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Yo: Mamá por favor no no!
Michelle: ¡Cállate niña! Y compórtate, ¿entiendes? ¡No quiero tenerla de vuelta!
Yo: ¿Cómo puedes dar a tu propia hija? - Ya no tenía lágrimas en la cara, lloré mucho en el camino, debo haber secado la fuente.
Michelle: hija? ¡Finalmente me voy a deshacer de ti, solo te acepté por tu padre pero ahora, no soporto mirarte a la cara, asesino! - esa palabra, que me hizo temblar y me dejó petrificado, "asesino", se quedó como un eco en mi cabeza. - Aquí está. - la voz de la mujer a la que llamé madre me saca del trance y un hombre enorme vestido con una capa está frente a mí. Le entrega a Michelle una bolsa que contiene monedas de oro y yo caigo en sus enormes brazos. ¿Qué será de mí?
Eso es todo por ahora, te mostraré tu habitación, allí hay ropa para ti. ¿Alguna pregunta? - Solo niego con la cabeza en negación.
Ni siquiera sé qué preguntar ni qué decir, me siento atrapada, solo quería desaparecer de este lugar, de este extraño que dice que seré su segunda esposa sin siquiera conocerlo realmente, sin saber cuál es su aficiones, su trabajo, cuál es tu canción favorita, tu color favorito, tu plato favorito. - ¿Qué estás haciendo? - pregunta y le doy un golpe de talón.
Yo: Pensando. - respondiendo con la cabeza baja.
Jhon: No pienses mucho, te pone feo. - No podía estar en desacuerdo, todos decían eso, incluso Tifanny, mi mejor amiga antes de parar aquí. - Tu habitación está aquí, ponte cómodo, Amelia debe llegar para darte la última información. Asentí y entré en mi nueva habitación.
La habitación era grande pero sencilla. Solo había una cama doble, un armario y una mesita de noche. Dentro del armario había una infinidad de vestidos y zapatos, de todos los tonos y modelos, los había muy cortos, rubios, medianos y grandes. Tenía zapatos que nunca había usado en mi vida. Un enorme espejo adornaba una de las paredes de la habitación, cuando lo noté noté lo feo que era, de pronto una pequeña preocupación apareció en mi pecho por lo que ese hombre había pensado de mi apariencia. Me senté en la cama y probé su consistencia, se sentía bien y cómoda.
amelia: hola - Miré en dirección a la voz y me puse de pie, esta debía ser Amelia, era alta y hermosa, sus ojos parecían zafiros y su sedoso cabello negro, era hermosa y vestía un perfecto vestido rojo. - ¿No responderá? Es descortés, ¿sabes?
Yo: Lo siento señora... Hola.
Amelia: ¡Llámame Amelia! Conmigo no necesitas tanta formalidad, Jhon que está loco y pide demasiado. - eso me dio un poco de consuelo. - Quiero que seamos amigos, ¿cómo te llamas?
Yo: Luisa.
Amelia: Sé que no estás aquí por la mejor de las razones y no quiero que empeore, que te vendan para darle hijos a un extraño no es muy bueno. Así que quiero que sepas que eres importante para nosotros y si le das un hijo a mi esposo te estaremos eternamente agradecidos. John y yo lo intentamos durante mucho tiempo hasta que descubrimos que una terrible enfermedad se había apoderado de mujeres mayores de veinte años. Serás tratada como la princesa que eres, no te preocupes Luiza.
Yo: Gracias. - Sentí la necesidad de agradecerle, a decir verdad, quería estar en cualquier lugar que no fuera con Michelle. Ella me maltrató y espero que las cosas mejoren aquí, quién sabe.
amelia: gracias Bueno, necesitas una ducha, ¿tienes hambre? - Asenti. - Está bien, resolveré algo y luego prepararé tu baño, ¡siéntete libre! - Se fue con pasos rápidos y yo dejé escapar el aliento. Salí de la habitación y comencé a caminar por la casa, había una escalera frente a mí que conducía a la sala, desde la parte superior de la misma podía ver a Amelia con Jhon en la sala, él le estaba diciendo algo y yo podía leer sus labios.
