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2

- No cariño, no te preocupes. Ya le dije que se quedará en casa con sus abuelos - Te informo.

- Está bien. Entonces te dejaré descansar un rato. Hasta luego - me saluda.

- Nos vemos después de Ale - Me despido y cuelgo. Resoplo mientras vuelvo a poner el teléfono sobre la mesa y me tiro en el sofá y cierro los ojos por unos segundos, hasta que mi hijo me llama.

- ¿Mamá? ¿Dónde está mi camisa negra, mi favorita? - pregunta a mi lado. Abro un ojo y luego lo cierro de nuevo.

- En el cesto de la ropa sucia. Después de ponerlos a hacer , le respondo.

- ¿Qué me pongo esta noche? pregunta irritado

. - Tu armario está lleno de ropa de David. Elige uno y úsalo - digo serio mientras mantengo los ojos cerrados.

- Ven aquí - le digo extendiendo mi brazo. Él resopla y unos segundos después está en mis brazos. Lo abrazo fuertemente contra mí y lo beso en la cabeza. Ha pasado el tiempo, cuando él era muy pequeño y yo siempre lo besaba en la cabeza y respiraba su delicioso perfume.

- ¿Qué hiciste hoy en la escuela? - pregunto curiosa. Él resopla molesto como siempre.

- Nada. Siempre las mismas cosas, mamá - dice con impaciencia. Yo sonrío.

- ¿Y Giada? - pregunto divertida. Sé que le gusta una compañera de clase suya, una pequeña niña rubia con ojos azules y mechones rubios. Una chica simpática y muy posada y muy buena en el colegio.

- ¿Qué, Jade? Ella es tan desagradable como siempre - murmura irritado haciéndome sonreír aún más.

- Ella no es desagradable. Ella es muy buena y te gusta - digo serio.

- Pero si ni me mira a la cara - responde molesto.

- Claro, si te portas bien. La última vez, en la escuela primaria, le tiraste del pelo y la hiciste llorar - le recuerdo.

- Me robó los colores - dice irritado, haciéndome reír.

- Cariño, los colores eran de la escuela - le recuerdo y resopla.

- Eran mis colores favoritos - dice enojado.

- Está bien. Si sigues así, nunca podrás tenerla como amiga – digo sonriendo.

- Que estaba con sus mejores amigas. Tengo a Marco como amigo. Y luego tengo que pensar en el baloncesto y en la PlayStation - murmura. Pongo los ojos en blanco.

- Los hombres y sus juegos - digo serio y luego bufo. Permanecemos abrazados durante mucho tiempo, los dos dormitando.

- ¿Con quién se va a casar? - le pregunto a Lorenzo irritado. Estamos en un pequeño restaurante en el centro de Milán y llegué temprano esta mañana con mi manager Mike.

- Con el de siempre con el que lleva unos años - contesta mi amigo. Resoplé molesto.

Ella, mi mujer, pronto se casará con un hombre mucho mayor, un cirujano plástico rico y muy famoso. Un hombre que obviamente no ama, según las historias de mi amiga milanesa que siempre la vigilaba.

- Todavía no puedo entender que me engañó poco después de que me fui y que tuvo un hijo - digo agrio y todavía conmocionado por la noticia que supe hace solo unos meses, el día antes de la carrera y el día después, durante la carrera, me salí de la pista a dos vueltas del final, mientras pensaba constantemente en las noticias.

Tiene un hijo de once años.

Tuvo un hijo con otro hombre.

- Lo sé. Se nota que está molesto y también se ha visto desde la carrera que disputó, saliendo de la pista a dos vueltas del final. Mierda, Manuel , me morí de miedo – dice Lorenzo serio. Sonrío y le guiño un ojo.

- Estoy bien como puedes ver y estuve bien incluso cuando bajé del auto - digo sonriendo. Lorenzo sacude la cabeza con un suspiro.

- Vi que estabas bien, gracias a Dios, de todos modos esta tarde te llevé al lugar donde trabaja - dice para luego cambiar repentinamente de tema. Sus ojos se abren con sorpresa.

