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Capitulo 2

Era obvio que Mili estaba súper-excitada por lo que le describí. En este momento no podía dejarme ganar por mi ansiedad y abalanzarme sobre ella o espantarla de otra forma.

Si quería disfrutar de su estrecho ano y tener su enorme culo entre mis manos, tenía que calmarme... tenía que darle el puntillazo final para que ella cayera y no dudara en dejarme proceder.

- Como tu anito estaría completamente lubricado y flexible, mi pene también untado con gel, se deslizaría sin mayor oposición, claro que lo metería de a pocos... considerando que mi pene no es tan grueso, tu anito sufriría menos aunque a decir verdad, sería mejor que un pene delgado ayude a dilatar tu esfínter.

- Si, si tienes razón... Javier la tiene gorda y si, si lo dejo a él... me va romper toda. Ese loco desesperado... pero, ¿puedo?...

- Dime.

- ¿Puedo verla?... muéstramela... no vaya a ser que yo acepte y resulte que tienes un pene mas grueso —dijo con cierta excitación, era obvio que había descubierto mi erección y eso la había calentado más aún.

Con nerviosismo me desabotone el pantalón, casi disparada salió la cabeza de mi pene, ella se encargo de sacar el resto.

- Vaya, ¡Si es más larga!, un poco más delgada, ¡Pero no tanto! —exclamó sorprendida.

Creí que se arrepentiría por lo que maldije mi infortunio: Será otra paja más, pensé, pero no fue así, Mili llegó al punto en que no hay marcha atrás, su conchita debía estar empapada.

Disimuladamente sobaba su entrepierna intentando acallar esa picazón que incrementaba en su intimidade…

- No importa, tengo que saber como es, si no es ahora, no será nunca —dijo como justificándose.

No creo que sienta gran remordimiento por serle infiel al aventurero de Javier, que conociéndolo, le habría puesto los cuernos a Mili más de una vez, buscando refugio en sus amigas cariñosas cada vez que Mili le negaba su culito.

Yo no me sentía tan culpable, después de que adiestrara el ano de Mili, sería Javier quien disfrutaría de todo el sexo anal que quisiera con ese enorme trasero. Al fin y al cabo el saldría ganador, así que digamos que le estaba haciendo un favor…

-¿Dónde esta la crema? —pregunto con ansiedad

-¿Ah?, ¡Oh!, si, si... por acá la tengo —Con el pantalón que se me caía, busqué en mi mesa de noche. Tenía una provisión de crema para cuando desvirgara el culito de mi enamorada.

Fugazmente pensé en ella, pero hombre y débil al fin, ante la posibilidad que se presenta una vez en la vida... no me iba hacer para atrás... imagínense a J-Lo en su dormitorio, desnuda, en la pose del perrito, pidiéndoles, casi rogándoles que se le metan por el culo... ¿Uds. se negarían? Sí dicen que si y no están mintiendo, los felicito... por que yo no podría negarme.

Ella se paseaba nerviosa, mientras yo más nervioso aun buscaba el gel... hasta que al fin lo encontré. Mili se dio cuenta, y sin tener que decirle nada se fue acomodando en mi cama.

—Ay no se... ¿Cómo me coloco? —pregunto nerviosa.

-Es mejor que te pongas en cuatro —le dije tragando saliva.

Obedientemente se ubico como una perrita ansiosa, arrodillándose en la cama primero y luego inclinándose hacia delante hasta que su cabeza toco el colchón, sus codos apoyados en la cama cubrían su rostro.

Sentiría un poco de vergüenza o tal vez no quería que su cara delatara su ansiedad. La observé por unos segundos aunque su posición no era como la había imaginado porque su espalda formaba una joroba, aun así era una imagen digna de recordar.