Eran palabras que no conocía, nunca había oído hablar de ellas… Algo así como: follar varias veces, penetrar varias veces, masturbarme muchas veces, esas palabras eran desconocidas pero la forma en que las pronunciaba era caliente y se me salía de la boca. seco. Me sobresalté cuando la atrajo hacia él, en un acto rápido casi invisible rasgó el hermoso vestido de Amelia, dejando al descubierto su hermoso cuerpo, cada parte de él, le dio la espalda y agarró su hermoso cabello, mirarlo era como sentirlo haciéndole eso a yo, me senti mal en ese momento pero queria ver mas, saber mas... Amelia tenia hermosos senos, su vientre estaba bien definido, no tenia marcas en la piel como yo, era hermosa, limpia, de repente ella soltó un grito que desvió mi atención de ella a Jhon, él estaba metiendo parte de su cuerpo dentro de ella, una parte grande y gruesa, estaba apretando su cuerpo fuerte, violentamente, casi con urgencia, parecía gustarle, su rostro estaba sucio de placer que nunca había visto.
Jhon: Caliente …- gritó y ella soltó otro gritito, parecía que la estaba matando, el miembro de su cuerpo entraba y salía de ella varias veces y ella gemía sin parar, sentí que algo la bajaba mis muslos, algo que nunca había sentido, pasé mi mano por ellos y noté un líquido transparente, no entendía lo que estaba sintiendo. Esa secuencia continuó y Jhon aplastó los senos de Amelia entre sus manos y soltó un grito audible llenando todo dentro de Amelia, ella cayó en el sofá frente a ella y Jhon soltó un líquido blanco en su trasero, observé todo con la boca abierta, lo cual ¿Era eso lo que me mojaba, me calentaba y me dejaba sin aliento? Quería sentir, quería experimentar.
Jhon: A la habitación ahora, Luiza. - cuando escuché mi nombre casi me caigo hacia atrás, ¿entonces me había visto todo este tiempo? Estoy perdida.
Parecieron horas desde que Jhon me había dicho que entrara a la habitación, ya me había comido el resto de la uña de los bordes, en unos instantes hasta me lastimé la piel tirando de la cutícula con los dientes. Michelle siempre me decía que yo no sabía esperar y ella no se equivocaba, era mi culpa y yo estaba lejos de cambiar.
Una sombra apareció en el pasillo, mi corazón ya en mi garganta si eso era posible. Pero para mi alivio era Amelia.
Yo: ¿Puedo ayudar, señora? - Mi voz temblorosa delató mi miedo, Amelia se veía seria, ya no se parecía a la que me había recibido y eso me dio escalofríos.
Amelia: Luíza, quiero que tu estadía aquí sea lo mejor posible pero hay ciertas cosas que no debes hacer, como espiar, ¿tu madre no te enseñó que esto es feo? - Michelle trató de enseñarme muchas cosas pero nunca fui muy obediente, no porque quisiera, ya había sufrido mucho.
Yo: lo siento, reconozco que fui impulsivo y cometí un acto imperdonable, pido disculpas. - eran palabras vacías y mentirosas pero después de repetírselo a Michelle terminé disimulando bien.
Amelia: Está bien, puede pasar, simplemente no puede volver a suceder, querida. - al parecer ella no era la buena mujer que mi mente creó, algo en su tono de voz parecía falso. - Tu baño está listo, ¿de acuerdo? - Asentí y en cuanto ella se fue la seguí, evité mirar alrededor ya que mi curiosidad me lo pedía, no quería más problemas ya que era un imán para ellos.
La tina esmaltada estaba llena y tenía algunos aromatizantes, pétalos esparcidos y algunas velas adornadas a su alrededor.
Amelia: Quítate la ropa. - Tu petición me asustó.
¿Yo ahora? - contigo mirándome quería preguntar.
Amelia: Si, te daré un baño, esa es una de mis tareas. - eso fue incómodo para mí, ella tenía un cuerpo tan hermoso y yo estaba lleno de marcas y feo. Cuando me quité la ropa, escuché a Amelia jadear.
Amelia: Dios mío, ¿qué te pasó?
Yo: Nada, estas son solo algunas marcas. - dije volviéndome a mirarla, preferiría que viera mis partes íntimas que las cicatrices de mi espalda. Sentí su dedo índice en mi barbilla, lo levantó hasta que mis ojos estuvieron al alcance de los suyos.
Amelia: ¿Quién te hizo esto? - la mujer hospitalaria había regresado, lo que me hizo darme cuenta de que era una mujer con un estado de ánimo inestable .
Yo: Mi madre. - las dos palabras salieron con naturalidad, no quería decirlas pero la mirada de Amelia me hizo sentir obligado a hablar.
Amelia: ¿Por qué razón? - se había vuelto más seria.
Yo: No... - Cerré los ojos tratando de ocultar el dolor y las lágrimas que querían salir.
Amelia: ¿Por qué hizo eso? - ella insistió.
