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2 - 4

  Empecé a sentir un cosquilleo en mi cuello, como si alguien estuviera detrás de mi y su respiración estuviera en mi nuca. Habían muchas personas aquí, podía ser cualquiera. Pero en mi mente siempre estaba el hombre del pasamontañas. Me armé de valor y me giré de inmediato. No había nadie. Los demás estaban en lo suyo: bailando, riendo, platicando. Soy la única paranoica aquí.

  —¡Isa! —Martha apareció a mi lado.

  —¿Dónde dejaste a Alberto?

  —Está hablando con unos compañeros de clases. ¿Qué haces aquí sola?

  —Nada... es solo que me pareció ver algo.

  —¿Qué cosa?

  —No lo sé, creo que estoy alucinando cosas.

  —Isabella... parece que viste a un fantasma.

  —No me hagas caso, ¿has visto a Noah o a Harry?

  —Luego que te fuiste cada quien se fue por su lado.

  —¡Martha! Ven, necesito preguntarte algo —Kelsey llega y se lleva a Martha de la mano, ella solo me dio una mirada de disculpa, yéndose con ella.

  Me giré de nuevo al pasillo, tenía mucha curiosidad por saber qué había ahí. Avancé poco a poco hasta adentrarme. Saqué mi celular y alumbré con la linterna. Como supuse, era un pasillo largo. Caminé y caminé hasta llegar a una puerta, tomé el pomo de esta y salí al bosque. Aquí no se escuchaba el ruido de la música, lo único que se escuchaba era el canto del búho, uno que otro cuervo y mis pisadas en las hojas secas. Estábamos entrando a Octubre, el otoño estaba aquí. Había luna llena que daba claridad al bosque. Pero es que aquí no había nadie. En eso, un estruendo me hizo saltar en mi mismo lugar. La puerta se había cerrado sola... o alguien más lo hizo por dentro. Eso me asustó un poco. Me giré al bosque porque me invadió un sentimiento de que estaban observándome.

  —¿Hola? —elevé mi voz. Quizás eran algunos chicos queriéndome jugar una broma.

  A lo lejos escuché un aullido.

  ¿Lobos? Genial, lo único que me faltaba. A lo lejos, entre los árboles, noté una silueta pasar corriendo, era como un perro pero muy grande. Mi corazón latía más a prisa, estaba asustada.

  Caminé a pasos sigilosos cerca de la pared, necesitaba rodear la universidad para llegar a la salida. Y era un terreno grande. Lo que me delataban eran las hojas bajo mis pies. Mi celular sonó anunciando un mensaje, lo tomé para apagarlo pero aproveché también para leer el mensaje, era de un número que no conocí, solamente decía:

¡Corre!

   ¿Acaso se trata de una broma? Pero cuando escuché pasos a lo lejos, como de alguien que se aproximaba a mi, me quité los zapatos de tacón y corrí lo más rápido que pude. Sentía algo que venía detrás de mi y muy cerca, corrí y corrí hasta que mis pies empezaban a doler. Como acción de una mala película mi pie se dobló, haciendo que cayera de bruces al suelo. Me giré, esperando el ataque de sea lo que sea esa cosa.

   HARRY

   Busqué a Isabella por todos lados y no la encontraba, se me hacía un poco extraño. ¿Será que se aburrió y volvió a su habitación? Me disponía a ir allí cuando miré a Martha.

  —Martha —la llamé—¿Has visto a Isabella?

  —Sí, estaba hace un momento conmigo. Por allá —señaló un pasillo oscuro—Bueno, estaba por ahí. Actuaba extraña, como si estuviera nerviosa o asustada.

  —Está bien, iré a verla.

  Avancé por la gente, noté a un grupo de chicos en una esquina, no los había visto por aquí así que supuse que eran de otra universidad. Se miraban extraños sí, sus actitudes eran raras. Daban mala vibra, lo admito. Cuando avancé por ese pasillo oscuro y llegué a una puerta me detuve. Estaba cerrada con seguro. Quité el seguro y salí al bosque. Pero aquí no hay nada. Había luna llena, daba un tono azulejo claro a todos los alrededores. Me hubiera parecido un escenario muy romántico para Isabella y yo. Claro, si pudiera encontrarla. Saqué mi celular y la llamé, en eso un celular sonó a mi lado. Avancé y tomé el teléfono. El remitente decía Harry.  Corté y me puse en alerta, era el celular de Isabella. Corrí hacia más adelante, había alguien tirada en el piso, estaba con las manos en la cabeza como protegiéndose de algo.

  —¿Isabella? —me agaché. Ella saltó del susto, pero cuando escuchó mi voz me miró y se lanzó a mi para abrazarme.

  —Harry...

  —¿Qué te pasó? —la abracé también para que se sintiera protegida.

  —No lo sé —sollozó— Fue algo extraño. Muy extraño.

  —¿Me quieres contar? —nos separamos.

  —Me siento muy desprotegida al estar aquí —susurró, mirando para el bosque— Y más con la luna llena.

  —¿No te gusta la luna llena?

  —Me gusta, es solo que... no me apetece estar en el bosque cuando hay —se puso de pie y se apegó a mi—Me siento protegida contigo. Siento que no pueden hacernos daño.

  Fruncí el ceño.

  —¿De quienes hablas?

  —Sea quien sea que esté allí adentro —señaló el bosque. No entendía nada, Isabella actuaba de una manera rara. —Mejor vámonos.

  —Está bien.

  Busqué sus zapatos y se los puse, también le di su celular. La tomé de la mano y nos dirigimos de nuevo a la puerta trasera, Isabella no dejaba de ver el bosque como si algo malo estuviera allí. Al llegar a la puerta nos adentramos y cerramos con seguro. La tomé de la mano fuerte mientras caminábamos de nuevo a la fiesta. Al llegar nos detuvimos, Isabella se quedó viendo al grupo de la otra universidad. Lo que me parecía raro es que ellos también la vieron.

  —¿Pasa algo con esos tipos? —quise saber, si tenía algún problema con ellos entonces yo también. Los miré amenazantes, para que notaran que Isabella no estaba sola.

  —No, para nada —me miró— Quisiera irme a mi habitación, la verdad es que esta fiesta me parece un poco aburrida.

  —Te acompañaré entonces.

  —Bueno.

  Caminamos en dirección a las escaleras, agradecía que Noah no estuviera por aquí rondando. De seguro se estaba drogando en algún lado. Ese chico ya se echó a perder. Al llegar al pasillo me detuve un momento.

  —¿Qué pasa? —preguntó Isabella.

  —¿Hay algo que viste? Allá en el bosque.

  Ella lo pensó.

  —Creí ver a un tipo con un pasamontañas. Nada más.

  —¿Cómo el asesino?

  Asintió.

  —¿Y por qué no me dijiste nada? ¿Aún así fuiste y lo seguiste?

  —Lo creí ver en la fiesta... pero luego en el bosque...

—¿Qué?

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