Capítulo 5
Me levanto de la cama y entro al baño, donde me doy una ducha fría. Eso debería calmarme un poco los nervios y reducir la tensión.
Después de ducharme, me miro al espejo. Ojalá pudiera conocer a esta chica algún día y disculparme con ella. Si lo hago, ¿me perdonará?
***
Al día siguiente, me siento en mi oficina con cara de perdido y frustrado. No estoy de muy buen humor, y cualquiera que me moleste hoy recibirá mi dosis de mal humor. Después de la pesadilla de anoche, no podía concentrarme en nada.
Cada vez que intento hacer algo, esa imagen siempre aparece en mi cabeza, haciéndome perder la concentración. Ya no sé qué hacer. Sigo perdido en mis pensamientos cuando el sonido de mi teléfono me devuelve a la realidad.
Miro el identificador de llamadas y es Allegra. ¿Qué quiere esta vez? No estoy de buen humor. ¿Por qué me llama?
Dudé un momento antes de coger el teléfono y responder la llamada. - ¿Qué pasa? -
—Vamos , Kal, ¿ni siquiera puedes saludarme? —dice desde el otro lado, y pongo los ojos en blanco como si pudiera verme.
—¿Por qué llamaste? ¿No sabes que estoy en la oficina? ¿No se supone que tú también deberías estar trabajando? —pregunto .
—Tres preguntas a la vez. ¿Cuál debería responder primero? —Se ríe, y eso solo me molesta más.
-Tu elección - respondo apretando los dientes.
- Estaba pensando si podríamos quedar esta noche - dice rápidamente, y puedo oír un rastro de nerviosismo en su voz.
—Esa no fue la respuesta a mis preguntas —le espeté por esquivar mi pregunta.
—Vamos , Kal. ¡Bien! Hoy no trabajo, y tú tampoco trabajarás de noche. Por eso quiero que quedemos .
—Estoy ocupado y no puedo quedarme —respondo mientras Aquiles entra en la oficina.
—No estás ocupado por la noche. Deja de rechazarme así. —Se queja.
—Me alegra que sepas que te rechazo. Siempre te he dicho que nunca puede haber nada entre nosotros. Solo eres una amante. Nada más, así que métetelo en la cabeza. —Terminé la llamada bruscamente.
Dejo el teléfono sobre la mesa y me despeino. ¿Por qué son así las mujeres? ¡Por Dios! ¿Acaso no les da vergüenza? ¿Por qué te lanzarías sobre un hombre? Me estoy cansando de todas estas. ¡Al diablo con todas! Ninguna puede ser tan disciplinada como la que conocí en el club de striptease.
—Alguien está actuando de manera extraña hoy —dice Aquiles y lo miro fijamente.
—No recuerdo haberte dicho que vinieras. Tienes tu propia oficina, ¿verdad? Y si quieres decirme algo, hay un teléfono. ¿ Qué haces aquí?
—¡Oye , tío! Que una zorra te haya hecho enfadar no significa que debas descargarme tu agresividad —replica , y tiene razón, pero no voy a dejar que lo sepa.
—Todos me están molestando hoy. Solo díganme por qué están aquí y váyanse. Necesito un respiro .
Lo digo en serio, pero él se ríe.
- Está bien, vine a preguntarte si vas a visitar el club de striptease hoy otra vez, - dice, y lo miro.
- ¿ Por qué me preguntas eso? - digo, estrechándole una mirada de sospecha.
-Te pregunto porque la última vez que te llevé allí sin decirte que era un club de striptease, casi me arrancas la garganta. -
Quiero reírme, pero me aguanto. ¿Entonces está diciendo que me tiene miedo? ¡Genial!
—No voy al club de striptease contigo —digo y enciendo mi portátil, dispuesta a desviar mi atención de él.
¿ En serio? ¿ No quieres ir?
—¿Tenía comida en la boca cuando lo dije? —repliqué con inquietud.
—De una vez, deja esa mala actitud. Puedes ser cruel con los demás, pero conmigo no, ¿de acuerdo? —Parecía enojado.
- ¡ Lo que sea! - Pongo los ojos en blanco.
- Entonces, si no vas al club de striptease, eso significa que no podrás ver a esa stripper negra que te intrigó. -
Sé que está intentando llegar a mí.
Levanto la vista y lo miro a los ojos. —¿Te parezco un bebé? ¿Crees que me dejaría convencer ?
—No lo creo para nada. Pero sé que quieres volver a verla, ¿verdad? —Me guiña un ojo.
—Aquiles —llamé .
- ¿ Hmm? -
- ¿ Por qué siento que ir a este club de striptease es por tu bien? - pregunto y lo veo ponerse rígido.
- ¿Qu...Qué quieres decir? - tartamudea.
—O sea, hay alguien a quien quieres ver en ese club. ¿Quién es? —pregunto .
—Nadie . Solo vamos al club de striptease a divertirnos como el otro día —se defendió—. Pero no me creo nada de eso.
—Soy tu amigo, Aquiles. Puedes contarme lo que sea. —Intento convencerlo de que se lo cuente y lo veo morderse los labios con nerviosismo.
—¡Vale , vale! Quiero ver a una de las strippers —admite .
- ¿ Por qué? - pregunto.
-No hay motivo. Sólo quería verla -dice .
—¡Tienes una razón! ¡Vamos, suéltala! —le animo, y duda antes de soltarla.
- ¡ Me gusta! - dice.
- ¡ Qué! - grito y estallo en carcajadas.
¿Aquiles? ¿Como una stripper? ¿Desde cuándo?
- Repite lo que acabas de decir - le digo riéndome.
-Dije que me gusta - afirmó con valentía y volví a reír.
—¿Cómo ? No entiendo. —Me froto el puente de la nariz con el dedo índice.
Yo tampoco. Es la única en quien pienso día y noche; pensar en ella casi siempre me nubla la mente. Lo llamo amor a primera vista .
Me reí otra vez.
—¿Por qué? ¿Qué ves en ella, Aquiles? Tú, que conozco, te comes todas las conchitas que ves, pero no hasta el punto de gustarle a su dueña .
—Bueno , te digo la verdad: es guapa, sexy y no oculta quién es. Su forma de hablar me hace sentir que nos entendemos. —Aquiles hace pucheros.
—¡Dios mío, padre ! —Me eché a reír—. Anda , hombre; no te has comido este. Por eso me estás contando la teoría del amor .
- No estoy bromeando - añadió.
-¿Cómo se llama esa stripper que ha convertido a mi amiga en poeta? - pregunto.
- Su nombre es Susan, pero su nombre de striptease es Aqua. -
El punto de vista de Taleela
Esta noche, el club está a reventar de clientes, como siempre. El mostrador está lleno de clientes pidiendo bebidas. En el centro del amplio salón hay mesas con barras cromadas empotradas, y algunas otras strippers bailan.
Susan y yo estamos de pie en la galería y miramos a las strippers.
Susan, cepillándose el pelo hacia atrás, se gira para mirarme con sus ojos azules de porcelana. - ¿ Estás segura de que vendrá esta noche? -
La miro y me río. —No tengo ni idea. Además, no es asunto mío .
