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Capítulo 1

Miraba la luna asomarse por el balcón de mi habitación, eso me hacía recordar mucho los días que pasé en Kaleptahad. Pasaron unos ocho meses desde que volví a Alemania junto a los chicos.

Yo parecía una bomba a punto de explotar, mi abdomen sí que creció. Estaba atravesando el último mes de embarazo, y esa era la razón por la que debíamos volver a Kaleptahad; mi hijo o hija debía nacer allá. No podíamos arriesgarnos, era una vampiresa de parto, cualquier cosa podía suceder.

Esta noche teníamos una pequeña cena en casa. Tarian, Bowie y Glen se despedirían de su familia y amigos antes de volver a Kaleptahad y, por extraño que pareciera, Bowie era el que estaba más entusiasmado, incluso mucho más que yo.

Subí un momento a mi habitación, estaba impaciente e intentaba asegurarme de que todo estaba en las maletas. Las hormonas revoloteaban mi ansiedad con exageración y los nervios del viaje me estaban matando. Supongo que la tensión de Tarian estaba presionándome. Él siempre decía:

“Debimos viajar antes. ¿Qué tal si empiezas el trabajo de parto en el avión o el barco?”.

Sus palabras empezaban a parecerme con mucho sentido en este momento; pero no fue nuestra culpa, el trabajo era el que nos atrasó, aun mas con la idea de que desaparecerían totalmente del mundo durante meses, sus admiradoras enloquecerían.

Al asegurarme que todo estuviera en su lugar por tercera vez durante la velada familiar, bajé a la sala de estar donde todos estaban, charlando, bebiendo, comiendo. Una ligera sombra en el porche me distrajo de mi camino, abrí las puertas de vidrio y caminé hasta Gustav. Él estaba apoyado a una de las barandas del porche, mirando la luna en silencio.

―Gussy. ¿Por qué no estás adentro con los demás? ―pregunté acercándome, colocando mi mano en su espalda.

―No lo sé Ro, simplemente me siento fuera de lugar. ¿Tú qué haces aquí? Pensé que te habías ido a descansar.

―Que tenga casi nueve meses de embarazo no quiere decir que no tenga energías para rumbear toda la noche ―dije y reí, moviéndome un poco como si bailara.

―No entiendo como lo haces ―sobó mi barriga con una sonrisa.

― ¿En qué pensabas? ―pregunté mirándolo a los ojos, él suspiró, volteando a ver a la luna nuevamente.

―Me hace falta algo, Tarian ya formó una familia, Glen y Hebe van por el mismo camino y Bowie está enamorado de un fantasma, nadie sabe de quién. Volverán a Kaleptahad para recibir a tu hijo y yo, como siempre, estaré solo. Como en los conciertos, al final del escenario donde nadie se preocupa por saber que existo. Creo que toda mi vida seremos mi batería y yo, solos. Sin los chicos yo no soy nadie ―suspiró con tristeza.

―Gustav, deja de decir tonterías. No te quedarás solo, eres una parte importante de mi vida y para la banda también. Eres el que da el sabor y la fuerza a las canciones. Sin ti nada sería igual.

―Yo no lo veo así ―exhaló.

―Tienes que venir con nosotros; no quiero dejarte solo en Europa mientras el mundo te persigue preguntándote dónde está el resto de la banda.

― ¿Qué iré yo a hacer a Kaleptahad? ¡No tengo nada allí!

―Me tienes a mí, a mi hijo, que es tu sobrino, a Tarian, Bowie y Glen, que son tus mejores amigos. ¿Por qué no buscas más razones? Tal vez encuentres el pedazo que complemente con el espacio vacío de tu alma.

―En parte tienes razón, nada me quedaré haciendo aquí ―respondió mirándome de nuevo, aun con cierta inseguridad en su rostro.

―Perfecto ―tomé sus mejillas―. Ve a empacar y despídete de tu hermana.

―Gracias rojita ―dijo él besando mi mejilla.

― ¡Suelta a mí esposa o te clavo a la pared! ―gritó Tarian desde el umbral de la puerta.

―Cariño ―lo miré seriamente, estaba intentando animar a Gustav, no necesitaba que él creara un conflicto fantasma sobre celos.

―Discúlpame por defender lo mío ―comentó sarcástico.

―No te preocupes Tarian, nadie te la quitará ―dijo Gustav y luego se marchó del porche, seguía luciendo derrotado.

