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Imbécil 1

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J.a.a
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Sinopsis

"Nunca pensé que haría algo tan loco y absurdo, enamorarme de mi maestro. Y lo peor de todo es que es un completo imbécil". Lo que se suponía que eran solo unas lecciones privadas con el profesor pendejo, se convirtió en algo mucho más y eso no parece ser bueno para ninguno de los involucrados. En el último año de escuela, la materia más difícil de su plan de estudios para pasar el año, es la materia que enseña la maestra que más odia Daniela. Con dificultad en la materia, con notas bajas, Daniela se ve obligada a tomar clases particulares con su profesor, a ver si mejora su desempeño, para lograr su sueño de graduarse e ingresar a la facultad de arquitectura. Con las clases, Daniela descubre más a ese profesor rencoroso, que no siente pena por ningún alumno y de paso, se enamora de él. Y lo peor de todo, no pueden estar juntos. Con la graduación acercándose, Daniela está confundida acerca de su inesperado sentimiento por su profesor de química y eso la hace pensar en renunciar a todo lo que involucra a los dos, por su propio bien. Ahora la pregunta es: ¿el profesor idiota, a quien Daniela ha llegado a amar, quiere renunciar a los dos?

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1

Me duele la cabeza, así que giro la cabeza sobre la almohada y me vuelvo a acomodar para volver a dormir. Todavía debe ser el amanecer y no tengo ganas de ir a la escuela hoy. Como, cero. Mi despertador va a sonar en unas pocas horas y hasta entonces, espero que el dolor de cabeza se haya ido, porque levantarse temprano con dolor de cabeza es muy duro.

- ¡Daniela! - Salto sobre la cama, escucho a mi madre gritar y siento una punzada de dolor en la cabeza con el grito. Escondo mi cabeza debajo de la almohada.

- Qué...? - mascullo, mi voz baja y soñolienta.

- ¡Sal de esa cama ahora! Llegas tarde a clase. - Dejé escapar un gruñido, imaginando que podría estar bromeando, diciendo que en realidad me levanto temprano. - ¡Dúchate y prepárate! - vuelve a gritar y escucho sus pasos saliendo de mi habitación.

Con la cabeza aún debajo de la almohada, busco mi celular junto a la mesita de noche y cuando lo siento, lo recojo, me quito la almohada de la cara y veo qué hora es realmente. ¡Santo cielo! Mi mamá, por una vez, no estaba bromeando. Salto de la cama, prácticamente me caigo, y corro al baño, tropezando con mis propios pies.

¡Tonterías!

¿Por qué tuve que ir a la escuela hoy? ¿Por qué tuve que levantarme temprano? Y lo peor de todo, ¿por qué tenía que tener clase con ese pendejo de profesor de química, justo el lunes? ¡Que odio! Lunes y ese profesor y su materia no deberían existir. Esas tres cosas no se las iba a perder.

Tomo un baño de gato y apenas salgo, corro a vestirme y arreglarme. Rápidamente me peino, me lavo los dientes, me calzo las zapatillas y busco mi mochila en la habitación. Finalmente, tomo mi teléfono celular y salgo de la habitación, bajando rápidamente las escaleras. Veo a mi madre saliendo de la cocina, un bocadillo en sus manos y me lo entrega.

- Aquí. Comer en el camino. La besé en la mejilla y salí corriendo de la casa.

Entro a la escuela a toda prisa y voy lo más rápido posible a clase. Subo las escaleras, sintiendo que ya me tiemblan las piernas y me esfuerzo un poco más por llegar a mi habitación. Cuando entro, sin siquiera tocar, veo que todos me miran, especialmente mi maestra. Me mira, en esa irritante manera suya de -lo que sea, lo que sea- y sigue repartiendo las hojas a los estudiantes.

- Llega tarde, Sra. Carretero. - dijo mi profesor haciéndome enfadar más de lo que ya estaba por él.

- Yo se. - digo cortésmente. - Perdón profesor.