- ¿Qué? - pregunto incrédulo. Lorenzo sonríe satisfecho.

- Si hombre, te llevé a cenar al restaurante donde trabaja. Ella es la chef - explica sonriendo. El corazón comienza a latir con furia en mi pecho, como si se hubiera vuelto loco.

- Dime que no me estás tomando el pelo - lo amenazo seriamente, pero Lorenzo se ríe divertido.

- Hablo muy en serio Manuel . No estoy bromeando. Querías hablar con ella lo antes posible y te llevé al lugar donde trabaja – dice antes de llevarse un trozo de carne a la boca.

- ¿Cómo supiste que trabajaba aquí? ¿Y desde cuándo? - pregunto seria y curiosa.

- Recién me enteré esta mañana a través de mis fuentes y esta noche quería sorprenderte - dice sonriendo. Niego con la cabeza y sonrío.

Ella está a unos pasos de mí.

Mi Ellen es el chef. Al final, ella tuvo éxito.

- ¿Dónde está? - le pregunto a Lorenzo, con el loco deseo de volver a verla después de un año. Siempre la he visto de lejos y bien escondida, para no ser notada por ella porque sé que me odia por mi forma de comportarme con ella. Bueno, ella tampoco se portó bien, olvidándose de mí apenas me fui para comenzar mi carrera como piloto y al poco tiempo tuvo un hijo.

" Creo que en la cocina " , dice, mirando a su alrededor.

- Quiero verla. ¿Dónde está la cocina? - pregunto impaciente.

- ¿Qué quieres que sepa? Es la primera vez que vengo aquí - responde con amargura.

- Disculpe - detengo a una camarera que pasaba.

" De nada, Sr. Richarde " , responde la camarera. Todos me reconocieron a mi entrada pero nadie abusó de mi presencia aquí y fueron muy discretos. Pocos me han pedido algunas fotos y autógrafos. Es un restaurante pequeño y muy refinado.

- ¿Dónde está el chef? - Pregunto seriamente. La camarera abre los ojos con miedo.

- ¿Pasó algo? ¿Algo que no te gusta? - pregunta tensa. Sonrío con mi habitual sonrisa que se extiende a todas las mujeres y veo que la cara de la chica cambia de color.

- No cariño, todo está bien. La comida es genial. Solo quería tener una charla con el chef en privado - explico en voz baja.

- Está bien. Pero ahora no puede salir de la cocina. Le aviso y tan pronto como sea liberada, la haré venir a ella - responde profesionalmente.

- Si es posible, me gustaría hablar contigo en privado. Tan pronto como está libre, me hace señas y me uno a ella. No le digas que soy yo. Mantente vago, por favor , te lo digo en serio. La niña sonríe y asiente.

- Está bien - responde antes de irse.

********

- Sí Sara. Terminé y ahora puedo hablar con el cliente misterioso. Quien demonios es él? ¿Es un chef estrella? - le pregunto a la camarera mientras entro en mi pequeña oficina, donde suelo ir a escribir nuevas recetas o elaborar menús para eventos importantes ya que me ocupo de organizar cenas de catering para eventos.

Me detengo en la puerta cuando reconozco al hombre frente a mí que se volvió hacia atrás. Un hombre de unos seis pies de altura, musculoso, con el pelo corto por detrás pero largo y rizado por encima. El corazón late frenéticamente y yo tiemblo.

- Mierda - solté en voz baja y luego entré furiosamente y cerré la puerta de un portazo haciéndola girar. Me mira aturdido como si estuviera mirando una hermosa obra de arte, con las manos metidas en los bolsillos de sus jeans. Sus ojos color avellana me hipnotizan y miro el rostro que tanto había extrañado. Su hermoso rostro, cubierto de barba, sus ojos profundos, sus labios carnosos y su nariz aguileña. Todo perfecto para mi.

- ¿Qué diablos estás haciendo aquí? - estallé enojado y desprevenido por su visita sorpresa. Nunca imaginé encontrarlo tan temprano y en el restaurante donde trabajo. En todos estos años siempre lo he espiado de lejos y nunca nos hemos visto.

