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4.El profesor de Lili

— Max Rivas —

¡El supuesto secuestrador es médico!

No puedo creerlo.

— Me estás haciendo una broma, ¿Verdad?, que sólo vas a entrar a mi casa a robarme y todo, ¿No? —él solo se ríe. Abro la puerta y lo dejo pasar.

— No estoy jugando, Max — aclara — En serio, ¿te llamas así?

Tan bien que andaba la conversación.

— No... — me mira esperando que prosiga, cierro y la puerta y suspiro. — Mi nombre es Maximiliana — lo veo parpadear con un intento de no reírse — Nombre poco común, lo sé, es culpa de mi madre y sus chicos de telenovela mexicanas y venezolanas.

— Entiendo... — se muerde el labio inferior.

— Bueno, ya regresó, "Doctor" —digo sarcásticamente.

— Ve tranquila — entre cierro los ojos y subo las escaleras al llegar al segundo piso lo escucho estallar a carcajada limpia.

— Genial...

Entro a mi cuarto y me cambio por mi pijama, una camisa de los leones de Caracas y un mono de algodón largo hasta el piso que tengo que amarrarlo para no usarlo de coleto, me hago un moño todo rápido. Busco el botiquín de primeros auxilios, no pregunté por qué tengo uno.

Salgo y bajo las escaleras, entro a la cocina y tomo un limón y un cuchillo.

— No — grito de los nervios y me giro rápido asustada. — ¡¿Me quieres matar del susto?! — le grite.

— Perdón... — se ríe, cuanta piedad de mí.

— Siéntate — mira el limón.

— Limón no, no te vuelvas loca — dice.

— ¿En serio? — asiente — Cobarde.

Dejo el limón y cuchillo de lado. Me pongo a su lado revisando el botiquín y lo miro quitarse la chaqueta dejando ver la camisa de esta mañana. Tiene unos brazos bien trabajados de esos que no puedes dejar de ver. Todo chico tiene lo suyo.

— ¿Vas a comenzar o qué?

¿En qué momento me le quede viendo cómo una fan mira a su ídolo?

Me acerco y veo la herida.

—Horrible, horroroso, espantoso...

— Con ofender no se cura, Max... y deja de hablarle a la herida — le miro a la cara y se encuentra muy cerca, me alejo. Saco el alcohol y el algodón — Oh no...

— Oh si, deja de quejarte, pareces un niño de 4 — le limpio la herida y se empieza a quejar como si de verdad fuera un niño.

Agarro la garza y se la pongo, después tomo el rollo y le vendo el brazo. Esto es lo bueno de aprender primeros auxilios.

— Eres buena para ser novata — me felicita o eso creo.

— De nada, doctor, ahora identificación — bromeo pero se lo toma en serio sacando su cartera mostrándome su carnet de hospital y sus dos cédulas, la venezolana y la extranjera. — ¿Eres extranjero?, en serio, ¿También medico?

— Emm, sí y si, dato curioso, soy español — lo miro sorprendida.

Ese momento donde no sabes cómo reaccionar ante tanta información.

— Ahora que ya sabes de mí y al parecer estamos entrando en "confianza" — me mira analizando, meto todo las cosas en la caja algo nerviosa — ¿Quién eres?

Lo miré analizando la pregunta.

— Soy una chica normal y corriente, estudiante promedio y soy buena niña.

— ¿Buena niña? — levanta la ceja, asiento cerrando la caja — Entonces... me podrás explicar que hacías en un callejón sin salida a punto de ser "violada" por tres tipos, ¿No?

En cuanto dijo aquello se abre de golpe la puerta de la cocina que da al patio trasero.

— ¡¿Cómo que estabas por ser violada?! — por el Dios de la mala suerte.

— ¿Tu novio? — preguntan ambos señalándose.

¿Es en serio? Porque no entendí.

— No y no. ¿Y cómo entraste?

— Eso no se pregunta, o sea, me ofendes, por el amor a Dios, soy tu mejor amigo, conozco a toda tu familia y me vienes a decir que ¿Cómo carajo entre?

Le doy la razón.

— Volviendo al tema, ¿Quién eres tú?, ¿Y quién es él? Me interesa el chisme — vuelve a preguntar, mientras cierra la puerta y camina hacia donde nos encontramos Raúl y yo...

20 minutos después.

Le conté lo sucedido pero con Raúl en la cocina y nosotros en la sala.