- Te dejaré entrar, aunque ya estés dentro de la habitación, y no volveré a tolerar tu retraso. - dijo, girándose hacia mí y yo asiento, disculpándome una vez más y yendo a una billetera vacía.

Estúpido.

Me siento en mi escritorio, abro mi mochila y saco mis materiales de dentro, los coloco sobre la mesa y miro hacia un lado, viendo a mi profesor entregar, supuestamente, el examen que hicimos. Debo haberlo hecho bien, porque me rompí el culo estudiando y este esfuerzo mío solo ocupa uno. Cuando el profesor me entrega el examen, sonrío esperanzado, pero se desvanece instantáneamente cuando veo mi calificación en la esquina de la página.

-,? ¿Como asi? - Me levanto, asqueado y mi profesor me mira, con su mirada aburrida e ignorante. - ¡Me estudié hasta la muerte! ¡Debería haber obtenido una calificación más alta! - Me quejo.

- Si te hubieras suicidado por haber estudiado, obtendrías la nota más alta. Tus respuestas están mal y no puedo hacer nada. - dijo y yo lo miré aún más indignado.

- ¡Pero estudié todo el tema! Hay algo mal aquí. - Le di al papel, estresado.

- Yo soy el que se graduó en química, no tú. Entonces, sé muy bien la materia que di y si esa es tu calificación, conténtate y la próxima vez estudia aún más. - replicó, volviendo a entregar las pruebas a los demás. Me senté en la silla, resoplando y tirando la hoja de prueba sobre la mesa.

¡Repugnante profesor pendejo! Joderlo

Después de que todos, la mayoría, están contentos con los puntajes de sus exámenes, el profesor va a su escritorio, toma su bolígrafo y comienza a escribir el material en la pizarra. Tomo el medicamento para el dolor de cabeza que siempre guardo en mi mochila, al lado de la botella de agua, y tomo una pastilla. Carol, mi amiga, ayer fuimos a una fiesta y resultó que bebimos demasiado, pero creo que gané y resultó que tengo una gran resaca. Mi cabeza comienza a palpitar y espero que desaparezca rápido, porque en la prisa por llegar a la escuela, ni siquiera pude soportarlo.

Y a partir de hoy, ya no salgo los domingos por la noche, así no corro el riesgo de volver a emborracharme y despertarme tarde a la escuela. Y con dolor de cabeza, para colmo. Entonces, no más fiestas el domingo. Deja que Carol se vaya sola ahora, porque yo estoy fuera.

....

Cuando termina la clase, todos salen del salón y se dirigen a la cafetería para comprar sus bocadillos. Voy al patio, donde siempre me encuentro con Carol y donde todos los estudiantes van a comer. Me siento en un banco, esperando a que aparezca Carol y ella no tarda unos minutos en aparecer.

- ¿Que cara es esa? - preguntó, sentándose a la mesa y entregándome un snack natural.

- Ese pendejo de profesor.

- ¿Qué tiene él?

- ¿Recuerdas la semana pasada que me suicidé si estudiaba, para su examen? - ella confirma. - Adivina cuánto saqué en el examen.

- ?

-,.

- ¿Como asi? ¿Por qué? Estudiaste todo.

- ¡Entonces! Me dio , en el examen, y estudié hasta la muerte. Y cuando le dije que algo andaba mal, me dijo que me conformara con la calificación y estudiara más. ¡Oh, se romperá!

- Te lo juro, lo siento por ti con ese profesor.

- Quería hacer todo lo posible para cambiarme e ir a tu habitación. - resopló, mirando a los estudiantes que llegaban al patio.

- Trate de hablar con el director. Tal vez ella lo haga.

- Tu habitación ya está llena. No tiene como.

- Ah, de verdad. Lo siento, lo había olvidado.

- Tendré que vivir con ese pendejo hasta fin de año.

- No te preocupes. Se acabó el año.

