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Capítulo 1 (Parte III): Un día en Dusseldorf.

[Narrado por Georg]

Se cumplieron mis veinticuatro horas en Dusseldorf; al final, Bram tenía razón, el aire era menos pesado aquí. Me hallaba sentado en el patio trasero de su enorme mansión, justo junto a su también enorme piscina. Miraba a Chiara y Josh jugar con los perros, les tiraban pelotas en la piscina y ellos brincaban para alcanzarlos.

Admiré a Tania y a Susan mientras venían con las bandejas de las meriendas, ambas son unas hermosas mujeres. Verlas me hacía extrañar más a Josie; aún más al ver a Susan pues tenía una contextura parecida a la de Josie; además del mismo color de cabello.

―Toma muñeco ―dijo Tania dándome un plato―. Tu pastel preferido de mi obra y mano; sin olvidar tu cafecito.

―Gracias Tania ―correspondí tomándolo y sonreí.

― ¡Niños tomen su merienda! ―gritó Susan, llamándolos, ella me miró de soslayo y me guiñó; sabía que todos estaban emocionados con mi presencia allí.

Tantos años separados, tantas cosas nuevas y diferentes.

―Ya vamos mami ―dijo Josh tomando de la mano a su hermanita para escoltarla con cariño en nuestra dirección.

―Dios, ¡qué niño! ―expresó Tania al mirarlos, se llevó las manos al pecho y suspiró― Te odio Susan.

―Lo siento mucho, sé que ambos quisieran tener hijos, y tienen razón; yo no devolvería los míos por nada del mundo.

―En todo caso, también te odio ―dije, para luego llevar a mi boca un pedazo de pastel.

―Por lo menos Georg puede, los tendrá algún día ―se quejó Tania―. Yo ni eso ―expresó con tristeza.

―Es extraño, no tienes por qué no poder tener hijos ―agregó Susan, confundida, ella sabía lo que sucedió con Tania en el pasado; aun así, perder un hijo no significaba que no podían tener más.

―Supongo fue el resultado de la infección que me atacó en el post operatorio de cuando extrajeron mi bebé ―dudó, no me gustaba recordar ese día, no me gustaba recordar su expresión cuando le dijo a Bram que habían perdido a su primer hijo. Aquella imagen aún estaba tatuada en mi memoria.

―No recuerdes eso Tania ―pedí, si ella lo recordaba, yo también lo haría.

―Lo sé, no fueron buenos tiempos para nadie ―se disculpó con ojos llenos de culpa, aun había tantas nubes sobre los recuerdos de aquella semana.

― ¿Y tú cómo te sientes? ―preguntó Susan, dedicándome una mirada tierna y atenta, tomando mi mano.

―Mejor, el ambiente ayuda mucho en realidad ―admití, aunque no estaba cien por ciento convencido de quedarme.

―Me alegro mucho ―dijo, ella se sentó a mi lado, pasó su mano debajo de mi brazo tomando la mía, apoyándose en mi hombro.

Éramos buenos amigos, todos lo éramos.

― ¿Cuántas veces te lo dijimos? Sabíamos que te haría bueno venir a Dusseldorf y salir de ese asqueroso pueblo ―dijo Tania mientras ayudaba a Chiara a acomodarse en su silla con el pastel y el vaso de chocolate, Josh no tuvo problemas y se acomodó en el suelo por sí mismo.

―Buenas tardes. ¡Miren eso! ¡Sí que te consienten! ―exclamó Bram desde la baranda de las escaleras que daban a la piscina.

―Estoy empezando a ver las ventajas ―sonreí, para luego tomar un sorbo de café, que estaba delicioso.

Bram bajó las escaleras y besó a Tania, sentándose a su lado.

― ¿Quedó algo pastel? ―le preguntó.

―Sí, está en el horno. Si quieres voy a traerte tu porción ―ofreció su esposa.

―No cariño, yo iré en un momento ―le despreocupó él.

―No me gusta lo que veo ―se quejó Trey, mirándonos desde arriba de las escaleras, justo como su hermano menor lo había hecho segundos antes, él nos tenía a Susan y a mí en la mira.

― ¿Qué? ―preguntó Tania, mirándolo con ojos entrecerrados y un gesto de molestia.

―Si Georg soltara la mano de mi es... ―respondió él dejando a medias la última palabra.

― ¿Tu qué? Que yo sepa no soy nada tuyo Keuler, te recuerdo que fue lo que decidiste cuando se te ocurrió engañarme ―reclamó Susan.

― ¿Siempre están discutiendo por lo mismo? ―pregunté. Tania y Bram asintieron― Trey, no tienes por qué reclamarle nada a Susan, perdiste ese derecho. Susan, no cedas a las provocaciones de Trey, tu solo ignóralo.