Este pendejo que tengo por amigo agarra un cojín del sofá y me pega.

— Eres pendeja, ¿Cómo se te ocurre irte a pie por el centro todo desierto después de la 6?, estúpida — susurra volviendo a pegarme, agarro un cojín y le regreso el golpe.

— Y me decías que él podría ser un secuestrador, pero resulta y acontece que es médico — susurro pegándole más con el cojín.

Me gusta la decoración que tiene el cojín.

— Por lo menos va por buen camino, ¿No crees? — susurra preguntando y regresando el golpe el doble haciendo que termináramos en una pelea.

— ¿Ya terminaron de susurrar sobre mí? — escuchamos y paramos viendo a Raúl recostado al marco de la puerta a la cocina.

— ¿Desde hace cuánto estás ahí? — pregunto acomodado mi cabello.

— Desde que empezaron a susurrar y pegarse como niños — responde serio.

Sam se aclara la garganta y camina hacía Raúl.

— No nos hemos presentado, soy Sam y te agradezco por salvarle el trasero dos veces a mi pendeja amiga — se estrechan la mano.

— Soy Raúl y no hay de que, fueron pura casualidad de la vida — me cruzo de brazos viendo como establecen una conversación de hombres, y yo viendo la diferencia de estatura y edad, todo normal.

— De ahora en adelante, Raúl se ocupara de llevarte y traerte al Instituto — habla de repente.

— ¿Qué?

— No suena mal, puede que te pase algo otra vez, quien sabe, no hay que arriesgarse — miro a Raúl.

¿Este está de acuerdo con esto?

Sam apena lo conoce y ya le tiene confianza, tengo que pensar con la cabeza fría.

— O sea, ¿Mi transporte personal? — ambos asiente. — Sam, ven acá.

Se acerca y le pego con el cojín y le pateo el trasero.

Tuve un tiempo en karate.

— ¡Auch!

— ¡Auch de mí! — le grito — Eres pendejo, ¿Verdad?, menso — le pego unas cinco veces más.

— Es... por... Tu... bien... — decía en cada golpe.

— Bueno... gracias, nos vemos mañana — se despide Raúl tomando su chaqueta y sus llaves.

— Chao... — decimos a la vez. — Se ve que es un buen muchacho — dice mirando la puerta y se cruza de brazos.

— ¿Hasta ahora lo vienes a decir?

No puedo creer que sea mi mejor amigo de hace 10 años, que amistad me gasto yo.

— 3 semanas después —

Miércoles, 29, Octubre, 2014

Se escuchan golpes fuertes en mi puerta, y la única que toca así es mi hermana.

— Max, un chico rubio te vino a buscar — me cambio de posición y sigue tocando mi puerta — ¡Max!, ¡El chico se llama Raúl! ¡Dime! ¡¿Es tu novio?!

Me grita aún más fuerte, me muevo rápido despertando de mi "supuesto sueño" para salir de mi cama pero choque con la pared.

¿Desde cuándo mi cama está pegada a la pared?

Me volteo a la izquierda y salgo de cama con unos cuantos mechones de cabello tapando mi vista y casi cayendo de boca al piso por la sábana enredada en mis piernas. Camino, abro y cierro la puerta de mi cuarto encontrándome a mi hermana.

— Oye, ¿No me vas a responder? — Lili viene atrás de mí, bajamos las escaleras y ahí estaba él, jugando extrañamente con Puppy.

— Lindas piernas — halaga, me arreglo los mechones arrepintiéndome de haberme puesto un shorts cortos.

Y pensar que cuando lo conocí por primera vez, era un pervertido sólo en ese momento, pero no, aún lo es.

— ¿Ya estas lista?

— ¿No ves que me acabo de despertar?

— ¿Y qué esperas?, ¿Que te llueva dinero?

Por un momento quiero que pasara eso.

— Max, apúrate que no tenemos todo el día — ruedo los ojos subiendo de una la escalera hasta llegar a mi cuarto.

— No pienso responder tus preguntas, Liliana — entro dejando a mi hermana boquiabierta, cierro la puerta y hago lo que tengo que hacer en un dos por tres.

Salgo del cuarto ya vestida con el uniforme de camisa beige, falda azul oscuro con tiras cruzadas con el logo del Instituto pegado en la parte izquierda, mis zapatos negros y las medias blancas largas. Bajo las escaleras y me encuentro a mi hermana en pijama todavía.

