Librería
Español

Eres de todos

129.0K · Completado
Akeli_sam
59
Capítulos
4.0K
Leídos
9.0
Calificaciones

Sinopsis

Nunca imaginé que iba a perder a mi novia de la mano de mi amiga y que está iba a terminar siendo una ninfómana adicta al sexo. Jamás se me pasó por la mente, pero hoy lo he visto. he perdido a mi novia y verla gritar mientras el le da placer es algo que jamás olvidaré.

CelosoChico MaloUna noche de pasiónFuego16+18+SeductorSEXOHistoria Picante

Capitulo 1

Milagros era una chica simpática, de 1.65m, cabellos lacios y negro; ojos del mismo color y piel bronceada.

De su cuerpo puedo decirles que era una versión a escala de Jennifer López. Su trasero no era tan exageradamente voluptuoso como el de ella, pero si muy apetecible.

Estudiábamos en la misma facultad, ella siempre estaba rodeada por chicos. A mi no me llamaba la atención unirme a su club de fans, me contentaba viéndola pasearse por la facultad con sus jeans apretados y más de un pensamiento morboso cruzo por mi mente… y la de muchos.

Un amigo, Javier, llegó a ser su enamorado. Era un tipo divertido pero también mujeriego. Mili conocía su fama y aun así lo aceptó, quizás pensaba que su curvilíneo cuerpo cambiarían su promiscuidad.

Pero poco me importó eso, yo tenía enamorada, así que pensé: Bien por Javier, y que disfrute de ese jugoso trasero... pero por cosas del destino, seria yo el primero en disfrutarlo…

Poco después coincidí con ella en un curso. Debíamos presentar informes casi todas las semanas. Yo no conocía a nadie en ese salón, creí que a Mili le iría mejor, pero al final de la clase ella se me acerco y me pregunto si tenía compañero. No me hice ilusiones, pensé que me quería agrupar con algún amigo o amiga suya que estuviera solo.

—No, todavía no tengo compañero —respondí sin mayor interés.

—Bueno, yo tampoco. Te parece si lo hacemos juntos. —Tomé sus palabras en doble sentido, me hubiera abalanzado para hacerlo ahí mismo, pero no se refería a eso. Mili se dio cuenta de cómo sonó su propuesta y antes de que yo dijera algo, repuso—. Me refiero al trabajo... No seas mal pensado... —dijo sonriendo, un poco sonrojada.

—Sí, me parece bien —respondí devolviéndole la sonrisa.

Así nos fuimos haciendo amigos. Íbamos a su casa o a la mía a hacer los informes y presentarlos casi a la hora de entrega.

Casi al final del ciclo, Mili fue a mi casa a terminar un informe, creímos que nos tomaría tiempo, así que decidió quedarse.

El trabajo no fue difícil, terminamos a las 2 de la madrugada. Pensé que se iría, hasta ofrecí llamarle un taxi, pero Mili prefirió quedarse. Se habían escuchado casos de taxistas violadores últimamente, usaban un polvillo para adormecer a sus pasajeras y luego se deleitaban con ellas.

Hoy agradezco que se quedara y maldigo mi torpeza por casi dejarla ir.

Nos quedamos conversando en mi cuarto, le ofrecí un refresco, pero no lo aceptó.

—¿No tendrás un vino? —me preguntó con sonrisa coqueta.

Baje al primer piso, saqué un par de botellas del mini-bar, cogí unas copas de la cocina, sin hacer ruido, porque mis padres dormían y no quería aguarme la fiesta.

Con el vino, la conversación fue más amena. Nunca hablamos de cosas personales, pero esa noche hablamos hasta de sexo.

Me hizo prometer que nunca le contaría a nadie lo que esa noche hablamos (después me haría prometer que no le contara a nadie lo que hicimos). Aunque un poco cohibida al principio, luego fue hablando sin complejos.

Con el vino en la sangre y la conversación sexual, mi pene iba endureciendo, más aún con Mili y su redondo trasero hundiéndose en mi cama. Temí que fuera evidente lo tieso que tenia mi entrepierna.

Llego el momento de hablar de Javier y como les iba en la cama. Con una copa más de vino y bajo otra promesa solemne de silencio de mi parte, me hablo de sus intimidades con él.

—Bueno, si, es evidente que ya lo hemos hecho varias veces —me dijo sin tapujos.

!Maldito suertudo! , ¡Llevan poco tiempo juntos y ya lo hacen como conejos! Pensé, pero al parecer ella noto mi expresión.

—¿Por qué esa cara? ¿Acaso no lo has hecho aun con tu enamorada? —pregunto curiosa.

—Sí lo he hecho, solo que pasaron 5 meses antes de que fuéramos a la cama.

