capitulo 4
—¿Ahora te sientes mejor? —Leah escucha la voz de una anciana que la rescato de esa jauría de sujetos—. Ya estás limpia, tu cuerpo estaba tan lleno de lodo que a duras penas y se podía oler su esencia.
La mujer deja un camisón sobre la cama que ella ve con el ceño fruncido, ya estaba envuelta en un chal, ¿Qué quería que hiciera con eso?
—Debes usarlo, no puedes andar en la manada sin ropa.
—¿Por qué no? Somos lobos, andábamos de este modo todo el tiempo.
—Aquí somos civilizados, jovencita. Entiendo que has vivido mucho en el bosque.
—¡es mi hogar!
—Sin embargo, debes quedarte aquí hasta que el alpha decida que hacer contigo.
Aquellas palabras derrumbaron más el corazón de Leah, ese hombre no la quería en su manada. Su claro rechazo fue más que evidente para ella, era una salvaje y mestiza, nada que ver con todas las otras mujeres que vio en ese pueblo.
—Debo irme de aquí.
—Sera mejor que descanses.
En cuanto la mujer abandona la casa, Leah se pone en pie para encaminarse hasta la puerta y poder escapar de aquel pueblo donde nadie la aceptaba.
Pero al intentar abrir la puerta, esta se abre y por la misma ingresa aquel hombre que ella deseaba. Leah retrocede un par de pasos mientras que lo ve con los ojos abiertos.
—¿Vas a alguna parte? —el alpha camina hacia ella mientras que ella retrocede.
—Necesito irme de este lugar.
—¿Te tratan mal? La matriarca es una mujer amable, le pedí que te cuidara, alimentara y aseara.
¡Así que había sido él!
—Yo no pertenezco a este lugar.
—¿Y a qué lugar perteneces, Leah? —él alpha la acorrala contra la pared acercando todo su cuerpo al de ella, volviéndola indefensa y vulnerable.
Leah mira los ojos de ese hombre y de la nada siente que su corazón se derrite como un glasear con los potentes rayos del sol. Estar cerca de él le producía tanta paz que le hacía olvidar su vida entera en el bosque.
—¿De dónde vienes? ¿Por qué tienes que robar a tu misma especie? —pero ella no les responde sus preguntas simplemente mira sus ojos—. Leah —ella se lanza a sus labios para unir su boca con la del alpha.
Deseaba tanto unir una parte de ella con la de él, aunque no supiera lo que estaba haciendo, ella necesitaba sentir la piel de ese hombre contra la de ella. De inmediato aprecia las manos de él alrededor de su cintura.
¿Le estaba respondiendo?
El corazón de ella se acelera, pero rápidamente, así como le responde al beso la aleja bruscamente para mirarla con el ceño fruncido.
—¿Qué haces? —ella parpadea varias veces al darse cuenta de que no era agradable para el alpha.
Leah se aleja de él volviendo a sentir que su corazón se rompía en pedazos, debía aceptar que él no la deseaba.
—¿No te gusto porque soy una hibrida? ¿Por qué soy diferentes a todos?
—¿Qué?
