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Capítulo 6: El atractivo guardaespaldas

¡Ding dong! ¡¡DING DONG!!

En casa de Lucía alguien llamaba a la puerta.

—¿Esperas a alguien cariño? —dijo el marido de Lucía desde la cama.

—No, pero voy a ver antes de que despierten a Mario. —comentó mientras cogía en brazos a Mario que ya había empezado a llorar.

—¡Ya va, maldita sea! ¡Despertaron a mi bebé!

Lucía preguntó quien era mientras observaba a través de la mirilla de la puerta. Vió un hombre fornido como un armario con la camiseta del gimnasio de Valentino: Gimnasio Valentino Súper Boxeo.

—¡Valentino, tú has enviado a alguien del gimnasio a mi casa? —preguntó Lucía a través del teléfono.

—Lucía, como parte de tu entrenamiento, te he asignado a un guardaespaldas para que te enseñe a defenderte de un posible ataque de Puños de Porcelana. No sabemos quién te envían notas amenazadoras bajo la puerta. Así que esa es mi sorpresa de hoy, conócelo, se llama Giovanni.

—"Wow, Giovanni es realmente atractivo. Tal vez este entrenamiento no sea tan malo después de todo". —Lucía susurrando a sí misma.

De repente la puerta del domicilio de Lucía estalló en mil pedazos. PUM!!!

—¡¿Que coño ha pasado?! —farfullaba Lucía mientras protegía a Mario contra su pecho.

—Eso ha sido mi puntapié letal, si Puños de Porcelana hubiera intentado entrar en tu casa, hubiera sido muy fácil. Esta, realmente, era una puerta de "Chichinabo".

Lucía aún no había salido de su asombro cuando apareció en escena su marido.

—Lucía no sé que te llevas entre manos, pero yo me voy a trabajar. Luego buscó un presupuesto de carpintero. —dijo mientras le daba un beso en los labios.

Lucía acomodó a su bebé en la cuna, acomodo sus bellos pechos lactantes y se dispuso a vestirse rápidamente para la ocasión, aquel guardaespaldas la había excitado y de veras.

—¡Bueno y tú quien eres?¿Un tal Giovanni no?

—Sí, mi madre me puso Giovanni Casanovita. —dijo ajustándose el paquete con un gesto grácil —Hola, Lucía. Estoy aquí para asegurarme de que estés protegida en todo momento y que aprendas a defenderte correctamente.

—¡Vaya, no esperaba que mi guardaespaldas fuera tan guapo y protector! Supongo que aprender a defenderme de Puños de Porcelana con otras técnicas tiene sus beneficios. —comentó Lucía coqueteando.

—Eh, Lucía, ¿estás segura de que no estoy aquí para protegerte de tí misma? ¡Las mujeres tienen fama de tropezar con su propia sombra! He notado como me deseabas a través de la mirilla, incluso antes de que tú te dieras cuenta de ese deseo.

—¡Um me salió machista! ¡Hey, eso no es justo! ¿Ahora que tienes sentido arácnido o qué? Pero sí, Giovanni, por favor protégeme de mí misma y de esa letal Puños de Porcelana. —dijo Lucía riendo.

—Descuida, Lucía, estaré a tu lado en todo momento. Y en cuanto a esos puños de porcelana, los encontraremos juntos. —Sonrió.

—Me siento mucho más segura sabiendo que tengo a un apuesto guardaespaldas a mi lado. ¿Quién necesita defensa personal cuando tienes a alguien como tú? —comentó Lucía con coquetería.

—Oh, sí, definitivamente estoy aquí solo por mis habilidades de guardaespaldas. Pero puedo entender por qué te parezco apuesto. Tal vez alguien podría enamorarse de mí, soy irresistible. —dijo Giovanni jugueteando.

—Jajaja bueno, ya que los dos estamos felices con nuestros roles, sigamos adelante. Giovanni Casanovati, prepárate para algunas lecciones de defensa personal, se boxear por si Valentino no te ha informado bien. Asegúrate de que no termines besando el suelo más de lo necesario.

—¿Besando el suelo? Creo que prefiero besarte a ti, Lucía. —aseguró él con una mirada traviesa.

—¡Eh! Eso es inapropiado, Giovanni. Pero tal vez después de que aprendas a no subestimarme, podamos hablar de ello. —Aseguró sonrojada.

***

Valentino entró por la puerta de casa Lucía sin previo aviso.

—Madre mía que destrozo. ¿Giovanni no te han enseñado a pedir permiso antes de entrar?