—¿Y por qué tanto? — me dijo sonriendo.

—Quería estar segura que yo estaba realmente interesado y que no buscaba solo placer.

—Vaya, ¡Se te habrán hinchado las pelotas en esos 5 meses! —me dijo sonriendo

—Jajaja, si, pero bueno, valió la pena, a pesar de que ella no tenia experiencia…

—¿Qué?, ¿No me digas que tu la desfloraste?

—Sí, su familia siempre fue sobre protectora con ella.

—Así que, tu echaste a perder a esa pobre niña —me dijo bromeando.

—Jaja, puede decirse asi, pero prefiero decir que sus padres me la cuidaron bien.

—Jajaja, pero vamos, cuéntame mas de eso —insistió curiosa.

—Como dije, ella no tenia experiencia, pero la forma como se entrego, esa ternura, esa pasión... pero bueno, hay cosas que aun no hacemos porque le da vergüenza.

— ¡Sátiro! ¡Mañoso! —exclamó—. Que cosas le querrás hacer a la pobre chica —me dijo riendo.

—Nada malo, tu sabes, hay mas de un par de posiciones para hacerlo. —respondí.

Por primera vez hablaba tan abiertamente de sexo con una chica, a la que quería practicarle más de una posición. No me importaba que fuera enamorada de un amigo, ni tan amigo, compañero de joda puede decirse.

Llegué al punto en que me olvide que yo tenia enamorada.

—Tienes razón. Creo que Javier no puede quejarse. —respondió, guiñándome el ojo.

— Lo tienes satisfecho —dije con cierta envidia

.

—Sí, pero hay algo que todavía no —Mili titubeo. Se arrepintió de lo que iba a decir.

—¿Qué es lo que todavía no? —pregunté curioso.

—No, no es nada —dijo sonrojándose por primera vez en la noche.

—Vamos, mira que yo te he contado todo —insistí.

—Tienes razón, esta bien... pero…

—Sí, por tercera vez te prometo que lo que digas no sale de aquí —dije con tedio.

—Por tu bien espero que sea así —respondió, mostrándome un puño juguetonamente.

—Pero vamos, cuéntame... ¿Qué es lo que aun no hacen?.

—Javier tiene cierto gusto por el sexo. —nuevamente Mili titubeo.

—Continua —insistí.

—Bueno... el quiere hacérmelo por atrás —dijo con vergüenza, luego tomo más vino.

—¿Sexo anal?... —pregunté incrédulo, porque creí que ya lo habrían hecho, viendo el inmenso trasero que ella tenía, cualquiera pensaría en metérselo por allí.

—Sí, sexo anal —dijo Mili más suelta—. Nunca lo he hecho... ¿Pensaste que si? —agregó.

—Como estuviste de acuerdo en que hay más de una forma de hacerlo, creí que tú habías hecho eso —respondí, imaginándome detrás de ella, perforándole su aún estrecho ano.

Mi verga estaba más dura que nunca y acomodé mis piernas para disimular mi erección.

—Pues no, aún no me he atrevido. Mis otras parejas también me lo pidieron, pero... como que me dio miedo. No sé que fijación tienen esos mañosos con mi pobre culito —¿Culito?, pero si tienes un ¡CULASO!... quise gritarle.

Todos en la facultad fantaseaban con romperle el culo en una buena cogida, y ella no se daba cuenta que hasta los más recatados profesores, al menos de reojo, la veían meneando su cola con su coqueto andar.

—¿Y por qué el miedo? —pregunté volviendo a mis cabales.

—Porqué puede ser doloroso —me dijo—, me gustaría complacerlo. El ha insistido mucho... pero.

—¿Pero qué?

—No sé, Javier es un poco tosco... con decirte que la primera vez que lo hicimos me la metió toda de frente, ni siquiera espero que me mojara... es un desesperado.

Quise reírme pero debía comprender a Javier, tanto tiempo estuvo detrás de ella que al tenerla no se aguantó y se la clavó lo más rápido que pudo, como para que no se le escape.

No dije nada y Mili continúo quejándose:

—Me dolió, pero me hice la tonta. Imagínate si acepto que me la meta por ahí, me va a desagarrar mi pobre anito.

Escuchando lo que decía, mi verga estaba por explotar, la leche casi manchaba mi ropa interior.

—Ni que Javier la tuviera tan grande —dije con sorna.

—Bueno, no es tan grande, pero si la tiene gordita —me dijo haciendo gestos con la mano para darme a entender de que tamaño era y que tan gorda la tenía.

—¡Ah! —me límite a decir, quizás con una sonrisa burlona, porque me pareció que mi amigo no era tan aventajado como presumía.

Ella noto mi expresión.

