Librería
Español

Emperador de mis noches

98.0K · Completado
Lena Zhu
95
Capítulos
563
Leídos
9.0
Calificaciones

Sinopsis

Me entregaron como tributo a una tierra de dragones crueles y peligrosos. Ahora pertenezco a uno de ellos. Debido a una antigua maldición, nunca podré ser libre y debo soportar a la bestia inhumana que vive en su interior. Pero yo creo: incluso una bestia puede amar.

DemonioSecretosRomántico

Capítulo 1

- ¡Pertenecerás a los dragones!

- No!" Me lancé hacia delante, pero los fuertes brazos de los guardias del Paso me retuvieron, impidiéndome acercarme ni un paso al desdichado funcionario vestido de oro.

Me arruinó la vida en pocas palabras.

- Llévensela", agitó la mano perezosamente, señalando el final de la audiencia.

Volví a saltar, tanto que las cadenas de los grilletes en los que estaba encadenado tintinearon. Los guardias me levantaron.

- Cállate", me dijo uno al oído, "o te enviarán directamente a la horca".

Sollocé y me colgué de sus brazos, pues ya no me quedaban fuerzas.

Noche en vela, calabozo, incertidumbre.

Me llevaron a las afueras de una pequeña ciudad, acusado de robar fruta. Aunque yo sólo estaba de pie junto al mostrador y no tenía intención de robar nada. Pero el gordo tendero no vio al verdadero ladrón, así que me agarró del brazo y gritó por todo el Paso. Por los espíritus dorados, gritó de tal forma que hasta los dragones del otro lado de las montañas le habrían oído.

Los guardias pasaron de largo. Me llevaron sin siquiera escucharme. Nadie escucha a los pobres del Reino Celestial. No son más que peones y ganado tonto para los ricos.

Y las jóvenes son un tributo para los dragones.

Me arrastraron de vuelta al calabozo.

Me empujaron con fuerza y caí al suelo de tierra. El dolor era un fuego en mi rodilla magullada. Me mordí el labio casi ensangrentado, sintiendo cómo las lágrimas corrían por mis mejillas.

Nadie vuelve de los dragones.

Si has caído ante los dragones, adiós para siempre a las cosas que solías amar. No volverás a ver a tu padre ni a tu madre ni a tus hermanas pequeñas. Te convertirás en esclavo eterno de uno de los monstruos que conquistaron nuestras tierras en la antigüedad. Pero nuestra naturaleza no es rival para ellos, así que los virreyes humanos gobiernan aquí, dando a los dragones oro, minerales, grano y gente cada mes. Dan a los talentosos y capaces, a los bellos y no tan talentosos. Los dragones se llevan a la gente tanto para convertirlos en juguetes para su propia diversión como para hacerlos trabajar por el bien de su imperio.

Me arrastré y apoyé la espalda contra la fría pared. Me abracé las rodillas y apoyé la frente en ellas. Espíritus dorados, ¿contra qué había pecado?

El pestillo de la puerta se abrió con un chasquido y un cuenco de gachas de avena entró en la habitación.

- Come -fue la voz apagada de los guardias-. - Mañana por la mañana te llevarán a las colinas.

- Para que el dragón juegue contigo", se rió otro con maldad.

Hice una mueca. El guardia de los ojitos de mantequilla, que seguía intentando inmovilizarme y manosearme los pechos y el trasero.

Me susurraba al oído lo que me haría si el tribunal tuviera la decencia de entregarme a los guardias para que me entretuvieran.

Un escalofrío de asco recorrió mi cuerpo.

Qué cabrón.

Mejor un dragón que esos. Son personas como nosotros, pero no tienen memoria de la compasión ni de la humanidad.

Tiré del cuenco hacia mí. Aferré dolorosamente la cuchara de madera, arriesgándome a romperla y luego a comer con los muñones.

Estas son mis últimas horas. ¿Quién sabía lo que la bestia me haría?

Sólo faltaban tres horas para el amanecer.