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1 - 2

Marck Jhonson: es el más conocido de la universidad, sin olvidar que es un mujeriego y solo piensa en sí mismo. Marck solo se juntaba con su círculo de niños ricos y niñas súper bonitas. A su vista los demás éramos invisibles por completos. Más de una vez me había tirado los libros en los pasillos de la universidad y ni siquiera se había percatado. No me caía mal pero tampoco era de mi agrado.

—¿Y a mí en qué me afecta lo que le pase a él? —rodé los ojos.

—Es que Marck... —suspira—... es duro decirlo porque salí con él una vez así que me siento muy extraña.

—Solo dímelo, Lorenna, sin rodeos.

—Marck murió —suelta de la nada.

Sentí feo. La miré intentando procesar lo que había dicho, quizás haya sido alguna broma suya o no sé, pero ella se miraba seria y un tanto afectada. No bromeaba.

—¿De qué hablas? ¿Cómo pasó? —hasta sentí que el hambre se había ido. No había tenido tanta interacción con Marck... bueno, casi nada de interacción con él pero no se merecía morir tan joven y con tanto por delante. Mis manos temblaron un poco y sentí que el pánico se apoderaba de mí.

Muerte.

Odiaba esa palabra.

—Fue esta mañana. Lo encontraron en su habitación, Nick, él tenía una bala en su cabeza.—solloza un poco. Me acerco a ella y le sobo la espalda— Me lo confirmó Travis.

Dios, mío ¿lo habían matado? Es terrible.

Travis era el mejor amigo de Marck, siempre estaban juntos. Y Travis salía ahora con Lorenna.

Marck está muerto.

Me parece mentira, hasta el viernes aún lo miraba jugando en el campus con sus amigos, sonreía y celebraba sus victorias a lo grande. Marck era... el alma de esa universidad y todos lo querían, pero ahora... no está más.

Es increíble como un momento estás y al otro día no. El futuro es incierto.

—Lorenna, lo siento mucho —logré decir— Por Travis también. Pero ¿quién pudo hacer algo así?

De repente sentí la temperatura de mi sala más helada. Más friolenta. Eso me provocó escalofríos.

—Travis lo está más. Eran mejores amigos desde niños. Imagínate. —sorbe su nariz— Al parecer fue un suicidio. Encontraron una nota con él.

¿Suicidio? No sé por qué pero eso no me lo creía, no podía ser. Marck no parecía alguien que se quisiera suicidar. Sin embargo quizás lo que mostraba ante el mundo era una faMada y por dentro estaba mal.

No me podía imaginar cómo estaría Travis porque yo no había pasado por algo así. Lo que sí me desconcertaba era la muerte de Marck, en el fondo sigo queriendo que sea una mentira pero ¿por qué? No es como que él y yo fuéramos amigos.

—Lo entiendo. ¿Qué pasará ahora? —quise saber.

—Mañana será el entierro, en la noche podemos ir a su vela.

No quería, sentía que no podía estar en un lugar en donde habría gente llorando y menos cerca de un ataúd en donde estaba un muerto. No podría.

—Yo... no lo sé —me levanté, cruzándome de brazos.

—Jimena irá —añade.

—Puedes ir con ella entonces —le digo— Sabes que no me gustan esas cosas.

Se sorbe la nariz poniéndose de pie.

—Lo sé. De todas formas lo intenté —me abraza— Gracias por escucharme. Me tengo que ir porque iré con Travis —se dirige a la puerta— Cómete la pizza por favor.

—Lo haré.

Lorenna me da una mirada rápida para después irse.

Yo me quedé allí de pie sin apetito ya y con unas ganas enormes de vomitar, eso solo significaba que la ansiedad y el miedo habían vuelto a mí. Y no los quería de vuelta. Los quería lejos de mí lo más posible. Pero eso era algo que no podía hacer.

Ellos me dominaban por ahora.

—Marck —susurré inconsciente— ¿muerto? —no me lo creía.

Con manos tembloRitas tomé la caja de pizza y la llevé a la cocina para guardarla en la nevera. Estaba en mi casa sola, la noche caía y hacía más frío de lo normal. ¿En qué momento pasó lo de Marck? ¿Por qué no logro recordar mi desmayo? Si solo fue un desmayo, ¿por qué tenía mi ropa sucia y rota como si estuviera huyendo de algo... o de alguien? Más escalofríos recorrieron mi cuerpo, pero eso no fue todo sino que salté del susto cuando algo cayó en el piso de la sala.

El corazón me latió a mil por hora y empecé a sudar.

—¿Lorenna? —inquirí con la esperanza de que hubiera vuelto. Pero no tuve ninguna contestación. Di pasos hacia la puerta con mucho temor, no sabía quién podría ser, quizás un ladrón o qué se yo. Cuando llego a la sala no hay nadie.

Nadie.

—¿Hola? —susurré a lo bajo.

En mi defensa: era muy miedosa.

Quizás debí de irme con Lorenna y así no quedar sola en esta noche en donde el pueblo se viste de negro.

Pero en mi sala y en mi casa no había nadie, yo era la única paranoica que estaba. Ah... el control del televisor en el piso. Respiré aliviada porque quizás el gato volvió de la calle y lo tiró.

Solo era eso.

Me iba a girar para irme a mi habitación, pero en cuanto lo hice mi mirada pasó al enorme espejo que tenía de frente. Estaba empañado, me miraba yo y también una letra repintada allí: M.

¿M de Marck?

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