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Capítulo 13: No tengo dinero

Antes de reconocer al dueño de la voz, Yadira Jimenez se sorprendió por un rato, era ¨Fidelio¨.

- ¿Por qué aún no te has ido? -preguntó desconcertada Yadira. Pero la respuesta solo fue el sonido del teléfono colgado.

Ella miró el teléfono que estaba colgado, se puso de cuclillas y sostuvo ansiosamente su cabeza, para luego proferir, -¿Por qué venien todos a avergonzarme?-

Salía Costa y Hérnico Jimenez la concibieron, pero nunca la dieron amor.

Ella se vio obligada a ser parte de la familia Dominguez, pero Delfino Dominguez, su esposo, la odiaba tanto que no ha querido verla hasta ahora.

A pesar de que ella no quería causar problemas, ¨Fidelio¨ siempre la hostigaba. Pero, si ella lo ignoraba, ¿realmente él podría decirle a Delfino que era ella quien lo seducía? Yadira pensó en esa posibilidad, por lo que respiró profundamente y se puso de pie.

Aunque había amenazado a su madre y hermanastra de esta manera, si ¨Fidelio¨ mintiera a los demás, de seguro la familia Dominguez, sin importarle la verdad, la sacrificarían sin pensarlo para mantener su reputación.

...

Yadira no fue a comprar lo que pidió ¨Fidelio¨, sino que regreso a casa después de comprar algunos ingredientes en el m mercado.

Abrió la puerta y entró, entonces vio el cuerpo alto de ¨Fidelio¨ acurrucado en su pequeño sofá.

El apuesto hombre ladeó su cabeza y se apoyó en el respaldo del sofá, sus largas piernas estaban dobladas juntas, su postura era libre y cómoda. Si su rostro no estuviera demasiado pálido y su mirada tan tranquila, era imposible descubrir que había sufrido una herida bala.

Aun así, él no estaba a gusto en esa pequeña y estrecha habitación. A pesar de todo, él era un señorito mimado, con carácter desagradable, que creció en una familia de primera, por lo que no se podía esconder su gracia y elegancia.

Dejó de lado las compras que tenía en la mano y se inclinó para cambiarse de zapatos.

De repente, sintió un aliento helado, haciendo que ella levantara su cabeza bruscamente y ver que el hombre que estaba apoyado en el sofá antes, se había acercado a ella, para ponerse a ver los ingredientes que ella trajo.

Delfino los vio, arqueó las cejas y la miró, -¿Esta es la comida que te he pedido comprar? -

Yadira, después de cambiarse los zapatos, se dio la vuelta para tomar las verduras y dijo en tono ligero, -Los platos del restaurante son muy caros, no tengo tanto dinero-.

Delfino se fijó en la ropa que ella llevaba puesta, se notaba que era barata y vieja. “Su esposa recién casada está realmente... pobre.”

A Yadira no le importaba lo que él pensara, por lo que tomó las compras y se dirigió a la pequeña cocina dividida.

...

Una hora después, Yadira salió con los platos ya preparados.

Delfino dejó su celular y posó su mirada en los platos que ella había cocinado. El aroma era muy bueno y se veían muy ligeros, adecuado para alguien que acababa de recibir una bala.

Yadira dejó la comida frente a él, para luego ocuparse en sus asuntos.

Luego, al verlo casualmente, descubrió que, después de haber comido algunos bocados, el rostro de ¨Fidelio¨ se había apago y su expresión se veía un poco sombría.

El corazón de Yadira empezó a latir más de prisa, para luego preguntar, -¿Qué pasó?, ¿Es que acaso lo que he preparado ha ofendido al señorito?-

Delfino dejó su cuchara a un lado, y con una expresión sombría en su rostro, se levantó y salió afuera.

Sus pasos eran bastante estables como si no estuviera tan débil.

Yadira se acerco a recoger la comida, por lo que no lo siguió.

Afuera

Delfino, algo irritado, trató de tomar un cigarrillo de su bolsillo, y tardó un buen rato en darse cuenta de que no llevaba cigarrillos consigo.

Aquel sabor familiar le recordó a su madre. aquella dulce y elegante mujer que nació en la clase noble, que era amable y virtuosa, y le encantaba cocinar. Pero, al final...

Entonces recordó el húmedo y sucio sótano, apretó el puño y lo golpeó con mucha fuerza contra la pared.

Incluso Yadira, que estaba sentada en la casa cenando, escuchó el golpe.

Yadira no estaba segura de qué hacer, pero, ella todavía no podía ignorarlo, así que dejó sus cubiertos y salió a ver lo que pasaba,

- ¿Qué pasó? -¿Acaba de pasar algo?

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