- ¿Es esta la bienvenida que le ofreces a tu antiguo novio? - responde sonriendo y mostrando su perfecta dentadura blanca. Una sonrisa rasga las bragas.

- Lo haría incluso peor, créeme. ¿Qué estás haciendo aquí? - Pregunto irritado con mis manos apoyadas en el escritorio.

- Vine a cenar y curiosamente quería que trabajaras aquí mismo - explica sentándose en la silla.

- ¿Y qué? - pregunto furiosa.

- Necesito hablar contigo Ellen. Tenemos que hablar de algunas cosas - dice serio mirándome fijamente y empiezo a sentir calor.

- No tenemos que hablar de nada Manuel . Ese tiempo ha pasado. Eres tú quien se fue dejándome sola y con mil promesas, nunca cumplidas - estallé furiosa. Se levanta bruscamente de la silla, como si le hubieran dado un latigazo.

- No fue mi intención dejarte solo aquí. No quería abandonarte. Quería llevarte conmigo, quería que me siguieras por todo el mundo una vez que me estabilizara en mi carrera. Fuiste tú quien me traicionó inmediatamente después de mi partida – dice en voz alta haciéndome saltar. Lo miro sorprendida.

- ¿Qué estás diciendo? - pregunto confundida y sorprendida. Se pasa una mano a la cara con frustración y luego suspira.

- Fuiste el primero en traicionarme apenas me fui y tuviste un hijo - espeta serio, haciéndome retroceder. Esta vez me tomó por sorpresa, como si me hubiera sorprendido.

- ¿De qué diablos estás hablando? - pregunto sorprendida con un nudo en la garganta. Él simplemente no sabe nada sobre mi vida y por lo que he pasado.

- Tuviste un bebé justo después de que me fui, Ellen. ¡Mierda! Ni siquiera esperaste - dice serio. Aprieto mis manos en puños para no abofetearlo.

- Tú. No sabes nada de mi vida privada. Vete - digo furiosa en voz baja.

- Estamos hablando - me recuerda con severidad.

- No tenemos nada que decirnos y no me quedo aquí ni un minuto más para ofenderme porque no sabes nada de mí - digo irritado, marchando entonces hacia la puerta, la cual trato de abrir pero me impide llegar atrapado entre él y la puerta detrás de él.

- Eras mi mujer Ellen. Éramos pareja - dice a mi lado. Está a centímetros de mi cuerpo y siento que el calor de su poderoso cuerpo se apodera de mi cuerpo. Es mucho más alto que yo y tengo que levantar la cabeza por completo para mirarlo a los ojos. Ojos que me hipnotizan como siempre.

- Solo llevábamos dos meses teniendo sexo y me llenaste de falsas promesas - respondo irritado.

- No era solo sexo y lo sabes. Estábamos juntos y había comenzado mi carrera – dice acariciando mi mejilla haciéndome temblar. Lo muevo bruscamente hacia él mientras lo miro fijamente.

- Fuiste tú quien se rió en mi cara cuando le confesé mi amor y te fuiste esa misma noche - le recuerdo con un nudo en la garganta.

- El mayor error que pude cometer y si pudiera volver atrás, créeme, sería lo que siento. he sido un idiota Me porté terriblemente. Lo siento El - dice con voz débil y ojos tristes.

- Muévete. Déjame ir. Tengo que irme a casa – espeté moviéndola. No se mueve.

- ¿Tu futuro esposo te está esperando? - pregunta bruscamente, sorprendiéndome por completo.

- Como dijiste, tengo un hijo y me está esperando en casa - respondo bruscamente y lo empujo. Esta vez se mueve, con aire desconsolado, dejándome abrir la puerta y salir corriendo de la pequeña oficina.

- Si vuelve a poner un pie aquí, no estoy disponible para conversar - le digo irritado a Sara antes de llegar de nuevo a la cocina y dar las órdenes finales a mi personal.

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