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Capítulo 3

Janette

Cuando escucho golpes en la ventana de mi dormitorio, doy un brinco, pensando que alguna paloma se ha estrellado contra ella.

Pero no.

Miro a Julian con sorpresa, luego empujo el libro de matemáticas y me levanto para abrirlo para él.

-¿Por qué no por la puerta?- Pregunto, divertido por su entrada. Ahora me siento como en una de las series de televisión para adolescentes que veo.

El tipo genial que entra por la ventana de mi habitación. Algo nuevo para agregar a la lista de experiencias de vida.

Sin embargo, la diferencia es que Julian no es un adolescente en absoluto.

Antes de que mis pensamientos puedan continuar generándose, Julian toma mi rostro entre sus manos y me besa.

Coloco mis manos en su pecho para alejarlo, extrañamente me escucha. Por lo general, no está muy inclinado a detenerse. Nunca.

Y me gusta esto.

-Habríamos perdido tiempo subiendo hasta aquí, así que lo reduje a la mitad- dice, luego vuelve a mis labios.

Reprimo una sonrisa.

Comienzo a desabotonar la camisa que tiene puesta, pero Julián se cansa y la arranca, volándose los botones restantes, mientras sigue besándome y mordiéndome.

Esta vez sonrío.

Me hace retroceder hasta mi cama y luego me sienta. Me acuesto debajo de él, pero algo le llama la atención cuando rompe el beso y mira hacia un lado.

-Matemáticas. Siempre me han gustado las matemáticas.

Un dios griego, dulce con la abuela, que sabe hacerme correr y además es inteligente.

No, esto es demasiado peligroso.

Demasiado.

-¿Puedes ayudarme, entonces?- Pregunto con un tono travieso.

Maldita sea, no puedo callarme.

Julian regresa con sus ojos verdes en los míos y me sonríe. Esa maldita sonrisa que hace que ese maldito hoyuelo aparezca en su mejilla derecha. Parece estar diciéndome -Te voy a follar cada vez que leamos una fórmula-.

-¿Y qué obtendría yo a cambio?-

Aquí estás.

Todo lo que quieras. Solo preguntame.

No, no puedo decírtelo.

Pero mi cuerpo actúa antes de que pueda dejar de pensar. Paso mis dedos por su pecho que parece esculpido, hasta llegar a la entrepierna de esos malditos pantalones ajustados.

Levanto mis ojos hacia los de ella y me parece ver llamas dentro de ellos.

-Lo que quieras- susurro, tocando su ya evidente erección.

- Chica bien hecho.

mierda _

Sabes lo caliente que me pone cuando me tratas así.

Como... por una vez, no tengo el control.

-¿Con qué quieres que empecemos?- Julian se inclina sobre mí, la punta de su nariz toca mi sensible cuello. Siento su aliento en mi piel y me estremezco.

-Trigonometría-, suspiro mientras sus labios se posan en mi cuello.

Lo escucho sonreír.

-¿Sabes qué es esto?-

Julian se levanta ligeramente solo para quitarme la camisa. Me humedezco los labios antes de responder.

-Estudia los triángulos desde sus ángulos, ¿no?-

Julian asiente, luego se inclina sobre mí de nuevo.

-Sí, y gracias a funciones, llamadas funciones trigonométricas, puedes encontrar las medidas de los elementos de un triángulo- regresa a mi cuello, y esta vez también siento su cálida lengua saboreándome.

Una de sus manos desciende por debajo de la falda que llevo, tocando mi centro, y luego vuelve a subir sobre mi clítoris.

-Si conoces el ángulo puedes obtener la relación entre los lados, pero también puedes hacer la operación inversa. Es decir, conociendo la relación entre los lados, se puede obtener el ángulo α-.

Su voz, baja y suave contra mi piel, todavía me hace temblar.

-¿Entiendes para qué sirve?- Julián me muerde el cuello levemente, su mano entre mis piernas hace que las abra aún más.

Me acaba de llegar y ya lo quiero.

Asiento con la cabeza.

-En todo triángulo rectángulo la medida de un cateto es igual al producto de la medida de la hipotenusa por el seno del ángulo opuesto a ella, o por el coseno del ángulo agudo adyacente a ella -sí, lo que quieras, pero sigue en tocarme.

-¿Sabes de lo que hablo, Janette?- Nunca me había gustado mi nombre como ahora, pronunciado así por él.