Mili un poco impaciente no sabía si bajarse el pantalón deportivo o dejar que yo lo hiciera, su mano nerviosa hizo más de una vez el ademán de querer hacerlo, pero no se atrevía. Así que yo, lentamente fui descubriendo el objeto del deseo de muchos. Ante mí fue apareciendo un bronceado y carnoso trasero, de solo verlo casi se me sale toda la leche, más aun observando la diminuta tanga negra que desaparecía entre sus abultadas nalgas. Me quedé sin aliento.

Sin dar mayor pie a que Mili dudara, decidí continuar, tome su tanguita y la fui bajando suavemente. Su piel se erizó, quizás por el frío o porque era la primera vez que alguien que no fuera su enamorado la veía así... lo cierto es que, al bajar completamente su tanga note que estaba mojada. Al escudriñar un poco en sus intimidades, su lampiña conchita lucia empapada, sus labios vaginales parecían aguardar ansiosos que los penetraran.

« algún día» pensé.

No quise distraerme por lo que mis manos recorrieron sus redondas formas, ella se retraía un poco, así que continué haciéndolo hasta que la sentí menos tensa.

Luego separé cuidadosamente sus abultadas nalgas para ver mejor su arrugado anillo, objeto del deseo de muchos universitarios y de cuanto macho la haya conocido u observado.

Nuevamente ella endureció sus nalgas, quise darle un palmazo para que las relajara pero opte por acariciarlas y nuevamente surtió efecto…

—Vamos Chris... apúrate —la escuche susurrar, quizás hablando para sus adentros, pero en el silencio de la noche pude escuchar su ruego.

Esparcí sobre su esfínter el frío gel, que hizo que su piel se pusiera como de gallina. Aun así no se hizo para atrás, se mantuvo firme, ansiosa esperando que mis dedos hicieran todo lo que dije…

—Chris —me llamó con voz apagada.

—¿Si? —respondí temiendo su arrepentimiento.

—Por favor... que solo…que solo sean los dedos. Ya sabes, no quiero…

—Entiendo —dije con cierta resignación.

Mili estaba excitada, pero consciente, no quería finiquitar su infidelidad.

No me desanimé, tenía esperanza de que mis caricias la hicieran cambiar de opinión. Al saber que aceptaba sus términos, Mili se relajo más, su espalda que antes formaba una joroba rígida, ahora se iba distendiendo... y ya no ocultaba tanto la cabeza.

Mis dedos masajearon su arrugado esfínter y las zonas adyacentes con movimientos circulares, luego a manera de espiral, de afuera hacia adentro, presionando suavemente al final, de tal forma que su ano se fuera haciendo a la idea de que mi dedo iba a penetrarla.

Cuando sentí que su estrecho anillo no oponía mayor resistencia, le unte más gel y embadurne mi dedo meñique. Luego mi dedo hizo el mismo recorrido en espiral un par de veces, solo que esta vez presionaba con más fuerza al final y note que su ano cedía fácilmente.

Fue entonces que decidí profanar su pequeña cueva... lentamente fue ingresando mi dedo hasta la uña.

—¡Ahhhhh! —la escuché exclamar, algo sorprendida pero a la vez excitada.

Mili se contrajo, apretando las nalgas y a su vez su esfínter presiono mi dedo... fue un acto reflejo que poco a poco fue calmando, dejándome proseguir.

Mi dedo hacía un corto trayecto de ida y vuelta, sin sacarlo, desde el comienzo hasta el final de la uña, un temblorcillo recorrió su cuerpo. Cuando su cuerpo cedió, mi dedo fue ingresando de a pocos, repitiendo la misma operación... hasta que su ano se comió gustoso todo mi dedo meñique.

Se movía algo nerviosa, separo un poco las piernas, como para que sus carnosas nalgas se abrieran y dejaran que mi dedo ingresara sin dificultad.

Su espalda por momentos se arqueaba dejándome observar su esplendoroso trasero en toda su dimensión. Mili aún no se atrevía a voltear para ver como desfloraba su hasta hace poco virginal ano.