— ¿No vas a clases? — pregunte, Lili solo niega volviendo su vista al teléfono.

— No tengo clases... así que bye.

Camino tomando mi bolso y Raúl me mira.

— Por lo menos péinate el cabello — sugiere.

— ¿Y?, ¿Quién me va a estar mirando?, por Dios, vámonos. — camino hacia la puerta poniendo la llave para abrir pero Raúl pone una mano en esta. — ¿Ahora qué?

— Será mejor que dejes ese humor y te arregles el cabello, Maximiliana — amenaza, suspiro molesta, busco con la mirada algo para amarrarme el cabello y diviso una liga en la mesa de la entrada, la tomo y me hago una trenza de lado.

— ¿Feliz?

— Mucho mejor — abre la puerta y salimos de la casa. Suspiro al ver su moto estacionada cerca de la acera, otro día más pa ver si me muero.

No es fobia, sino que es un miedo pasajero, no me acostumbro todavía, Raúl se monta y yo le sigo.

— ¿Lista?

— ¿Para morir?, Oh sí, claro, más que lista. Solo déjame ponerme el cinturón — Raúl se ríe, lo sé, la moto no tiene un cinturón, nos ponemos los cascos, acomodo mi bolso, me acomodo abrazando su cintura con los puños cerrados — Lista para morir.

Se vuelve a reír a carcajada limpia.

— Eres una exagerada, Max — arranca.

En menos de 15 minutos sin darme cuenta llegamos al instituto, siento una caricia en mi mano y abro los ojos.

— Max... ya llegamos — me mira por el espejo, me bajo rápido algo nerviosa por lo sucedido y le doy el casco.

— Bueno... hoy salgo temprano así que no es necesario venir a buscarme y no tengo clases en la tarde — acomode mi falda.

— Vale — Raúl se va y yo entro al instituto.

— Oye, Max — volteo para ver quién me llamaba y veo a Vito correr hacia mí, me da un beso en la mejilla como saludo. — Últimamente llegas temprano — me sonríe.

Domingo, 02, noviembre, 2014.

Como todos los domingos, duermo hasta tarde.

Corrijo, como todos los domingos, dormía hasta tarde. Eso cambio cuando mi hermana Lili le dio por meterse a un deporte, "esgrima", todos los sábados y domingos.

Mis días de felicidad acabaron cuando eso ocurrió aquella mañana de agosto del año 2013. Pero, ¿Por qué acabaron? fácil, porque yo tenía y tengo que acompañarla a sus entrenamientos, pero «Siempre hay un pero» eso dejó de pasar cuando tenía que ir al hospital a jugar con los niños vestida de payasita.

Me levanto con toda la flojera del mundo me pongo mis chancletas y salgo sin mirar mi reflejo, porque de seguro lo único que veré en ese espejo serán las ojeras que me dejó la noche por estar leyendo hasta la madrugada en la plataforma de Wattpad.

Llego a la cocina mirando la hora en el teléfono de la casa, ahí en la cocina encuentro a la mujer que me dio la vida, el hombre que me engendró y la cosa que tengo por hermana, ah y Puppy.

Sabían qué ¿Puppy significa perro en inglés?, ¿No?, bueno, ya lo saben.

— Bendición, bendición.

Me siento y ellos me miran.

— Dios la bendiga — dijeron al mismo tiempo.

Dios, escucharlo, necesito de tu bendición.

— Max, porque no vas y acompañas a tu hermana al entrenamiento, mira que dentro de dos semanas se va a Bogotá — dice mi Papá orgulloso, miro a mi hermana, ella es bonita para la corta edad que tiene, siempre la preferida de todos, ¿La envidio? No, qué va, sería algo muy corto.

Ella tiene unos ojos marrones popo, como yo, solo que yo lo tengo un poco claros, heredados por papá, una cabellera negra y yo castaño, una piel tan blanca, que parece blanca nieve y la mía bronceada, perfecta e inteligente, sobre todo muy femenina, yo delante de ella soy como un niño, todo lo contrario.

Suspiro y veo que mi mamá se sienta poniendo el plato con todas las arepas listas para ser rellenadas.

— Vale... — ruedo los ojos y agarro una arepa, el teléfono de mi papá suena, él lo toma rápido levantándose de la mesa para irse hablar al patio, algo muy extraño, ya que él no hace eso.