- Termina el año y saco una nota baja en química, ¿por una injusticia? ¡No! Tengo que mejorar, para bien o para mal o para la injusticia. Ella me mira pensativa.

- ¿Sabes lo que quería bueno? Tomas clases particulares de química. Eres bueno en todas las materias, solo la química es mala, así que sería bueno que hicieras eso.

- ¿Y con quién lo voy a hacer? Mi clase no tiene nerds, como otras clases no los tienen. Todos sacan buena nota, porque no sufren la injusticia que yo sufro. - me quejo, bebiendo el sorbo del jugo.

- ¿Y si tratas de hablar con el profesor? Para que te explique cuáles son sus errores en la materia y que te enseñe.

- Si voy a hacer eso, tiene que explicarme todo el asunto.

- Entonces toma clases particulares con él. Así, entiendes lo que enseña y la forma en que enseña y mejoras en la materia. - Dijo Carol, haciéndome pensar por un segundo.

- No quiero tener clases particulares con él. Murmuro, mordiendo mi bocadillo.

- Pero es el camino. Los exámenes finales se acercan pronto y si no te va bien en química, tienes la oportunidad de repetir el año. Necesitas una nota.

- Sí, pero mi problema es él, ni siquiera es tanto el asunto. Ese profesor es un imbécil arrogante. Odio mirarlo a la cara. - Cierro el punzón y empujo.

- Incluso podrías querer darle un puñetazo, pero el tipo es guapo. - Sonrió, tirando de la malicia, haciéndome mirarla. - ¿Vas a decir que no? - Guardo silencio.

Mi profesor puede ser el gilipollas que es, pero el tipo es guapo, sí. Carol no se equivoca en esa parte. Víctor parece joven y eso es lo que todos piensan, porque nadie sabe realmente cuántos años tiene. Todos piensan que es nuevo, pero si es viejo, está en muy, muy buenas condiciones. Y eso, atrajo las miradas curiosas de las chicas. Los llamo a todos engañados, porque poco saben lo arrogante que es el tipo. Solo hay belleza, porque la educación es cero.

- DE ACUERDO. - Pongo los ojos en blanco. - El es lindo.

- ¿Lindo? El chico es gato.

Estoy de acuerdo, pero me guardo esa verdad. Afortunada su novia.

- ¿Dejamos de hablar de él?

- DE ACUERDO. Volviendo al punto entonces, creo que deberías preguntarle si puede ser tu tutor. Porque, te guste o no, es una buena idea que intentes mejorar tu química y pasar el año.

- No sé si quiero hacer esto. - Me cruzo de brazos.

- Es tu única opción. O tomas clases particulares o corres el altísimo riesgo de no aprobar el año y no ir a la escuela de arquitectura.

Me quedo ahí, pensativo y pienso por qué existe este asunto. ¿Quién usará la química además de los científicos? La química apesta. ¿Dónde voy a usar esto en mi futuro? Mi enfoque son las matemáticas y no la química.

- Yo se. - refunfuño, escondiendo mi rostro y frotándolo. No quería tener lecciones privadas con mi maestro. - Pero no quiero tener que estudiar con ese tipo. Debe ser insufrible, más de lo que ya es en el salón de clases.

- Hablale. ¿Qué otro día tienes clase de química?

- Cuatro.

- ¡Entonces! Habla con él después de clase y pregúntale si puede ser tu tutor.

- ¿Y si no quiere?

- Entonces realmente te matas, estudiando. Como mañana, tarde y noche. Dejé escapar un gemido, esperando que esto no tenga que suceder.

Odiaba la química en un grado increíble. ¿Te imaginas tener que estudiar mañana, tarde y noche, todos los días? Es el final de la línea para mí. Acepté estudiar las demás materias y pasar días preparándome para los exámenes, pero con la química no fue tan así. Desde que descubrí esta materia, en primer año de secundaria, ya la odiaba. No fue amor a primera vista, fue odio a primera vista.