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La chica perfecta

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Sinopsis

Manuel Richarde es el piloto de Fórmula 1 por excelencia. A sus treinta y dos años presume de muchos podios, una vida llena de éxitos y logros. Una larga vida lejos de su París y siempre viajando por el mundo. Manuel es el clásico playboy rico y siempre lleno de mujeres, aunque después de varios años todavía piensa solo en una mujer, una italiana que tuvo cuando era mucho más joven y tuvo que dejar para iniciar su carrera como piloto de fórmula uno. . Manuel vuelve a Italia, precisamente para la carrera que se disputará en el Bel Paese. Ellen Rossi, treinta años y madre, trabaja en Milán en un pequeño restaurante no lejos del centro y debajo de su casa. Tiene un hijo de once años, nacido a los diecinueve años, de su único amor, un futuro piloto de fórmula uno, de origen parisino. Manuel había dejado a Ellen poco antes de enterarse de que estaba embarazada. Rompieron con la promesa de que se encontrarían a menudo y se verían de vez en cuando, pero no lo hicieron. El contacto se interrumpió de inmediato debido a la vida que comenzó a llevar y permaneció durante años esperándolo, con la esperanza de verlo regresar en algún momento. Ahora Ellen está a punto de casarse con un hombre mayor que ella, un cirujano plástico muy famoso y rico que siempre viaja por todo el mundo. Llevan juntos tres años y Piero también está muy apegado al hijo de Ellen. Manuel se entera de la boda inminente de la mujer que ama, por varios amigos que tiene en Milán, se apresura una semana antes de la carrera a volver a verla y hablar con ella, explicarle algunas cosas y poder reconquistarla. ¿Estará Ellen dispuesta a hablar con su ex? ¿Entenderá sus motivos? ¿Lo que sucederá?

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- ¡Mamáaaa! - grita mi hijo desde su habitación. Suspiro mientras preparo el desayuno.

- ¡¿Qué es?! - respondo exasperado ya a las siete y media de la mañana.

Quiero a muerte a mi hijo, es el hombre más importante de mi vida, pero a veces me exaspera y me quita fuerzas.

- ¡¿Dónde está el uniforme de baloncesto?! pregunta gritando . Pongo los ojos en blanco.

- Ya está en tu bolsa de lona. ¡Muévete, el desayuno está listo! - Respondo en voz alta y unos instantes después se sienta a la mesa.

Es lo suficientemente alto para sus once años y se parece a su padre. Es su fotocopia. Cuanto más pasa el tiempo, más se parece física y temperamentalmente a él.

David no sabe quién es su padre y cuando me preguntó en el pasado le dije que es fruto de un viejo amor que pasó y terminó. Muy pocos saben quien es el padre de David, ese son mis padres y mi mejor amiga Fernanda .

En todos estos malditos años he tenido la esperanza de que algún día Él regresaría a Italia y me buscaría de nuevo, como cuando venía de vacaciones cuando era niño, pero nunca sucedió. Siempre he esperado en vano.

Entonces cambié. Hice un cambio repentino en mi vida al comenzar a trabajar en el restaurante debajo de mi casa como cocinero y luego conocí a Piero, mi futuro esposo, mucho mayor que yo. Es un hermoso hombre de unos cuarenta años, con un físico bien formado y esculpido, ojos azules, pelo corto castaño claro y una sonrisa encantadora. Es un cirujano plástico muy famoso y se encuentra a menudo en todo el mundo y también es muy rico. Inmediatamente nos gustó y lo tomamos y el mes pasado me pidió que me casara con él. Obviamente acepté sin dudarlo, ya que lleva un tiempo atendiendo mi casa y además es muy apegado a David.

- Más tarde, el abuelo te recoge de la escuela y te lleva al baloncesto. No lo estreses y sé buena – le digo sentándome a su lado quien resopla puntualmente ante mis recomendaciones habituales.

- Sí mamá, está bien - responde molesto.

Los adolescentes y sus períodos, pienso con un suspiro.

David fue la sorpresa inesperada y hermosa que recibí de mi único amor inmenso de mi vida.

