5.Doctora Rangers
—Raúl Owen´s —
Estaba punto de besarle. Sí, estoy loco, no sé por qué quería hacerlo, verla así de inocente y tierna me dio el impulso de acercarme a ella.
Me levanté del banco y subí las gradas pa contestar aquella llamada, me volveré loco si no la dejo de pensar, pero gracias a esa llamada del hospital donde trabajo, no la bese, aunque ganas no me faltaron, si tan solo no fuera tan menor que yo.
¡Puta edad!
— Owen´s, la payasita que viene siempre no vendrá hoy y no queremos cancelar las actividades a los pequeños — suspiré al escuchar la voz de Lorena también llamada Lola.
— Entiendo, ya llamaré a Doctor panda — en cuanto termine la llamada sale mi hermano bostezando — Te necesito, necesito que doctor panda venga a ver a los niños hoy.
Richard parpadea progresando la información y vuelve a bostezar.
— Ya, tranquilo, que con esa mirada de "ten piedad de mí y sálvame, oh gran hermano,” bastaba — ruedo los ojos ante sus palabras.
— Hospital, Cruz Roja. —
Ya listo para alegrar a los niños y eso que los odios, pero solo lo hago por trabajo.
— Solo respira, doctor panda — le pego.
— ¿Cómo se te ocurre decirme eso? — el payaso Tuto se ríe y abre la puerta, los niños empezaron a alegrarse.
— Hola amiguitos — todos saludan, una niña morena se nos acerca.
— Doctor, ¿Dónde está la doctora Rangers? —confundido por la pregunta de la pequeña miro a Lola, una enfermera del hospital.
— Hoy se encuentra jugando con otros niños de otro hospital, pero te prometo que la próxima vendrá— me abraza feliz y eso me pone nervioso.
— ¿Y tú vendrás con ella? — vuelve a preguntar.
—Claro, princesa, doctor panda cumplirá con su promesa— dice el payaso Tutton, lo mire amenazante y solo se ríe como el propio payaso que es.
— Vendré con ella la próxima vez— chilla emocionada y se va el montón de niños, me levanto y miro al payaso. — Me la debes, payaso —él se ríe otra vez y toca la bocina de su nariz azul.
— ¡Hora de jugar!— grita el payaso y todos gritan "si" alegremente, suspiro.
Que empiece la diversión... notase el sarcasmo.
Sábado, 22, noviembre, 2014.
— Max Rivas —
Ya había pasado dos semanas después desde que se fue Lili a Colombia, desde entonces estoy aburrida sin nadie a quien molestar aparte de Sam, obviamente. Miro la hora 8:05 am me volteo en la cama, vuelvo a ver la hora y entro en razón.
— ¡Llego tarde! — grito alarmada.
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Me paro de un brinco de la cama, saco el bolso; me vestí con una camisa con la cara de Luigi color verde, unos pantalones azul y las converse negras con mi cabello con una coleta, tomo el bolso y salgo corriendo por las escaleras.
— Maximiliana... — me detengo al escuchar a mi gran mamá, la jefa, mi madre.
— Dime — me mira mal saliendo de la cocina — Dime, señora mamá — asiente satisfecha.
— Hoy tu papá y yo vamos a salir a Barquisimeto y no regresamos hasta mañana en la mañana, para que estés pendiente de tu hermana llega hoy — asiento analizando la información.
— Bueno me tengo que ir, llego tarde al hospital — camino rápido pero me detengo en la salida y me regreso — Bendición ma.
— Dios te bendiga —sonríe besando mi frente y me marcho.
Bajo de la buseta apurada, casi corriendo entro al estacionamiento y miro la hora de mi reloj el cual marca 10 para las 9, entro y firmo en recepción, alguien me toma de los hombros.
— ¡Llegaste! — me grita en el oído.
— ¡Ay Lorena! — me aparto de ella sobando mi oreja derecha — Perdón por la tardanza, ¿vale?, la buseta se accidentó y me fue difícil encontrar otra buseta que tomara la misma vía al hospital y... — me interrumpe dirigiéndome al tercer piso, entramos al baño y empecé a sacar todo y a vestirme mientras Lorena o mejor dicho Lola revisaba su teléfono.