―Yo preocupado por ti ―reclamó, escupiendo sarcasmo―. Es obvio que no necesitabas mucho.

― ¡Basta Trey! ―impuso Tania― Deja de ser un cretino, respeta a la madre de tus hijos; atente a las consecuencias de tus actos, aun mas en su presencia ―señalándolo a los niños al final.

―Está bien que estés celoso si es que aun la quieres; pero no ganarás nada tratándola de poca cosa; además, esto es solo un acto de apoyo ―levanté la mano de Susan, que todavía tenía agarrada―. Deja de hacer problemas donde no hay.

―Estaré en mi habitación si me necesitan ―bufó enojado antes de marcharse.

―Es un estúpido, olvida todo lo que te diga, no te merece ―dije besando la mejilla de Susan.

―Gracias Geo ―sonrió algo sonrojada y bajó su cabeza con timidez para ocultarlo.

Miré a Josh, quien a su vez se quedó mirándome fijamente cuando besé la mejilla de su madre. Su rostro era inexpresivo, solo serio, y con los ojos bien abiertos, cuando Susan volteó a mirarlo bajó su cabecita, escondiendo sus ojitos.

Me hubiera gustado saber que pasaba por su cabeza en ese momento.

Pasamos el resto de la tarde en la piscina, los niños jugaban en la parte baja sin temor a que se ahogaran y Susan jugaba con ellos.

Había traído mi bajo e intenté recordar notas viejas. La risa de los niños, el sonido del agua y el viento me hacían sentir una paz que no había sentido en años.

Tania y Bram se habían marchado unos quince minutos antes. Trey, por su parte, no había vuelto a asomar la cara.

Susan salió del agua cargando a Chiara y se sentó en la silla de tomar el sol con la niña entre sus piernas. Puso una toalla en su cabeza y empezó a secarla, la niña solo cerraba sus ojitos para que las puntas de la toalla no entraran en sus ojos. Ambas se veían preciosas juntas, madre e hija.

Chiara se parecía demasiado a Susan, con sus cabellos rojizos, labios delicados y nariz pequeña. Realmente, no entendía cómo Trey podía haber despreciado una familia tan hermosa. Sin darme cuenta, me había perdido en mis pensamientos, mirándolas.

Josh me sacó de mi concentración picándome con su índice, justo entre las cejas.

― ¡Josh deja de hacer eso! ―ordenó Susan a manera de corrección.

―Sé que es linda; pero no dejes que papá te vea mirándola así ―susurró Josh, intentando que Susan no lo escuchara.

―Lo tendré en cuenta ―dije, chocando puños con él.

―Necesita que la defiendan de papá, yo no puedo hacerlo ―dijo en un tono muy bajo, escondiendo la mirada. Podía ver su preocupación, un niño de cuatro años no debía de preocuparse por cosas como esas, no era justo.

―Algún día podrás ayudarla todo lo que quieras campeón; ella siempre te necesitará ―dije y él asintió.

― ¿Qué secretean? ―preguntó Susan con una sonrisa de medio lado, algo divertida, quizá contenta de ver que Josh y yo interactuábamos.

―Nada, cosas de hombres ―respondí, miré a Josh en complicidad, él se mostró complacido por ello.

―Cariño. ¿Por qué no le pides a tu papito que te ayude a vestirte para ir a casa mientras yo hablo con su Tío? ―preguntó mirando a su hija, la pequeña asintió bajándose de la silla― Josh, cuida a tu hermana, ayúdala a buscar a papá.

―Sí mami ―dijo, tomó la mano de su hermanita y la llevó hasta la casa. Ella no les quitó la vista hasta que estuvieran dentro.

―No se parece en nada a Trey ―dije, refiriéndome hacía su actitud ante las mujeres.

―Tiene más el estilo romántico de Bram; pero tiene el mismo humor podrido de Trey, nadie los saca de sus ideales ―dijo, exhalando fuertemente al final.

―Parece que los dos necesitamos superar tragedias de pareja ―dije, tocando las cuerdas del bajo, no propusieron ningún sonido, no había traído el amplificador.

―Georg, ¿te puedo pedir algo? ―preguntó nerviosa― Te va a parecer una locura, pero ya no sé qué hacer, hoy fue la gota que derramo el vaso, estoy harta de él.

―Claro, te escucho ―coloqué el bajo a un lado; me acomodé en la silla para mirarla mejor y dejar espacio para que ella se sentara a mi lado.

― ¿Saldrías conmigo? ―la primera impresión ante su petición fue ahogarme con mi propio corazón. No me lo esperaba, jamás me hubiera imaginado algo así, menos viniendo de ella.