Al principio estaba aterrorizada, muerta de miedo de quedar embarazada a los dieciocho años, después de salir un par de meses con el famoso Manuel Richarde. Afortunadamente, mis padres siempre estuvieron cerca de mí y mi madre fue testigo del parto, quedándose para tomarme de la mano mientras nacía mi hijo.

- Y a las ocho te quiero en casa y ya en pijama – le recuerdo mirándolo seriamente.

Nunca he tenido ningún problema con él hasta ahora. Siempre se ha portado bien y en la escuela tiene excelentes notas.

Asiste a la escuela secundaria no muy lejos de casa y mis padres viven en el edificio contiguo al mío.

- ¿Y si me quedo con Marco? ¿Al menos por esta noche? - Pregunta suplicante con su mirada de cachorro.

- No me engañes, cariño. A las ocho en casa. Comes con tus abuelos y te pones el pijama y luego te acuestas - repito. Suspira de dolor antes de llevarse a la boca la cucharada de cereal y leche.

********

- ¿ Cuándo vuelve Piero? - pregunta Fernanda , mi mejor amiga, sentada en el taburete de la cocina mientras yo cocino para el almuerzo en el pequeño restaurante de abajo, donde trabajo desde hace años.

- No lo sé. Ahora mismo está en Miami - Le digo salteando la pasta que pidió en una mesa.

- Cuando termines vamos a lo de Divina? - pregunta esperanzada.

- No. David me está esperando en casa, cariño - le digo sonriendo mientras pienso en mi hijo, ya un hombre, que ha crecido demasiado rápido.

- ¿Cuándo vamos a tener nuestra velada, como en los viejos tiempos? pregunta sonriendo

. - No sé, primero tengo que organizarme, sabes - le digo antes de darle los platos al mesero.

- El Gran Premio de Monza es en dos semanas - dice entonces de repente. Me congelo y la miro.

- ¿Y qué? - pregunto agrio. Sé muy bien hacia dónde se dirige esto. Y sé muy bien que está el gran premio justo en Monza. Cada vez que pienso en ello, tengo palpitaciones. Evito dar vueltas sabiendolo en Milan y tengo a mi amiga que esta super informada de cuando vuelve. Incluso en el pasado, cuando sabía que regresaría para las vacaciones, nunca me presentaba ni evitaba los lugares que solíamos frecuentar juntos.

Manuel me abandonó después de dos meses de noviazgo y desapareció de la circulación, demasiado ocupado con su carrera y el mundo que lo rodeaba, incluidas las mujeres. A lo largo de los años, a menudo se le ha visto con diferentes mujeres y, a menudo, ha terminado en revistas sensacionalistas por sus breves relaciones con las mujeres con las que salía.

- No, eso es lo que dije. Sabes que llega unos días antes y hará escala en Milán ya que también tiene a sus amigos aquí – dice con indiferencia, recordándome algunas cosas. Suspiro y luego resoplo ruidosamente.

- Tengo mucho trabajo que hacer y tengo un hijo en quien pensar. Ah, por cierto, David quería venir y quedarse contigo esta noche y pasar tiempo con tu hijo, pero se lo prohibí. Esos dos niños pasan demasiado tiempo juntos y no me quejo, por el amor de Dios, amo a tu hijo, pero últimamente a mi hijo le faltan algunas materias , digo en serio. Fernanda sonríe y niega con la cabeza.

- Lo hiciste bien. De hecho tienes razón. Últimamente se han estado relajando demasiado con el estudio y solo piensan en la PlayStation y el baloncesto - dice irritado mi amigo.

Fernanda tuvo a Marco tres meses después de que yo diera a luz a David. Sin embargo, a diferencia de mí, ella está casada con su antiguo novio y gran amor, Luca. Marco llegó inesperadamente al igual que David y mi mejor amiga se casaron cuando su bebé tenía apenas un año.

- Mañana, sin embargo, les gustaría ir al cine. Los acompañaré y traeré de regreso a David, puedes estar tranquilo – me informa.

- Está bien. Gracias - digo sonriendo.

- Sara! - le grito a la camarera que está a punto de salir de la cocina. Se cuelga en la puerta.

