Capítulo 4 — El entierro
Los días que siguieron fueron los más duros de su vida, dar la noticia del fallecimiento de la señora Carter a su familia y al público, recibir a la familia, organizar el velorio y el entierro.
Todo eso con la policía encima, preguntando, indagando y recogiendo evidencias en su propia casa, mientras que Liam tenía que mostrarse fuerte frente todos, sobre todo, frente a su esposa embarazada.
El único alivio para Liam, era que por el momento, la noticia del envenenamiento no se había hecho pública, pero había rumores entre los empleados y entre los familiares, todos murmuraban y sospechaban de Ania.
Eso era lo más frustrante y abrumador que Liam hubiera tenido que pasar, los comentarios, los chismorreos, todos decían que la principal sospechosa era Ania, la última que habló con la señora Georgia, la que le dio el té seguramente envenenado, una solución perfecta para una suegra que no la quería y que la iba a aceptar de mala gana.
Y entre más crecían los rumores, Liam se alejaba cada vez más de Ania, dejándola sola, él no podía verla, no podía hablarle sin imaginarse que había una posibilidad de que su propia esposa fuera la asesina de su madre, y a cada momento, la duda crecía más.
Llegó el día del entierro, era un día lluvioso y oscuro, los invitados, solo familiares y amigos más cercanos de la familia Carter, todos vestidos de negro, dentro de una capilla, dando testimonios de la ejemplar mujer que fue la señora Carter.
Ania llegó sola, todos voltearon a verla con sorpresa. “¿Cómo se atrevía a venir?” “Que descarada” “Es una asesina” “Ella le dio el té envenenado a su suegra” Se escucharon los susurros a medida que Ania avanzaba en la iglesia.
Ella intentó mantener el rostro en alto con dignidad, caminando directo hacia Liam, mientras que los ojos se le cristalizaban, pero a mitad del camino, Ania se detuvo, volteó a los lados, viendo todas las miradas acusadoras y como la señalaban, y ella no aguantó más, las lágrimas comenzaron a caer solas.
— Ania, ven… — Alicia tomó del brazo a su hermana, y la llevó a una banca alejada, para que se sentara.
Bajo la lluvia, salió el cortejo con la urna para llevar a cabo el entierro, Ania miraba a Liam en la distancia, mientras él se mantenía indiferente ¿Por qué…? ¿De verdad él también la creía culpable?
Ania sentía como todo dentro de ella se rompía, ella no había hecho nada malo, había intentado decírselo varias veces a su esposo, pero él no había querido ni mirarla ¿Por qué…? ¿Por qué Liam no podía siquiera escucharla?
Al otro lado, Liam se mantenía rígido bajo la lluvia, el único lugar en donde él podía llorar por la perdida de su madre sin que todos los notaran, pues las lágrimas se confundían con las gotas de agua.
Cuando la urna hubo descendido, las últimas palabras se habían dicho, la tierra era echada encima y las personas comenzaban a retirarse, Liam vio a lo lejos, en una colina, a los policías acercándose.
Cuando todos se dieron cuenta, se sorprendieron, ¿Qué hacía la policía allí? De inmediato, Liam caminó decidido hacia ellos, ¿acaso no podían respetar su dolor ni por un momento?
— ¡¿Qué hacen aquí?! ¡¿Eh?! ¡¿Acaso es mucho pedir un momento de privacidad en familia?! ¡¿Con nuestros seres queridos, para despedir a mi madre?! — Voceo Liam, irritado, a los policías.
— Señor Carter, no venimos para molestarlo…
— ¡¿Entonces qué carajos hacen aquí?! — Escupió Liam, sintiendo como perdía la cordura.
— Es importante, pero… — Los policías dudaron, cuando vieron a toda la familia, que seguían allí, expectantes.
— ¡¿Qué?! ¡Hablen de una buena vez! — Gritó Liam con todas sus fuerzas, los policías se miraron por un instante.
— Venimos por su esposa. — Contestó un policía.
— ¿Qué? — Liam perdió el aliento cuando vio como los policías le pasaron, por un lado, caminando directamente hacia Ania.
— Señora Carter… — El policía sacó su placa y la mostró a todos, mientras que el otro abrió un papel, mostrando la orden, y luego, el siguiente policía, procedió a esposarla. — Queda usted arrestada por sospecha de asesinato a la señora Georgia Carter.
— ¿Qué? — Susurró Ania, atónita y pálida, mientras que le ponían las esposas.
Ania escuchó a las personas alrededor suyo, susurrando, “oh, entonces si fue ella” “es una asesina” “Georgia tenía razón, es una arribista” “una pobretona tenía que ser”.
— ¡No! ¡No pueden hacer eso! ¡Es mi esposa! ¡Soy Liam Carter y les ordenó que la liberen! — Gritó Liam, decidido, enfrentando a los policías.
— Señor Carter… — Uno de los policías se le atravesó en el camino, deteniéndolo.
— ¡Ella está embarazada, carajo! ¡No la pueden tratar así! ¡Mi esposa no hizo nada! ¡Ella es inocente! — Soltó Liam a todo pulmón, empujando al policía.
Ania se sorprendió, ¿Liam la estaba defendiendo? ¡Entonces él si creía en su inocencia! Eso era un gran alivio.
— Señor Carter, no puede hacer nada… — Soltó el policía con autoridad. — Tenemos una orden, así que si quiere ayudar a su esposa, le recomiendo que llame a su abogado.
El policía hizo una seña y los otros policías se llevaron a Ania, frente a los ojos atónitos de todos.
— ¡No, esperen¡¡No!
Llegaron todos al destacamento, sin embargo, los policías le pidieron a Liam y a Alicia quedarse en la sala de espera, mientras se llevaban a Ania al interior de la comisaría.
— Oigan, ¿qué hacen? — Liam detuvo a uno de los policías, sosteniéndolo por la chaqueta.
— Lo siento, señor, pero según el procedimiento la señora irá nuevamente a interrogatorios y luego pasará a los calabozos.
— ¡¿Qué?! ¡No pueden hacer eso! ¡Ella está en estado! — Voceo Liam preocupado.
— Señor, si tiene algo que decir o quejarse, le sugiero que llame a su abogado y que él se encargue de arreglarlo todo. — Replicó el policía, soltándose del agarre de Liam con un tirón, para seguir su camino y llevarse a Ania.
— Tranquilo, estaré bien… — Ania intentó sonreírle a su esposo, aunque en sus ojos, él pudo ver la preocupación que la agobiaba.
— ¡Maldición! ¡Esto no puede ser! — Gruñó Liam para sacar su teléfono y llamar de inmediato a su equipo de abogados.