—¿Qué? ¿Por qué ese gesto? ¿Cómo es la tuya? —me preguntó entre enfadada y curiosa.

Quise sacarla y mostrársela, total estaba recontra dura... pero me contuve y me límite a decir:

—Quizás no sea tan gorda… pero si es más larga.

—Vaya, bien por tu enamorada, estará feliz —me dijo sonriendo.

—No puede quejarse —respondí con cierto orgullo.

—Y dime... ¿Tu ya le has practicado sexo anal?

—No, todavía no —le contesto—. Como te dije, aún se avergüenza de algunas cosas, pero poco a poco. Es una tarea que aún tenemos pendiente.

—Pero tú ya se lo has hecho a tus otras enamoradas.

—Sí, a un par. Tampoco querían al principio, por vergüenza, temor al dolor, pero al final lo hicimos y una de ellas se volvió adicta, y solo quería que lo hagamos por ahí.

—¿Tanto así? —pregunto sorprendida y acalorada. Al parecer el vino y la conversación no solo me afectaba a mi, podía decir que le comenzaba a picar su arrugado anillo.

—Sí, y la otra no se hizo mayores problemas después, aceptaba gustosa tener sexo anal.

—¿En serio?... y digamos ¿Cómo harías para introducírsela a tu enamorada? En una no se la vas a meter toda, como hace el salvaje de Javier.

La veía preguntar con una curiosidad que iba mas allá del querer conocer, con una mano sobre el pecho, parecía que se estaba excitando.

Sus ojos me miraban atenta.

—No, pues tiene que ser de a pocos... hay que prepararla bien, sino le va a doler —dije y bebí más vino. Ella se terminó su copa y se sirvió más.

—Y ¿Cómo iniciarías a una chica miedosa?... como yo por ejemplo —dijo con interés.

A esas alturas creo que yo tampoco me diferenciaría mucho de Javier, con el tremendo trasero de Mili, quizás yo la perforaría en una y la cabalgaría salvajemente para exorcizar el recuerdo de todas las veces que mis ojos siguieron el vaivén de sus caderas.

—Bueno —dije conteniendo la saliva, ya que el solo pensar que yo podría inaugurar su culito se me hacía agua la boca, así que hable sin mayores preocupaciones—. Primero yo usaría algún gel que te ayudara a lubricar y dilatar tu anito. Te untaría el gel y pondría un poco en mis dedos... después con mis dedos masajearía tu entrada hasta que te relajes y poco a poco iría introduciéndote mi dedo meñique.

Ahora era evidente que yo no era el único excitado, la vi morderse los labios, su mano sobre su pecho se movía sigilosa pero con cierto nerviosismo.

—¿Si? ¿Y que mas? —pregunto con cierta ansiedad.

—Dejaría mi dedo meñique adentro... como para que te acostumbres a tenerlo dentro de ti... luego lo sacaría y lo metería lentamente... simulando el acto sexual.

Al mencionar esto me pareció ver como contraía sus muslos, como imaginándose que en realidad yo lo hacia y al parecer no le fue desagradable. Creo que hasta lo disfrutó.

—¿Y para que harías eso? —dijo conteniendo su nerviosismo y bebiendo más vino.

—Para ayudar a dilatar su anio, después cuando el meñique entre y salga sin mayor resistencia, lo sacaría e introduciría un dedo mas grande... así uno por uno hasta que tu esfínter se acostumbre y no sufra cuando... cuando finalmente le introduzca mi pene. —dije con voz suave, quería darle mayor efecto a mis palabras

Y surtieron efecto. La vi retorcerse un poco, podría jurar que su conchita se había mojado.

—No te creo —dijo ella intentando calmarse.

—¿Por qué? — repuse saliendo un poco de mi excitación.

—Aún así dolería…

—Tal vez un poco, pero no demasiado.

—No... No te creo —repitió con cierto nerviosismo, propio de su excitación.

—Si no lo has intentado, ¿Cómo sabes si te dolería o no? —replique.

—Bueno... no sé... ¿Acaso tienes una de esas cremas aquí?.

No lo podía creerlo, prácticamente me estaba pidiendo que le hiciera una demostración. Mi fantasía podría realizarse: ¡Ser el primero en romper el por muchos codiciado culito de Mili!

-Si, tengo una en mi cajón —repuse intentando serenarme.

—¿Qué estoy diciendo? —dijo como arrepintiéndose, luego se repuso—. Y como, ¿Cómo seria?, ya, bueno, digamos que a manera de prueba, dejo que hagas todo lo que has dicho porque alguna vez tengo que hacerlo, ¿no?... Mira que si dices algo te mato, pero en fin ¿Cómo seria? Mejor termina de explicarme —dijo nerviosa.