Ya lista con el maquillaje y todo, suspiro y me amarro el cabello con muchas colas de colores, me pongo la bata blanca, guardo todo y tome un bolso de tela que me tendió Lola que se encontraba repleta de dulces, dulces que hicimos anoche.
— Lista, ahora una foto y pa fuera que llega súper tarde, Doctora Ranger — sonríe orgullosa.
Salimos, Lola se va para otro lado y yo camino por el pasillo en la dirección contraria a ella, miro a los lados acordándome donde estaba la sala de juegos donde siempre se encuentran mis pequeños revoltosos, sin darme cuenta choco con alguien, casi me caigo de nalgas si no fuera porque pise bien para terminar cayendo, porque no pise bien.
Cuando pienso que me va bien en la vida pero no es así, este día no puede ir mejor que peor.
— Lo siento, no te vi, pequeña payasita — justo en mi altura, veo a la persona frente de mi con una vocecita de payaso, lo analizo desde sus converses blancas hasta su sombrero con oreja de oso negras, vestía normal, camisa azul de manga larga, pantalones negros, la bata típica, su maquillaje simulaba la cara de un oso panda, literal era como un doctor panda.
— Tú debes de ser la Doctora Rangers, ¿no? — volvió hablar pero esta vez con una pregunta, me da la mano y la acepto parándome del suelo.
— ¿Y tú eres?, porque la verdad nadie me habló de algún payaso animal — recojo la bolsa viendo al chico, espero que no sea lo que yo pienso.
— Oh Doctora Ranger, los muchachos ya están... — Lola se detuvo a continuar al verme con el payaso — Vaya, creo que ya conociste al Doctor Panda, te acompañará hoy con los muchachos perdón por no habértelo dicho anoche — ríe nerviosa.
Miro a la morena de ojos castaños con cara de "¿Enserio que mosca te pico pa no decirme tal cosa?"
— ¿Cómo pudiste? — el payaso se ríe, claro con mi nariz apretada por esa nariz de goma lo hace todo gracioso.
— Eres muy graciosa, Doctora.
— No pienso trabajar con este payaso — me crucé de brazos.
Está bien, sé que parece algo inmaduro de mi parte pero yo trabajo sola.
— Como guste, pero esto lo hago por una pequeña, vale —miro al payaso con cara de pocos amigos, camina hacia la puerta y se para viendo por la puerta, suspiro y miro a Lola que mira su teléfono como si fuera la gran cosa.
— Para la próxima me llamas o te mato, Lorena — la morena asiente nerviosa y me toma una foto distraída para después ponerse a grabar.
— Lista pa grabar, Doc. — asiento suspirando.
Si no fuera por ella, no estuviera aquí y nunca tendría Facebook, Instagram y todas esas redes sociales.
Si, díganme loca pero yo tengo mi alma en otro siglo que no es este. Camino hacia el payaso con la bolsa de dulces.
— La payasita primero — escuche decir, no sé si fue sarcasmo o qué, pero ya no me agrada el tipo este, abro la puerta y entro lo más sonriente posible.
— ¡¿Adivinen quien llego?! — todos voltean alegres al verme.
— ¡Doctora Ranger! — gritaron.
— Vaya, los muchachos de verdad te quieren... —dice el doctor panda, los chicos se acercan a abrazarme con mucho entusiasmo, miro entre todos buscando a la pequeña morena, camino hacia ella y me pongo a la altura de ella, a un lado tengo parado al doctor panda, la pequeña Mía nos mira con emoción.
— Doctor Panda, Doctora Ranger — dice con muchos ánimos, me abraza y la recibo con gusto, luego ella abraza al payaso que solo se tensa. Me levanté y todos me veían.
— Bien, chicos, hoy nos acompañará el Doctor Panda — le toco el hombro presentándolo — Y obviamente mi compañía — todos ríen — Así que quiero escuchar esos aplausos por que hoy estaremos jugando con ustedes — todos aplauden y gritan. Lola desde la puerta graba todo como si de una profesional se tratara. Ya habían pasado unas horas desde que llegamos e hicimos unas cuantas dinámicas con los pequeños.