- ¿Queremos llevar estos platos a cuatro o me los tengo que comer yo? - estallé irritado.

- Sí, lo siento chef - dice mortificada e inmediatamente corre a buscar los platos para luego salir de la cocina.

********

- ¿Qué, te vas a casar? - le pregunto alarmado a mi amigo Lorenzo de Milán.

-Sí , Manuel . En unos meses se casará - contesta mi amigo por teléfono. Estoy en Quatar y después de recibir esta impactante noticia, inmediatamente llamé a mi amigo.

- Lo siento amigo, se lo mucho que te preocupabas por ella y te preocupas - responde Lorenzo. Suspiro, apretando el puente de mi nariz.

- ¡Maldita sea! - estallé en voz alta mientras miraba desde el alto rascacielos de cristal.

- Estarás en Milán en unos días. Confío en ti - dice Lorenzo.

- No, me voy enseguida. Necesito hablar contigo Lory. No puedo perder más tiempo , quiero decir en serio al comenzar de inmediato a recoger todas mis cosas alrededor de la suite.

Gané la carrera y puedo empezar esta noche. El resto del equipo se unirá a mí tan pronto como puedan.

Ella es mía. Sólo mío. Siempre ha sido mía y me pertenece.

¡No puedo casarme!

- David, cariño. Ordene su habitación, por favor. Está todo jodido - le digo a mi hijo sentado en su pequeño sofá frente al televisor jugando PlayStation.

Es tarde y volví del trabajo hace un rato y tengo que volver pronto.

- Después de mamá - responde distraído. Bufo con las manos en las caderas mientras miro a mi hombrecito.

- Ahora. Y tienes que hacer tu tarea y estudiar. Deja de jugar - digo con severidad, subiendo un poco el tono de voz. Me mira por un momento e inmediatamente se da cuenta de que no admito objeciones.

Después de unos minutos, apaga todo mientras murmura lloriqueos y luego se levanta.

- Esta noche Fernanda te recogerá para ir al cine y luego te llevará a casa - le digo.

- ¿No puedo quedarme con ellos? pregunta con sus dulces ojos de cachorro. Sonrío y niego con la cabeza.

- No. Los abuelos te esperarán en casa y te irás directo a la cama - digo sonriendo. Él resopla y se va a su habitación. Pongo los ojos en blanco y suspiro.

A regañadientes tomo el teléfono celular que está sobre la mesa de la cocina y contesto a mi amigo.

- ¿Estás en casa? - pregunta apresuradamente. Sé que está a punto de contarme las últimas noticias, tengo algunas sospechas.

- Sí, volví hace un rato. ¿Lo que sucede? - Pregunto seriamente.

- Está aquí. Aterrizó temprano esta mañana – dice ella seria y mi respiración se detiene como cada vez. No hace falta que mencione nombres, sé muy bien de quién está hablando.

Él.

Está en Milán.

- ¿Ellen? ¿Usted está allí? - mi amigo me devuelve la llamada.

- Sí, estoy aquí – digo mientras mi corazón late con furia en mi pecho.

- Lo vi en el bar de siempre con Lorenzo Zenetti - dice con seriedad.

- ¿Te vio? - pregunto curiosa.

- Realmente lo creo. Chocamos con la puerta principal del bar y nada El, cada vez se pone mejor con los años - dice con un suspiro al final. Elevo mis ojos al cielo por su apasionado vitoreo hacia aquella hermosa piloto de fórmula uno.

- Dios mío, tu baba corre a pesar de lo que me hizo. Eres una amiga mía desleal - Me burlo de ella. Ella se echa a reír.

- Es hermoso, tan aterrador como siempre, pero amo a mi esposo y odio a Manuel por cómo se comportó contigo - dice con seriedad.

- Lo sé Ale, lo sé – le digo seria y pensativa.

- Recogeré a David más tarde. ¿A qué hora vuelves al trabajo? pregunta mientras la escucho haciendo ruido con algo.

- A las seis y media. Tenemos el local lleno esta noche – digo suspirando y ya imaginando la velada que me espera.

- ¿Quieres que David me lo guarde esta noche? - pregunta mi mejor amigo.