Sus labios descienden sobre mi pecho, rozan mi pezón. -No- suspiro.

Succiona ese punto débil mío, su mano sobre mi intimidad ligeramente apartada de mis calzoncillos.

Te lo ruego.

-Ahora vas a repetir lo que digo, ¿de acuerdo?- Asiento de nuevo, aunque no sé si me está mirando.

Mis ojos han estado cerrados por un tiempo, a merced de él.

-El coseno es la razón entre el cateto adyacente a α y la hipotenusa- continúa besando mi pezón, su lengua disfruta torturándome.

-El co-- gimo porque uno de sus dedos entre mis piernas acaba de entrar dentro de mí.

-¿Sí, Janette?-

-El coseno es la razón entre el cateto adyacente a α-- sale y vuelve de mí.

-¿Y?-

-y la hipotenusa-.

Julian se mueve hacia mi otro pezón, lo besa suavemente, luego otro de sus dedos entra en mí.

-El pecho es la relación entre el cateto opuesto a α y la hipotenusa- dice, y luego vuelve a succionarme.

Gimo de nuevo mientras sigue deslizándose dentro y fuera de mí. -O repites o paro, Janette-.

No, joder no.

-La s-mama es la relación entre el cateto opuesto a α y... la hipotenusa- suspiro.

-Muy bien- Julián vuelve a mis labios, me deja un beso, luego su lengua pide más y lo dejo hacerlo con gusto. Llevo una mano detrás de su cabello y lo tiro más cerca de mí mientras sus dedos continúan su trabajo en mis regiones inferiores.

-Repite las dos últimas cosas y luego te daré lo que quieres- susurra, antes de alejar sus labios de los míos nuevamente y bajar más.

Repito todo lo que quieras. Todo.

samantha ela

Cuando se abre la puerta del apartamento de Mark Timo, el director Evans está de pie frente a mí.

No parece muy feliz, pero a pesar de eso, fuerza una sonrisa en mi rostro. -Señorita Foster, que gusto verla, pensé que no vendría hoy. Mark Timo no está en su mejor forma, supongo que lo sabes.

-Lo-lo sé, solo quería... saber cómo estaba. No responde a los mensajes; me encojo en mí mismo, sintiéndome avergonzado.

El director Evans deja escapar una expresión de preocupación. -Debes saber que nunca he castigado a Mark Timo por nada, pero por lo de anoche tuve que hacerlo. Le saqué el teléfono y cualquier cosa para contactar a sus amigos por eso no te contesta. Pero esta bien. Tiene un poco de malestar estomacal, pero por lo demás sí, está bien.'

-Lamento lo sucedido-.

El director Evans se hace a un lado y me indica que entre a la casa.

Cierra la puerta detrás de nosotros mientras me responde. -Ya. Yo tambien lo siento-.

-Si quieres, puedes subir a tu habitación, pero diez minutos- continúa.

¿Qué debo hacer?

-O-bien-.

-Segunda puerta a la derecha- Evans me sonríe levemente, luego después de murmurar un -gracias-, me alejo de él, aún indeciso, para subir las escaleras que conducen al piso de arriba.

Finalmente reúno mi coraje y subo esas escaleras.

Segunda puerta a la derecha. ¿Llamo a la puerta?

Lo hago a la ligera, luego un poco más fuerte, pero de cualquier manera no obtengo respuesta.

Giro la manija de la puerta y la abro de todos modos. Cuando entro, Mark Timo está en su cama, parece estar durmiendo.

Me quedo en el borde de la puerta durante unos segundos, sin saber qué hacer.

¿Me voy? ¿Lo despierto?

No, no puedo despertarlo.

Miro alrededor de su habitación, está llena de cosas. Hay un televisor grande con un sofá y un sillón frente a él, varias consolas y videojuegos. Un pequeño escritorio en un rincón junto a una pequeña librería. El enorme armario, que ocupa toda una pared, la cama semicuadrada en el centro de la habitación, bajo el alféizar de la ventana, y luego una mini nevera.

Tiene una mini nevera en la habitación.

Sonrío con curiosidad mientras me muevo por la habitación para recoger un libro que quedó en el escritorio.

-Razones para seguir viviendo- por Matt Haig.

Mi sonrisa se desvanece, tomo el libro en mis manos y lo hojeo hasta que me detengo donde hay un marcador.

¿Mark Timo lee?

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