Tarian me miró con una provocativa sonrisa de medio lado, yo tapé mi rostro con las manos para no mirarlo. Una simple mirada de suya disparaba mis hormonas, ya no estaba en condiciones para darles rienda suelta. Debía concentrarme en mantener a mi bebé dentro de mí al menos por un par de días más.

Tarian quitó mis manos y me tomó del cuello, obligándome a besarlo. Quería comérmelo a besos, necesitaba bajar mi necesidad por el cuerpo de mi esposo.

―Tus besos estas últimas semanas han estado mejor que nunca ―mencionó Tarian, despegándose de mí.

―Es culpa de la carga extra ―señalé, mirando a mi barriga.

Tarian también bajó la mirada y puso sus manos sobre mi barriga. Se inclinó un poco, colocando su oreja en la cima de ella y le habló. El bebé no tardó en reaccionar a la voz de su padre, moviéndose dentro de mí. Era increíble y mágica la sensación de tener aquel pequeño ser humano dentro de mí, el hecho de que yo lo hubiera hecho y que fuera el resultado de nuestro amor. Tarian y yo unidos en una pequeña criatura.

―Mi pequeña Aisha ―decía Tarian tocando mi barriga.

― ¡Deja de decirle así! ¿Y si es un varón? No creo que le gustara llamarse Aisha ―le regañé.

―Sé que es una princesita como su madre; aunque tú no hayas querido averiguarlo, estoy convencido ―insistió.

―Deberías ir pensando en nombres de varón en caso de que te equivoques ―sugerí, contrario a Tarian, yo sabía algo diferente.

―No me equivocaré ―objetó convencido, terco.

―Eres un caso Tarian ―reí y lo besé nuevamente.

Al terminar, lo tomé de la mano, llevándolo dentro del salón. Glen y Hebe parecía que se tragarían mientras se besaban escondidos en el pasillo que daba a la cocina. Estaba curiosa de averiguar cómo Hebe se enfrentaría a los parlamentarios al llegar a Kaleptahad, estoy casi segura que el tatuaje de tulipán que se hizo en lugar de su marca de pureza no los engañaría. Aun eran solo novios, por lo que no era correcto a los ojos de los ancianos conservadores de Kaleptahad que formaban el parlamento.

― ¿Puedes creerlo? ¡Par de indecentes! ―les gruñó Tarian.

―Se me olvidaba que esta no era mi casa ―dijo Glen, viéndose atrapado.

―Pero si es la mía ―dijo Hebe.

―Se equivocan, esta es mi casa, debería echar a Glen por prácticamente hacerle el amor a mi hija adoptiva en el pasillo de la cocina por donde paso todos los días. ¡Qué falta de respeto! ―dijo Tarian, exagerando notablemente.

―Te falto el típico, “mientras vivas bajo mi techo, sigues mis reglas” ―dije imitándolo.

― ¡Exacto! ¡Nada de estas escenitas con tu novio en lugares públicos de mi casa! ―demandó Tarian, señalando a Hebe con dureza.

―Ya estas empezando a actuar como papá, hermanito ―dijo Bowie asomándose por encima de nuestros hombros, a estas alturas de la noche, Bowie parecía borracho.

―Nunca es demasiado temprano para practicar ―dijo Tarian encogiendo sus hombros.

―Me parece excelente. ¿Pero por qué practicas con nosotros? ―refunfuñó Hebe.

―Este es un hogar decente. ¡Dios! ¿Tan difícil es que lo entiendan? ―respondió Tarian exagerando nuevamente, todos nos echamos a reír.

¡Cómo si fuera enserio!

―Bueno, como no quieres espectáculos en lugares públicos de la casa; me lo llevaré a mi habitación ―dijo Hebe.

―No, no, no, primero cásate con él y vete ―dijo Tarian señalando la puerta.

―Ya déjalos en paz Tarian ―dije mientras reía y lo tomé del brazo llevándomelo del pasillo.

Ahora si empezaba a sentirme cansada, le pedí a Tarian que nos despidiéramos de todos y me acompañara para así poder dormir. Sin él y con aquella enorme barriga no me era posible conciliar el sueño. Él era mi apoyo durante la noche.

Me despedí de mi suegra y de algunos amigos que aún estaban en casa.

Hebe se encargaría de vigilar que todo quedara cerrado cuando todos se fueran; aunque si Glen estaba a su lado, saquearían la casa entera antes de que pudieran darse cuenta.

Subí junto a Tarian, cambié mi ropa y me recosté a su lado, él ya estaba en su bóxer de dormir, tan ardiente como siempre.

Me apoyé en él y fue inmediato, caí dormida automáticamente.

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