
Sinopsis
Amaya solo quería una vida tranquila, un empleo estable y la compañía de su gato, Simón. Pero el destino tiene su propio sentido del humor. La oferta laboral que parecía el inicio de una nueva oportunidad en Reynolds Inc. resultó ser algo muy distinto: no un contrato de trabajo… sino un contrato matrimonial. Y su nuevo jefe… ahora también es su esposo.
Prólogo
Estaba a punto de volverme completamente loca; todo retumbaba a mi alrededor.
No podía hablar: las palabras se atoraron en mi garganta, dejándome muda. Era absurda la propuesta de mi jefe. ¿Casarme con él?
Ni siquiera lo conocía bien, ni teníamos una relación como para casarnos. Apenas llevaba un mes en esta empresa y apenas lo conocía; eso era imposible.
—A ver, señor Reynolds… ¿esto es alguna clase de broma? —mascullo con burla—. ¿Alguna especie de cámara escondida o algo?
—No soy ese tipo de hombre, señorita Amaya —camina hasta quedar frente a mi escritorio—. Dentro de seis meses nos casamos; mientras tanto, usted será mi novia frente a todos.
—¿Usted se ha vuelto loco? —lo miro incrédula—. ¿Por qué me casaría yo con usted?
—Porque usted aceptó cuando firmó el contrato.
Se inclina frente a mí, abre la carpeta y la coloca sobre mi escritorio.
Empiezo a leer detenidamente y, cuando llego a la última hoja, mis ojos se abren exageradamente al darme cuenta de que no había leído nada de esto por distraída.
Cláusula 4.1
Se compromete usted a casarse voluntariamente con el señor Cristopher Reynolds por lo civil, así como por la iglesia.
Cláusula 4.2
De no cumplir con lo estipulado en la cláusula anterior dentro de seis meses a partir de la fecha de firma del contrato, tendrá que pagar al señor Reynolds la suma de dos millones de dólares, la cual deberá ser abonada en un lapso de treinta días.
Cláusula 4.3
Una vez firmado el contrato, no hay manera de deshacerlo. De hacerlo, tendrá que cumplir con lo acordado en la cláusula.
Al no poder procesar más lo leído, cierro el portafolio y me restriego las manos sobre el rostro.
¡Que me lleve el diablo!
