Librería
Español
Capítulos
Ajuste

5

−Lo siento, chica, son órdenes del banco –le dijo el musculoso hombre, escaso de pelo y de barriga prominente, después de recibir de parte suya las llaves del auto.

Era la confirmación de la debacle. Si no hacía algo para detener su mala suerte, Nathalie estaría condenada a perderlo todo. Desde hacía tres días había empezado a trabajar en un restaurante de comidas rápidas, atendiendo la caja registradora. Vendía hamburguesas antes y después de sus clases, lo que no le dejaba tiempo para entrenar para la carrera o para compartir con sus amistades. Sabía que si no entrenaba lo suficiente no tendría ningún chance de llegar de primera y ganarse los tres mil dólares que tanto necesitaba.

Cerró la puerta que daba a la calle y se refugió en el cuarto de estudio, pues no quería observar cómo montaban el vehículo en la grúa enviada por los banqueros.

¿Por qué todo tenía que ser para los poderosos?, se preguntó mientras habría la tapa de su computador portátil. ¿Es que los pobres no tenemos derecho a tener algo de disfrute en este puerco mundo? Pero nada sacaría con lamentarse sola y decidió chatear con su amiga Melisa, aquella que ya había tenido experiencia con un .

No estuvo más de cinco minutos chateando con su amiga. Para el final de la charla, Nathalie estaba cada vez más convencida de necesitar un hombre con dinero que estuviera dispuesto a ayudarla.

, le había dicho a Melisa.

, había dicho su amiga.

Le dio la información de una página de internet en la que podría encontrar hombres dispuestos a hacer feliz a una chica veinte años menor. Nathalie no tardó en encontrar la página, abrir un perfil y llenarlo con algunos de sus datos y una descripción breve de quien era ella y de lo que deseaba encontrar. Pasó media hora escogiendo qué fotos subiría y minutos después se dedicó a observar los perfiles de varios hombres mayores. La mayoría no le gustaron; se trataba de tipos sin gracia, algunos con sobrepeso, con fotos en las que detrás de sus figuras se podían ver yates, jets ejecutivos, grandes mansiones o lugares icónicos como el Taj Mahal, la Torre Eiffel, las pirámides de Egipto o el Kremlin. Se notaba su riqueza y su poder, algo muy alejado y ausente en su vida y la de sus padres. Cansada de mirar perfiles que no se ajustaban a sus gustos, y sabiendo que estaba haciendo algo por fuera de lo que siempre quiso para su vida, decidió dejar el computador y marchar a la cocina a prepararse algo de comer antes de irse a la universidad. Pero no había dado más de dos pasos cuando sonó un sutil timbre proveniente del aparato. Regresó para encontrarse con el saludo de alguien, y que procedía de aquella página de hombres mayores. Era una simple , mensaje que se podía leer en la ventanilla ubicada a la derecha de la foto de un hombre de cabello oscuro, ojos claros, sonrisa perfecta y que podría pasar por actor de cine. Lucía una camisa azul de botones y en el fondo de la foto aparecía el verde de un campo de golf debajo de un cielo azul carente de nubes. Con ese aspecto, el hombre podría conquistar a quien quisiera, de eso estaba segura. Aparecía como Steve, sin apellido, y su edad tampoco se especificaba.

Miró su reloj y supo que tenía tan solo diez minutos antes de tener que partir a clase. ¿Los usaría preparándose un sánduche y comiéndoselo?, ¿o preferiría usarlos hablando con el apuesto hombre que la acababa de saludar? Al diablo el sánduche, este hombre está divino, a menos que se trate de un perfil falso, fue los que pensó.

–Hola, estoy bien, ¿tú qué tal? –se decidió a escribirle.

Esperando a que el hombre contestara, se fijó en las otras fotos de su perfil. Solo tenía dos más, una de ellas con un muy bien plantado muchacho de alrededor de veinte años, quien se le parecía tanto que no cabía duda de que se trataba de su hijo o de un hermano veinte años menor. Detrás de ellos se veía una sala de estar exterior en la que se apreciaba una piscina, un jacuzzi y un campo con árboles y plantas de naturaleza tropical. La tercera foto lo mostraba parado junto a un auto convertible de color rojo, vistiendo unas bermudas, una camiseta polo rosada y de fondo la playa y el mar.

–Eres lo más lindo que he visto en mucho tiempo –escribió el hombre.

Este tipo es bastante directo, pensó Nathalie.

–Gracias, pero estás haciendo que mis mejillas se enciendan.

–Lo siento. Pero dime una cosa, ¿el color de tu cabello es real?

–Ya sé que es algo extraño, pero este naranja nunca ha sido teñido.

–Eso te hace aun más especial.

–Gracias…

Después de diez minutos, en los que Nathalie le contó acerca de su universidad y su práctica del ciclo-montañismo, se despidieron con la promesa de volver a chatear esa noche. El hombre parecía simpático, aunque no era mucho lo que había podido averiguar de su vida, pues la mayor parte del tiempo era él quien había hecho las preguntas. A pesar de todo, pudo descubrir que tenía cuarenta y dos años, que estaba ligado al negocio del petróleo en Alberta y que el muchacho de la foto era su hijo, pero que hacía un poco más de un año no lo veía.

¿Pero podría entablar una relación en la que, si quería obtener beneficio económico, se vería obligada a entregarse físicamente a ese hombre, aún más sabiendo que nunca se había acostado con nadie? No te estreses, Nathalie, se dijo a sí misma, solo es el primer hombre con quien has chateado, no estás obligada a hacer absolutamente nada con él... ¿Pero podría existir alguno en esa página que lo superara o con el que pudiera llegar a sentirse verdaderamente atraída? Por lo que había visto esa mañana, todo parecía indicar que no. Ya tendría tiempo de descubrir y chatear con algunos más, pero ahora mejor se concentraba en montarse en su bicicleta y pedalear hasta la universidad.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.