Empiezo a comer sin dejar de mirar la puerta, tanto mi hermana y mi mamá hablan sobre el viaje que tendría Liliana. Puppy se encontraba a un lado mío pidiendo comida pero no era su hora de comer. Después de unos minutos mi padre entra y se sienta, como yo soy curiosa hago mi típica pregunta.

— ¿Quién era? — pregunte desinteresada, lo veo tragar su pedazo de arepa y carraspea.

— Cosas del negocio, hija — responde sonriente, entre cierro mis ojos, todo esto se me hace raro en él y vuelvo a repetir, ojos de loca no se equivoca.

— ¿Como cuáles? — volví a preguntar, siento que miente.

— Ya te dije, son cosas del negocio.

—Pero yo quiero saber cuáles son esas cosas del negocio, tengo derecho, ¿no? — se levanta guardando su teléfono, yo igual me levanto algo molesta.

— ¡No, no tienes derecho a saber, fin de la conversación! — grita harto, llamando la atención de mi hermana y mi mamá, ellas siempre nos miraban haciendo este tipo de discusiones en broma, pero esta vez no es echando bromas como siempre, suspiro y me voy a mi cuarto, escucho sus pasos detrás de mí, apena llegue al inicio de la escalera le grite que no me siguiera, realmente estoy enojada porque presiento que algo pasara.

Entro a mi cuarto, cerré la puerta sentándome en mi cama, mi cuarto se encontraba a oscura, la ventana tiene sus cortinas cerradas, y yo me encuentro pensando en las discusiones de esta semana que han tenidos mis padres.

Realmente, ¿Qué está pasando?, esto no era así como lo imaginaba de pequeña o simplemente todo era así y solo yo no quería admitirlo.

Me levanto y me cambio la pijama por una camisa rosa salmón, un suéter azul oscuro, un pantalón suelto y mis converse negras que llevan más de tres meses sin ser lavadas por mi sensual flojera de hacerlo, agarre una cola y baje mientras me hacia una coleta alta. Mi madre y mi hermana se encontraban hablando, Lili ya con su bolso lista para irse.

— No es nada de lo que te tienes que preocupar, mamá.

— Como que no es nada, me parece súper raro que ustedes dos siendo tan unidos se peleen así.

— Espero que no uses esa misma frases cuando me pelee con Sam algún día — abro la puerta y salgo afuera para refrescar mi mente.

¿Ahora pa' donde agarro?

— Epa... — me volteo y miro a Lili seguirme ya que comencé a caminar — Espérame, Max — llega a mi lado. — ¿Me acompañas a entrenar?

Pregunta, suspiro pensando, hoy me tocaba ir al hospital a la actividad que tenía con los niños pero mi humor no está en sus buenos días.

— Está bien, ¿llamas a Lola? — asiente y saca su BlackBerry para llamar a la nombrada, ya en la parada de buseta, Lili no deja de mirarme buscando alguna reacción. — ¿Tienes algo que preguntar? — ella me deja de mirar.

—Bueno... ya sabes lo que quiero saber, y sabes que puedes confiar en mi — suelto todo el aire por la nariz, no le puedo decir que puede que mi padre tenga algo con otra mujer o cualquier cosa loca, todavía no estoy segura.

— Todo está bien, no pasa nada, Liliana — entre cierra sus ojos dudando.

Llegamos a la ciudad deportiva, un lugar que tiene el gobierno, entramos al gimnasio donde practica su club y otros, primera vez que entraba al lugar ya que solo la acompañaba hasta la entrada y de ahí me iba a los locales de comida. Bajamos las gradas y me siento en unos de las bancas no tan cerca de la cancha, Lili termina por bajar para calentar mientras hablaba con sus compañeros de entrenamiento.

— Bien muchachos, el entrenador Rubén no viene y me tocara estar solo con ustedes, bien, la hora ha llegado, debemos prepararnos ya que dentro de poco nos iremos a Bogotá — se escuchó hablar a un chico desde la entrada del gimnasio, miro y me encuentro a un rubio de ojos claros con su ropa deportiva, los muchachos aplauden emocionados.

Aquel chico baja las escaleras hasta que su mirada choca con la mía, baja más rápido hasta llegar a donde estoy sentada.

— ¿Tú eres? — me pregunta en modo de coqueteo o era mi imaginación.

— Ella es Max... mi hermana, él es mi entrenador Richard también está Rubén pero no vino — miro al chico.

