Magna y el Lobo Perverso

Me encontraba caminando lentamente y recordando a Alfa Karl, aquel macho elegante, sexy, hermoso, dulce y cariñoso del cual yo quedé impactada desde el primer día que lo vi. Pero mi amiga loba me había advertido de que sería un amor imposible; aparte de que se encontraba comprometido, ya tenía su mujer elegida. Yo amaba el mundo de ellos, pero yo no pertenecía al de ellos. A mí me daba curiosidad como Alfa Karl me miraba y se comportaba conmigo en algunas ocasiones, me trataba lindo y yo me derretía con su presencia. Por casualidad de la vida cuando yo pensaba en él, lograba verlo. Así que ese día no fue la excepción, vi su auto que se estacionó y cuando lo logré alcanzar, me ubiqué  al lado del auto esperando alguna acción de él. Veía como se desmontaba e iba luciendo un lindo atuendo, su mirada se posó frente a la mía y como de esperarse emprendimos una amena conversación. Pero antes me sonrió.

—Magna Lahe —pronunció suavemente y volvió a sonreír.

—Alfa Karl —susurré en un hilo de voz con el corazón a mil.

—¿Qué haces caminando sola?

—Quise caminar un poco, mi abuelo vive no muy lejos de por aquí.

—Entiendo... ¿Quieres que te lleve hacia algún lugar en específico? Yo podría llevarte hacia donde tú quieras, no tengo nada que hacer —se ofreció a querer pasar un rato conmigo, pero lo pensé por unos minutos.

—Recuerda de que estás comprometido Karl y no quiero causarte problemas —le dejé claro.

—Olvida por hoy a todo el mundo y vámonos hacia la ciudad próxima —me pidió dejándome sorprendida.

《No lo puedo creer, Karl quiere que nos vayamos a otra ciudad, ¿qué hago?》.

—No lo pienses y vámonos —insistió él.

Y yo como una loca enamorada de él; acepté su proposición, asentí y él volvió a montarse en su auto esperé a que él me permitiera entrar a su auto. Me coloqué en la parte delantera e inmediatamente le envié un mensaje de voz a mi abuelo diciéndole de que no regresaría hasta el día siguiente a su casa.

—Hace tiempo que yo quería hacer esto —me confesó dejándome aún más sorprendida—. Y no te sorprendas, estoy siguiendo los deseos de tu corazón.

—¿Me estás leyendo la mente?

—¿Y tú qué crees Magna?

—Yo creo que sí —le respondí.

En el transcurso del viaje estuvimos conversando mucho sobre nosotros y me llevó hacia una casa pequeña que él tenía en el campo, cuando llegamos yo decidí tomar mi móvil y vi muchas notificaciones, entre ellas mensajes de mi amiga Loreta, decidí llamarla y contarle lo sucedido no antes de que yo me apartada de Karl para que él no me viera.

—Loreta estoy con Karl en unas de sus casas.

—¿Qué Magna? ¿Estás loca? ¿Sabes lo que eso significa?

—¿Qué hay de malo Loreta?

—¡Te va proponer sexo, estúpida!

De verdad que yo no había pensado en eso.

—¿Y si ocurre qué?

—¿Magna vas a acostate con él aún sabiendo de que está comprometido? Yo no quiero de que salgas lastimada.

—Descuida amiga, siempre me lástiman.

—No quiero lamentaciones luego y ya te lo advertí Magna, tú no eres de su ciudad y ni de su origen, te van a rechazar en su ciudad.

—Lo sé amiga.

Decidí colgar con un amargo sabor, mi amiga tenía toda la razón. Me movilicé y entré hacia la casa, era muy bonita, pequeña y confortable. Visualicé todo por un rato hasta que él mismo me pidió de que me sentara en un mueble frente a un pastel de fresas, papas fritas, chicharrón, ensalada de hojas y refrescos.

—¿Karl como lograste conseguir todo esto tan rápido? —le pregunté curiosa.

—Ya lo tenía en mente, sólo que te vi y pensé compartir este momento contigo, mañana tengo que partir lejos —me respondió y volví a sentir un amargo sabor.

—¿Por qué te vas?

—Tengo asuntos que resolver, luego me entenderás.

—Loreta me dijo de que me trajiste aquí con intenciones de querer acostarte conmigo —solté la lengua y vi que se rio.

—Tan rápido se comunicaron ustedes. ¿Acaso tú no lo deseas también?

—Claro que sí, sólo que hoy me haz dejado muy sorprendida Karl.

—Magna ven, súbete encima de mí y dame muchos besos querida, sabemos de hoy pero de mañana no. Desde hace tiempo deseas lo mismo que yo, deseamos sumergirnos en el placer de la carne.

No dudé ni un segundo, eso era lo que yo quería desde hace mucho tiempo. Hice lo que él me pidió, me coloqué encima de él, lo primero que hice fue tomar su cara y morderle los labios, uní mi boca con la de él, nos comimos por unos minutos, cuando no pudimos aguantarnos, entonces nos fuimos desprendiendo de nuestro atuendo, una vez desnudos yo tomé su sexo y lo coloqué dentro de mí, me movía disfrutando del placer entre gemidos iba empujando buscando el placer de ambos.