Mi dedo meñique hacía un recorrido más largo desde la mitad del dedo hasta el final, hasta donde su arrugado anillo me lo permitía. Al principio las incursiones eran lentas luego, a medida que su ano se hacía mas flexible, lo fui haciendo con mayor rapidez, simulando la penetración real del acto sexual... y sentí que Mili comenzaba a disfrutarlo.

Era momento de que otro dedo hiciera su incursión. Saque el meñique, observe el descontento que causo en su cuerpo que se había acostumbrado a aquel intruso. Unte el índice con gel y esparcí más en su pequeño agujero. Mi dedo repitió las mismas maniobras... y todas fueron bien aceptadas por el cada vez más dilatado y flexible ano de Mili.

Cuando saqué el índice, fue ella quien siguió su recorrido hacia atrás, para no dejarlo ir. Contuve su trasero con mi mano, así Mili entendió que era el turno de un dedo más grande: el dedo medio y aguardo ansiosa su ingreso.

Lo fui introduciendo lentamente y ella misma hizo el recorrido hacia atrás... insertándoselo más.

- Uhmmm —gimió nerviosa, notando que el nuevo inquilino en su ano era más grande.

Podía decir que disfrutó cuando mi dedo medio estuvo todo adentro, más aun cuando su recorrido simulando el acto sexual era más rápido. La veía mover su cabeza nerviosa... tal vez mordiéndose los labios, evitando que algún gemido suyo la delatara por completo.

Cuando mi dedo medio fue pan comido para su goloso ano, decidí introducir dos dedos a la vez. La vi impaciente aguardando lo que seguía. No escuche ninguna queja por mi labor (sus ahogados gemidos y su profunda respiración me lo confirmaban) pero tampoco había ninguna palabra que dejara de lado aquel acuerdo de solo usar mis dedos en su adiestramiento anal…

Fui introduciendo el índice y el anular a la vez, su voluminoso trasero fue escapando, temeroso de esta nueva incursión... sin embargo cuando los dos estuvieron dentro suyo, su huida acabo. Su cabeza se enterró nuevamente entre las sabanas, al fin pude ver su rostro, apoyado de lado sobre la cama, cubierto por sus negros cabellos, sus mejillas encendidas, acaloradas, en sus carnosos labios una mueca de dolor y placer, sus ojos entrecerrados lagrimeaban…

-Ayyy... uhmmm.... ahhhh —la escuchaba quejarse, gemir, suspirar.

No solo yo hacia los movimientos de ingreso y salida, ella también se unía a mí accionar, moviendo su trasero, dejando que mis dedos le entraran hasta la raíz... Se levantaba, con sus manos apoyadas sobre la cama, sus dedos estrujaban las sabanas transmitiendo su dulce dolor y todo su placer, arqueaba la espalda, abría mas sus muslos... me mostraba todos sus atributos.

—Uhhh.... ohhhh — gemía Mili ahora, sin reprimirse.

Estaba enloqueciendo, veía su tremendo trasero ir y venir, su voz disfrutando de mis caricias, su cuerpo estremeciéndose... pero no escuchaba nada que me permitiera clavármela de verdad, dejarme de esos inocentes juegos. Quise apurar la situación; saque mis dos dedos... pasaron unos segundos, ella aguardaba en silencio.

- Eso es todo por hoy — le dije.

- ¿Cómo? —exclamo sorprendida.

Por primera vez volteo completamente y me vio. La observe desde atrás: Mili en cuatro patas, su imponente trasero al aire, sus bien formados muslos, su pantalón remangado hasta la rodilla, igual que su tanga, su polito a la altura de sus senos... su rostro excitado, sus cabellos mojados, sus coloradas mejillas y en sus ojos una expresión de ruego…

- Que es suficiente por hoy —replique.

-No...Vamos un poquito mas —dijo—, mira que falta un poco.

Llego a tomar una de mis manos, jalándola hacia su trasero, como para que reiniciara mi faena.

-¡Vamos! —exclamo suplicante.

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