— ¿Tan joven?

— Si... — afirma sin humor. — Es muy perro, que le puede hacer — parpadeo al escuchar esa voz.

— ¿Qué haces aquí?— preguntamos todos.

— Uno, él es mi hermano menor, dos, ella es la chica a quien le hago transporte — aclara Raúl, los muchachos miraban hacia nosotros — Tenemos que hablar, Richard.

Ambos bajan las gradas.

— Ahora me vas a explicar cómo conoces al hermano mayor de Richard, porque de verdad toda esto es muy confusa — asiento.

— ¿El mundo es un pañuelo? —me encogí de hombros, Richard llama a mi hermana, esta baja y Raúl sube y se sienta a mi lado. — Esto me parece algo extraño, súper extraño que nos encontremos en todos lados, o sea entiendo que la ciudad sea pequeña pero es raro — digo, él solo se ríe roncamente.

— Es el destino...

Suspiro, destino... aja el destino y sus cosas, vamos a creerle eso, todavía lo miro, pero cada vez más cerca de mi rostro, yo me quedo quieta en mi lugar, Raúl se acerca hasta sentir su respiración chocar con la mía... Su teléfono suena, él se aleja rápido algo molesto, saca su teléfono, se despide, se va y me deja confundida, mi hermana desde la distancia me mira al igual que yo de confundida.

— ¿Que acaba de suceder? — susurro pa' mi.

— Te iba a besar — ataca Lili.

Ya había pasado tres horas desde aquello, yo sigo sin entender, salimos del gimnasio.

— Te iba a besar — vuelve a repetir.

— Eres pendeja, claro que no, no iba a pasar tal cosa, de seguro tengo algo en el rostro — me toco la cara y nada.

— La pendeja aquí, eres tú, ¿no ves que lo traes pendejo? — entrecierro mis ojos mirándola.

— ¿Y?, no me creo esa teoría loca tuya, Lili.

— Como sea, tú eres una testadura, hermana — me echo a reír. — Y rara, muy rara — miro a mí alrededor y suspiro aliviada.

— Que bueno, ya decía yo que era una copia al igual que esta sociedad — ella solo niega.

— ¡¿Dios, porque no mandaste una hermana normal con todos sus tornillos?! — le grita al cielo.

— Si, si, que Dios te escuche, vamos a comer, ¿vale? — la abrazo del cuello mientras caminamos a la parada de buseta saliendo del estacionamiento de la ciudad deportiva.

— ¿Qué tal si vamos al nuevo restaurant de papá? — la miro deteniendo el paso.

— ¿Nuevo?

— Si, nuevo, ¿no te dijo nada? Y al parecer abrirá uno en argentina según lo que escuche cuando vinieron unos hombres a la casa — habla alegremente.

Vaya, eso no lo sabía...

Ciudad de Valencia, octubre del 2005.

— Mira este lugar — era un gran terreno — Aquí abriremos un restaurant — asentía muy emocionada con la idea.

— ¿Y cómo se llamara?, papi. —solo tenía 6 años.

— La casita de Maxi, mili y Ana.

— ¿Mi nombre? — se ríe de mi inocencia y asiente.

— Si, pequeña power Rangers. — me río de la emoción. — Algún día todo esto será tuyo y por supuesto de mamá y Lili, ¿va? Abriremos muchos restaurantes por el mundo y nos volveremos famosos y viajaremos por todo el mundo — se encontraba arrodillado abrazando mi pequeño cuerpo frente a ese gran terreno.

— ¿A dónde sea?

— A donde sea, pequeña Rangers. — lo abrace dándole muchos besos en su mejilla.

— Te quiero, pa'. — él igual me abraza.

— Yo te quiero aún más, Maxi.

— ¿Me lo prometes? — pregunte inocentemente.

— Te lo prometo

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— ¡Maxi! — salgo de mis recuerdos y pensamientos, miro a Lili que me ve preocupada. — ¿Porque estas llorando?

¿Estoy llorando? me toco las mejillas y lo siento mojados de lágrimas, me empiezo a reír como retrasada de la nada.

— En serio, tú no eres normal, Max — me limpio la cara con la manga de mi suerte y comienzo a caminar.

— Vamos a comer, enana — Lili solo frunce el ceño.

— Soy más alta que tú, enana — me río, ella comienza caminar siguiéndome, y tiene la razón, es 5 centímetro más alta que yo.

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