― ¿Como una... cita? ―pregunté dudoso y algo nervioso.

Hice rodar mi alianza de matrimonio en el dedo anular.

¿Una cita? ¿Después de todos estos años?

―No te pido que lo veas así. Solo quiero salir y divertirme un rato como no lo he hecho durante todo este tiempo, necesito no solo demostrarle a él que no lo necesito para seguir con mi vida, si no probarme a mí misma que puedo ser feliz sola, sin pretender que Trey esté a mi lado.

― ¿Lo haces para darle celos a Trey? ―indagué, a él no parecía haberle gustado vernos juntos de aquella manera, eso podría haber avispado una chispa de esperanza en Susan, si le había molestado, aun podía haber algo ahí, y tal vez ella quería sacarlo de Trey causándole celos.

―No… Claro que no, es por mí, como te acabo de decir ―aclaró, la miré fijamente, parecía que, de hecho, yo me estaba equivocando. Ella quería seguir adelante, así como yo debería hacerlo también.

― ¿Te da miedo andar en motocicleta? ―pregunté, así indicándole que aceptaba.

―No lo sé; pero supongo que lo sabré. ¿Mañana en la noche? ―me miró de soslayo, quizá tanteando una respuesta un poco más clara.

―Como quieras, sabes que no tengo compromisos de nada.

― ¡Perfecto! ―dijo sonriente y algo emocionada― ¡Gracias Geo! ¡Necesito esto! ―me abrazó con fuerza, sonreí, Susan era especial, merecía ser feliz.

―Creo que será bueno para ambos ―expresé con sinceridad mientras correspondía a su abrazo.

― ¡Mucho mejor! ―expresó entusiasmada― Hablaré con Tania para que cuide a los niños, ahora mismo ―sin demorarse saltó de mi lado y caminó en dirección a la casa.

Suspiré, exhalé todo el aire de mis pulmones, no sabía qué era lo que había hecho, ni los motivos por los que había aceptado, ni siquiera como lo vería.

Tomé el cinturón del bajo y lo pasé sobre mi cabeza, siguiéndola a distancia hasta la casa. Eran las nueve de la noche y el sol apenas empezaba a ocultarse.

Caminé por el recibidor, mirando hacía la cocina, Susan charlaba con Tania; esta solo me miró de reojo cuando pasé a lo largo subiendo las escaleras.

Me topé a Bram en el pasillo del segundo piso, cargado de tubos donde llevaba las muestras de sus diseños; además de portafolios y demás cosas.

― ¿Necesitas que te ayude? ―pregunté.

―No te preocupes, ya estoy acostumbrado; los echaré en la parte trasera del auto y es todo ―dijo y siguió caminando.

― ¿Trabajas hoy toda la noche? ―pregunté antes de que se alejara mucho más.

―Sí, tengo que terminar los detalles de los diseños que desarrollaremos junto con Stil dhe Shndrit ―explicó.

― ¡Buena suerte! ―le deseé.

―Gracias. ¡Buenas noches! ―gritó bajando las escaleras.

― ¿“Stil dhe Shndrit”? ―repetí en voz alta, me sentí extraño pronunciándolo, no tenía la menor idea de que idioma era, ni de por qué sentía que significaba algo.

Antes de abrir la puerta de mi habitación la que daba enfrente se abrió. Lo primero en salir fue la petirroja en su pijama de conejitos, dando un gran bostezo.

― ¿Tienes sueño? ―pregunté mientras admiraba su dulzura.

―Uummjumm ―asintió, mientras se restregaba los ojitos.

―Yo también me iré a dormir. ¿Te despides de mí? ―pregunté, inclinándome, ella caminó tambaleante hasta mí y rodeó mi cuello con sus bracitos, dejándome un beso en la mejilla.

― ¿Yo? ―preguntó Josh al ver que su hermanita me acaparaba.

―Claro ―dije halándolo para abrazarlos a ambos juntos.

―Vamos, tienen que irse ―insistió Trey moviéndolos de su pijama para que me soltaran.

―Buenas noches, cuiden a su madre.

― ¿Qué hablabas con ella? ―preguntó Trey casi de inmediato, mostrándose molesto.

―Lo siento Trey; pero la realidad es que no tienes derecho a saberlo. Buenas noches ―dije entrando a mi nueva habitación, cerrando la puerta antes de que pudiera objetar.

Tenía que ser realista, Trey continuaba más que enamorado de Susan, solo que no sabía cómo controlar sus instintos animales.

No quería que pasara nada entre nosotros, solo era una salida de amigos. Trey tendrá que entender que tarde o temprano ella haría su vida sin él si no empezaba a trabajar por recuperarla.

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