— Aquí tienes, Mía — le doy un ponquecito de chocolate, todos hacen una fila , hay como 15 chicos en total — Ten, Raúl — el payaso me ve extraño, lo ignoro y sigo dando los ponquecitos, Samanta, Jorge, Pilar, Emily, Irma, Joel, Sonia, Sol, Héctor, Oriana, Tamara, Freddy, Jesús.
Veía a todos comer, me acerque a Lola quitándome la nariz de goma y compartimos un ponquecito, me regreso y camino hacia el Doctor Panda.
— ¿Quieres? — asiente sin dejar de mirarme, pongo mi pedazo de ponqué en mi boca para agarrar la bolsa y buscarle otro, pero él se acerca, me toma de la barbilla y muerde mi pedazo de ponquecito de mi boca y se va por donde entró...
— ¡Ay!, esto es tan genial — la morena no paraba de hablar desde que salí de la sala de juegos, ahora nos encontrábamos en la sala de enfermeras, ya que me estaba quitando el maquillaje. — Pero mira nada mas como logre captar el momento exacto, Max.
Me muestra la foto del momento y es verdad captó la escena en donde el Doctor ese muerde mi pedazo de ponquecito, haciendo parecer que me besa.
— Te atreves a subir esa foto y juro que te entierro... — la puerta es abierta.
— Lo sien... — corta la oración al mirarme.
— ¿Qué haces aquí?, Raúl — pregunto molesta.
— No vaya a gritarme, trabajo aquí, recuerda que soy doctor, bueno ayudante — asiento terminando de limpiarme la cara — Como sea, ¿tú qué haces aquí? — sonrío nerviosa y Lola nos ve emocionada y no entiendo por qué.
¿Le comente que tiene 18 años y está estudiando medicina?
Miro a Raúl que también la ve extraño y me doy cuenta de su vestimenta, la misma que usaba el Doctor Panda, claro sin la bata blanca, sospechoso, boto las toallitas con las que me limpie el rostro y veo que me ve esperando una respuesta.
— Cosas personales, señor — asiente riéndose.
¿Qué querrá el destino?
— Bueno, chicos, yo... me iré... Emm... Chao — Lola sale corriendo dejándonos solos.
— Lola está actuando algo extraña —dije y me da la razón.
— Vale, te llevare —afirma saliendo.
— Va... ¿Ah?, oye, espera — Raúl ya se encontraba bajando por las escaleras, tome mi bolso y salí tras él.
— Gracias como siempre por traerme — agradezco como cada vez que me trae y me busca. Miro la hora de mi reloj de muñeca que indicaba la 1 de la tarde, suspiro recordando lo que me dijo mi mamá esta mañana. — ¿Te gustaría pasar? — pregunto — Te estoy invitando, chico.
Asiente riéndose, apaga el motor y para la moto sacándose el casco, camino y abro la puerta para después pasar. Raúl se queda en la sala mientras que yo entro a la cocina a ver que me había dejado mi mamá antes de irse, veo una olla grande que se encontraba tapado, lo destapo y sale el vapor del arroz con pollo.
— Esto se ve divino — opina Raúl detrás de mí haciendo que toque mi pecho del susto.
— ¿Serás idiota?, no me asuste así, idiota — lo mire enojada, este solo se ríe, escucho el teléfono de la casa y voy a la sala a contestar sin antes mirar a Raúl. — Sírvete, en la nevera hay jugo.
Corro y contesto el teléfono.
— Buenas tarde, ¿Quién habla? — pregunto mirando cómo puedo hacia la puerta de la cocina a ver qué hacía Raúl.
— Hola hermanita linda...
— ¿Ahora qué pasó?, Liliana — se escuchaba ruidos de fondo, como si estuviera todavía en el aeropuerto, se ríe.
— Estoy en el aeropuerto de Bogotá, el vuelo se atrasó y al parecer nos tocara para la otra semana.
— Lo mismo que pasó en cuba, ¿no? — en eso escucho algo quebrarse en la cocina. — ¡¿Que se cayó?! — grite alejando el teléfono.
— ¡Mi corazón! — responde Sam, ¿En qué momento llegó este ser?
— Estas con Sam, ¿cierto? — escucho a mi hermana de la otra línea de teléfono.
— Si, si, bueno le avisare a mamá de que regresas la otra semana, trata de llamarnos por cualquier broma, ¿vale? — responde con un vale y corto para ver que desastre formaron en la cocina.
