con nuestro profesor. —Suspiro .

—Bueno , qué baja eres, chica. Aunque es profesor, así que quizá podría luchar por ti si le dijeras que no. —Se encoge de hombros.

—Sé que es profesor, pero ni siquiera me ha escrito sobre su deseo. ¡No ha dicho nada de que me desee! —Me paso las manos por el pelo, frustrada. La Sra. Keen entra al aula con una gran sonrisa, interrumpiendo nuestra conversación. Me molesta aún más.

Durante el resto de la clase, tuve que escucharla con una gran sonrisa. No sonreirá cuando descubra que tiene pareja. Pero no tiene pareja. ¡Probablemente se acueste con ella! Necesito quitarme estos pensamientos de la cabeza.

Al final de la clase, Cali y yo quedamos en encontrarnos con las chicas en un café de la calle. Tengo mucha tarea y me encantaría que me ayudaran. En cuanto llegue, todas estarán comiendo algo rico.

Quizás debería haber salido del campus a comer algo hoy. Me siento a la mesa con las chicas y cojo el menú.

—¡Oye , chica! ¿Qué tan incómodo fue ver a tu profesor? —pregunta Sheran— . ¡Qué incómodo! —Me cruzo de brazos y los miro—. Cristina está furiosa porque su novio está coqueteando con otros profesores —dice Cali, levantando una ceja.

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