—Sí, maestro, pero vi oportuno derribar la puerta. Solo así demostré que era una puerta muy frágil para el enemigo al que nos enfrentamos.

—Está bien. ¡Vamos, chicos, concentrémonos en el entrenamiento! Giovanni, enséñale a Lucía cómo defenderse, y Lucía, deja de coquetear por un momento y aprovecha tu oportunidad de salvar la vida.

—¡Oh Dios mío! ¡Cómo sabes que estaba coqueteando, y que es eso de salvar la vida?

—Te conozco Lucía. Y lo de salvar la vida es por Puños de Porcelana. Giovanni a lo largo de su entrenamiento te revelará por fin el pasado de ella. Ahora solo quiero que te asustes lo suficiente. —Dijo Valentino esbozando una leve sonrisa.

—¡De acuerdo, Valentino! Giovanni, muéstrame lo que tienes. Pero no te preocupes, ya tengo un ojo en ti. —dijo Lucía sin haber perdido sus ganas de guasa, pese a estar atemorizada.

—Oh, estoy seguro de que lo tienes, Lucía. Pero prometo que te enseñaré todo lo que necesitas saber para defenderte y quizás un poco más. —dijo Giovanni a su vez jugueteando.

Con la tensión romántica flotando en el aire y los puños de porcelana amenazando desde las sombras, Lucía, Valentino y Giovanni se embarcaron en un entrenamiento de vital importancia. La defensa personal se estaba mezclando con un tema intrigante. ¿Cual era el pasado de Puños de Porcelana? ¿Y por qué ese misterio alrededor de él?

¿Giovanni sería capaz de proteger a Lucía de los misteriosos puños de porcelana y de su propio encanto? Con cada lección de defensa personal, la tensión se intensificaba y las chispas volaban entre ellos. Valentino regresó al gimnasio y los dejó solos.

—Giovanni, no puedo evitar sentir una atracción inexplicable hacia ti. Tal vez Puños de Porcelana no sean la única amenaza aquí. —suspiró.

—Lucía, tienes un poderoso gancho derecho, pero tu encanto también podría derribar a cualquiera. No puedo negar que siento una conexión especial contigo. —sonrió.

—¡Ay, el amor está en el aire! Lucía, Giovanni, recordad que estáis aquí para entrenar, no para enamorarse. —intervino Valentino.

—¡¿Pero, no te habías ido pedazo cotilla?! Valentino, ¿estás celoso de nuestra química? Quizás deberías quedarte y pedirme una cita en lugar de solo cotillear. —espetó Lucía.

—Tienes razón, Lucía. Tal vez debería abrir una academia de boxeo y citas al mismo tiempo. ¡Podría ser un éxito! —Se rió Valentino.

Mientras que Valentino, ahora sí, se fue de verdad, los dos continuaron su entrenamiento, los momentos de tensión romántica se mezclaban con la adrenalina de los golpes y las risas contagiosas. Giovanni se esforzaba por proteger a Lucía tanto de los Puños de Porcelana como de su propia atracción, mientras que Lucía jugaba el papel de chica que se sabía deseada y deseaba, observando la situación con una sonrisa cómplice.

El entrenamiento se volvía una danza entre el deseo y la acción, donde los golpes no eran los únicos que se intercambiaban.

—Giovanni, quizás deberíamos tomar un descanso y disfrutar de un café en medio de este caos. Tengo quedar de mamar a mi bebé. ¿Quieres mirar mientras le dio la leche? Dicen que tengo unas tetas como pintadas por Rubens —sugirió Lucía juguetona mientras Giovanni estaba encima de ella movilizándola completamente.

Giovanni se ruborizó por semejante descaro, pero pronto se repuso.

—Tienes razón, Lucía. Después de todo, la maternidad y la defensa personal no deberían ser excluyentes.

—Bien, chico, —dijo Lucía notando la evidente erección de Giovanni —disfruta de verme dar de mamar. Pero recuerda, después de eso, nos queda un largo camino de entrenamiento por recorrer...

Dicho y hecho, Lucila se desabrochó el sujetador, se sacó una teta bien gordita, con un pezón moreno ancho, pero no demasiado, muy apetitoso, una teta cargadita de vida y dio de mamar a su bebé. Mientras, Giovanni, totalmente ido, miraba embobado como Lucía se acariciaba la otra teta que permanecía libre. Ella sentía el morbo de alguien que la miraba deseándola, y él empezaba a lubricar excitado por su consentimiento, y su polla latía luchando por ser liberada.

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